miércoles, 21 de agosto de 2013

EL VALOR Y LAS IDEAS DE PARDO Y ALIAGA

Hombre de convicciones críticas y controvertidas en todas las épocas. Era, inexplicablemente, un severo enemigo de los usos y aficiones populares que consideraba bárbaras y repelentes. Por eso lo llamaron anticuado y extranjerizante. Sin embargo, había mucho valor en él como intelectual e incluso se convirtió  en la principal figura del género costumbrista con tesón y ejemplo, en momentos claves: cuando, precisamente, se forjaba la Literatura peruana republicana, la misma que estaba- si  se quiere- en pañales y emergiendo. He allí su gran mérito como protagonista en su campo de acción primordial, las letras. Aunque también le gustó la política y fue abogado, con una tarea constante y permanente de contribuir efectivamente a la patria, la que por aquel entonces recién comenzaba  a consolidarse.
Felipe Pardo y Aliaga, nacido en Lima el 11 de Junio de 1806 durante la colonia española y muerto también en la capital una víspera de Pascua del 24 de Diciembre de 1868, era un convencido de que mediante lo que él dominaba por completo,  la cultura, se podía lograr la transformación del Perú. No le faltaba razón añadiéndole, eso sí, otros elementos de pleno desarrollo y de política adecuada y convincente para el sentir  efectivo de los pueblos.

Felipe Pardo y Aliaga

Por eso mismo ejerció la vida pública y criticó duramente la falta de civismo. Al mismo tiempo la ambición personalista de los gobernantes. Cierto que sus ideas eran extremadamente conservadoras. Pero ello no fue impedimento para prestar servicios al Estado, con su posición aristocratizante como característica primordial, siendo diplomático e incluso ministro de los presidentes Felipe Santiago Salaverry, Manuel  Ignacio de Vivanco y Ramón Castilla.
Vino al mundo en el seno de una familia distinguida. Sus padres fueron el magistrado español Manuel Pardo Ribadeneyra,  Oidor de la Real Audiencia de Lima y la dama limeña Mariana de Aliaga y Borda, hija de los marqueses de Fuente Hermosa de Miranda.
Sus primeros años de infancia transcurrieron en la ciudad histórica del Cuzco y allí fue testigo del ensañamiento con que trataron los revolucionarios patriotas de 1814 a su progenitor, entonces Regente de la Audiencia de dicha ciudad, quien fue apresado y sentenciado a muerte. Afortunadamente, la pena dejó de cumplirse debido a la derrota de los rebeldes. Estos últimos fueron los  hermanos Angulo, Béjar y  Pumacahua.
En 1821, luego de ocurrir la Independencia del Perú, la familia se fue  a residir a España. Pardo y Aliaga estudió en Madrid, bajo la dirección de Alberto Lista en el Colegio de San Mateo y con el apoyo de aquel maestro ingresó a la Academia del Mirto donde alternó con José de Espronceda, Ventura de la Vega. Entre otros escritores notables.
El profesor Lista de notable influencia en la época era considerado un romántico conservador, forjador de la estabilidad de los valores tradicionales que se enfrentaba a las posiciones liberales ligadas a los movimientos  revolucionarios. Por ende, el peruano Pardo recibió una formación educativa enteramente clásica. 
Regresó a su patria en 1828 por exigencias de carácter familiar, dado que sus abuelos maternos habían fallecido. Establecido en la capital, comenzó a trabajar como profesor de Matemáticas y Filosofía en el Seminario de Santo Toribio. Paralelamente estudió Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y se recibió de Abogado en Arequipa
Por aquella época, tomó contacto con el político José María de Pando quien había fundado “El Mercurio Peruano”, importante diario de gran influencia desde un principio. Los dos formaron un grupo de amigos que se fortaleció con otras figuras famosas como: Hipólito Unanue, José Joaquín Olmedo, Manuel Ignacio de Vivanco y el español José Joaquín de Mora, entre otros. Ellos se reunían constantemente para discutir, sobre todo, temas políticos. Pardo, dicho sea de paso, ya era conocido por sus ideas autoritarias.
Publicó su primer trabajo literario en “El Mercurio Peruano” una oda titulada “Vuelta de Un Peruano a su Patria” Posteriormente en las referidas páginas aparecieron poemas suyos y críticas literarias. Llegó a dirigir el periódico, conjuntamente, con el periodista Antolín Rodolfo.
Lo nombraron Editor del periódico oficial “El Conciliador” recomendado por su amigo Pando. De igual forma, fundó con su peculio otro periódico titulado “La Miscelánea”. Eran los días del gobierno de Agustín Gamarra. En 1830 estrenó la pieza teatral “Frutos de la Educación” que recibió, dicho sea de paso, critica en contra.


