miércoles, 4 de noviembre de 2015

ENERGIA NUCLEAR BASTION DEL PROGRESO

Cuando el hombre primitivo, frotando entre dos trozos de madera seca, obtuvo por primera vez pequeñas y amarillentas llamas, hizo el gran descubrimiento que habría de gravitar por los siglos de los siglos en la historia de la humanidad. Instintivamente realizó la primera liberación de energía: la fuerza química  acumulada por el sol en forma de luz y calor y echó las bases de la civilización. Desde entonces, el progreso del hombre ha dependido de su habilidad para desentrañar y superar los secretos de la naturaleza.
Pero el hombre jamás se declara satisfecho de sus conquistas. Lo desconocido constituye en todo momento para él un desafío permanente que lo apasiona y estimula. Una ambición suya hondamente sentida fue y sigue siendo descifrar la incógnita de lo misterioso. Y nada más misterioso que la materia.
Los filósofos de la antigüedad forjaron sobre ésta definiciones diferentes. Demócrito de Abdera (470-380 a de JC) afirmó que se componía de átomos, partículas diminutas, inalterables e indivisibles y Dalton (1802), fundador de la teoría atómica, sostuvo muchos siglos después lo mismo.
A partir de entonces, el  átomo se convirtió en la atracción de una legión de investigadores, pero fue Rutheford quien, en 1911, reveló su enigmática arquitectura. La materia se compone de moléculas cuyo  diámetro es de diez millonésimas de milímetros y átomos tan increíblemente pequeños que diez millones de ellos podrían colocarse en fila dentro del  punto con que termina esta oración.


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Una planta de este tipo para bien de la humanidad.

ULTRA MINUSCULO
Durante muchos siglos se creyó que el átomo era el constituyente único e indivisible de la materia. Más ahora se sabe  que semeja a un sistema solar ultra minúsculo y que se compone de un núcleo, correspondiente al sol, y de electrones que giran alrededor del núcleo como planetas.
Este que no es sólido o macizo ni uniforme está formado por “protones”, partículas cargadas de electricidad positiva. “Electrones” particulares de electricidad negativa que giran como un torbellino, en torno al protón y “neutrones que carecen de carga eléctrica.
Hay tantos átomos en una gota de agua que si todos los habitantes del mundo se pusieran a contarlos rápidamente y lo hicieran día y noche sin interrupción, necesitarían 10 mil años para terminar la cuenta.
Todos los átomos poseen una misma estructura general, misteriosamente conservada por ciertas fuerzas internas, pues los potrones que  están  en el núcleo, cargados de electricidad positiva, deberían repelerse unos a otros violentamente y no lo hacen. Prueba de que existe alguna otra energía aún desconocida que los mantiene unidos, dando estabilidad al núcleo. 
EINSTEIN
Los principios relacionados con la misma fueron intuidos por algunos estudiosos de la antigüedad, que contemplando  ciertos fenómenos no pudieron explicarlos de otra manera que por la acción de esas fuerzas misteriosas.
Se lanzaron algunos de ellos en su búsqueda pero, sin los elementos que la técnica incorporó siglos después a la acción  de la ciencia, sólo lograron entrever lo que sería privilegio de los científicos modernos: el llegar a descubrir y luego darle aplicación.
La historia de la energía nuclear consta de etapas, al frente de cada uno de los cuales, figuran entre otros, estos nombres: Rutherford, los Curie, Becquerol, Soddu, Geiger, Moseley, Chadwick, Aston, Thomson Bothe, Becker, Anderson, Blachett, Fermi, los Joliot-Curie, Urey, Murphy, Coekorofot, Walton, Lawrrence, Kapitza, Otto Hahn, Lise Meitner, Frisch, Otto Hahn, Lise Meitner,, Niels Bohr, Szilard, Tronstad, Wigner, Compton, Wheeler, Allison, Oppenheimer, Dunning, Smyth, Oliphant.
Y como denominador común de tanto  esfuerzo, Albert Einstein, profeta y matemático genial “E= mc2”, la más célebre ecuación científica. La energía es igual a la masa multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz. Ello revolucionó la concepción corriente sobre el universo y suministró algo más que la base teórica para la desintegración del átomo.
La nacionalidad de cada uno de estos hombres importa poco, pues la ciencia, para quien las fronteras no existen, es evolucionista y depende de la interasociación de las ideas. La genealogía de los grandes descubrimientos científicos muestra que cada hombre de ciencia hereda un tanto de sus predecesores, al margen de la latitud geográfica en que naciera.

