A pesar de constituir un
representante genuino de los intereses del interior del país, el General Julio Argentino Roca
en la Argentina cuenta durante su presidencia con el apoyo del partido Autonomista,
localista por tradición y no tarda de ser combatido por el Partido Nacional,
prácticamente el mitrismo, que desde el punto de vista doctrinario por decir
así, tendría mucho más motivos para secundarlo en su obra de gobierno. Pero es
que no hay que buscar inspiraciones doctrinarias de definida orientación en
esta época de la política de ese país que se singulariza por una creciente
gravitación de nacientes problemas económicos, en el manejo de los negocios
públicos.
En efecto, la agricultura y la
ganadería acusan índices de producción insospechados por la incorporación de
todos los elementos creados por el progreso técnico para su explotación. Los
negocios siguieron un volumen considerable y una ola de riqueza y bienestar
envuelve al país que atrae considerables masas de inmigración.
El capitalismo internacional se
siente atraído asimismo por promisorias inversiones y el país progresa a pasos
agigantados impulsado por una administración a cuyo frente, el General Roca,
bien puede ostentar el título de auténtico fundador del régimen como expresión de
orden, trabajo y progreso.
El General Julio Argentino Roca Presidente de Argentina
El General Julio Argentino Roca Presidente de Argentina
POSICION
La posición como tal tiene sus
panegiristas en oposición a los que sostienen, lisa y llanamente que todo su
mérito consiste en haber entregado el país al capitalismo extranjero. En suma,
el General Roca que había asumido el poder tras la borrasca, cuando todavía no
se habían extinguido los ecos de la revolución de 1880.
Logró dominar las pasiones
políticas con esa sagacidad que más tarde le valdría el calificativo del
“Zorro”, a despecho de la creciente oposición del mitrismo, consiguió llevar al
país, durante 6 años, por el camino del trabajo y del orden. Promoviendo el
progreso general con iniciativas de innegable trascendencia pública.
Sin embargo, para tipificar su
régimen y atestiguar el espíritu ampliamente liberal que lo inspiraba, cabe
decir que durante su gobierno, y a iniciativa del Miistro Wilde, se sanciona la
ley que crea el Consejo Nacional de Educación y la reforma que hace laica la
enseñanza primaria en las escuelas públicas.
Esta reforma provoca la reacción
del clero y una enconada polémica con el Nuncio Apostólico que termina con el
rompimiento de las relaciones diplomáticas con el Vaticano, que sólo más tarde
se restablecerían.
SUCESION
No tuvo, evidentemente, el
General Roca, durante su primera presidencia, grandes motivos de inquietud
política y, salvo dos intervenciones de carácter benigno, a Catamarca y
Santiago del Estero, nada extraordinario ocurre digno del comentario de Buenos
Aires, la gran aldea que por entonces se estaba enjoyando y embelleciendo como
una moza bajo la paternal tutela de su gran intendente Torcuato de Alvear.
Como siempre, cuando se trata de
encarar la sucesión presidencial se originan problemas políticos, aunque no de
tan difícil solución como los que ha registrado hasta entonces la historia
nacional.
El General Roca, cediendo a la
presión de sus amigos porteños, parece inclinado a patrocinar la candidatura de
su ministro, Bernardo de Irigoyen, pero éste, que abandona el gabinete para dedicarse
a las tareas electorales, no tarda en convencerse que había sido víctima de un
hábil juego y abandona la lucha.
La oposición hace surgir entonces
el nombre del doctor Dardo Rocha de creciente prestigio como fundador de la
provincia de la Plata, mientras que otros grupos dispersos del autonomismo, con
el nombre de Partidos Unidos, levantan
la candidatura de Manuel Ocampo,
Miguel Juarez Celman, apodado "El Burro"
CANDIDATO
Pero el Presidente tiene su
candidato que consulta los intereses de la Liga de Gobernadores de Miguel Juárez Celman, “el marido de la hermana de su
mujer”, como apostrofa Sarmiento. El doctor Juárez Celman, gobernador de
Córdova, cuñado de Roca, y representante típico de la Liga de Gobernadores,
lleva en el segundo término de la fórmula al doctor Carlos Pellegrini, viejo
porteño y alsinista.