En otra epoca de su fecunda vida.

 Especialmente del cura José Joaquín de La Riva, con quien mantuvo una polémica literaria de polendas. El defendiendo sus singulares ideas y el sacerdote la ayuda a los pobres y los necesitados, aunque el escritor no estaba directamente en contra de ello. Si de las costumbres tan arraigados en los sectores de abajo de la población
Ejerció el cargo de Jefe de la Legación  Peruana en Bolivia. A su retorno a Lima contrajo matrimonio con Petronila de Lavalle y Cabero, joven perteneciente a una familia conocida de la elite limeña. Su actividad intelectual proseguía y estrenó otra obra, “Don Leocadio y el Aniversario de Ayacucho”
Comenzó su actividad política e hizo oposición radical al gobierno del General Luis José de Orbegoso. A tal punto que dictaron orden de deportación contra él. Lo escondieron sus amigos en los interiores de  diferentes buques anclados en el  puerto del Callao, para evitar que lo obliguen a salir del territorio peruano. Hasta que se consiguió la amnistía correspondiente. Publicó el periódico” El Hijo del Montonero” en contraposición a otro de tinte orbegosista llamado “El Montonero”.
Colaboró decididamente con el gobierno de  Felipe Santiago Salaverry. Incluso medió en la conciliación de éste con Agustín Gamarra, luchando por la necesidad de unidad que tenía el país frente a la invasión boliviana encabezada por Andrés de Santa Cruz. En esta oportunidad realizó una breve y festejada obra de propaganda y ataque contra el invasor en los periódicos: “El Coco de Santa Cruz”,” Para Muchachos” y” El Conquistador”.
Salaverry lo nombró Ministro Plenipotenciario en España. Por lo que partió con sus familia desde el Callao, haciendo escala en Chille. Ahí se entero de la derrota y fusilamiento del Presidente. Entonces,  decidió quedarse en Santiago. En la capital chilena se dedicó a desencadenar una feroz crítica contra Santa Cruz y la flamante Confederación Perú-Boliviana.
Promovió las Expediciones Restauradoras que partieron de Chile para liquidar el gobierno instituido.  Dichos grupos lo conformaban peruanos y chilenos. Intentó desvincularse de la segunda campaña porque los generales Orbegoso y Domingo Nieto se habían alzado contra Santa Cruz. Consideraba que la presencia del ejército chileno en el Perú ya era innecesaria. Entonces, decidió regresar de Chile. Mientras tanto, lo  que se logró es derrotar al orden instituido y desaparecer la Confederación.
Pasó a ser Vocal de la Corte Suprema. Por aquel tiempo escribió su periódico más recordado, “El Espejo de mi Tierra”, considerado como una valiosa obra del costumbrismo peruano. En esta publicación aparecieron cuentos, poemas humorísticos y artículos del propio Pardo. Entre ellos “Un Viaje” y “El Paseo de Amancaes”.
 Del primero, el personaje principal es el niño Goyito, un pituquito de Lima. Detrás del argumento se puede leer la crítica mordaz a la educación consentidora de  muchos limeños y lo poco orientada que estaba para formar jóvenes emprendedores.



