jueves, 16 de noviembre de 2017

LOS BALCONES

Siempre me han dicho las cosas y especialmente las añejas, mensajes reveladores y desde niño tuve la preocupación de encontrarles un alma. Mucho antes de adivinarse en mí la vocación literaria, solía pasear los ojos, límpidos, por detalles no mirados por mis compañeros. Fui de aquellos chicos de pronto descubridores en una calle transitada algo no visto o no apreciado por otros.
Debo, sin duda, a esa infantil disposición, influida por las conversaciones con gentes a la manera antigua y los rezagos de los cuentos de penas y de duendes, la tendencia perdurada en mi de buscar la espiritualidad como un aroma no por todos percibida y desprendida de lo aparentemente inanimado, siempre por algún secreto.
Y como he amado intensamente esta ciudad con tanto carácter antaño, siempre he creído en ella se esconde un alma múltiple. En cada rincón musita una extraña confidencia. Procuré un buen día restaurar en cuadros tal vez desmayados, pero fieles, costumbres en trance de transformación, y en menudas estampas intenté revelar algo de lo mucho dicho por las cosas idas con la Lima que se va.
Dejo ahora un poco la leyenda y la costumbre y reanudo para los lectores de La Prensa de Buenos Aires mi  dialogo con algunos aspectos limeños. Pueden explicar mucho, y para mi muy bien, de los hábitos, de los usos y de la psicología especialísima de esta ciudad paradojal.


Resultado de imagen para Balcones de la Lima Antigua
El balcón del Palacio Arzobispal.

TERREMOTO
Lima fue una ciudad de balcones y debió a ellos no poco de su carácter personalísimo. Aún los hay,  ciertos ejemplares selectos son la revelación del espíritu a la vez hogareño y atisbador de nuestros antepasados.
Hoy, son, apenas, recuerdo de algo ido y con muy raras excepciones, no cumplen la misión otrora cumplida y para llegar hasta nuestros días han debido luchar contra todo. Hubo momentos penosos-y los hay- y fueron rudamente combatidos, pero la ciudad los combatió apasionadamente.
El terremoto de 1746 que dejó a Lima hecho un corral, según frase de la época, provocó en los hombres de consulta de aquellos días un debate interesantísimo sobre los balcones. Opinaron muchos  y entre ellos el famoso cosmógrafo Luis Gaudin debían ser suprimidos, pero el vecindario reclamó con ardoroso celo y las medidas tomadas por el Virrey Superunda quedaron escritas solamente porque, poco a poco, al irse reconstruyendo la ciudad, volvióse al morisco o pérrico sistema de los balcones corridos  por donde es fama subieron y bajaron tantas promesas de amor.
Fue el balcón limeño algo casi sagrado y de enorme importancia como debió serlo también en Buenos Aires donde tan célebre fue aquel de Riglos, sobre el cual escribió una donosa trasdición don Pastor Obligado.
Imagen relacionada
Otras bellezas.

CELOSIAS
En aquellos días en los cuales se vivía mucho más en el hogar y no en la calle, era el balcón de esparcimiento atalaya de amores, venero de averiguaciones y exposición de gracias. Todos los encantos de la ciudad se revelaban y se escondían, a la vez, tras las labradas celosías.
En Lima el balcón, como la mujer, tuvo una mezcla de provocación y de recato: la ciudad con los balcones se tapaba y se descubría, como la mujer lo hacía con el manto. Algo pudoroso y pícaro a la vez, hay en el balcón- No sin algo de razón alguien ha dicho de Lima  es una ciudad recatada y provocativa.
A los balcones subían los chismes sin necesidad de dueñas parlanchinas, escalaba la tentación, descendían el desdén o la promesa, y en ellos, muchas veces, se anudaba el amor o se desencadenaba la tragedia.
La ciudad vivía pendiente de los balcones y en las mañanitas grises, de ese rosáceo gris de perla, uno de los mayores encantos de Lima, los madrugadores, alzando los ojos hacia las celosías, ansiaban ver en ellas las marcas de una aventura: escala de seda olvidada por el ladrón romántico, pañuelo de nobiliaria cifra caído en la fuga, o tahalí desprendido en la porfía.
Pero el balcón ¿era apenas un pretexto lírico? ¿nació al azar como las genuinas expresiones arquitectónicas respondía no sólo el alma de la ciudad sino a sus necesidades y costumbres, envolviendo en su espiritualidad, por los tradicionistas y poetas, ventajas positivas?


Resultado de imagen para Balcones de la Lima Antigua
Impecable e incomparable.

