OLIVARES,ROSALES Y NARANJOS

La vez primera que fui a San Isidro, hace ya mucho tiempo, cuando estaba en la clara edad de salir al campo a buscar moras y fresas, a riesgo de sufrir un azufrazo, no pude advertir bien el marcado aspecto de colonial prestancia de la casa de la hacienda, tan limeñísima con su mirador airoso, su capilla a la vera y el patio soleado el pozo con su garrucha chirriante, siempre rondado por las palomas.

Tampoco me detuve ante el asombroso bosque de los olivos, a meditar en la nobleza centenaria de sus orígenes. NI vi en los tapiales vetustos y en las misteriosas huacas, la recatada huella de muy remotas eras.

Pero se grabaron en mi recuerdo la impresión virgiliana y dieciochesca a la vez de la calle típica con su arquería antigua y su balcón de cerradas celosías, el cual me pareció anatópico en una hacienda y el cuadro muy limeño del jardín y el huerto aromoso con su corredor alegrado por las parras, en cuyo remate, con mezcla de torreón castizo y de aposento moro, se muestra el baño con su evocadora alberca de antiguos azulejos.

Al pasar los años, maduro y trabajado el espíritu por tantas y tan encontradas impresiones, urgido siempre por una curiosidad calcinadora por todos los secretos del ayer, hoy que las cosas cambian y nuevos aires hacen de Lima y sus pintorescos alrededores una ciudad diferente a la de antaño, he vuelto ya no a buscar moras y fresas, sino a divagar, más con la mente, no con los pasos, ahora cansinos y tardos, sobre toda la bella y complicada vida pasada por aquellos callejones polvorientos y por las avenidas llenas de luz y de sombra de los olivos viejos.



Casa Municipal antigua de San Isidro.

EL PASADO

He anudado así, visiones y lecturas, poniendo sobre éstas el amor al pasado animador y de antiguos infolios y acicate para hacer surgir de los oscuros y enrevesados signos, como un milagro, toda la vida que se fue

Y por cuanto ahora tratan los dueños de esa hacienda de hacer una ciudad novísima, pero sin robarle a lo genuino su color y su encanto, bien merece el cronista fije en unas cuantas notas volanderas la genealogía ilustre de aquellas tierras donde muy pronto-ya se alza- se alzará una urbe pintoresca.

La Hacienda San Isidro está situada en la región de la gran ciudad indígena llamada Huaca por los españoles corrompida como la mayor parte de los nombres encontrados, o sea Guatica, Huaca en aymara significa algo así como ciudad del mal espíritu.

Tenía un gran templo en la guaca de San Isidro llamado Pan de Azucar y según datos proporcionados por Carlos A. Romero, quien dice que está preparando una obra de vasto aliento sobre la arqueología de Lima.

Los españoles para contrarrestar sin duda esta supersticiosa advocación, alzaron allí una iglesia. El padre Meléndez alcanzó ayer las ruinas del templo y dice era cosa digna de admiración la forma como estaban construidas las paredes, todas revocadas y pintadas por dentro con profusión de símbolos.



Fachada del grage donde funciono el Municipio por tres años.

CURACA

El curaca o cacique de esta región se llamaba Puglia Caxa y fue bautizado con el nombre de Martín y así figura en los documentos de la época. Al hacerse el primer reparto de tierras se adjudicó, según dice Cobos en su Historia de Lima, la región de Guadca, al muy noble señor don Nicolás de Ribera, llamado el mozo, de quien hay una nutrida biografía en la obra de Los Cabildos de Torres Saldamando y sobre quien también trae datos Mendiburu.

Ribera estuvo entre los primeros regidores del Primer Cabildo de Lima. Como la región comprendía la hacienda de San Isidro puede afirmarse fue uno de los regidores fundadores de la ciudad, el primer propietario de las tierras hoy parte de la hacienda y urbe

Y quien quiera mayores datos vaya a la Notaría y busque e investigue. El cronista tiene muchas cosas para contar y el tiempo y el espacio le vienen estrechos. Además, no debe olvidarse el decir; el que quiere celeste que le cueste, o como cantaban nuestros abuelos, cuando estaban alegres: Yo tenía una cachucha/que la compre a un cachuchero/el que quiera una cachucha/que le cueste su dinero.

Entre los más bellos encantos de San Isidro están sus añosos olivos. El bosque, gracias a Dios, va a ser respetado, es de una magníica belleza. Como en el verso de Cisneros, sobre el rosal de Santa Rosa, puede decirse de este bosque de olivos: hace trescientos años el bosque florecía/y entre quintas y casas/ florece todavía

Y el verso diría una verdad sustancialmente, porque consta, por datos de Mendiburu el hecho de los olivares primeros traídos al Perú en 1560 por don Antonio de Ribera, quien fue como el otro personaje de campanillas, Alférez Real de Lima, Alcalde, Maestro de Campo de Gonzalo Pizarro, etc.