Apareció en las calles de Lima otro periódico cuyo nombre era “ Lima contra el Espejo de mi Tierra” que contaba con la colaboración de Manuel Ascensio Segura, el otro escritor fundamental de esta época. Pardo y Segura intercambiaron lances,  letrillas satíricas, uno contra otro para deleite de los lectores. En esta oportunidad, sus detractores y el propio rival lo acusaron de posiciones antidemocráticas y de prejuicios raciales.
Durante el directorio de Manuel Ignacio de Vivanco, Pardo se desempeñó como Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores. La ocasión le sirvió para publicar el periódico “La Guardia Nacional”, donde defendió al Presidente a capa y espada. Lo desterraron al caer Vivanco.
Volvió y aceptó servir al Gobierno de Castilla como Ministro de Relaciones  Exteriores. Luego fue Vicepresidente del Consejo del Estado. Hasta que se presentaron las enfermedades que fueron minando su salud. Llegó a quedar inmóvil y perdió la visión 
Sin embargo, continuó con sus creaciones literarias. Ayudado por su hija Francisca, a quien llamaba de cariño “Paca”, se dedicó a recopilar toda su obra en prosa y en verso, la misma que apareció al año siguiente de su muerte.
El libro salió con prólogo de su hijo Manuel Pardo y Lavalle que, dicho sea de paso, en 1872 llegaría a ser el primer  presidente civil del Perú. Toda una celebridad.  Lo mismo que su nieto, José Pardo y Barreda hijo del primero, que también ocupó, en dos oportunidades, la jefatura del Estado: de 1904 a 1908 y de 1915 a 1919. 
Antes fue designado miembros de la Academia de la Lengua Española y publicó sus poemas cívicos: “El Perú” y “Constitución Política”. Como se puede notar, la obra literaria de Pardo fue nutrida y diversa. Hay infinidad de poemas, criticas de costumbre, obras teatrales con predominio de comedias, artículos en prosa, letrillas y epigramas. Asimismo escritos jurídicos y de política coyuntural.
Un lugar especial tiene su poesía cívica donde su amor al Perú se manifiesta con elogios a la patria para servirla permanentemente. Pero también hay censura a las malas prácticas políticas, proponiendo cambios drásticos.
Sus más celebrados poemas incluyen composiciones sobre: El Carnaval de Lima, criticando los excesos de dicha celebración, La Nariz, como expresión satírica, Corrida de Toros, en tono de ácida crítica a la fiesta brava. Fue clásico, purista, ágil, zumbón y caustico.
Para el pensador marxista Jose Carlos Mariátegui, defendía sus intereses de clase. Sin embargo, otras corrientes de interpretación aseguran que aspiraba, sinceramente,  a corregir los defectos  de las nacientes instituciones republicanas.
Lo que sí se puede notar es que fue un conservador social y político dispuesto a no transigir con el liberalismo porque le parecía que ello revuelve y anarquiza el país. Comprobado está en que reaccionó en duras sátiras contra los excesos caudillistas y la incipiente burocracia que, según él, no buscaba sino el acomodo para vivir a expensas del Estado.  Por si acaso, tal defecto hasta ahora no ha desaparecido. Entonces, se podría decir que su pensamiento tiene vigencia actual.
Cerremos el recuerdo a Pardo y Aliaga con el poema dedicado a su hijo Manuel, hombre de invalorable valor público que hasta perdió la vida por el Perú al ser asesinado cuando era parlamentario y habiendo sido un presidente de la república de lujo, que textualmente dice así: Dichoso hijo mío/que 21 años cumpliste/dichoso que ya te hiciste/ciudadano del Perú/Este día suspirado/celebra de buena gana,/y vuelvo orondo mañana/a la hacienda y esponjado/viendo que ya eres igual/según lo mandan las leyes/al negro que unce tus bueyes/ y al que te riega el maizal. (Edgardo de Noriega)

1 comentario:

  1. Su hijo Manuel Justo Pardo y Lavalle fue el mejor Estadista que ha tenido el Perú

    ResponderEliminar