jueves, 20 de mayo de 2010

RECUERDOS DE DELBOY Y DE BELTRAN

Hasta el último día en que vivió cumplió con el periodismo, la carrera que abrazó con pasión desde sus años mozos. Alfonso “Pocho” Delboy Morales dejó lista su columna política que publicaba cotidianamente y con fluídez en Expreso de los 80. El artículo de análisis apareció en el matutino cuando ya no estaba en este mundo. Eso si, una realidad esa crónica y muchísimas otras más existentes en los archivos de varios medios de expresión masiva y que forman parte de su obra: amplia, profunda, de mucha calidad.
A lo largo de su vida, el talentoso hombre de prensa dejó huella. Era de regular estatura, pelo lacio y cano tirado para atrás. En una oportunidad desempeñó la Presidencia de la Federación de Periodistas del Perú y estuvo dedicado por entero a resolver las penurias de sus colegas, acosados por la falta de libertad de expresión. Eran los años 50 del siglo pasado en plena dictadura de Odría.
Frente a las injusticias y la opresión, el no se amilanaba. Muy por el contrario, crecía y no vacilaba en ningún momento. Se dirigía una y mil veces a la Prefectura, al Parlamento, al mismo Palacio de Gobierno, donde otras autoridades. A presionar y conseguir que todos los peruanos tengan el sagrado derecho de informarse verazmente. Una faceta de su personalidad.
La otra está relacionada con el ejercicio del periodismo. Para Delboy no existían secretos. Fue reportero, redactor de mesa, creador de titulares, jefe de redacción, autor de novedosas e importante columnas de opinión, editorialista y director.


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Portada del diario "La Prensa": impecable y objetiva.

UNIVERSIDAD DE LA COMUNICACIÓN
Arequipeño de nacimiento, era un genuino representante del periodismo serio y de valor que tuvo mucho que ver con los tiempos gloriosos del diario La Prensa, verdadera universidad de la comunicación de los años 50 y 60 que cerró sus puertas, algunos años después que fue devuelta a sus propietarios.
La vida profesional de Pocho, ejemplo de pulcritud y honradez, se inicio en La Crónica, otro medio de trayectoria histórica con plumas en sus inicios de la calidad de Clemente Palma y el poeta José Gálvez que tampoco existe porque fue apabullado por el oficialismo de todos los gobiernos que lo tuvieron a su cargo, desde 1968 que fue expropiado a la familia Prado.
En La Prensa se consagró. Durante la década del 50 la historia lo registra como uno de los protagonistas de la gran revolución del periodismo al estilo norteamericano que convirtió a ese matutino en uno de los mejores a nivel nacional e internacional , con alto tiraje y sobre todo peso propio y prestigio ante la opinión pública.
El artífice de esta interesante transformación que desapareció las primeras páginas de los diarios con avisos publicitarios para dar paso a las noticias precisas y de una técnica magistral, fue don Pedro Beltrán Espantoso. Conspícuo representante de la derecha peruana y defensor a rajatabla de los intereses agrarios de la época.
Beltrán resultó un triunfador en periodismo, de un éxito sin precedentes. Más no en política, nunca tuvo respaldo popular. Quiso formar varios partidos, entre ellos la Alianza Nacional de la época de Bustamante y Rivero y el Movimiento de los Independientes, posteriormente. Pero fracasó rotundamente.
Dicen que ambicionaba ser Presidente de la República y jamás se presentó tal coyuntura. No obstante, fue Presidente del Banco Central de Reserva en el ultimo quinquenio de la década del 40 y Premier y Ministro de Hacienda (hoy Economía) de corte liberal del segundo gobierno de Prado, después de haber sido su tenaz opositor.
Delboy desempeñó innumerables puestos en la redacción y los suplementos de La Prensa. Destacado miembro de la mesa de redacción en las mejores épocas de otro periodista de polendas que era el Director de Informaciones, Alfonso Grados Bertorini, del cual fue colaborador y camarada.
Además Pocho dirigió en una época la revista dominical 7 Días del Perú y del Mundo y en los años donde las “papas quemaban” y había que caminar con “pies de plomo” tuvo a su cargo la Página Editorial de La Prensa, actuando con sensatez y defendiendo las ideas liberales de los dueños que coincidían plenamente con las que tenía él como ciudadano.
Precisamente cuando ejercía ese importante cargo ocurrió la expropiación de los diarios decretada por el general Velasco y el renunció irrevocablemente. No creía en ese proyecto para él intimidatorio, dictatorial que nublaba, por donde se le viera, la libertad de prensa en el país.