El famoso Olivar de este bello sector limeño.

OLIVOS

Tres fueron plantados en la región de Guatica. El Padre Cobo en su notable Historia del Nuevo Mundo dice textualmente: Ribera en 1560 rajó en dos tinajones muchas posturas de olivo, que no llegaron acá vivas más de dos o tres”

¿Y, entonces, la higuera tan decantada de Pizarro no fue por él plantada? Estas posturas fueron sacadas del Ajarafe de Sevilla. Dice Cobo pocas plantas crecieron y se propagaron más, al punto que el almud se vendía en 1596 en dos pesos y por la misma suma de dinero daban en los tiempos de su obra (1623) nada menos que un hanega.

No se dónde saqué yo alguna vez y hasta repetí, con ligereza, que la misma mujer importadora del trigo fue en buena cuenta la portadora de los olivos. No fue así. Fueron mujeres, como es natural, quienes principalmente se interesaron en la traída de algunas semillas las cuales luego se propagaron intensamente.

Quien, según cuentan algunos cronistas, trajo el trigo fue doña María Escobar, mujer de Diego Chávez y cuyo nombre sirvió durante mucho tiempo a la después llamada Plaza de Santo Domingo aunque tuvo casa en otro barrio.


Parque Moreyra.

BEATRIZ

 Pero en un expediente encontrado por el acucioso Bertram Lee y citado por Riva Agüero en su bellísimo folleto Añoranzas, doña María resulta propagandista, ya que la mujer a quien corresponde el insigne honor de haber hecho venir al trigo fue la hermosa morisca Beatriz, esclava primero y mujer legítima después de García de Salcedo, uno de los primeros pobladores y fundadores de Lima, a quien tocó el reparto de solares los dos de la esquina de la Plaza, habiéndose quitado uno para Cementerio de la Iglesia y Cabildo

Uno de aquellos solares correspondería exactamente al lugar donde hoy se encuentra el Palacio Arzobispal. El otro a la finca con esqujina entre el Arzobispo y Santa Apolonia. Fue dueño, por algún tiempo, de toda una acera de la calle del Arzobispo

Y si estamos en el tema anotemos que en 1562 se facultó por cédula especial para emplear cualquier clase de bálsamo en lugar de aceite, para los tantos oleos. Pero no sería necesaria la cédula mucho tiempo, porque la propagación del olivo como dice el Padre Cobos, fue admirable al punto relativamente de comenzarse a hacer aceite y “con la gran copia de aceitunas se hizo y se vendió a catorce y veinte pesos y llegó a valer en 1653 solo cuatro o cinco.

El famoso dicho por viviente aceituna una y si es buena una docena “sirvió de tema a una linda tradición de Palma y no se refiero a la escasez o quiso decir era de digestión difícil o de mal gusto, cosas ambas no conformes con la realidad.



Puerta principal de la Caja ;Municipal en construcción.

INVENTARIO

De tal manera se propagaron los olivos en Lima y sus alrededores en la Magdalena, Guatica y en Moquegua que pronto se mandaban de regalo. Para dar una idea anotaremos en un inventario hecho de San Isidro en 1730 consta existían 1730 olivos y luego pasaron de 2,000 y en 1828 sumaban exactamente 2,338. Oleos, aceites y aceitunas fueron ya a mediados del siglo XVI y principios del XVII cosa fácil de encontrarse en el mercado y de aquella época debe ser en tal caso la coplilla: Si quieres que la justicia,/no sume folio tras folio/no mojes tu pluma en tinta,/sino en óleo.

Quedamos en que San Isidro tuvo olivos casi desde cuando estos sorprendieron en Lima y bien pudieron los señores de Ribera darse el señorial lujo de invitar de los primeros en el Perú: Tal vez no solo una/sino la docena/de la buena/cosecha de aceituna.

Pizarro parece, en verdad, no plantó olivos en el actual Palacio, sino naranjos. Y averígüelo más sabedor en estas cosas. Y pedimos perdón a Vargas. Pero llegaron no sólo de España olios y vides, sino naranjas y pronto fueron en Lima decoro típico de la ciudad.

Cobos dice “a los 10 años de entrada de los españoles se daban ya naranjas”. Quien primero las mando en Lima fue un don Baltazar Gago con una huerta a media legua de la ciudad.  Ese Gago sin trabajo, /bien pudo llamarse Gajo/ y al ofrecer un halago/confundir gajo con gago.

