lunes, 22 de diciembre de 2014

VIVANCO : AUTOCRATA POR NATURALEZA

Conspirador obstinado y aristócrata colonial de origen ancestral. Así con estos elementos enteramente marcados en su controvertida personalidad representó, constantemente, las tendencias autoritarias de la patria peruana en pleno siglo XIX convulsionado. Tan pero tan déspota natural que incluso persiguió a las esposas de sus rivales políticos.  Adicionalmente fue expresión de cierto monarquismo nostálgico, durante las primeras décadas de la Independencia nacional. Tenaz rival del Libertador Ramón Castilla, el militar y político controvertido, como parte de sus defectos, careció del sentido práctico de los actos de vida y de la audacia necesaria para la realización  de sus planes. Por eso, precisamente, innumerables veces, lo desplazaron otros caudillos. No obstante, llegó al poder y se desempeñó  como  Presidente de este país con un estrambótico título, que lo retrataba de cuerpo entero, Supremo Director de la República del Perú, durante  un año y tres meses: entre el  7 de Abril de  1843 y el 17 de Junio de 1844.
Manuel Ignacio de Vivanco vivió entre guerras y revoluciones. No obstante sus vínculos realistas, estuvo impecablemente al servicio de la causa patriótica, durante el enfrentamiento tenaz contra los españoles Luchó implacablemente contra la Confederación Perú Boliviana. Sufrió el pan duro del destierro e intervino en otras conflagraciones sangrientas de la época. A su movimiento político lo llamó regenerador y, para variar, era un hombre realmente ilustrado que incluso llegó a desempeñarse como miembro de la Real Academia de la Lengua  Española. Todo esto forma parte, evidentemente, de su valor intrínseco frente a la historia.


Vivanco: autocracia y directorio.

NACIDO EN LIMA
Hijo de Bonifacio Antonio de Vivanco Cañedo y de Marcela de Iturralde Gorostizaga. Había nacido en Lima el 31 de Enero de 1806 y murió en Valparaíso Chile  67 años después, el 16 de Septiembre de 1873. Estudió como alumno aprovechado y destacado en el Real Convictorio de San Carlos.
Luego de proclamada la Independencia, el peruano decidido se incorporó a las filas patriotas. Lo destinaron como guardiamarina en una expedición que logró bloquear los puertos intermedios ubicados en el sur.
Hizo un desembarco sorpresivo en Arica, realizó una campaña de hostigamiento contra la escuadra española y protegió la travesía de los transportes militares en los cuales regresaron las fuerzas vencedoras de Pichincha. De vuelta a Lima, solicitó pasar al Ejército.
Participó en la Segunda Campaña de Intermedios de 1823 que bajo las órdenes de Agustín Gamarra penetró en el Alto Peru (Bolivia). Luego participó en los sucesos del norte contra el Presidente José de la Riva Agüero, se sumó al Ejercito Libertador de Bolívar y peleó valientemente en las batallas de Junín y Ayacucho.
Lo incorporaron al Estado Mayor de la División del Norte en la Guerra contra Colombia. Combatió en la batalla del Portete de Tarqui y posteriormente destacado a las fuerzas de ocupación peruana en Guayaquil.
EDECAN
En dicha ciudad contribuyó a la edición de “El Atleta de la Libertad”, periódico destinado a combatir el desenvolvimiento de la guerra y la conducta de Gamarra. Su actitud y pensamiento no le gustó al poder de turno y se ordenó su prisión con cárcel de por medio.
Aunque al final no perdió la libertad, tal situación de emergencia hizo que se traslade precipitadamente a Lima donde solicitó su retiro de la carrera militar al ser derrocado el Presidente José de la Mar. No se aceptó su petición y pasó a ser Edecán del General Antonio Gutiérrez de la Fuente.
Posteriormente se desempeñó como secretario de la Misión Peruana en Bolivia encabezada por el Ministro Pedro Antonio de la Torre Luna Pizarro, hecho en sí que dio origen a los tratados suscritos en Arequipa durante el año 1831.
Le confiaron la dirección del Colegio Militar establecido en Lima y el Presidente Luis José de Orbegoso le dio el mando del Batallón Cusco. Desde tal posición apoyó el pronunciamiento del General Pedro Pablo Bermúdez y pasó a asumir la Prefectura de Lima. La situación era de enfrentamiento y conflictiva. Por esta razón tuvo que abandonar la capital, debido a la hostilidad popular.
Cabalgando al lado de la esposa de Gamarra, doña Francisca Zubiaga, la famosa Mariscala, fue herido de un muslo, durante el desarrollo de una revolución que protagonizaron ambos. A renglón seguido se dirigió a Bolivia.
AGRICULTOR
Retornó al Perú y de inmediato inició trabajos agrícolas en el valle arequipeño de Majes. Con ocasión de la rebelión boliviana, el caudillo se reincorporó  al servicio militar. Colaboró con Gamarra  a quien acompañó en la batalla de  Yanacocha. Apoyó a Felipe Santiago Salaverry que lo incorporó a su estado mayor.
En la campaña de Arequipa, terminó como prisionero tras el combate del Gramadal donde fue derrotado, consiguiendo su liberación luego de ser canjeado por dos oficiales bolivianos. Emigró a Chile y se unió allí a los conspiradores contra la Confederación Perú Boliviana, participando en las expediciones restauradoras.
Aquí mantuvo una posición personalista y se rodeó de un grupo de personas adictas, a las cuales se les dio el apelativo criollo de “la argolla”. Cuando los restauradores marcharon a luchar  contra Orbegoso, Presidente del Estado Nor Peruano, Vivanco se negó a combatir, aduciendo que sólo había venido a enfrentarse a Santa Cruz. 
EN AREQUIPA
No obstante, tuvo que cumplir eventuales comisiones de servicio y fue nombrado Prefecto de Arequipa, bajo el segundo gobierno de Gamarra. Como muchos jefes militares tuvo ambición de poder e inició en la blanca ciudad un movimiento regenerador, el 4 de Enero de 1841, tomando el título de Jefe Supremo.
Gamarra, para combatirlo envió a su Ministro de Guerra, General Ramón Castilla, quien sufrió un revés en Cachamarca para luego triunfar en Cuevillas, obligando a Vivanco a emigrar a Bolivia. Después de la batalla de Ingavi donde falleció Gamarra, Vivanco retornó al Perú al frente de una columna de prisioneros y entregó el mando al Coronel Manuel de Mendiburu, Prefecto de Tacna, pasando a establecerse en Arequipa.
Allí secundó el pronunciamiento de Juan Francisco de Vidal, quien lo nombró Ministro de Guerra. En lugar de trasladarse a la capital formó fuerzas en el sur y se sublevó en contra del mismo Vidal, proclamándose Supremo Director de la República. Envió al General Juan Antonio Pezet a ocupar Lima en su nombre
Instaló su gobierno el 7 de Abril de 1843 y pretendiendo consolidar su autoridad, poco a poco, le fue imprimiendo un tinte excesivamente personalista, llegando a extremos tales como: la imposición a civiles y militares de un juramento de fidelidad a su persona, la creación de una tarjeta de plata, cuyos poseedores eran los únicos que tenían acceso al despacho presidencial, la suscripción de numerosas órdenes de destierro y de decretos amenazantes.


