miércoles, 4 de noviembre de 2015

EL DERROCAMIENTO DE ILLIA

El derrocamiento del Presidente Arturo Illía, y la asunción de la primera magistratura del país por parte del Teniente General Juan Carlos Onganía, fueron la culminación de un proceso cuyos prolegómenos habían sido fácilmente advertidos por la ciudadanía. Al celebrarse el día del Ejército, el entonces comandante en jefe del arma, General Pascual Pistarini pronunció un discurso con severas advertencias cuyo tono no podía escapar al entendimiento del menos avisado.
Esa admonición se sustentaba en el clima que vivía la Argentina, con agitación en la universidad, amenaza de huelga por parte de los maestros, plan de lucha decretada y cumplida por la Central General de Trabajadores (CGT).
El Ministro de Defensa ordenó el relevo por “razones de disciplina” del Director de la Escuela Superior de Guerra, Brigadier Hugo Martínez Zuviría. Y el General Pistarini mantenía sugestivas reuniones, a puerta cerrada, con los más altos mandos del Ejército.
A ellos se sumaban los rumores sobre la renuncia del Secretario de Guerra y otros trascendidos que, paulatinamente, iban llevando la situación al punto de ebullición. Finalmente los acontecimientos se  precipitan el 27 de Junio de 1966.
Pistarini releva al General Carlos A. Caro de su comando y ordena su arresto al tiempo que patrullas militares asumen el control de radios y televisoras. Poco más tarde, un radiograma firmado por Pistarini informa a todas las unidades del Ejército que se desconoce la autoridad del Secretario de Guerra, General  (r) Rómulo Castro Sánchez, y se dispone el acuartelamiento de las tropas.

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A Arturo Illia lo derrocaron los militares.

RELEVO
A ello sigue  la ocupación del Departamento Central de Policía y la toma de la central de Entel. En el ínterin, una reunión de los comandantes de las tres armas decide emplazar a Illía para que adopte una serie de medidas y luego se sabe que la Aeronáutica apoya al Ejército, pero trasciende que la Armada  quedará prescindente.
A las 23.35 se despliegan los efectivos militares por la ciudad y ya en la madrugada del 28 de Junio, a las 0.35, un radiograma comunica que los mandos del Ejército desconocen la medida del Presidente Illía, ordenando el relevo del General Pistarini como comandante en jefe del arma.
Veinte minutos más tarde se intima a Illía a renunciar y en la Casa Rosada se viven momentos de tremenda tensión. El Presidente se niega a aceptar el ultimátum. Carriers y los soldados avanzan sobre la Plaza de Mayo y la mañana del 28 se ilumina con funestos presagios.
Finalmente a las 7, ingresa a la Casa de Gobierno el General Julio Alsogaray y se dirige al despacho presidencial. Hay un ríspido e infructuoso diálogo ya que Illía se  obstina en mantener sus prerrogativas constitucionales. Alsogaray se retira e ingresa el Coronel Perlinger.

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Saludando al pueblo desde un automóvil descapotable.

ONGANIA
Otra vez se cruzan duros conceptos y por último Illía se inclina ante lo inevitable, abandonando su despacho. Al día siguiente, el 29 de Junio de 1966, el General Juan Carlos Onganía asumía la primera magistratura, jurando ante los miembros de la Junta Militar, integrada por el General Pacual Pistarini, el Almirante Benigno Varela y el Brigadier Gneral Teodoro Alvarez. Eran las 11.24 e instantes más tarde recibía los símbolos de su alta investidura: la banda presidencial y el bastón de mando que había utilizado el Presidente Victorino de la Plaza.

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Onganía asume el poder de facto.






  

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