miércoles, 10 de diciembre de 2014

HUNDIMENTO DEL FRENTE EN SEDAN

Convencido de que los espesos bosques de las Ardenas constituían un baluarte “insuperable”, El Estado Mayor General Francés se limitó a desplegar allí escasas fuerzas. Fue un error catastrófico. En efecto, precisamente al sur de las Ardenas-en Sedán- fue donde los alemanes efectuaron la ruptura decisiva. A través de esta brecha, en una trepidante cabalgada, las unidades acorazadas alemanas se lanzaron hasta el mar, aislando a ingleses y franceses que se habían dejado atraer hacia el norte por la “muleta del torero”.
Como ya se ha visto en el capitulo anterior, el definitivo plan de ataque alemán se basaba en un formidable empuje, por parte e las fuerzas acorazadas, que debían romper el frente del Mosa y luego, en un rápido avance hacia el Norte, llegar a las costas del Canal de la Mancha.
Era un plan arriesgado que inspiró siempre recelos al Alto Mando germánico. Y, en efecto, la escasa confianza que el Estado Mayor Alemán tenía en el éxito de dicho plan lo revela la circunstancia de que sus órdenes se referían solamente al establecimiento de cabezas de puente en el Mosa, y no daban otras disposiciones para el caso de que la rotura del frente llegase a producirse.
En el frente aliado, 33 divisiones inglesas y francesas (incluidas algunas de las mejores con que contaba Francia) se enfrentaban con la “muleta del torero” (constituida por las 28 divisiones de Bock) y, según el Plan Dyle del General Gamelin, estaban preparadas para entrar en territorio belga.

Bundesarchiv Bild 146-1978-062-24, Floing, Pontonbrücke über die Maas.jpg
Tropas alemanas con prisioneros franceses.

ENLACE
El importantísimo sector comprendido entre Namur y el extremo septentrional de la línea Maginot se hallaba defendido por el Ejército 9 de Corap y el 2 de Huntziger, que sumaban tan sólo 12 divisiones formadas, en su mayoría por reservistas.
El punto de enlace entre los dos ejércitos se encontraba exactamente en el valle de Sedán. La exigüidad de las fuerzas que cubrían este tramo del Mosa obedecía al hecho de que el Estado Mayor General francés seguía fiel a la idea tradicional de que las Ardenas eran “insuperables”, a pesar de que ya en 1928 Liddell Hart y otros observadores habían subrayado que se exageraba mucho a este respecto.
Tampoco se había resuelto bien el problema de las reservas, unas 30 divisiones francesas estaban inútilmente inmóviles en la línea Maginot, agregadas a las tropas normales de guarnición. Dos de las tres divisiones acorazadas francesas habían sido asignadas a las fuerzas que protegían Bélgica, al norte de Namur.
Por lo tanto sólo quedaban 10 divisiones de reserva para hacer frente a eventuales situaciones de emergencia. Y al final del primer día de batalla la famosa “masa de maniobra francesa” de la que después se oiría hablar tanto en varias ocasiones, no existía prácticamente. La escena estaba perfectamente preparada para una tragedia.


Lucha y trincheras en la guerra.

