Las unidades autónomas no
constituían una novedad absoluta para el Ejército de Gran Bretaña: en efecto,
durante la Primera Guerra Mundial, T E. Lawrence ya organizó a los árabes en la
lucha contra los turcos, y, en el desierto occidental, las patrullas motorizadas ligeras habían
avanzado y retrocedido por entre los oasis en camiones Ford modelo T,
modificados. Esta breve tradición de unidades heterodoxas, empeñadas en
actividades de exploración y hostigamiento, fue mantenida durante la Segunda
Guerra Mundial por el LRDG (Long Rage Desert Group, Grupo de gran radio de
acción en el desierto) y por el SAS (Special Air Service, Servicio aéreo
especial). Unas cuantas incursiones fueron suficientes para demostrar la enorme
importancia y eficacia de sus acciones.
Aunque los historiadores
militares no estén de acuerdo sobre su validez y pongan en duda la utilidad que
pueda tener el hecho de distraer hombres y material de operaciones
convencionales para asignarlos a unidades autónomas, no cabe duda de que éstas ocupan ya un puesto importante en la
reciente historia militar inglesa.
Casi siempre estas actividades
han tenido su origen en la mente de un hombre. En 1915 fue T. E. Lawrence quien
pensó contrarrestar las fuerzas de los turcos con el ejército árabe y en 1943
Wingate tocó la idea de los Chindits, mientras que en 1941 David Stirling creó
el Special Air Service. Asimismo en 1940 el Comandante R. A. Bagnold ideó el
Long Range Desert Group.
Soldados y vehiculos en la aridez del desierto.
Soldados y vehiculos en la aridez del desierto.
EL DESIERTO
En las dos guerras mundiales, el
desierto que se extiende al oeste del Delta del Nilo al sur del Mediterráneo
fue un disputado campo de batalla y en ambas contiendas sus características
topográficas impusieron las mismas y notables limitaciones a los movimientos de
las fuerzas empeñadas.
En la Primera Guerra Mundial, la
necesidad de los adecuados abastecimientos de forraje y de agua obligó a
aquellas unidades, que utilizaban caballos y camellos, a operar en un radio de
acción situado a pocos kilómetros de la costa.
En la Segunda, aunque la gasolina ya había
ocupado el lugar del forraje, se evidenciaron las mismas limitaciones. Pero en
ambas guerras hubo una excepción, representada por el empleo de medios de
transporte motorizados a algunos centenares de kilómetros hacia el interior. En
la Primera Guerra Mundial, por parte de las patrullas motorizadas ligeras. Y en
la Segunda, por parte de la LRDG
Si se exceptúa una faja de
territorio de uso 40 kilómetros de anchura, situada en la zona de colinas de
Cirenaica, el Yebel el-Akhdar, donde se registra una media anual de unos 50
centímetros de lluvia-suficiente para permitir l vida de la población instalada en aquel lugar
de manera estable-, la zona de desierto occidental, a lo largo de la cual el
Eje y los Aliados combatieron sus batallas “pendulares” tiene tan sólo de 8 a
16 kilómetros de anchura.
SIN LLUVIAS
La cantidad de lluvia que en ella
cae (quizás 15 centímetros al año) basta tan sólo para que unos pocos árabes nómadas
puedan apacentar sus rebaños. Hay también algunas fuentes, pero a menudo de
agua salobre. Las comunicaciones a lo largo de la costa son buenas: una
carretera siempre practicable corre de Alejandría a Trípoli, flanqueada a lo
largo de un breve tramo por una línea férrea.
En el interior se extiende el
gran desierto más árido y yermo del mundo, que cubre una superficie casi igual
a la de la península india. En él se encuentran algunos oasis esparcidos, ricos
en agua (que se extrae de posos artesanales) y en torno a los cuales se agrupa
casi toda la población. Allí no existe prácticamente la lluvia.
Quizá se registre un leve
chaparrón una vez cada 20 años. Es tan árido y pobre, que difícilmente lo
podría imaginar una persona habituada a vivir en un clima nórdico. Al no
existir la lluvia, tampoco existe casi ninguno de los puntos de referencia
neutrales con los cuales un europeo, con un mapa en la mano, encuentra su
camino: cursos de agua, lagos, cadenas montañosas, bosques y valles.