Manuel Ignacio de Vivanco 2.jpg
Luciendo la banda presidencial.

RECHAZO
El autoritarismo era contundente y evidentemente se originaron las reacciones con tintes de libertad. En Tacna y Moquegua brotó un movimiento constitucionalista, encabezado por Domingo Nieto y Ramón Castilla. El Director Supremo se dirigió de Lima al sur a combatirlo y fue derrotado en la batalla de Carmen del Alto desarrollada en el pueblo del mismo nombre, cerca a la ciudad de Arequipa.
Vivanco aceptó la derrota y declaró: “La cumplo como el soldado de honor que en buena guerra ha sido vencido”. Casi en la indigencia marchó al exilio, rechazando una pensión alimenticia que le  confirió Castilla.
Radicó muchos años en Manabí, Ecuador, dedicándose a labrar la tierra y otras actividades relacionadas con la agricultura. Aprovechó una ley de amnistía y retornó al Perú. Un grupo de ciudadanos en un comunicado le expresó su apoyo y homenaje, mientras que numerosos ciudadanos de Arequipa auspiciaron su candidatura a la Presidencia de la República.
En las elecciones correspondientes de 1850 fue derrotado por José Rufino Echenique, quien se hizo de la primera magistratura de la nación. Entonces se retiró a vivir a Chile. Volvió otra vez al país cuando Castilla encabezó  en Arequipa la Revolución Liberal, cuatro años después. 
GUERRA CIVIL
Vivanco, junto con el General Trinidad Morán, atacaron dicha ciudad, cuyo pueblo se defendió valientemente, tras las barricadas levantadas en las calles. Los arequipeños lograron vencer y el caudillo resultó herido, mientras que Morán fue apresado y poco después fusilado. El que se denominó pomposamente Director Supremo retorno a residir en Chile.
Pero conspiró epistolarmente contra el segundo gobierno de Castilla.  Proclamado Jefe Supremo por una revolución iniciada en Arequipa, el 1° de Noviembre de 1856, retornó y se puso al frente de la rebelión.
Era el inicio de una larga guerra civil peruana. Apoyado por la Armada, Vivanco pretendió desembarcar en el Callao pero fue rechazado. Siguió hacia el norte hacia Paita, viró apresuradamente con rumbo al puerto de Lima para burlar la persecución del Presidente Castilla.
La población del puerto chalaco le infirió una franca derrota a la intentona de llegar al poder que encabezó el 22 de Abril de 1857. Este suceso como actitud valiente le valió al Callao que le confirieran el título de “Provincia Constitucional”.