Pero una gran huerta con naranjos fue la de la Morisca Beatriz y por ello la calle conserva el nombre. Y en 1548 había naranjas, en 1552 hubo rosas. Consta haberse dado las primeras en una huerta del Espíritu Santo y la primera de todas la puso con sus propias manos el Arzobispo Loayza a una imagen de la iglesia Catedral, en medio del regocijo de los fieles.


Plaza San Isidro.

AROMO

Y el romero lo trajo un don Alonso Gutiérrez y dieron las primeras flores pared por medio con el Convento de la Trinidad y desde entonces se cantó en Lima aquello de: Mariquita, María, /flor de romero,/ no le digas a nadie/que yo te quiero.

Y la retama la trajo don Melchor Avalos, vecino de Arequipa. Y así vinieron tantas buenas cosas de España y a los jazmines de la tierra se unieron los jazmines españoles y pronto Lima fue un huerto místico y floreciente.

Y se llenó de aromas la ciudad encantada y sobre la tristeza gris de las primeras casas, comenzaron por los bajos paredones a asomar ñorbos, madreselvas y aquél aromo que inspiró a Juan de Arona esta nota bellísima: Quien del aromo iguala/la vaguedad y el natural donaire, /cuando en la cima del collado erguido, con el ramaje horizontal tendido/nadar parece en la mitad del aire.

Fue tan fecunda la tierra de Lima, tan llena de gracia era, como para muy pronto tener una rosa mística y entre naranjos y olivos verdes charlar con Dios or el divinizado intermedio de su santa. En San Isidro fue feracísima la tierra

Al comenzar el siglo XVIII había de cien naranjos y cerca de mil limoneros y mas de trescientos limos. Y entre perales, manzanos, membrillos, granadas, palillos, chirimoyos, duraznos, cerezos vse alzó la señorial residencia, con su mirador, desde el cual se descubren la línea imprecisa del mar por un lado y siguiendo por el otro entre la niebla de encaje de las mañanitas limeñas, vensed las curvas suaves de los primeros estribos de los Andes.


Vista san isidrina, desde el aire.

PROPIETARIOS

De un antiguo plan de la hacienda consta fue conocida con los nombres de sus antiguos propietarios don Martín Morón, don Pedro Olavarrieta, don Tomás de Zumarán y don Antonio del Villar, antes de llamarse San Isidro, por el título del Conde don Isidro Abarca, quien en 177 fue comprador a Villar. Abarca eras casado con doña Rosas Gutiérrez de Cossío, tercera condesa, pues el primero lo fue don Isidro Gutiérrez de Cossío y Diaz de la Redonda, según datos de José de la Riva Agüero en la interesantísima obra “El Perú Histórico y Artístico”, publicada en la biblioteca de la Sociedad Menéndez y Pelayo en 1921.

Esta doña Rosa era hija del sobrino del primer conde, Pedro Gutiérrez de Cossío y Gómez de la Madrid y de doña María Fernández de Celis. La tal señora Rosa hasbía sido casada en primeras nupcias con don Jerónimo de Angullo, de quien tuvo una hija doña María del Carmen casada con don Manuel de Albo y ]Cabada y en segundos nupcias también con su tío don Joaquín Antonio de Abarca y Gutiérrez de Cossío,

Hay una curiosa leyenda sobre doña Rosa.Se dice vivía en la hacienda ya viuda de Angulo y tenía una profunda enemistad con su tío Joaquín de Abarca al punto de tener ambos intereses en el fundo y,sin embasrgo, no se hablaban,llevando su enemistad al extremo dee poner un tabique en el baño, a cuya entrada solían encontrarse, sin hacerse más saludo que una fría y poco ceremoniosa venia.


Plano distrital.

CASORIO

Hasta hace poco se advertía la señal de la división y la alberca tiene azulejos solo en la parte correspondiente a la condesa. Pero el hecho auténtico es que, poco a poco, pasarían de las venias a mayores zalemas y de las lagoterías de las palabras en lugar tan propicio, pasaron sin duda a los arrumacos y por fin se casaron como en los cuentos de hadas.

De aquella familiar diferencia no queda sino la pintoresca desigualdad de los azulejos y ladrillos en la linda alberca de la hacienda. De estos Cossíos es pariente colateral el Comandante General de Artillería y Juez Militar de Lima don Fernando de Cossío, abuelo de una de mis bisabuelas, doña Mercedes Subirat y Cossío de Gutiérrez de las Fuente.

