miércoles, 24 de febrero de 2016

VISITAS ILUSTRES A AMERICA DEL SUR

Buenos Aires se vistió de gala, en agosto de 1925 para recibir a Eduardo de Windsor, heredero del trono de Gran Bretaña. Como lo había hecho el año anterior en el mismo mes de agosto, con motivo de la visita que realizara el joven príncipe Humberto de Saboya. El de Italia fue el primer heredero de un trono que llegaba a la Argentina, marcando un verdadero acontecimiento de la vida ciudadana. Ahora ese acontecimiento se repetía con el arribo del príncipe de Gales, que venía a ese país rodeado de una aureola de popularidad que se puso de manifiesto en las entusiastas recepciones.
El público, especialmente el porteño, tuvo oportunidad de observar de cerca sus característicos rasgos de sencillez. Era llevado a las fiestas poco menos de la mano. Concurría a regañadientes como cuando los chicos van a la escuela.
Asistió, en el Teatro Colón, a la representación de “Loreley” con Claudia Muzio y Beniamino Gigli. Dicen quienes estaban cerca de él, que el príncipe de Gales se durmió durante la función. Dio algunas cabeceadas. Evidentemente le gustaba más el  deporte. Por lo mismo concurrió a ver ´partidos de polo en los que participaron los campeones olímpicos argentinos.
Además, en el Hurlingham Club, dio algunos tacazos como para demostrar su habilidad en el deporte ecuestre. Una noche asistió al Teatro Opera, donde se representaba “Fruta Picada”, en la que Florencio Parravicini hacía un tipo de inglés. También actuó Roberto Casaux, que interpretó un monólogo en inglés y Ana S. de Cabrera en números folklóricos.

Así fue, hace 90 años, la visita del Príncipe de Gales a la Argentina
El principe en la revista a las tropas, el escudo y su foto.

PARADA MILITAR
En la parada militar que se realizó en su honor, el príncipe revistó las tropas, en compañía del jefe de la formación general José F. Uriburu y luego presenció el desfile de las mismas desde el palco oficial.
El tren especial en que el heredero de la corona británica viajó a la estancia Huetel llegó a las 7 de la mañana, pero el príncipe no quiso que lo despertaran y siguió durmiendo hasta el medio día. Hubo, en esa estancia, desfile de gauchos entre otros atractivos.. Luego asado con cuero rociado con buen Whisky.
Por la tarde un paseo a caballo durante el cual sufrió una caída uno de los periodistas británicos que lo acompañaban. Recordó entonces la difusión que se dio a sus numerosas caídas y con su flema británica sonriendo dijo: “He ahí una noticia que no se dará a la publicidad”.
Cantó después el dúo Gardel-Razzano y el príncipe tocó el ukelele. Volvio a la capital desde donde debía iniciar una gira por el interior. Un día desapareció.Durante una hora lo buscaron por todas partes.
Así fue, hace 90 años, la visita del Príncipe de Gales a la Argentina
En una fiesta y listo para volar en un avion

DESAPARICION
Había burlado hasta la vigilancia de los agentes de Scotland Yard que lo acompañaron en su gira. Hubo el consiguiente revuelo. Se pensó en un accidente, en un secuestro, en un atentado. Pero no hubo nada de eso.
Una hora después apareció en su residencia. Lo que había ocurrido es que quería estar solo. Sin compañía. Sin agasajos. Absolutamente solo. Cumplió después una amplia girar por el país. Visito varias estancias, entre ellas la de Chapadmalal. Un mes después de haber llegado se embarco en el Repulse, fondeado en Mar del Plata.
Antes de partir firmo el retrato de Genaro, modesto dueño de la trattoría de Playa Grande, donde había hallado refugio cordial para eludir el protocolo. Se despidió con un “hasta pronto”, que el principal cumplió, pues algunos años más tarde volvió a visitar suelo argentino.
Con su primer viaje había retribuido la visita que hiciera a su patria el doctor Alvear siendo Presidente electo en 1922, circunstancia en que se honró a la Argentina con significativas ceremonias.

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