El derrocamiento del Presidente
Arturo Illía, y la asunción de la primera magistratura del país por parte del
Teniente General Juan Carlos Onganía, fueron la culminación de un proceso cuyos
prolegómenos habían sido fácilmente advertidos por la ciudadanía. Al celebrarse
el día del Ejército, el entonces comandante en jefe del arma, General Pascual
Pistarini pronunció un discurso con severas advertencias cuyo tono no podía
escapar al entendimiento del menos avisado.
Esa admonición se sustentaba en el
clima que vivía la Argentina, con agitación en la universidad, amenaza de
huelga por parte de los maestros, plan de lucha decretada y cumplida por la
Central General de Trabajadores (CGT).
El Ministro de Defensa ordenó el
relevo por “razones de disciplina” del Director de la Escuela Superior de
Guerra, Brigadier Hugo Martínez Zuviría. Y el General Pistarini mantenía
sugestivas reuniones, a puerta cerrada, con los más altos mandos del Ejército.
A ellos se sumaban los rumores
sobre la renuncia del Secretario de Guerra y otros trascendidos que, paulatinamente,
iban llevando la situación al punto de ebullición. Finalmente los
acontecimientos se precipitan el 27 de
Junio de 1966.
Pistarini releva al General
Carlos A. Caro de su comando y ordena su arresto al tiempo que patrullas
militares asumen el control de radios y televisoras. Poco más tarde, un
radiograma firmado por Pistarini informa a todas las unidades del Ejército que
se desconoce la autoridad del Secretario de Guerra, General (r) Rómulo Castro Sánchez, y se dispone el
acuartelamiento de las tropas.
A Arturo Illia lo derrocaron los militares.
A Arturo Illia lo derrocaron los militares.
RELEVO
A ello sigue la ocupación del Departamento Central de
Policía y la toma de la central de Entel. En el ínterin, una reunión de los
comandantes de las tres armas decide emplazar a Illía para que adopte una serie
de medidas y luego se sabe que la Aeronáutica apoya al Ejército, pero
trasciende que la Armada quedará
prescindente.
A las 23.35 se despliegan los
efectivos militares por la ciudad y ya en la madrugada del 28 de Junio, a las
0.35, un radiograma comunica que los mandos del Ejército desconocen la medida
del Presidente Illía, ordenando el relevo del General Pistarini como comandante
en jefe del arma.
Veinte minutos más tarde se
intima a Illía a renunciar y en la Casa Rosada se viven momentos de tremenda
tensión. El Presidente se niega a aceptar el ultimátum. Carriers y los soldados
avanzan sobre la Plaza de Mayo y la mañana del 28 se ilumina con funestos presagios.
Finalmente a las 7, ingresa a la
Casa de Gobierno el General Julio Alsogaray y se dirige al despacho
presidencial. Hay un ríspido e infructuoso diálogo ya que Illía se obstina en mantener sus prerrogativas
constitucionales. Alsogaray se retira e ingresa el Coronel Perlinger.
Saludando al pueblo desde un automóvil descapotable.
Saludando al pueblo desde un automóvil descapotable.
ONGANIA
Otra vez se cruzan duros
conceptos y por último Illía se inclina ante lo inevitable, abandonando su
despacho. Al día siguiente, el 29 de Junio de 1966, el General Juan Carlos
Onganía asumía la primera magistratura, jurando ante los miembros de la Junta
Militar, integrada por el General Pacual Pistarini, el Almirante Benigno Varela
y el Brigadier Gneral Teodoro Alvarez. Eran las 11.24 e instantes más tarde
recibía los símbolos de su alta investidura: la banda presidencial y el bastón
de mando que había utilizado el Presidente Victorino de la Plaza.
Onganía asume el poder de facto.
Onganía asume el poder de facto.
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