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Beltrán explicando uno de sus proyectos

LA ESCUELITA
En el diario de la calle Baquíjano como también se le conocía a La Prensa, había sido alumno y profesor de la famosa “Escuelita”. Allí se capacitaba a los periodistas de ese medio de comunicación para ser mejores comunicadores. El personal recibía varias horas al día clases de Castellano, Literatura, Historia, Economía, Periodismo Informativo y de Opinión, entre otras disciplinas a cargo de renombrados profesores de diversas especialidades a nivel universitario, con el maestro Luis Jaime Cisneros a la cabeza.
Así se formaban los periodistas. Muy pocos salidos de las universidades que, dicho sea de paso, tenían poca experiencia. Otros de diversas carreras, sobre todo de Derecho, Muchos de la misma universidad de la vida. Esa era la única por la que habían pasado.
Una labor inigualable, pocas veces vista. De la Escuelita de La Prensa egresaron un número considerable de periodistas. En determinado momento, llegaron a ser más del 65 por ciento de los profesionales que ejercían en los medios de comunicación del país.
Otra de las facetas que le tocó cumplir a Delboy fue la de corresponsal en el Perú de publicaciones extranjeras de prestigio tales como la Revista Visión, una de las más completas de América Latina con análisis político de primer orden.
En una oportunidad, Delboy publicó un especial sobre la revolución encabezada por Velasco que fue toda una pieza de ejemplo para las antiguas y nuevas hornadas del periodismo. Pulcro, crítico y con una síntesis impresionante retrato con exactitud lo que pasaba en el Perú de aquel entonces. La edición correspondiente fue requisada en el país por el gobierno de turno, pero la noticia salió de todas maneras al mundo.
Cuando analizamos la producción periodística de Delboy, encontramos que fue uno de los mejores columnistas especializados de su época. Son ejemplos de primera línea lo que publicó en 7 Días-durante varios años- sobre cine con el seudónimo de “Tom y Jerry”. Semanalmente daba a conocer la película más importante y opinaba sobre casi toda la cartelera capitalina.

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Los periodistas de La Prensa: Delboy, en primera fila, al centro.

Su mérito consistía en que lo hacía sin rebuscamientos, ni posiciones ambiguas, ni tampoco poses intelectuales o culturales. Sus apreciaciones sencillas llegaban a todos los lectores.
Como columnista político: enterado como pocos, con el comentario preciso. Crítico mordaz, justo y desinteresado. Enemigo constante de las componendas, los malos manejos y las deshonestidades tan comunes en los políticos. Resultó ser un observador imparcial y optimista de los grandes problemas existentes en el Perú que le tocó vivir hasta finales de los años 80.
Sus opiniones de carácter político se publicaron durante varios años en la columna “Ojos y Oídos” y con el seudónimo de Gerónimo Gerónimo aparecida en los diarios Expreso y Extra. Precisamente, la muerte lo sorprendió trabajando como colaborador de esos periódicos.
Su pluma engalanó una serie de medios de comunicación. En épocas malas y de dictadura cuando escaseaba el trabajo, llegó a una revista de carácter político surgida entre los vaivenes y posiciones del velasquismo. El transformó la publicación. Pero el pago fue duro. No se tomó en cuenta al dirigente de las épocas aurorales de la Federación de Periodistas. Lo engañaron y no cumplieron con el pago del seguro y con las aportaciones correspondientes. Años después cuando lo descubrió, tuvo serios problemas que injustamente lo afectaron.
La docencia sobre el periodismo se convirtió en una de sus fuertes en la Academia Diplomática donde enseñó a varias promociones de profesionales, quienes le guardaron admiración por su prestigio y conocimiento.
A Delboy nadie le pudo negar méritos. Los tuvo de sobra. Irradió conocimientos y valía en los periódicos en que trabajó. Mucha solidaridad a sus colegas y lo mejor que tuvo a sus lectores.

1 comentario:

  1. La Prensa fue todo una institución como periódico Desde muy joven fui lector de este medio y hasta ahora me acuerdo de Beltrán y Delboy. Que bueno recordarlos. Walter Rojas

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