Conservador de conservadores con
una connotación de capacidad insuperable convertido, a lo largo de los años y dentro de una vida de constante estudio, en
un pensador de polendas. Con ideas muy singulares en las que, por ejemplo,
propugnaba que un grupo reducido debía de estar frente a la nación apoyado, por
lo que él llamó, la soberanía de la inteligencia.
Bartolomé Herrera Vélez fue un sacerdote, filósofo y político que vivió
entre 1808 y 1864 como parte eminente y brillante del clero peruano. Le tocó
actuar públicamente, a mediados del siglo IX, en una época en que el Perú se
estaba asentando y durante el predominio de controvertidas convulsiones políticas. Allí apareció este
sacerdote con grandes ideales de reformar al país.
Nació en Lima el 24 de Agosto de
1808. Lo ordenaron sacerdote en 1831 y comenzó su actuación pública con un
famoso sermón en las exequias del Presidente de la República, Agustín Gamarra,
en 1842. Años claves para interpretar su valiosa existencia de aportes
evidentes
Por aquel entonces se ganó la fama de gran
orador y hombre de ideas geniales. Lo nombraron Rector del Convictorio de San
Carlos, cargo que ocupó 10 años. También fue ministro de varias carteras
durante los gobiernos de Castilla y Echenique, llegando a ser Presidente del
Congreso de la República.
Cabe aclarar que por aquella
época estaba permitido que los sacerdotes interviniesen en política. Desde esos
cargos, Herrera promovió una gran reforma educativa, social y moral. Pero su
prematura muerte en 1864, siendo Obispo de Arequipa, truncó esos grandes
ideales y no se llegaron a realizar los cambios que él proponía.
Bartolomé Herrera.
Bartolomé Herrera.
MORALIZADOR
Luchó por moralizar la sociedad teniendo
en cuenta los valores cristianos y combatiendo a los enemigos de la religión
considerados como tales a los liberales, según su opinión tan peculiar. Eso sí
hubo una constante en su vida que la cumplió al pie de la letra: formar y educar
juventudes, de las cuales salieron hombres ilustres que estuvieron al frente
posteriormente en las principales
instituciones del país.
Sostuvo que para moralizar la
sociedad peruana había que emprender una gran reforma educativa en ese sentido.
Muchos pensadores sostienen que su pensamiento
terminó siendo escolástico. Las corrientes filosóficas imperantes
tuvieron para él un sentido instrumental como medio para volver a la doctrina
tradicional católica.
Le dio mucha importancia a la
capacidad que tiene el hombre de conocer, querer y conformarse con la Ley
Natural, la que aseguraba provenía de
Dios como parte de una visión positiva de la capacidad de la razón humana.
PRIMERO DIOS
Aunque siguió principalmente a
Santo Tomás de Aquino, también se valió de autores católicos contemporáneos
suyos. Entre ellos Jaime Balmes a través del cual no sólo asimiló la Escolástica,
sino también la filosofía del sentido común.
Ello le sirvió para explicar lo
que llamaba el pensador las verdades más importantes sobre Dios y el Hombre,
con una forma y un lenguaje acordes con la mueva mentalidad y la sensibilidad de su época.
Reafirmó que la única fuente de
todos los derechos del hombre es la naturaleza
creada por Dios, con una clara opción con los principios del derecho natural.
En este campo propugnó la doctrina del
origen divino de la autoridad y dea predominio de la inteligencia.
Enseñó el concepto de Estado como
un ser vivo y orgánico y como tal libre, independiente y soberano. Esa
soberanía, insistió Herrera, le viene de Dios. A quien se le debe plena
obediencia. Por esta misma concepción, defendió la pena de muerte y se opuso a
la tolerancia de cultos
Según la sensibilidad de la
época, no se veía nada raro defender esas posturas. Estuvo convencido que se
debía rechazar todo lo que resquebrajase la unidad ideal del Estado. Tal vez
hubo en Herrera una excesiva identificación entre el plano religioso y político.
Por eso, precisamente, no pudo admitir, en ningún caso, la tolerancia
religiosa, ya que no concebía una noción de estado peruano que no fuese
confesional.
Para sus seguidores, el aporte más importante fue su proyecto de reforma
constitucional de 1860 basado en una concepción de la democracia en la que se
pronunciaba por un gobierno fuerte, asistido por una representación selectiva
de la sociedad.
PROVIDENCIAL
Sostenía que para hacer una
constitución no bastaba consultar la opinión del pueblo como pregonaban los liberales,
sino que se necesitaba el estudio profundo de la naturaleza humana y las
circunstancias especiales de cada pueblo.
Había en Herrera una
interpretación especial de la historia.
Entendió que es Dios, con su providencia,
el que permite los acontecimientos humanos y que se sirve de toda
circunstancia, hasta de las guerras y las revoluciones. Todo ello para cumplir
su plan redentor sobre el hombre.
