El Presidente
Sáenz Peña, con la valiosa cooperación del General Roca y del doctor Carlos Pellegrini, consigue
dominar la revolución radical de 1823, abogando mediante una amplia maniobra su
núcleo principal de irradiación hacia todo el país. Mientras que, en la
provincia de Buenos Aires, todo lo organizaba Hipólito Irigoyen. Quedan, no
obstante, algunos núcleos rebeldes en el interior, especialmente en Tucumán,
Corrientes y Santa Fe.
Principalmente en eta último
provincia, donde el doctor Leandro N. Alem se halla al frente de la
insurrección, la situación se torna poca propicia para la tranquilidad del
gobierno. Pero el General Roca, al frente del ejército nacional, entra en
Rosario y, sin librar batalla, obtiene la rendición de los revolucionarios.
El doctor Alem, pese a sus
inmunidades parlamentarias, por su carácter de senador de la nación, es
apresado y alojado en la cárcel, de la que no habría de salir hasta el mes de
marzo de 1894. Alentado por el éxito de la represión, el gobierno decide
proceder con mano de hierro y ordena la detención de varios jefes
revolucionarios, entre los que cae Irigoyen, deportándolos a Montevideo, desde
no volverán hasta meses más tarde a raíz de la ley de amnistía aprobada por el
Congreso.
Alem político que termina suicidándose
Alem político que termina suicidándose
VICTORIA
Había quedado, pues, definitivamente
conjurado el movimiento revolucionario de la Unión Cívica Radical, pero en la
misma medida de su derrota a manos del
gobierno, había acrecentado su prestigio en la masa popular en Buenos
Aires.
En efecto, a pesar de encontrarse
en el destierro sus más conspicuos dirigentes, el radicalismo obtiene la
victoria en las elecciones que se realizan en 1894 para la renovación de las
representaciones parlamentarias en la Capital Federal y en la provincia de Buenos Aires.
Sin embargo, el oficialismo, la
oligarquía roquista para usar una expresión de la época, mantiene el control
del Congreso por su predominio político en el interior del país. Tres
hombres son los que realmente están
gobernando a la República: Mitre Roca y Pellegrini, a quienes en verdad no inspiraba mucha confianza la gestión
política del Presidente Luis Sáenz Peña, sobre todo cuando se encaraban las
perspectivas para la renovación presidencial, a la caducidad de su mandato.
Era evidente que necesitaban un
hombre más accesible a los requerimientos del acuerdo en la Casa de Gobierno.
Por eso es que si bien habían apoyado a Sáenz Peña cuando se trató de conjurar
el peligro del radicalismo alzado en armas, ahora no tenían motivo para
prolongar una situación que no consultaban sus intereses políticos.
Barricada revolucionaria de aquella época.
Barricada revolucionaria de aquella época.
RENUNCIA
Las hostilidades contra el
Presidente de la República comienzan en el Congreso y tienen expresiones de
todos los matices en una creciente propensión de identidad e importancia hasta
que el 22 de Enero de 1895, en un ejemplar documento, sin agravios para nadie y
con fervorosa inspiración patriótica, el
doctor Luis Sáenz Peña envía su carta de renuncia a la Asamblea Legislativa,
Aceptada la dimisión del
Presidente Sáenz Peña, asume el gobierno el Vicepresidente, el doctor José Evaristo
Uriburu, quien desde los primeros instantes imprime a su gestión política las orientaciones
inspiradas por Roca, Pellegrini y Mitre.
Consigue sortear todas las
dificultades del estado de crisis en que se halla el país, no superadas aún
totalmente las dificultades que originaron el estallido del 90 y nadie discute
con excesivo acaloramiento la autoridad ni el prestigio del gobierno nacional.
El oficialismo se va
fortaleciendo, mientras simultáneamente va haciendo crisis la lucha de
tendencias que se agitan desde la primera hora en el seno de la Unión Cívica
Radical. Las disputas entre el doctor
Alem y su sobrino Irigoyen se hacen cada vez más frecuentes
Y el 1° de Julio un
acontecimiento totalmente imprevisto sacude el alma de la ciudad. El doctor Alem
se había suicidado. Reunió ese día a un grupo de amigos dilectos en su casa y,
mientras analizaban los acontecimientos
de actualidad, les rogó que lo aguardaran breves instantes.
GOLPE
Salió a la calle y subió a un
coche de plaza, haciéndose conducir hasta el local del Club del Progreso. Al llegar el cochero comprobó que durante el
trayecto el caudillo famoso de Balvanera, el orador fogoso del Parque, se había
descerrajado un balazo en la cabeza.
Fue un rudo golpe, sin duda
alguna, el fallecimiento del doctor Alem para el radicalismo, que en lo
sucesivo, reconocería como jefe absoluto e indiscutido a aquel comisario patriarcal,
a aquel maestro impregnado de la filosofía krausista, que junto al ilustre
hombre desaparecido había hecho su
carrera política: Hipólito Irigoyen.
Otro acontecimiento estaba
destinado a influir negativamente en la
campaña proselitista de la Unión Cívica Radical: era la fundación del Partido
Socialista, que se incorporaba a la vida cívica del país como un programa nuevo
de principios desconocidos, pero de una fuerte atracción popular.
Pocos antecedentes se tenían
entonces del nuevo partido. El 1° de Enero 1882 se había fundado en Buenos
Aires el Club Worwarts, con el propósito confesado de “cooperar con los fines y principios del
socialismo”.
Lideres argentinos. El segundo de izquierda a derecha, Alem
Lideres argentinos. El segundo de izquierda a derecha, Alem
COMISION
A principios de 1890 se
constituyó también en Buenos Aires una comisión con el objeto de realizar los
acuerdos del Congreso Internacional de París, aceptando la celebración del 1°
de Mayo como fecha de los trabajadores y haciéndose presente en el Congreso de
la Nación para obtener la creación de los instrumentos legales de protección
para la clase laboriosa.
El 7 de Abril de 1894 aparece el
diario “La Vanguardia”, periódico socialista científico, defensor de la clase
trabajadora. Y aunque esta fecha es considerada por muchos como la que
prácticamente señala la fundación del Partido Socialista en el país argentino,
la verdad es que el congreso constituyente de la agrupación se reúne dos años más
tarde los días 28 y 29 de Junio de 1896.
Quienes actúan en el naciente
movimiento socialista: un cirujano del parque, el doctor Juan B. Justo,
principal animador y teorizante. José B. Ingenieros, Secretario de Actas del
primer congreso y junto con otros tres jóvenes que se incorporan más tarde,
pero que no adquieren notoriedad posterior, el doctor Nicolás Repetto, aquel
niño que solía tener Sarmiento sobre sus rodillas, alentando sus ilusiones
infantiles.
El panorama político en el
momento de presentarse el problema de la sucesión presidencial del doctor José
Evaristo Uriburu, no era inquietante. La “oligarquía” fortalecida por el
predominio incontrarrestable de tres figuras sobresalientes: Roca, Mitre y
Pellegrini.
El radicalismo disminuido por la muerte de su
jefe, el doctor Leandro N. Alem y el socialismo, que nacía a la vida política
del país, pero no como núcleo opositor, sino como partido de clase, cuya lucha
inicial se concretaría en la campaña por
la obtención de la jornada legal de las 8 horas, que sólo mucho mas tarde se
convertiría en obra del radicalismo
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