lunes, 23 de marzo de 2015

CLARO...CLARISIMO

Tal como estaba previsto y aquí se denunció. Resulta que el Alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio,  se deja llevar por la soberbia, tras haber llegado al Municipio capitalino con el 60% de los votos validos. El burgomaestre cayó por completo en tal vil defecto que se le juntó con la arrogancia y allí lo tenemos,  mondo y lirondo, eliminando murales sin motivo alguno y propiciando el regreso de las combis asesinas por las calles de Lima. Mudo empedernido, controversial por naturaleza.
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A nadie le hace caso y sigue empecinado en sus caprichos, con hechos y errores de por sí comprobados. Pero con un componente inexplicable que hay que tomar en cuenta de todas maneras: su popularidad crece como la espuma y ahora está con una aprobación de más del 70%. En consecuencia, cada vez más son los limeños  que  consideran su gestión como acertada, cuando no lo es, a tan sólo tres meses de su gestión.
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Un fenómeno  de causa a efecto sin precedentes que debe estudiarse a fondo sí, efectivamente, se  quiere tener en cuenta una correlación de fuerzas valida y de lo más sencilla. Si actúas mal, cómo es que tienes aceptación. Contradicciones de la política.
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Inexplicables totalmente,  a pesar de que sí es un hecho comprobado que la gestión de Castañeda, le hace daño al vecindario. La reforma y seguridad del transporte está parada y, en consecuencia, sin precisamente, caminar. La situación es criticable por donde se le vea. No hacerlo, un defecto total.
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Hay datos aterradores. Son, aproximadamente, 24 mil combis favorecidas por la actual administración. Accidentes por doquier. Por ejemplo, una persona muerta y más de 70 heridas en un siniestro por imprudencia del conductor, sin brevete y con más de 11 mil soles en multas. Un hecho tenebroso y rechazable de todas maneras. Las explicaciones de la Municipalidad deben venir de todas maneras.
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Un desorden total en la contratación de personal para la comuna. Casi tres mil trabajadores fueron despedidos y, para ello, se alteró el Decreto Legislativo N° 955 denominado Ley de Descentralización Fiscal para luego, inexplicablemente, recontratar a una parte del personal al que, precisamente, se le echó a la calle. 
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Nada se hace en La Parada en cuya área existe un parque, cuyo perímetro ha sido invadido por más de mil vendedores ambulantes. Nunca se informa de las nuevas políticas y Lima continua en la crisis porque ha cambiado por completo. Aquí se necesita gobernar la ciudad comunicando, aclarando y consultando. Castañeda esta en el limbo y, casi siempre, mudo. No puede ser.
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Lo que hace el terrorismo para sobresalir, nacional e internacionalmente, es constante y siniestro. Un grupúsculo de personajillos extraviados apareció, de un momento a otro, en el cementerio de Montparnase con una bandera roja, una gigantografía de Abimael Guzmán, en la tumba del renombrado poeta César Vallejo. Inconcebible y rechazable por donde se le vea. Con el terror, en todas sus expresiones, ni a misa. Ni al camposanto.
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Cabe subrayar que lo ocurrido es un verdadero atentando contra el recuerdo de  la vida y obra del propio vate, autor de una  poesía insuperable. No se puede permitir que unos desadaptados se aprovechen de una figura incólume de la Literatura universal.
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Las cifras y porcentajes de los resultados de la economía peruana andan por allí no más, con cierta preocupación  por lo que se podría venir dentro de un paquete de crisis y problemas que nos afectarían  fácilmente. La  parrilla correspondiente sigue fría y merece calentarse.
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Los entendidos aseguran que, al menos en el primer trimestre del año, las cosas están débiles. El crecimiento en enero, a una tasa de 1.68, que es una cifra por debajo de lo esperado, se registró  como consecuencia de la demanda interna. A ello hay que añadirle que la industria local anota su noveno mes de retroceso consecutivo. Para muchos, técnicamente, estamos en recesión.
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La caída del empleo en Lima, después de siete años, también es una realidad congruente con la disminución de la confianza del consumidor que se puede ver y que está directamente vinculado a la dificultad creciente de conseguir puestos de trabajo. 
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La pregunta cae por madura: ¿Todo esto es superable? Parece que sí y allí deben ir los esfuerzos del Gobierno, dejando de lado poses electoreras que se pueden venir porque cada día está más cerca el proceso del 2016.
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Hay coincidencias de los expertos en señalar que, efectivamente, hay un potencial relevante por delante para una recuperación y poner en marcha acciones a fin de contrarrestar el ciclo económico débil. Lo dice el Banco Central de Reserva (BCR) y la Sociedad Nacional de Industrias (SNI). Esperemos eso y mucho más por el bien del Perú. Ojalá sea así.
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Esta familia León es cosa seria. El padre, Rómulo, con sus muletillas de corrupción y faenones que lo persiguen y no los puede borrar. El hijo, del mismo nombre, violento y le pega un balazo a la  ex novia del progenitor, escapa, aparece y le pide perdón a la víctima con el muslo herido. La hija, Luciana, congresista aprista, otra vez en andanzas de adquirir inmuebles, sin demostrar respaldos económicos de por medio con una cosa simple: “tengo plata cuyo origen esta justificado y por eso compro”. No es su caso. Entonces, de dónde pecatamea. Padre e hijos en la palestra de las aclaraciones y los escándalos menudos.
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León Alegría, que fue congresista y Ministro de Pesquería del primer régimen aprista, se caracterizó por ser un hombre que, muy rápido, perdía la cordura y aficionado a los golpes de boxeo a la mala. En efecto, acordémonos que, en pleno hemiciclo, el susodicho arremetió a puñetes en contra de Fernando “Popy” Olivera Vega, el persistente rival de su partido.
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Casi lo despedaza  al flaquito líder del Frente Independiente Moralizador el año 1989, en pleno hemiciclo de la Cámara de Diputados, durante el primer gobierno de Alan García. Eso sí, su contrincante, no se puede negar, provocador como pocos, insolente a macha martillo. Sin embargo, nada justifica la violencia. Menos de dos parlamentarios que personifican a la nación.
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 El hijo le heredó al padre las malas costumbres y ahora añade, arma de por medio, más agresión y peligrosidad y, de buenas a primeras, tras una discusión acalorada, hiere a una mujer, Clara Constanza Matto Traverso, que fue compañera y conviviente del progenitor. 