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El diagrama correspondiente de funcionamiento

LA POLVORA
Fue a mediados del siglo XIII cuando aprendió el hombre a transformar la energía liberada de las reacciones químicas en energía mecánica de movimiento: inventó la pólvora. Y resulta irónico que ello tuviera más bien propósitos destructivos que constructivos.
Hacia fines del siglo XVII descubrió la manera de aprovechar la energía de combustión para realizar trabajos mecánicos, transformando agua en vapor y tuvieron que transcurrir otros dos siglos antes de que supiera que la energía liberada de la combustión podía utilizarse directamente sin los intermediarios de agua y vapor, encendiendo una mezcla de aire y combustible pulverizado en los cilindros del motor conocido, actualmente, como de combustión interna.
Este último hallazgo trajo otros muchos tras de sí, el más importante de todos: la liberación de la energía nuclear, energía casi inimaginable en la cual radica el secreto del calor solar. Lo indivisible fue dividido y lo imposible fue hecho realidad. 
OBJETIVOS
Es con la creación del mundo, el acontecimiento más extraordinario, porque se descubrió la fórmula para perfeccionarlo y destruirlo. La liberación de la energía nuclear persigue cinco objetivos esenciales:
1) Trasmutar unos en otros casi todos los cuerpos simples realizando así el sueño de los alquimistas medioevales. 2) dar a la medicina nuevas y poderosas armas para combatir las enfermedades más rebeldes. 3) suministrar  nuevos procedimientos  de investigación que han conducido a grandes progresos en la fisiología de las plantas y animales, incluso del hombre. 4) crear muchas substancias nuevas y producir artificialmente casi todas las materias que se encuentran en la naturaleza. 5) utilizar la energía almacenada en el átomo  para usos prácticos de la especie humana.
Cuando Rutherford “astilló” el átomo por primera vez en 1919, pudo decirse que ponía la primera piedra de la bomba atómica. El 6 de Agosto de 1945, la ciudad japonesa de Hiroshima sirvió a la demostración de los efectos de este artefacto infernal: 90 mil personas murieron con una sola bomba. Tres días después se repitió la siniestra experiencia sobre Nagasaki, donde las muertes de civiles alcanzaron a 40 mil.
A pesar de que ambas bombas estallaron a mucha altura sobre cada ciudad y el polvo radioactivo se extendió hacia arriba en forma de hongo, otras miles de personas murieron a consecuencia de los rayos mortales, efecto de la bomba, semanas más tarde.

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El átomo y sus componentes.

EFECTOS LETALES
Los rayos “gamma” habían destruido la médula de sus huesos, productora de los corpúsculos de la sangre y padecieron de anemia. Murieron también de infecciones sin importancia, porque las células blancas de la sangre que suministran al cuerpo la manera de resistir a las infecciones, habían sido aniquiladas.
Los niños expiraban antes de nacer. Hombres y mujeres quedaban esterilizados. Transcurridos 5 años de la bomba atómica, aún fallecía gente en Hiroshima y Nagasaki que había escapado ilesa aparentemente y que iba quedándose ciega. Pero pasado este ramalazo de locura, el átomo se puso a trabajar en beneficio de la humanidad sin influencia ni distinción de razas, credos, ni banderas.
Tres son las ramas  en  que la energía nuclear dio ya resultados maravillosos: la medicina, la agricultura, y el mundo industrial. Su forma de utilización más común es el radioisótopo. Los radioisótopos son cuerpos simples, como el carbono, el cobalto, el hierro etc., colocados en el seno de la pila atómica y exponiéndolos así al bombardeo intenso de los neutrones durante una semana, un mes o más tiempo se truecan en sustancias radioactivas. 
YODO
El yodo radiactivo es el agente terapéutico más eficiente para el tratamiento del cáncer, pues, además de atacarlo en su lugar de origen, hace lo que ningún cirujano puede hacer: busca las cédulas metástasicas, las sigue en su curso por el organismo humano y las destruye.
El oro radioactivo ofrece posibilidades para el tratamiento del cáncer al pulmón, de la próstata y de la cavidad abdominal. El fósforo radiactivo es para la leucemia y la policitemía, cáncer del sistema sanguíneo, lo que es la insulina para la diabetes.
Gracias a los isótopos pueden los bioquímicos estudiar como los huesos utilizan el fósforo, como la tiroides absorbe el yodo, la sangre, el hierro, etc. Merced al sodio radioactivo se investiga la hidropesía y merced al ácido nucleíco radiactivo se exploró la incógnita del núcleo de la cédula viviente.
Han sido obtenidas  las versiones de todos los 92 elementos naturales y se producen más de 300 variedades radio isótopos en los establecimientos de Oak Ridge Hamford, Broohaven y Harwel, principalmente.
Uno de ellos el Cobalto 60 que remplaza al radio con gran economía, pues mientras un gramo de éste cuesta 200 mil dólares,  el costo de su equivalencia de Cobalto-60 no pasa de los 300 dólares. Esta diferencia explica la incorporación a la economía de un factor que tiene primordial importancia.

