jueves, 26 de mayo de 2016

UN SUICIDIO CAMBIA LA HISTORIA

El  Presidente  Sáenz Peña, con la valiosa cooperación del General  Roca y del doctor Carlos Pellegrini, consigue dominar la revolución radical de 1823, abogando mediante una amplia maniobra su núcleo principal de irradiación hacia todo el país. Mientras que, en la provincia de Buenos Aires, todo lo organizaba Hipólito Irigoyen. Quedan, no obstante, algunos núcleos rebeldes en el interior, especialmente en Tucumán, Corrientes y Santa Fe.
Principalmente en eta último provincia, donde el doctor Leandro N. Alem se halla al frente de la insurrección, la situación se torna poca propicia para la tranquilidad del gobierno. Pero el General Roca, al frente del ejército nacional, entra en Rosario y, sin librar batalla, obtiene la rendición de los revolucionarios.
El doctor Alem, pese a sus inmunidades parlamentarias, por su carácter de senador de la nación, es apresado y alojado en la cárcel, de la que no habría de salir hasta el mes de marzo de 1894. Alentado por el éxito de la represión, el gobierno decide proceder con mano de hierro y ordena la detención de varios jefes revolucionarios, entre los que cae Irigoyen, deportándolos a Montevideo, desde no volverán hasta meses más tarde a raíz de la ley de amnistía aprobada por el Congreso.

Leandro N Alem.jpg
Alem político  que termina suicidándose

VICTORIA
Había quedado, pues, definitivamente conjurado el movimiento revolucionario de la Unión Cívica Radical, pero en la misma medida de su derrota a manos del  gobierno, había acrecentado su prestigio en la masa popular en Buenos Aires.
En efecto, a pesar de encontrarse en el destierro sus más conspicuos dirigentes, el radicalismo obtiene la victoria en las elecciones que se realizan en 1894 para la renovación de las representaciones parlamentarias en la Capital Federal y en la provincia  de Buenos Aires.
Sin embargo, el oficialismo, la oligarquía roquista para usar una expresión de la época, mantiene el control del Congreso por su predominio político en el interior del país. Tres hombres  son los que realmente están gobernando a la República: Mitre Roca y Pellegrini, a quienes en verdad  no inspiraba mucha confianza la gestión política del Presidente Luis Sáenz Peña, sobre todo cuando se encaraban las perspectivas para la renovación presidencial, a la caducidad de su mandato.
Era evidente que necesitaban un hombre más accesible a los requerimientos del acuerdo en la Casa de Gobierno. Por eso es que si bien habían apoyado a Sáenz Peña cuando se trató de conjurar el peligro del radicalismo alzado en armas, ahora no tenían motivo para prolongar una situación que no consultaban sus intereses políticos.


Barricada revolucionaria de aquella época.

RENUNCIA
Las hostilidades contra el Presidente de la República comienzan en el Congreso y tienen expresiones de todos los matices en una creciente propensión de identidad e importancia hasta que el 22 de Enero de 1895, en un ejemplar documento, sin agravios para nadie y con fervorosa inspiración  patriótica, el doctor Luis Sáenz Peña envía su carta de renuncia a la Asamblea Legislativa,
Aceptada la dimisión del Presidente Sáenz Peña, asume el gobierno el Vicepresidente, el doctor José Evaristo Uriburu, quien desde los primeros instantes imprime  a su gestión política las orientaciones inspiradas por Roca, Pellegrini y Mitre.
Consigue sortear todas las dificultades del estado de crisis en que se halla el país, no superadas aún totalmente las dificultades que originaron el estallido del 90 y nadie discute con excesivo acaloramiento la autoridad ni el prestigio del gobierno nacional.
El oficialismo se va fortaleciendo, mientras simultáneamente va haciendo crisis la lucha de tendencias que se agitan desde la primera hora en el seno de la Unión Cívica Radical. Las disputas entre el doctor  Alem y su sobrino Irigoyen se hacen cada vez más frecuentes
Y el 1° de Julio un acontecimiento totalmente imprevisto sacude el alma de la ciudad. El doctor Alem se había suicidado. Reunió ese día a un grupo de amigos dilectos en su casa y, mientras analizaban  los acontecimientos de actualidad, les rogó que lo aguardaran breves instantes.
GOLPE
Salió a la calle y subió a un coche de plaza, haciéndose conducir hasta el local del Club del Progreso. Al  llegar el cochero comprobó que durante el trayecto el caudillo famoso de Balvanera, el orador fogoso del Parque, se había descerrajado un balazo en la cabeza.
Fue un rudo golpe, sin duda alguna, el fallecimiento del doctor Alem para el radicalismo, que en lo sucesivo, reconocería como jefe absoluto e indiscutido a aquel comisario patriarcal, a aquel maestro impregnado de la filosofía krausista, que junto al ilustre hombre desaparecido había  hecho su carrera política: Hipólito Irigoyen.
Otro acontecimiento estaba destinado a influir negativamente  en la campaña proselitista de la Unión Cívica Radical: era la fundación del Partido Socialista, que se incorporaba a la vida cívica del país como un programa nuevo de principios desconocidos, pero de una fuerte atracción popular.
Pocos antecedentes se tenían entonces del nuevo partido. El 1° de Enero 1882 se había fundado en Buenos Aires el Club Worwarts, con el propósito confesado  de “cooperar con los fines y principios del socialismo”.


Lideres argentinos. El segundo de izquierda a derecha, Alem

COMISION
A principios de 1890 se constituyó también en Buenos Aires una comisión con el objeto de realizar los acuerdos del Congreso Internacional de París, aceptando la celebración del 1° de Mayo como fecha de los trabajadores y haciéndose presente en el Congreso de la Nación para obtener la creación de los instrumentos legales de protección para la clase laboriosa.
El 7 de Abril de 1894 aparece el diario “La Vanguardia”, periódico socialista científico, defensor de la clase trabajadora. Y aunque esta fecha es considerada por muchos como la que prácticamente señala la fundación del Partido Socialista en el país argentino, la verdad es que el congreso constituyente de la agrupación se reúne dos años más tarde  los días 28 y 29 de Junio de 1896.
Quienes actúan en el naciente movimiento socialista: un cirujano del parque, el doctor Juan B. Justo, principal animador y teorizante. José B. Ingenieros, Secretario de Actas del primer congreso y junto con otros tres jóvenes que se incorporan más tarde, pero que no adquieren notoriedad posterior, el doctor Nicolás Repetto, aquel niño que solía tener Sarmiento sobre sus rodillas, alentando sus ilusiones infantiles.
El panorama político en el momento de presentarse el problema de la sucesión presidencial del doctor José Evaristo Uriburu, no era inquietante. La “oligarquía” fortalecida por el predominio incontrarrestable de tres figuras sobresalientes: Roca, Mitre y Pellegrini.
 El radicalismo disminuido por la muerte de su jefe, el doctor Leandro N. Alem y el socialismo, que nacía a la vida política del país, pero no como núcleo opositor, sino como partido de clase, cuya lucha inicial se concretaría en la campaña  por la obtención de la jornada legal de las 8 horas, que sólo mucho mas tarde se convertiría en obra del radicalismo

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