Ni siquiera hay los puntos de
referencia “artificiales”-carreteras, ciudades, pueblos, líneas férreas y
canales- cuya existencia también depende más o menos directamente de la
presencia del agua. Miles de años de calor, de frío, de viento, y de tempestades
de arena han forjado el paisaje desértico, nivelando las configuraciones de ls
eras geológicas pretéritas y transformándolas en llanuras infinitas de arena y
guijarros, sobre los que un camión puede manejarse en cualquier dirección sin
demasiadas dificultades.
Listos y armados para luchar.
Listos y armados para luchar.
LOS FORD T
En 1916, como en 1940, Egipto se
encontraba frente a la amenaza de una invasión desde Occidente. En 1916 los
invasores eran árabes procedentes de Cirenaica, secuaces de la secta de los
senudis, equipados y alentados por los turcos y mandados por oficiales turcos y
alemanes. Los italianos que en aquella guerra eran aliados de Gran Bretaña
estaban conquistando Libia y eran, por consiguiente hostiles a los senudis.
A orillas del Mediterráneo la caballería
inglesa derrotó a los árabes, mientras la amenaza de una invasión de estos
últimos a través de los oasis fue eficazmente neutralizada por las patrullas
motorizadas.
Empleando camiones Ford modelos
“T”, con neumáticos estrechos (los de 89 mm se definían como medida super), los
ingleses cubrían amplias zonas de desierto entre los oasis, demostrando (aún
estando dotados tan sólo de simples condensadores colocados sobre los
radiadores y de brújulas solares primitivas) lo que podía hacer en estos
desiertos con apropiados medios de transporte motorizados.
AMENAZA
¿Cuál era la amenaza de invasión
de Egipto en 1940? Como ya se ha dicho en otro lugar, cuando en Junio de aquel
año Italia declaró la guerra, disponía de numerosas divisiones en Tripolitania
y en Cirenaica, todas ellas situadas en posiciones desde las cuales se podía
alcanzar fácilmente la frontera egipcia.
Las fuerzas inglesas disponibles
en aquel momento eran tan inferiores, tanto en número como en equipo, que la
amenaza contra Egipto era muy grave. Por otra parte, en el interior del
desierto la situación era totalmente desconocida. En muchos oasis del interior
de Libia, el más importante de los cuales era el de Cufra, los italianos tenían
pequeñas guarniciones, con aeródromos y depósitos de reserva. Y desde estas
bases podrían operar en dos direcciones.
Desde Yebel el-Aurenat, 250
kilómetros al sudeste de Cufra, una unidad equipada de modo adecuado, mandada
por un jefe decidido y apoyada por la Aviación podía alcanzar Wadi Halfa, a orillas del Nilo, donde sin duda
podría sorprender, totalmente desprevenidos, a los defensores.
Wadi Halfa era un punto de importancia vital para el
sistema de comunicaciones inglés entre el Cairo y Jartum. En él las
embarcaciones de transporte se encontraban en el ferrocarril y allí se hallaba
una base de apoyo para los aviones. Las operaciones contra el Africa Oriental italiana se organizaron desde Sudán, y puesto que la Marina de Guerra
italiana podía cerrar el mar Rojo en cualquier momento, era indispensable
mantener abierta la línea del Nilo.
LA SORPRESA
Un ataque por sorpresa
desencadenado con decisión desde Libia por los italianos podría tener como
consecuencia el hundimiento de todas las embarcaciones de transporte y de las
gabarras. Asimismo sería posible inutilizar las instalaciones portuarias y las
oficinas del ferrocarril, y destruir además todos los depósitos,. Igualmente
expuesta a un ataque por sorpresa desde Occidente estaba la presa de Asuán,
esencial para la irrigación de las tierras del delta del Nilo.
A>l sur de Cufra, en la antigua
ruta caravanera que va directamente al lago Chad, se extendía la provincia del
Chad, perteneciente al Africa Ecuatorial francesa. Francia había caído en
Junio, y los franceses que se encontraban en Africa mantenían una actitud
incierta
Algunos estaban a favor de Petain
y otros eran partidarios de De Gaulle. Una fuerza italiana que se hubiera
lanzado hacia el Sur, desde Cufra, habría podido convencer o vencer a los
dudosos, aniquilando, incluso antes de que resurgiese, el espíritu de la
Francia Libre. Además apoderándose de Fort Lamy, los italianos estarían en
situación de poder interrumpir la ruta a lo largo de la cual, cerrado el
Mediterráneo, los refuerzos de aviones llegaban a Egipto desde el Africa
occidental vía Jartum y Wadi Halfa.
Carros y tanques a discreción.
Carros y tanques a discreción.