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El divorcio del ex ministro de los faenones también, en su tiempo, fue escandaloso.  A este hombre calvo y mujeriego se le acusó públicamente de pegarle a su cónyuge, Cecilia Romero, la madre de sus hijos. Un hogar disfuncional que saca al hijo con “medalla de oro”, para sus actos cotidianos y malignos por donde se le vea. Lo que cosechas siembras. No hay ninguna duda.
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Ahora se trabaja para que la cosa judicial de investigación obligatoria quede allí y no tenga consecuencias penales, olvidándose que una actitud de esas, de todas maneras,  es delito contra la vida, el cuerpo y la salud y el autor merece castigo. O se quiere, otro balazo más. Las autoridades pertinentes deben esclarecer por completo el caso y no dejarlo allí en el sueño del olvido para siempre.
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 Romulito se las trae y está probado, con su actitud tan singular, que es peligroso. A propósito, hace poco, estuvo en una clínica en tratamiento  antidrogas. Por si acaso, un angelito del señor de esos que inspiran bondad, precisamente no lo es.
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Cuándo sabremos cosas buenas de este grupo familiar de origen trujillano, cuyo tronco principal fue  Rómulo León Ramírez, aprista del cogollo de Haya de la Torre, Diputado por la Libertad de 1963 a 1968 y hombre que al  morir, hace ya un buen tiempo, dejó marcado su sacrificio con cárceles, destierros y persecuciones. Una vida distinta a la de su hijo y sus nietos. De todo se da en la Villa del Señor.
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Carla García, la hija mayor del ex presidente aprista, revela, en una columna aparecida últimamente en un diario local, que dos gays argentinos, un escritor y un diseñador de modas, a quienes invitó a conocer Palacio de Gobierno, se besaron boca a boca en un balcón de la Casa de Pizarro, a vista  y paciencia de todo el mundo. Mientras los Húsares de Junín hacían su ceremonia de cambio de guardia.  Era la época que su padre, Alan García, gobernaba
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Que tal primicia de primicias. Si se hubiera sabido o conocido las caricias- con fotos o filmaciones de por medio- obviamente se habría armado un escándalo sin precedentes. De esos que a Alan y al propio gobierno los hubiera hecho tambalear. Eso de todas maneras hubiese ocurrido, como si dos y dos  son cuatro.
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Imagínense protestando, nada más y nada menos, que  al Cardenal  primado de la Iglesia Católica del Perú, Monseñor Juan Luis Cipriani Thorne, acompañado de las funestas fuerzas vivas del Opus Dei y la gente de ideas ultraconservadoras obtusas que existen y a montones en lares limensis.
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Lo decimos y especulamos, más allá de criticar si está bien o mal el acto en sí de que dos homosexuales se besen en público y en qué sitio sobre todo, la casa principal del poder en el Perú. Cada ser humano es libre de hacer lo que le parezca con  plena libertad. Si los heterosexuales, grupo mayoritario del que formamos parte, lo hacen por qué no lo pueden hacer los que no lo son. La ley del embudo.  Lo ancho para unos y lo delgado para otros. No puede ser.
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Pero que eso, el acto en sí de expresión de cariño llama la atención, si llama la atención a raudales, claro, clarísimo que sí. Negarlo sería falsear la realidad y los usos, las costumbres de la sociedad limeña tan beata, aunque en el fondo, tan pecata. Contradicción, si, y contra ello debemos luchar para que haya inclusión.
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Ahora bien, todo lo afirmado sale por su propio peso. En efecto, aquí estamos a favor de la unión civil entre las personas del mismo sexo. Una necesidad justa, consecuente y proporcional que la sociedad peruana se merece.
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No hay que desconocer los derechos intrínsecos de las minorías. Hacerlo es, simplemente, nadar contra la corriente de una realidad que siempre ha existido y ha implicado tantas frustraciones de vidas, inclusive valiosas, que merecen el mayor de los respetos y su realización plena. La opción de género no puede limitarla. No vivamos en el siglo de la pera. (Noé)

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