AISLAMIENTO
Gamelin, Comandante en Jefe del  Ejército Francés, había sido durante la Primera Guerra Mundial, Jefe de la Sección de Operaciones del Estado Mayor del Mariscal Joffre. En 1940, en su puesto de mando, situado en el castillo de Vincennes, actuaba en una atmósfera de aislamiento respecto de los sucesos de cada día, semejante a la que había rodeado al gran >Joffre en Chantilly.
De Gaulle después de haber visitado este puesto de mando de Gamelin, dijo que había tenido la impresión de encontrarse en un “convento” y añadía: “En su torre de marfil de Vincennes, el General  Gamelin  me pareció un sabio inventando verificar las reacciones químicas de su estrategia en un laboratorio”.
Por su parte, Reynaud, Primer Ministro, no tenía mucha confianza en Gamelin, de quien había dicho una vez que habría  podido ser “perfectamente un prefecto o un obispo”, pero no el jefe de un ejército.
En una borrascosa sesión del gobierno celebrada precisamente el día antes del ataque alemán, había intentado destituirlo de su cargo por el ´poco airoso papel que desempeñó en la desastrosa campaña de Noruega”
Gamelin tenía como sustituto al General Georges, a quien, en su calidad de Comandante en Jefe del Frente Nororiental, le correspondía también (en teoría) el mando efectivo y directo de las actividades operativas en todo el arco del frente, desde Suiza hasta el mar.
BILLOTTE
Pero las atribuciones de ambos generales, mal definidas, tendían a sobreponerse, y a esto había que añadir, además el hecho de que sus relaciones personales eran más bien difíciles. Entre el General Georges y los diversos jefes de Ejércitos todavía había otro general con su mando: Billotte, Comandante del Grupo de Ejércitos I. Gamelin no ejercía ningún mando sobre la Aviación.
Por otra parte, su puesto de mando no disponía de una estación de radio con la que pudiese estar en contacto con los comandantes de las grandes unidades que dependían de él. De un jefe a otro, la cadena del mando francés era tan complicada y poco eficiente que hacía perder a los franceses el elemento que más necesitan: el tiempo.
Aparte este elemento de vital  importancia, las dos armas decisivas del ataque alemán fueron el carro de combate y el avión. En el terreno de las fuerzas acorazadas, la relación numérica como ya se ha dicho en otro lugar, era favorable a los Aliados, pero su organización, estructuración y modo de empleo eran totalmente inferiores.
Los carros de combate franceses estaban subdivididos entre los mandos de Caballería y de Infantería, repartidos entre unidades mayores, como ya lo habían estado en la Primera Guerra Mundial.


Fuego a discreción.

EFICACIA
 En cambio, las fuerzas acorazadas alemanas estaban concentradas en diez Panzerdivisionen, bien estrenadas y de comprobada eficacia, cada una de las cuales tenía una fuerza comprendida entre los 220  y los 300 carros de combate contra los 120 y 160 asignados respectivamente a la 1° y 2° Divisiones Acorazadas Francesas. Por otra parte, sólo entonces, al principio de la guerra, comenzaron los franceses a preparar las primeras minas contracarro.
Durante la “guerra extraña” la propaganda francesa había aprovechado al máximo la afirmación propagada por las tribulaciones de sus carros, de que los proyectiles contracarros del enemigo rebotaban en la coraza de sus maquinas. Quizá fuera cierto, pero más cierto era que los carros de combate alemanes eran muy superiores a los franceses en velocidad y autonomía.
El ejército francés carecía, además, de un elemento muy esencial, aunque no mensurable: la moral. Los recuerdos de Verdún y del millón y medio de muertos de la Primera Guerra Mundial pesaban gravemente sobre todos los soldados.
Cuando la madrugada del 10 de Mayo, el Panzergruppe de Kleist cruzó la frontera en el Moza debió ofrecer un espectáculo insólito: desde el aire parecería la más colosal obstrucción de tráfico registrada en la historia. Una gigantesca masa de unidades acorazadas y de vehículos de toda clase a lo largo de 150 kilómetros. Este era el sector que los alemanes habían elegido para descargar su ataque decisivo, pero lo  franceses ni siquiera se dieron cuenta de  ello, aunque habían advertencias determinadas.
SORPRESA
Los alemanes atacaron de sorpresa y los galos ni siquiera estaban al mando de sus unidades respectivas. Muchos llegaron a su destino cuando sus unidades ya habían sido arrolladas. El General Gamelin, realmente, no supo qué hacer.
En Alemania, informado de que los aliados se habían dirigido inmediatamente  a la “muleta del torero, avanzando hacia Bélgica, Hitler escribió: “Casi lloré de alegría: ¡habían caído en la trampa. Y en Paris, Reynaud dijo ansioso a Paul Baudouin: “Ahora veremos qué clase de hombre es Gamelin”.
Los alemanes atravesaron las fronteras luxemburguesa y belga. Mientras que los aliados se alinearon en el Mosa, entre Namur y Giovet en posiciones defensivas bastante mal preparadas. Cuatro divisiones y media de caballería contra las fuerzas acorazadas más poderosas que el mundo había visto. Cuanto más avanzaba la campaña, con más claridad se veía esta situación: los  que se enfrentaban en el campo de batalla no eran dos ejércitos distintos, sino dos épocas distintas.
La caballería francesa entró en contacto con el enemigo antes de lo previsto. Entonces se vio claramente que las Ardenas no constituían el menor obstáculo para los vehículos con cadenas y, por otra parte, se había hecho muy poco para completar los obstáculos naturales.