En el caso peruano, el maestro
enseñaba que el Señor había permitido la Conquista para darnos a conocer la
religión cristiana traída por los españoles. Pero luego quiso también la
independencia del país, a fin de que seamos una nación libre y responsable.
Como Obispo de Arequipa reformó
el clero de esa diócesis, rehabilitó el antiguo palacio arzobispal, reconstruyó
la Catedral ubicada como ahora en la Plaza de Armas y la abrió para el culto
correspondiente.
Muy joven aún.
Muy joven aún.
APORTES
En el campo político y en su
condición de ministro de los gobiernos peruanos mejoró las finanzas, luchó por
la formación del Ejército y la Marina en forma coherente con la compra de
armamentos modernos, fortaleció las relaciones con el Brasil con quien se firmó
el Tratado de Libre Navegación por el Río Amazonas, dispositivo internacional
que permitió impulsar el comercio y el desarrollo de la selva.
Fomentó la inmigración de
extranjeros, gestionando la llegada de la primera colonia alemana que vino al Puzozo,
ubicado en territorio peruano. Hizo lo que estuvo a su alcance para el
mejoramiento de calles, plazas y parques
de la Lima de aquella época y logró la construcción de las estatuas de Cristóbal Colón y Simón Bolívar. Las mismas
que hasta ahora existen en el Paseo que
lleva el apellido del descubridor de América y frente al Congreso de la
República.
También dispuso la creación de
las primeras líneas de ferrocarril en el país, realizó la primera petición al
Congreso para la supresión del tráfico de esclavos, prohibió que se cobre derechos judiciales a
los indígenas, creó nuevos colegios en provincias y se dedicó especialmente a
la educación de la mujer. El colegio
Belén, de las religiosas de los Sagrados Corazones, fue una realidad en la
capital limeña.
Junto con ilustres abogados, puso
en marcha la reforma del Código Civil de 1852 y se promulgó el de Enjuiciamiento
de esta especialidad jurídica. Facilitó la restauración de las órdenes
religiosas, especialmente la de los franciscanos que llegaron de Italia,
ocupando el antiguo convento de los Descalzos.
Insignia del colegio que lleva su nombre.
Insignia del colegio que lleva su nombre.
INFLUENCIAS
Huérfano desde 1813, inició su formación intelectual
bajo la dirección de Luis Vélez, su tío materno. En febrero de 1823, ingresó al Real Convictorio de San Carlos.
Al ser evidentes sus aptitudes religiosas, fue el propio rector del
convictorio, Manuel José Pedemonte, quien impulsó su dedicación al sacerdocio.
Lo cautivaron las doctrinas del republicanismo y
el regalismo, insinuando incluso sospechas contra el primado del Papa. Pero
también se impresionó por las diversas lecturas del pensamiento de la Restauración francesa.
Específicamente las que tenían relación con
el historiador político Francois Guizot. Coincidió totalmente con lo que se
denominó el doctrinarismo español de la época de Isabel II. Admirador empedernido de Juan Donoso Cortés , líder de la reacción española contra el
liberalismo.
Fue designado Director de la Biblioteca Nacional y un año
después obtuvo el curato de Lurín. En 1842,
asistió, como Rector, al inventario de libros del Convictorio de San Carlos.
Ese año leyó su famoso Sermón por acción de gracias por el
aniversario de la Independencia, manifiesto con fuerte contenido providencialista del
francés Bossuet y que marca
una frontera en su pensamiento político.
DIPUTADO
También formó parte de la comisión revisora de los libros
que ingresaban a la Biblioteca Nacional, dirigida en ese entonces por Francisco
de Paula González Vigil. Profesor prestigiado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Introdujo los manuales de krausismo alemán,
traducidos del francés por él mismo. Allí fue cuando, postuló que un grupo
reducido debía estar al frente de la nación. Lo que denomino, la
"soberanía de la inteligencia", inspirada en la filosofía francesa de
la Restauración contra la "soberanía popular" jacobina de los
liberales enarbolada por Francisco Javier de Luna y Pizarro y José Gálvez Egúsquiza.
Su carrera política se inició con una
diputación por Lima, en el año 1849.
Fue presidente de esa cámara y posteriormente asumió la Dirección General de
Instrucción, creada por el presidente
Echenique.
Viajó
a Europa y se entrevistó con los principales ideólogos de la época. Trabajó
como capellán para el Papa Pío IX.
Más adelante, se encargó de los ministerios de Justicia e Instrucción Pública,
Gobierno y Relaciones Exteriores. Suscribió la Convención Fluvial, por la que
el Emperador reinante del Brasil reconoció a las naves peruanas el derecho de
libre navegación por el Amazonas.
Designado Obispo de Arequipa, tomó posesión de su sede el
6 de enero de 1861, cargo que ejerció
hasta su fallecimiento en 1864. Además de ser uno de los intelectuales
religiosos más influyentes de su tiempo, hombre valioso para el Perú de esa
época con una gran fisonomía espiritual. Por eso se le llamó, con justicia, el hombre
de la providencia. (Edgardo de Noriega)
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