Don Lucas de Cortázar casó con doña Teresa Abarca y Gutiérrez de Cossío y fueron padres del último Conde don Isidro Cortázar y Gutiérrez de Cossío, quien casó con doña Micaela de la Puente Querejasu, de las más notables y principales familias de Lima, hija del quinto Marqués de Villafuerte. En ellos se extinguió el título pero la Quinta continuó llamándose de los Condes de San Isidro

Hay entre los moradores de la hacienda, como no podía dejar de ser, tratándose de hacienda, y hacienda cercana a Lima una curiosa leyenda. En las noches asoma por la huerta y pasea por la alta galería emparrada cerca al baño, una mujer de albas ropas talares. Dícese es el alma de la última condesa fallecida loca en la hacienda

Antes de los condes de San Isidro, habían sido propietarios de la hacienda muy importantes personajes como don Pedro Ximénes Menacho, quien fue dueño de las tierras cercanas al mar. Este Ximénez fue padre del famoso sacerdote descalzo Fray Gerónimo, el primero quien entró a las montañas de Tarma y fundador de Quimiri.


Chalet en la Avenida de Los Incas.

ORRANTIA

Por algo dijo Palma: De tiempos que ya están lejos/aún me cautiva el dibujo/¡Ay,hijos!
Cosas de lujo/hemos visto acá los viejos. Orrantia, fue apodado Manorrica, hizo el cambio con Zumarán, el propietario anterior a Villar el cual fue quien vendió el fundo al Conde de San Isidro.

Orrantia era hermano de aquella celebre doña Manuelita, la cual tuvo uno de los más famosos salones literarios de Lima y de quien se ocupa Mendiburu prodigándole grandes elogios. Ahora tiene en su casa de San Isidro una modernísima tertulia literaria la señora Rosita Porras viuda de Sisson, hija del gran conversador y elegantísimo Carlos Porras y nieta del gran Mariscal Cáceres

Los herederos de los Condes de San Isidro fueron los señores Albo y descuidaron su propiedad. La lucha por la Independencia había sido muy dura. Hemos visto un documento firmado por Rodil y dirigido a don Simón Rávago, advirtiéndole que el Conde de San Isidro es el encargado de proporcionar la subsistencia al ejército y debe preocuparse de vigilar este menester antes de ningún otro.

La nota pertenece al valioso archivo de la familia Moreyra, dueña hoy de la hacienda San Isidro y termina con estas palabras: ¡por ningún pretexto le dispensaré lo mínimo”. El geniazo de Rodil está palpitante en esas frases.


Algunas huacas destruidas.

PARIENTES

Los actuales propietarios de San Isidro tienen entroncamiento con la señora Puente y Querejasu y descienden de los señores Moreyra, los más fuertes acreedores de San Isidro, ya estando en andadores la República y descienden también del doctor José Gregorio Paz Soldán, uno de nuestros más grandes jurisconsultos y hombres de consejo, quien reunió casi todos los créditos y sacó a licitación el fundo.

Obtuvo en el año 1853 las buena pro según acta de remate y diligencia de posesión de aquel año por nosotros leída. Pero no bien hubo adquirido el señor Paz Soldán el fundo, estalló la revolución contra Echenique y en enero del 55 se dio la batalla de La Palma, esta abarcó un gran espacio, pues hubo tropas en el propio San Isidro y artillería en la famosa huaca Juliana. El señor Paz Soldán cayó con Echenique y los revolucionarios le hicieron pasar no pocas molestias como ocurre en estos casos.

El abandono del fundo había sido tal, mientras se siguió el concurso de acreedores a los señores Albo, que los olivos habían disminuido de 2338 sumados a fines del siglo XVII a sólo 990. Después a pesar de la guerra con Chile, el fundo siguió ganando en valor y en los últimos tiempos ha llegado a adquirir tal importancia como para ser un distrito con parroquia y municipalidad.


Aeropuerto Corpac de esta zona.

LA NIÑITA

Fue en 1876 cuando se ofrendó, en el gran comedor de la hacienda, un banquete a don Manuel Pardo. Una niñita se atrevió por primera vez a tomar vino, se quedó dormida ante los discursos. La niñita fue la respetadísima matrona, que tal vez no paró mientesen su buena fortuna al caer víctima del sueño antes de romper los señores políticos a hablare. Ella fue la señora do9ña Luisa Paz Soldán de Moreyra,

Después de varios siglos, en la región admirable por los indios escogida para elevar una gran ciudad, vuelve a levantarse con el encante del paisaje, otra ciudad moderna. Se ha tenido el acierto de conservar el bosque. Ojalá nunca a nadie se le ocurra robar su rústico hechizo a este pedazo de Lima. Dentro de la modernización puede seguir pregonando siempre la nobleza y la gracia de su origen.

Y ojalá sea así, por los siglos de los siglos, en honor de la memoria de los curacas de antaño y de los encomenderos del amanecer de la conquista. Todo sea así para la mejor gloria de la ciudad. (Páginas seleccionadas de las "Obras Completas" que pertenecen como autor al consagrado escritor y político, José Gálvez Barrenechea).