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Las instalaciones.

FUNCIONES
Aplicados a la agricultura, los radioisótopos desarrollan tres funciones fundamentales: mejorar las semillas, esterilizar las plagas y estudiar el crecimiento de las plantas y sus relaciones químicas. Con Carbono- 14 se estudió la fotosíntesis, proceso por el cual la energía del sol se almacena en  los hidratos de carbono (azucares y almidones) para proveer el alimento a los animales y a nosotros  mismos.
La utilización de la energía nuclear para usos industriales es una realidad. Gracias a ella es posible aprovechar los muchos elementos útiles que atesora el agua de mar tales como bismuto, bromo, magnesio, sodio, etc.
Purificada esa agua de las sales que contiene y bombeada a tierra firme, posibilita la rehabilitación de los desiertos.  Los 50.000.000 de hectáreas de tierra productiva que necesita Estados Unidos para mantener sus actuales niveles dietéticos saldrán de la rehabilitación de los desiertos del Oeste, gracias a la energía nuclear.
Son ya múltiples las aplicaciones industriales de radioisótopos que permiten comprobar defectos de fundición. Medir el espesor de los metales. Verificar el desgaste de los motores, según los sistemas de lubricación. Estudiar la producción de la nafta sintética de la hulla. Investigar el proceso de la corrosión y la manera de evitarla. Determinar la calidad de las pinturas, etc.

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La sede principal del Instituto  Peruano de Energía Nuclear.

EL IPEN
En ciertas operaciones de los pozos de petróleo y minas de carbón se emplean ya elementos radioactivos. En química los isótopos ayudan continuamente a la aparición de nuevos plásticos y a los meteorólogos para emitir pronósticos más seguros, revelándoles datos nuevos sobre las corrientes de aire y la composición de la atmósfera. Tarea noble y ponderable necesaria para el desarrollo y progreso  de los pueblos.
El  04 de Febrero de 1975, se creó el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN) en Lima, Perú.  El objetivo primordial estudiar este tipo de materias y promover las ventajas que brinda el conocimiento a profundidad del  átomo no solo en Medicina, sino en aplicaciones agrícolas, ambientales e hidrológicas.
El IPEN se constituyó en cuatro centros de investigación y desarrollo: Centro de Medicina Nuclear (CMN), Centro de Estudios Nucleares de San Borja, sede central del IPEN, Centro Nuclear Oscar Miró Quesada de la Guerra (RACSO) y la Planta de Irradiación Multiuso 
El primer reactor nuclear en el Perú se inauguró el 20 de Julio de 1978, cuyo uso actualmente está destinado al entrenamiento de personal y otros de carácter experimentales. El centro RACSO, ubicado a lo largo de  125 hectáreas en Huarangal, tiene un reactor con una potencia de 10 MW, donde se producen radioisótopos con el Yodo-131 y con distintas aplicaciones donde destaca la medicina. 

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