jueves, 25 de abril de 2019

LA PARADOJA DE BARRES

Al comenzar la guerra, cuando en horas de unión urgente y de tregua cordial, le ofrecieron al católico De Mun una cartera en el Ministerio, se negó con una frase de gentil hombre:
-Me basta con ser el Ministro de la Confianza Nacional. Ciertamente Francia entera escuchaba su arenga. Tal vez alguna mañana, en el Eco de París había dormitado el buen patriota. Más se sabía que agonizaba de amor patrio el invalido y su voz tenía ya la solemnidad de la ribera negra. Murió gritando la victoria que no veía. Sin Derouléde, sin de Mun. ¿Quién tocaría a diana? Era pesada la herencia que ha aceptado Maurice Barrés.
¡Convertido en clarín de Francia el humorista de Berenice! Extraña curva mental que sólo hará sonreír a quienes no siguieron con devoción sus meandros.
Pocos adolescentes han pensado y sentido más. En los retratos de juventud, tiene esos ojos de tísico, esa consumación ardiente de los novicios que cruzan, leyendo su breviario, por la plaza de San Sulpicio. Su breviario—el nos lo dice- era el memorial de Santa Helena, pero sospechamos que también el Moyen de parvenir.
Estaba en la edad en que obsesionan Napoleón, don Juan, y Goethe, los héroes epónimos de la voluntad, el amor y las letras. El bozo tarda en crecer sobre los labios temblorosos que ya tienen gula de amores. Pero la gloria y las mujeres nos sonreían sólo de pasada, sin detenerse.

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Albert de Mun: reformador francés

CARTILLA
Por la ardentía que denota su primer libro, Sous l’oeill des barbares fue tan pronto la cartilla sentimental de los estudiantes, hacia 1890. Este y los otros dos volúmenes de la rúbrica El culto del yo, son en efecto los manuales de enervamiento en donde el bachiller deslumbrado, famélico, ignorante del mundo, halla su propia combustión, sus primeros rencores a la vida, el placer de las largas excursiones por su alma nueva. Y ese amor a las bellas frases que es en algunas mocedades complementario con el amor a las mujeres y como una voluptuosidad más fatigante.
De tales libros inducimos el estado sentimental Barrés y de sus compañeros en tiempos tan cercanos y tan diversos. Pocos momentos de mayor densidad en la historia literaria de Francia. El joven se ve solicitado por la más desconcertante abundancia y la palabra diletante adquiere entonces un sentido casi patético.
Las viejas disciplinas se quiebran. La venerable idea de patria se relaja lo mismo en intelectuales que en utopistas de una Europa sin fronteras ni exclusivismos. Cuando Remy de Gourmont murmura que no daría por Alsacia y Lorena el dedo meñique, con el cual sacude la ceniza del cigarro, este desgano se considera elegante
Renán acaba de desprestigiar los últimos mitos danzando sobre todas las ruinas filosóficas con una alegría depravada. Y los simbolistas han abolido la tiranía del verso reemplazando por la espontaneidad anárquica del ritmo las viejas liturgias de la rima y del metro de las cuales no se atreviera a blasfemar, según observaba Franced irónicamente, hasta el atrio Leconte de Lisle.

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Francia en 1890
INDIVIDUALISMO
Como de acuerdo con esta revolución francesa del verso que tuvo también sus santos-y Mallarme fue uno de ellos- se propagaba en Europa el individualismo huraño de Nietzsche y de Ibsen. ¡Cultivar su jardín” que era en cándido el término burgués de un escepticismo vagabundo, fue aquí el dogma inicial y agresivo de toda juventud exuberante!
Datan de entonces las metáforas de ¡Torre de Marfil” y “Castillo Interior” que ya no nos atrevemos a emplear decentemente! Cultivarlo significaba, para el sincero, examinarse, disecarse, excavar todos los rincones del alma, sentirse vivir masque vivir, llevar adentro una orla clarividente que en cada nuevo anhelo señala su móvil, su flaqueza y su inanidad.
En suma, sin la excusa de Dios, el examen de conciencia religioso o romántico menos crispado que en Adolfo, menos amorradado que en Amiel, pero suficiente para desmenuzar la energía más viril. Y he aquí que un voluptuoso analista iba a mudarse en enérgico profesor del nacionalismo.
¿Cómo se opera el cambio de Barrés? Diputados se lo reprocharon que no le habían leído. Les parecía singular que el amigo sensual y reticente de Berenice, terminará predicando el “evangelio tricolor”.
Es justo hacer notar que en los libros de juventud cantaba ya la necesidad de una certidumbre, la dulzura de someterse, ofreciendo el espectáculo apasionante de un incrédulo en busca de una fe. Va a hallarla en breve. Acerto Voltaire más lejos que su burla, cuando dijo que ¡la fe es sólo una incredulidad sometida.
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Mallarme: gran poeta francés.

NACIONALISMO
Su credo es Francia y su fanatismo el exclusivismo nacionalista. El amante de Venecia, el Ashaverus de los paisajes apasionados, sólo quiero hallar toda belleza en el “semblante de su tierra natal”. Su nacionalismo se hace política de combate al devenimiento pasajero de Boulanger. Recordáis, sin duda, la historia del General a quien París histéricamente aplaude, el General que se suicida en la tumba de su querida, terminando en Werther quien algunos creyeron destinado a confinar en Napoleón.
-Ya sabremos encontrar otros boulangismos-dice entonces Barrés.
Diputado por París, vicepresidente de la Liga de los Patriotas, adquiere popularidad y el don de gentes. La embarazan el duro acento loreno y su talento. Cualquier diputado analfabeto uiña los ojos con malicia: “Eh Barrés, ¿Y Berenice? Entendían reprocharle así sus tiquis miquis sentimentales, su casuística enrevesada de jesuita epicúreo, la admirable resonancia de un temperamento vibrante al que parecían hacer falta, ante una mujer o ante la vida, el viril aranque y la instantánea decisión de sus maestros Napoleón o Loyola.
Viene la guerra. Es el Presidente de la Liga de los Patriotas. ¡Cuál va a ser la sorprendente actitud de Barrés? Sus admiradores esperábamos algo mejor que estos artículos jadeantes, algún bello gesto guerrero.

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Barres: escritor de polendas.
DESTINO
Puede mostrarse amor a Francia hasta en hacer calceta para soldados, pero el destino digno de Barrés hubiera sido acudir a la línea de fuego. No me recordéis sus 50 años. No tiene edad el valor. En mi reciente viaje a los campos de batalla, vi voluntarios de cabello gris que arrastraban la pierna. Y cuando se ha preparado la vida entera el desquite es melancólico activarlo confortablemente, desde las páginas de un periódico.
¿Le faltó valor o sufrió de nuevo las fatigas bruscas del antiguo analista; >No lo sé, pero ¡cuán hermoso hubiera sido la solemne rúbrica de la muerte bajo el nombre del francés exclusivo y atormentado que cerraba las fronteras de su tierra divina domo un musulmán las ventanas de su serrallo
Enarbola el clarín de Deronléde, pero le falta soplo. Como todos los literatos, se pregunta sin duda si coger el fusil no vale más. Sólo que el antiguo ironista lo ha perdido, como a Hamlet, el análisis. Y cuando veamos pasar a escritores inválidos a literatos desfigurados por un obús, no nos faltará razón para decir con una ironía espesa de diputados, a este discípulo de Stendhal y Napoleón.
- ¡Eh Barrés! ¿Y Berenice? (Editado, resumido y condensado del libro “Obras Escogidas de Ventura García Calderón”, destacado intelectual peruano que, con sus estudios, rescata los orígenes culturales de este país. Nació por un azar patriótico en Paris, retornó al Perú donde estudió. Posteriormente volvió a Francia en 1905 salvo cortos intervalos por aquí, Rio de Janeiro y Bruselas hasta 1959 en que murió, siempre habitante de la ciudad luz)

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