sábado, 16 de mayo de 2015

CRINOLINAS Y FRAQUES

Así como hoy “El Comercio” da páginas de modas, prestando servicio a la muy natural preocupación femenina por trajes y adornos, lo hizo también en el pasado, ofreciendo a las bellas lectoras de los tiempos idos, modelos y patrones especiales. En el N° 1243, correspondiente al 3 de Agosto de 1843 en la sección Lima, hay un suelto que comienza así:
“Junto con el número de hoy se reparte a nuestros abonados un pliego de papel que contiene el modelo de un traje-monillo y pollera- cuyas diferentes piezas se indican por contornos diferentemente punteados”.
Da una idea de la moda reinante entonces esta descripción: ¡Las mangas delanteras del monillo y delantera de la pollera, se componen en bandas transversales, iguales y alternativamente de terciopelo y pasamanería, paro cuando se trate de un traje de invierno. Entonces la pasamanería va sobre el fondo blanco de la camiseta. Cuando es traje de verano, las bandas son de recortes doblados en plieguecitos”.
También daba “El Comercio” modelos de boticintos. El diminutivo ratifica el concepto que siempre se ha tenido sobre el pie de las limeñas. Añadiremos que una de las modistas de más fama en esa época era Emilia Dubreuil, que tenía su establecimiento en la calle Mercaderes. Con ella compartía la clientela la señora Chabrés, en el Portal de Escribanos. Ambas eran francesas.

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Modas antiguas

LA MODA
Un sombrero de negro de felpa de seda superior y a la última moda se vendía en 1844 en tres pesos cuatro reales.  La moda de 1846 según una crónica publicada en el N° 1995 era para las damas en traje de casa, el peinador de cachemira azul celeste o de color rosa forrado con tafetán de Italia, el cual se abría por encima de una falda guarnecida con cuatro hileras de encaje, con abrazaderas de cachemira que impedían que la línea matutina levantase los dos lados de la falda. Se llevaba, además, esclavina que podía servir de capucha,
El traje de calle se componía de un vestido abierto y subido con alamares de seda blanca: manteleta de terciopelo guarnecida de franjas y sombrero de terciopelo alfilerado, rematado por una pluma. Para etiqueta se usaban los damascos caros con tafetanes de Italia y chales de encajes, los sombreros con plumas o arteres (flores) y los zapatos de raso.

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Un vistoso traje de la época.

En el N° 8688 correspondiente al 17 de Julio de 1865, hay un aviso gracioso que da la idea del indumento de las damas de esa época. Se advierte a las señoritas que quieran parecer “globos ambulantes” que se venden crinolinas a dos reales las de 25 barbas y cuatro las de 60.
En ese mismo año, los caballeros usaban para las visitas el frac de paño oscuro. Largo de talle, con faldones cortos y redondos, vueltas bastante grandes, la abertura de las mangaas muy ancha, a fion de que puedan verse los dos botoncitos de diamantes u otras piedras que sujetan los puños de la camisa.
Lo que demuestra, como se ve, que los modernísimos gemelos no son tan modernos como parecen. El chaleco debía ser largo, blanco y bordado, con frac negro y el pantalón ajustando caderas y muslos caía en forma de campana sobre la indispensable bota de charol.  (Páginas seleccionadas de las "Obras Completas" que pertenecen como autor al consagrado escritor y político, José Gálvez Barrenechea.)

1 comentario:

  1. Monillo: antigua designación del moderno brassiere, sujetador o sostén.

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