El asalto de Arequipa.

El TRATADO
Vivanco optó por regresar a Arequipa donde volvió a empuñar las armas, enfrentándose a las huestes gobiernistas los días 6 y 7 de Marzo de 1856. En este episodio bélico murieron miles de personajes y el caudillo, una vez más, salió desterrado a Chile.
Tras fallecer San Román desempeñando la Presidencia de la República, accedió al poder Juan Antonio Pezet,  quien lo acreditó como Ministro Plenipotenciario en Chile. Hallándose en Lima fue comisionado para intervenir en el arreglo definitivo de la arbitraria ocupación de las islas de Chincha por parte de la escuadra española, comandada por el Vicealmirante José Manuel Pareja.
Así  firmó representando al país el  Tratado Vivanco (Peru)- Pareja (España) que ponía fin al conflicto. Este acuerdo fue rechazado por completo por la ciudadanía que consideró algunas cláusulas lesivas y ofensivas para el honor patrio. Entonces, se levantó Mariano Ignacio Prado que logró llegar a la primera magistratura de la nación. Vivanco se fue por enésima vez a Chile
Lo eligieron Senador por Arequipa  entre 1868 y 1872. Adicionalmente, por encargo del Presidente Balta, supervisó la construcción del  Palacio de la Exposición y el arreglo del parque circundante. Por motivos de salud viajó a Chile de donde nunca más regresó porque murió en el puerto de Valparaíso. 
GABINETE
Vivanco   se casó en Lima, el  25 de Julio de 1835, con la dama arequipeña Cipriana de la Torre. Ella era  sobrina del prócer Javier de Luna Pizarro y descendiente directa de Juan de la Torre, uno de los conquistadores españoles que llegaron al Perú junto con Francisco Pizarro. Con su esposa tuvo un solo hijo llamado Reynaldo, quien a su vez no dejó descendencia.
 Hombre bien amado por las mujeres, físicamente de gran atractivo. Rubios y finos los cabellos, claros los ojos. Su rostro se acercó, exactamente, a la hermosura masculina. Usó bigote y perilla, elementos que le aumentaron la edad y lo convirtieron en maduro y agradable, con un lenguaje impecable y castizo. Haciendo siempre gala de urbanidad, según lo describe el historiador Basadre.
Sus enemigos le sacaron poesías y cantos populares como los que a continuación detallamos: Toma este hermoso clavel Manuel; /Póntelo al moño despacio Ignacio; /Mientras un lirio te arrancó, Vivanco/y luego un lacito blanco/que vaya a todos diciendo: /Manuel  Ignacio de Vivanco.
Formaron su gabinete ministerial, durante el Directorio, hombres ilustres en la cultura peruana: el poeta e intelectual Felipe Pardo y Aliaga (Relaciones Exteriores e Instrucción), Andrés Martinez (Justicia, Policía y Obras Públicas), Pedro Antonio de la Torre (Hacienda) y José Luis Gómez Sánchez (Gobierno, Culto y Beneficencia).
LAS ESPOSAS
Afrontó las intrigas conspiradoras de las esposas de sus enemigos Nieto, Castilla y La Fuente. La primer de ellas, María Solís de Nieto, que a la sazón estaba encinta fue  condenada 45 días después del parto, a salir del territorio peruano. Antes la recluyeron en un convento.
Por su parte, Francisca Diez Canseco de Castilla, cónyuge del Libertador, que conspiró con un grupo de gentes, que usaba como distinción sortijas negras en uno de los dedos de las manos, resultó sancionada con 8 años de  destierro y al principio quedó presa en su casa, bajo guardia especial. Pero ella escapó disfrazada y se reunió con su esposo.
De los conspiradores, dos de ellos- el Teniente Coronel José María Lastres y el Capitán José Julián  Verástegui- fueron condenados a muerte y ejecutados espectacularmente en la Plaza de Armas de Lima el 23 de Septiembre de 1843, a las 5.45 de la tarde.
Hombre de múltiples oficios. Desde militar, político, hacendado, paladín de la agricultura. Culto, refinado, educado. Aristócrata de cenáculo. Arrogante y exigente. Jactancioso y vano. Falta de fe en postulados democráticos. Un despótico franco. Apreciaciones precisas de nuestro gran historiador Basadre.  Caudillo ególatra que forma parte, para bien o para mal, de la variada Historia del Perú. (Edgardo de Noriega)

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