El avance del tanque en busqueda del enemigo

FRACASO
La tarde del 10 de Mayo, una división de caballería ligera se lanzó contra la vanguardia de los Panzerkorps de Guderian, pero fue claramente rechazada. Rommel avanzó firme disparando con precisión. Los alemanes  se desembarazaron de la debilidad con mucha facilidad.
Las Ardenas quedaron. Alemania ocupaba Bouillon y atravesaba la frontera francesa un poco más al norte de Sedán. El fracaso francés era total. Cuando cayó la noche, los carros de combate alemanes se asomaban a todo el tramo del Mosa comprendido entre Dinant y Sedán: en la orilla opuesta del río ya no quedaba ni un solo soldado francés.
Sería el mismo Panzerkorps de Guderian el que, tras haber conquistado Sedán, descargaría el golpe más duro. LLegarln los Stuka e inmediatamente se lanzaron en picado con su característico silbido y lanzaron sus bombas de 450 kg sobre las débiles casamatas y sobre la infantería que inútilmente trataba de ponerse al abrigo acurrucándose en las trincheras e incluso al descubierto.
Cerca de un millar de aviones cubría el cielo en la más cerrada de las formaciones. El ruido era aterrador. Cada soldado francés tenía impresión de que un avión iba a lanzarse precisamente sobre su cabeza y que no podía en modo alguno fallar el blanco. En ningún sitio le era posible ocultarse a su vista, en ningún lugar podía sentirse fuera del alcance de aquella arma terrible.
ATERRORIZADOS
Los artilleros dejaron de hacer fuego y se arrojaron a tierra, escribió un general francés. Los infantes aterrorizados por el fragor de las granadas y por el silbido de los bombarderos, se aplastaron en las trincheras. Ni siquiera habían llegado a reaccionar instintivamente corriendo a las piezas antiaéreas. Su única preocupación era agachar la cabeza todo lo posible. El terrible bombardeo duró unas cinco horas.
Los alemanes habían estudiado perfectamente los diversos tiempos de la operación. Las primeras lanchas neumáticas alcanzaron la orilla opuesta. Los fusileros motoristas e infantes saltaron a tierra e inmediatamente rodearon las casamatas más próximas donde encontraron a los soldados franceses demasiado aturdidos para responder al fuego.
Los jóvenes alemanes de las tropas de asalto se animaron en seguida ante la desmoralización que los Stuka habían causado en las filas francesas. La artillería de este país estaba casi paralizada por la incesante amenaza de los ataques. Los puestos de tiro situados a lo largo del Mosa habían quedado reducidos.
Una oleada de fugitivos aterrorizados-artilleros, infantes en automóviles de transporte o a pie, muchos sin armas, arrastrando sus mochilas- llenó la carretera de Boulson. Y a partir de entonces este había de ser un espectáculo habitual en Francia en el curso de las semanas siguientes.