ADAPTACION
Los balcones fueron, sin duda, una adaptación admirable a la fisonomía y a las conveniencias comodonas de Lima . Por esto tuvo para decirlo de una vez, algo de relicario, de mirador y de desván.
En las épocas cuando el vivir se recogía casi por entero en el hogar, el balcón era el lazo de la mansión a la calle. Los caballeros después del yantar de la tarde, paseaban esperando desde los balcones la mirada de la dueña de sus pensamientos.
En las grandes solemnidades, entradas de virreyes, fastuosas procesiones, mascaradas y desfiles universitarios, rogativas callejeras o inquisitoriales, bandas de encapuchados con la corza y la vela verde, los balcones, con gualdrapas lujosas con bordados, se llenaban de lindas mujeres cuchicheadoras. Salía así a la calle el mensaje de la intimidad hogareña de Lima, y según las ocasiones caían flores de homenaje o espinas de burlona picardía de aquellos tallados y salientes atalayadores urbanos.
Pero, además del aspecto decorativo y de la función vinculadora, después, en días de locura carnavalesca se intensificó muchísimo más y cumplía el balcón otras misiones modestas y saludables.


Resultado de imagen para Balcones de la Lima Antigua
Armonia y originalidad incomparable.

APOSENTO
Era en cada casa un aposento más para el desahogo y la ventilación. Defendía del sol en los días caniculares y se adaptaba a maravilla para que en las mañanas, en las cuales el señor de la casa se arreglase barba y peluquín, antes de salir a sus cotidianas ocupaciones.
Esta misión fue mayor en la época republicana y los barberos contaban el último chisme al engreído amo, mientras por el balcón entraba la luz y el frescor matinales con el sol campanero de las llamadas a misa y el eco musical de los primeros pregones.
Con el progreso, los balcones se vieron sustituidos en gran número por los llamados antepechos de toscos balaustros o complicados enrejamientos. Toda la poesía, la salud y la comodidad del balcón desaparecieron con este intruso, muchas veces llamativo y chillón, como una persona advenediza y de mal gusto. El afán por las construcciones fáciles ha concluido a prodigar el nuevo tipo, mas barato y hacedero del tallado balcón de antaño.
El antepecho es menos generoso y noble, no es el heráldico balcón cerrado. Es silencioso, da una sensación de vacío: a él no puede asomarse, como escondiéndose, y en eso estaba la gracia y la limeña lisura, las niñas balconeras.

Resultado de imagen para Balcones de la Lima Antigua
Uno tras otro de incomparable hermosura.

EMPEÑOS
La sombra dada al viandante no es tan amplia, tan benévola, tan segura como la ofrecida por el  balcón arcaico. Además, como en sus revolucionarios comienzos, asomó reemplazando al ventanal decorativo,  típicamente virreinal bajo el cual se empotraba el escudo familiar, se llevó muchas veces la marca  nobiliaria, la ejecutoria pétrea de muchos hogares blasonados.
Si democráticamente estuvo muy bien dar paso a los empeños novísimos y a los afanes justicieros de libertad y de igualdad-muy  relativos porque el antepecho es representación de la plutocracia, es más insolente que la cordial y bondadosa aristocracia antañona-, estéticamente escamoteo a la ciudad uno de sus más peculiares rasgos consonantes con su abolengo, su tradición y su leyenda.
Pero, feliz<mente, no se ha ido del todo el balcón. No tiene los prestigios de ayer, ni cumple tan variados y fecundos fines. En ciertas casas y en algunos barrios, representa una amable supervivencia.
Ya es cierto, las niñas no necesitan del novio paseando y repaseando  por la calleja solitaria en la espera de la caída, como al descuido, de la rosa de una promesa. Ahora tienen al cinematógrafo, la confitería, las fiestas múltiples y los innumerables recibimientos en las casas de las amiguitas, amén del tenis y de las carreras.

Imagen relacionada
Al fondo: casa colonial

CONVIVENCIA
Pero, todavía, el  transeúnte anheloso de revivir horas pretéritas puede ver en algunos rincones de la ciudad el lindo cuadro antiguo. En el balcón donde en las mañanas se descañona el papá severo, está la niña con la flor en la mano y en la esquina, jugando nerviosamente con el bastoncito, está el jovenzuelo llevando, como una flor también, una esperanza en el corazón y un madrigal en la cartera.
Así ha sido y así es el balcón. Hace muy bien en no querer irse. Lima va transformándose vertiginosamente, pero tiene la incomparable fortuna de hacer su marcha hacia el lado del mar. Puede convivir con la Lima por llegar, la Lima que se va, esa Lima de alma obsoleta y amable, de personalidad inconfundible, la misma buscada por los viajeros deseosos de lo espiritual y alquitarado.
La quieren los devotos del aroma viejo, no porque desdeñen el progreso, sino porque aman la continuidad y ansían de los nuevos trojes se tome lo sano, lo bueno, lo cómodo, sin olvidar que por eso lo del alma y de arte respetado por el tiempo, a veces menos cruel que los hombres. ¡Ojalá sea conservada!  (Páginas seleccionadas de las "Obras Completas" que pertenecen como autor al consagrado escritor y político, José Gálvez Barrenechea.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario