No era el momento. Ni tampoco el lugar. Desde
Chile y en un periódico de ese país. No puede ser. A quién se le ocurre. Menos los argumentos.
Porque, realmente, nada nuevo aporta y
si armó un barullo, de los mil diablos. Una metida de pata de esas que,
efectivamente, hacen historia. Sin duda, la designacion le cae de perilla.
El gran error del hijo del Nobel, Mario Vargas Llosa, que dicho sea de paso es
el mejor título y parentesco que muestra como hijito de papá, es que metió su cuchara cuando, precisamente en el
país sobre este tema, hay unidad plena de pareceres. Ninguna discrepancia: todos
con el Perú, nadie con Chile.
Eso está enteramente comprobado y en esa
coincidencia, por si acaso, no existe lo
que efectivamente sería malo, el triunfalismo. Menos algo erróneo como un
xenofóbico nacionalismo. Nada de tales atributos son realidades.
COINCIDENCIA NACIONAL
Si el convencimiento de un fallo justo de La Haya. Además hay una
coincidencia nacional completa de que las relaciones con el vecino pais del
Mapocho deben seguir de todas maneras,
por el camino de la superación histórica del conflicto bélico en sí, que data
de hace más de un siglo.
Cada dia mejores, con entero respeto mutuo y
la intensificación de las relaciones comerciales. Por si acaso de tales
objetivos se registra, asimismo, unanimidad. La
percepción de Vargas Llosa, precisamente, no adhiere a ello. Causa
estupor.
Más con Chile que con el Perú (Fotocomposición Teófilo Caso Oré)
En cuanto al asunto del
triunfalismo tan letal, cabe señalar que lo han advertido de no caer en ello
con contundencia y claridad desde el Presidente de la República, Ollanta Humala
Tasso, el Canciller Rafael Roncagliolo y el propio agente del Perú en la Haya
de brillante actuación, el Embajador Allan Wagner Tizón.
Es decir, aquí si se puede decir, sin exageración alguna que lo mismo piensa el Gobierno, la oposición, todos los
partidos políticos e infinidad de sectores que animan la vida publica nacional.
No hay, pues, una justificación para una intervención como la que tuvo el “hijito”
de Papá.
Lo que tampoco nadie sabe es
cuáles son las razones por las cuales Vargas Llosa intervino de esa manera. No
se puede decir aunque alguien podría sustentar ello con suspicacia, que hay, de por
medio, los consabidos intereses económicos.
DESPARPAJO
Para ser más explícitos que el
jovenzuelo atrevido haya sido comprado con el vil metal. Sin embargo, difícil
es creer que ese haya sido el fin. Al menos pruebas fehacientes y concretas, no
las hay. Mucho se queda en la especulación y ello no se puede negar. Pero
tampoco no tomar en cuenta. Todo es posible en la dimension de este desmadre
detestable.
Que alegre se le ve con el billete chileno.
(Fotocomposición Teófilo Caso Oré)
(Fotocomposición Teófilo Caso Oré)
Pero que haya intervenido con
desparpajo en la mismísima capital de Santiago, aprovechando la hospitalidad de
un periodico de ese pais, si que es un desatino evidente. Dio la impresión y
parece ser que a Alvarito le encanta la
famosa frase que sale de la misma entraña graciosa y lisurienta del pueblo
mapocho: ¡Viva Chile, Mierda!
No es, por supuesto, lo más acertado
intervenir cuando, precisamente, se tiene un diferendo de por medio. Pero, como
se puede notar, cabe la posibillidad de errar en la dimensión absoluta de la
tontería. Ay Alvarito, pobre Alvarito.
Muchos dicen que la soberbia y el
sentirse el bacán de los bacanes intelectuales llevó a Vargas LLosa a esta
situación , en la que ocupa lugares de importancia que no la tiene, dicho sea
de paso, en la coyuntura de analisis politico nacional e internacional.
Está completamente sobredimensionado y busca
la figuración a como de lugar. Mucho lo ayuda ser el hijo de un hombre genial
de la talla de Mario Vargas Llosa. Queriéndolo el pobre de Alvaro, o no deseándolo. La realidad es esa y dejémonos de macanas de aceptarle tanta estupidez.
Pero volvemos a la pregunta que
se comenta insistentemente ¿Si no es dinero, qué puede ser? Más parece cuestiones de cacasenos, como alguna vez dijo su padre al juzgar, con dureza,
algunos de los acontecimientos políticos de nuestro país.
A raíz de este incidente, uno de
los que intervinieron directamente en las negociaciones y cumplió papel
preponderante, el ex Canciller del Perú, José Antonio García Belaúnde, le dice duramente a Vargas Llosa, en una carta con cierto desprecio, lo
siguiente: “No suelo elogiar o denostar a nadie con el calificativo de patriota
a antipatriota, pues a veces, como dijo el doctor Johnson, el patriotismo es el
último refugio de los canallas”. A quién le caiga el guante que, por favor, se
lo chante.
José Antonio García Belaúnde
José Antonio García Belaúnde
ALEGATOS DE AMBAS PARTES
El ex Ministro de Relaciones
Exteriores, durante los cinco años del régimen aprista, reiteró que los jueces
de la corte internacional si oyeron los
alegatos de ambas partes y sostuvo que la visión vargasllosiana recoge
exclusivamente “los argumentos de la defensa chilena, incluso aquellos no jurídicos
ni relevantes para el caso, como el hecho de que el canciller peruano que firmó
el acta de ejecución del Tratado del 29, dijera que no quedaban temas
pendientes con Chile”
Para García Belaúnde, Alvaro
Vargas Llosa cayó en el error por completo al referirse a un sentimiento
revanchista que en Chile llaman “irredentismo peruano”. Luego recordó que el
asunto marítimo lleva mucho tiempo sin resolverse y no se puede avanzar en una
relación sana entre vecinos, si se mantiene algo pendiente.
Subrayó que la controversia fue
encarada por tres sucesivos gobiernos democráticos de manera seria, profesional
y rigurosa. “No se ha tratado de un nacionalismo trasnochado para legitimar a
alguna dictadura, o sea que mal haríamos en verlo como un tema de patriotismo”,
dijo con énfasis.
Lo que entusiasma al Perú, según
el ex Canciller, en este caso no es la certeza de un triunfo absoluto. Sino que
nuestros argumentos son válidos, firmes y asistidos por el derecho.
Corresponderá a los jueces de la Haya
dar la sentencia.
Sobre el punto, García Belaúnde enfatiza: “Lo que nos ha
correspondido como peruanos ha sido poner nuestros argumentos, contratar a la mejor defensa
jurídica y esperar con serenidad un fallo que, sin duda, definirá para bien el
futuro de las relaciones entre Perú y Chile. Lapidado Alvarito, hijito de papá…
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