Preparando el ataque.
ROMMEL
La 1° Panzerdivision de Guderian ocupaba ya las alturas de Marfée, habiendo arrollado de un solo golpe la línea defensiva como la secundaria. Todavía más al norte se encontraba Rommel cuya 7° Panzerdivisión que formaba parte del ataque secundario de Kleist había alcanzado el Mosa un poco más debajo de Dinant.
Sin embargo, los intentos de Rommel  de atravesar el río fueron enérgicamente contenidos por el tiro de la artillería pesada francesa y por el fuego de las armas  portátiles de las tropas atrincheradas en la orilla izquierda.
Al parecer sólo gracias a la decidida intervención personal de Rommel y a una increíble  negligencia de la División 18 francesa, su grupo consiguió atravesar el Mosa con 15 carros de combate.
No cabe duda de una acción enérgica por parte de los franceses apoyada por fuerzas acorazadas, habría conseguido rechazar a los alemanes, pero en toda la jornada no logró organizar más de un contraataque y aún éste se describió como “nada más que una punzada” efectuada por una patrulla de carros y algunos vehículos de combate armados de ametralladoras
Los alemanes habían conseguido establecer en la orilla izquierda del Mosa tres cabezas de puente de distinta consistencia. Entonces comenzó la fase de consolidación y de concentración de fuerzas para la operación de ruptura, que les permitiría irrumpir en la gran llanura francesa que se extendía ante ellos. Era evidente que a los alemanes se les ofrecían las mejores posibilidades en Sedán y que los franceses, en cambio, corrían los mayores peligros.
FALLA
El primer esfuerzo de reacción francés había fallado y con ello se desvaneció la última ocasión favorable para rechazar a los alemanes. Guderian completó el  aniquilamiento de las Divisiones 55 y 71 y pasó a la otra orilla del Mosa casi todos los vehículos de la Panzerdivision.
A continuación les dio la orden de cambiar de dirección con todas las fuerzas disponibles, atravesar el canal de las Ardenas y dirigirse hacia el Oeste para romper las defensas francesas. Guderian efectuó una conversión para destrozar el ejército enemigo
Sin embargo, unos 200 bombarderos aliados atacaron sin cesar el importantísimo puente flotante que Guderian hizo tender en el Mosa. Pero la empresa fracasó, perdiendo además los aliados 85 aviones.
La ocasión favorable fue desperdiciada por una organización que se empeñaba en actuar al lento ritmo de la Primera Guerra Mundial. Las órdenes llegaron demasiado tarde y el abastecimiento de carburante hizo perder mucho tiempo. Cuando, finalmente, la división alcanzó las posiciones de partida, se revocaron las órdenes relativas a un ataque concentrado sobre Sedán. 
RETRASO
El día clave no se realizó ningún contraataque en el sector de Sedán y Guderian pudo efectuar su maniobra sin verse molestado. Un desastre parecido se produjo en Dinant frente a la débil cabeza de puente de Rommel
El consiguiente retraso que se produjo era precisamente lo que Rommel necesitaba para ultimar las operaciones del paso del río: si, pues, también sus carros de combate atravesaron el Mosa, permitiéndole alcanzar, antes de que se hiciera la noche, el centro de  Onhaye,
La Luftwaffe dedicó toda su atención a machacar al Ejército 9: el puesto de mando fue varias veces alcanzado, las comunicaciones interrumpidas y la artillería paralizada a consecuencia de las incursiones a baja altura de los aparatos que causaban verdaderos estragos
El 15 de mayo fue el día en que el grueso de las fuerzas acorazadas alemanas irrumpió hacia el interior de Francia. Rommel decidió participar personalmente en la acción, uniéndose al  regimiento acorazado       que encabezaba el ataque.
En Flavion tuvo lugar un duro encuentro que según informes de la fuerza francesa costó a los alemanes unos 100 carros de combate. Pero lo cierto es que la división francesa fue diezmada. El enemigo fue reducido al silencio por los carros alemanes. Nadie podía detener el avance de Rommel.
A pesar de los terribles bombardeos de la Luftwaffe, el Cuerpo del Ejército XLI de Corap había conseguido, gracias a una heroica defensa, tener en jaque a Reinhardt durante tres días. Pero como esta unidad francesa había sufrido pérdidas muy elevadas, la maniobra se transformó en una fuga desordenada.


Un batallón nazi.

BRECHA
Los alemanes se recuperaron y los carros de combate salieron de la bolsa pisando los talones de la retaguardia francesa. Con esta ruptura del frente, los alemanes habían avanzado a sus espaldas. Las defensas francesas tenían una brecha de más de 70  kilómetros.
Los hombres de Guderian reemprendieron la marcha con renovado ímpetu- Ya eran conscientes de haber conseguido una victoria completa, una verdadera ruptura del frente. A cada rato, los soldados franceses se rendían.
Se había avanzado casi 90 kilómetros más allá de Sedán. Inesperadamente el alto mando alemán dio la orden de detención. Enfurecido Guderian amenazó con presentar su dimisión, pero consiguieron calmarlo.
¿Qué había sucedido en el alto  mando alemán? Al parecer hasta Hitler había llegado a alarmarse ante el extraordinario éxito de las fuerzas acorazadas. Temía que penetrando cada vez más profundamente en territorio francés, cayeran en una trampa preparada por el enemigo. Por lo tanto, debía detenerse y esperar que la infantería alcánzadoles pudiera consolidar las posiciones. 
DESASTRE
El problema estaba en que Hitler  y el Alto Mando no habían sido informados de la debilidad de los franceses. Guderian incluso había destrozado batallones comandados por De Gaulle. Realmente el ejército francés estaba destruido. Churchill llego a Paris y comprobó el desastre.
Mientras tanto Rommel avanzó  otros 8 kilómetros abriendo  brecha en el despliegue defensivo que prolongaba por el Norte la Línea Maginot, haciendo prisioneros unos 10 mil hombres y apoderándose de 100 carros de combate y todo ello por el precio de 35 muertos y 59 heridos
Guderian a quien  se le había dado de nuevo libertad de acción atravesó el canal respectivo,  ocupando San Quintín y Péronne. Por el Norte, Rommel llego a Cambrai..
El objetivo de los alemanes no era dirigirse a Paris, sino llegar hasta el Canal de la Mancha para  partir en dos el ejército aliado. Para tal objetivo, ellos se dedicaron a reunir y reorganizar sus grandes unidades y grupos.
Las unidades acorazadas se concentraron en el sector del Somme, para lo que más tarde se conoció como la famosa “cita del 19 de Mayo”. La enorme masa de fuerzas acorazadas de Kleist se vio aumentada después con el contingente, formado por otras dos Panzerdivisionen destacadas, según planes previstos, del frente belga.

Listos para disparar.

ACCION DECISIVA
Las unidades de vanguardia del “corredor acorazados” que tenía ahora una longitud de 200 kilómetros estaban preparadas para el avance final hasta el mar. Rommel, que había recibido el día anterior la orden de detenerse, consiguió convencer para que le permitiesen continuar el avance a fin de ocupar las importantísimas alturas de los alrededores de Arrás. Y así alcanzó su objetivo.
Pero la acción decisiva de esta jornada le correspondió tal vez justamente a Guderian, habiendo salido del campamento situado sobre la línea Cambrai-Peronne, prosiguió su avance y ocupó Amiens.  Sus unidades siguieron después el curso del Somme, dirigiéndose a Abbeville y llegaron a los suburbios de la ciudad. Una hora después se llegó al Canal de la Mancha, exactamente en Noyelles.
Acaban de infligir un golpe mortal al ejército francés y su “corredor de acorzados” había partido las tropas aliadas en dos. En el Cuartel General del OKW, el General Jodl escribió en su diario: “El Führer está loco de alegría. Parece tener la victoria y la paz ya al alcance de las manos
Guiderian, por su parte, anotó en el frente: “La tarde de aquel día extraordinario  no sabíamos en qué dirección debíamos continuar nuestro avance. Ni el Panzergruppe dirigido por Kleist, había recibido instrucciones respecto a una prosecución de la ofensiva. El Estado Mayor alemán estaba como paralizado de admiración.
Luego añadió: “Parecía imposible que todo hubiera marchado tan bien. A pesar de todo, aquel profano en asuntos militares, aquel alocado idealista de Hitler, había tenido finalmente razón. Ahora, hasta el más leído comprendería lo que quedaba por hacer: ante todo aniquilar el Cuerpo Expedicionario británico y el Ejército 1 Francés, cercados en la bolsa situada al norte del “corredor de acorazados”. Después conquistar el resto de Francia, un cuerpo ya inerte y casi totalmente indefenso”.  (Editado, resumido y condensado de la Revista “Así fue la Segunda Guerra Mundial”).

1 comentario:

  1. Además de claro, clarísimo está(n) bueno(s) buenísimo(s) todos los comentarios

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