Son, allá por el 86, las cosas de
la política criolla, que dirían años más tarde los socialistas, quienes contaban ya como incipiente fermentario, con
los primeros conflictos obreros producidos en el país, a raíz del naciente
proceso de industrialización que produjo la importación de flamantes maquinas
de Europa.
Juárez Celman no podía perder la
elección. Y no la perdió. Sobre un total de 213 electores obtuvo 168, a pesar
de la vehemente campaña opositora de Sarmiento contra la coalición de las
oligarquías provinciales.
El cuñado de Roca, hombre fino de
probada capacidad en el gobierno durante su administración en Córdova y de
indudable inspiración patriótica, tuvo poca fortuna en su gobierno. Tomó la
administración del Estado en plena
prosperidad.
Roca en una actuacion pública
Roca en una actuacion pública
FIEBRE
Un historiador de la época dijo
al respecto: “Aquel cuadro deslumbrante de riqueza, de vertiginosa actividad
productora de esplendorosa vida, cegó al joven gobernante como cegó a todos:
altos, bajos, propios y extraños. La fiebre no se limitó a la República, sino
que se extendió por el mundo entero.
Por doquiera se oía hablar de la
Argentina en los términos y con entusiasmo con que en tiempos del
descubrimiento se hablaba del Perú o de El Dorado. Juárez Celman creyó que
aquella orgía de oro no iba a tener término y se lanzó a grandes obras que
debían cambiar el aspecto del país.
El puerto de Buenos Aires, el de
La Plata, el de Rosario, las aguas corrientes, las cloacas, la Casa de Gobierno,
el Departamento de Policía, el edificio de las aguas corrientes en la calle
Córdova, la Avenida de Mayo y mil obras más, todas útiles, algunas de necesidad
imperiosa, pero que representaban la
inversión de sumas fabulosas, fueron emprendidas con el buen de facilitar con
ellas la marcha progresiva de la república, de engrandecerla y embellecerla.
Todo esto con la tranquilidad de poder hacer frente a los desembolsos que
exigían.
Esta transcripción es suficiente
para hacer el diagnóstico: el doctor Juárez Celman no tardó en sentir las
consecuencias de una inflación extraordinaria en virtud de las fuertes
inversiones en obras públicas, que no constituyen valores reproductivos de la
economía nacional.
Es lo que ocurre siempre: el
espejismo de la prosperidad. Sigamos al historiador: “Se apoderó de todos, la
fiebre del lujo y de la ostentación. Para sostener esa riqueza ficticia se
exageró el crédito y se abusó de él hasta extremos increíbles.
El Palacio Presidencial de aquella época.
El Palacio Presidencial de aquella época.
VALORIZACION
La valorización de las tierras se
convirtió bien pronto en uno de los objetos de más escandalosa especulación. Prosperidad hubo, que se vendió
tres veces en un día y cada vez duplicó y triplicó su valor inicial.
Por lo demás, fue muy frecuente
el caso de venderse tierras que no existían en ninguna parte, pero cuyos
títulos pasaron por varias manos con los correspondientes aumentos y primas. El
juego, en sus más variadas formas, se enseñoreó de la República y la bolsa se
había convertido en un gran garito”.
El historiador nos lleva como se
ve de la mano: inflación, especulación, corrupción, el tríptico fatal. Y fue
fatal realmente para el doctor Juárez Celman, aquel hombre fino y culto a quien
la malevolencia popular le había discernido un título que nada tenía de
honorifico: “El Burro”.
Este mote fue la bandera de la reacción contra
el gobierno, que vino de abajo hacia arriba para devolverlo en una atmósfera
del desprestigio, que fue creciendo en intensidad hasta crear el clima propicio
para los acontecimientos que no tardarían en sobrevenir: la Revolución de 1890,
que abre una nueva etapa en la vida política argentina.
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