DISTANCIAS
Pero lo cierto es que los
italianos no llevaron a cabo ninguno de estos proyectos. Y sin embargo, en
aquella fase de la guerra, lo más prudente era partir de una suposición
contraria.
¿Y de qué modo podrían descubrir
los ingleses lo que estaban haciendo los italianos? El reconocimiento aéreo no
iba a ser de gran ayuda. La RAF no tenía entonces aviones suficientes para
destinarlos a una misión de este género.
Y, aunque los hubiera tenido, las
distancias eran superiores a su autonomía de vuelo. Por otra parte, habría sido
más fácil encontrar una aguja en un pajar que localizar una columna enemiga en
aquel inmenso desierto. Por lo tanto, sel legó a la conclusión que las
informaciones debían obtenerse en tierra.
Llegados a este punto, debemos
volver atrás unos quince años. Como ya se ha dicho, durante la Primera Guerra
Mundial las patrullas motorizadas demostraron las grandes posibilidades que se
ofrecían con el empleo de vehículos motorizados en el desierto.
No obstante, al acabar la guerra,
aquellas patrullas fueron disueltas y disminuyó mucho el interés por los viajes
de exploración en el interior. A mediados de la década de los años veinte,
renació cierta curiosidad a este respecto entre los oficiales del Ejército
destinados en Egipto.
El jefe de este grupo era R. A.
Bagnold quien a la sazón ostentaba el grado de Comandante de Transmisiones. Los
nuevos exploradores comenzaron a actuar a escala reducida. Primero con simples
giras de fin de semana por los alrededores de El Cairo y luego lanzándose más
allá hasta el Sinaí, Transjordania y el oasis de Siwa.
EXPLORACIONES
En 1929 algunos ya habían
penetrado en el gran mar de arena y en los diez años siguientes las
expediciones se transformaron en verdaderas exploraciones a gran escala, que
cubrían distancias del orden de 800-1000 kilómetros al Sur hacia el Sudán
noroccidental y al Oeste hasta los límites de la Libia italiana y del Africa
Ecuatorial francesa.
En el curso de esos viajes en
automóvil se asimilaron tres enseñanzas muy importantes. En primer lugar como
moverse en el desierto basándose en brújulas goniométricas y en el cálculo de
poligonales construidas mediante taquímetros y reguladas sobre puntos astronómicos
fijos.
En segundo lugar, como vivir en
el desierto, que ropa llevar, que comer y que cantidad mínima de agua beber.
Por último, cómo lograr que se moviesen vehículos de ruedas sobre mares de arena,
plataformas rocosas y planicies de guijarros.
En Octubre de 19939, Bagnold,
aunque destinado al Ejército destacado en Africa Oriental, se encontraba en
Egipto, pues el buque en que viajaba fue averiado en el Mediterráneo y tuvo que
detenerse en Alejandría para las reparaciones necesarias.
UN avion caído y destrozado.
UN avion caído y destrozado.
PROPUESTA
Cuando Italia era todavía neutral, Bagnold ya
había tramitado, cerca de las competentes
autoridades militares, una propuesta relativa a la constitución de un
pequeño grupo destinado a operar en el desierto. Pero fue en Junio de 1940, rotas
ya las hostilidades, cuando la propuesta llegó al General Wavell. Seis semanas después el LRDG estaba
en plena actividad.
Durante algunos meses se actuó
bajo el signo de la improvisación, puesto que las fuerzas inglesas en Egipto
andaban escasas de todo. Cuando el LRDG
hubo reunido las armas necesarias, en El Cairo quedaron tan sólo tres
ametralladoras. Por otro parte, como los ingleses no poseían ningún vehículo
adecuado, los primeros camiones de la unidad recién creada se compraron en la misma
ciudad o se pidieron al Ejército egipcio.
Estos camiones se modificaron
basándose en las experiencias adquiridas en los años anteriores a la guerra: se
le pusieron ballestas más resistentes, se les quitó la cabina y las puertas y
se colocaron condensadores sobre los radiadores.
Del grupo que Bagnold había
reunido antes de la guerra, tres o cuatro hombres permanecían aún en el Oriente
Medio o en Africa, los cuales fueron reclamados inmediatamente para prestar
servicio en calidad de oficiales. Las primeras tres patrullas se constituyeron con
soldados procedentes de la división neozelandesa y más tarde, cuando se fortaleció
la unidad, llegaron numerosos voluntarios de la Brigada de Guardias de los
Yeomanry y de la unidad rhodesiana.
PATRULLAS
Las primeras patrullas contaron
con un considerable número de hombres. Pero, finalmente, la estructura tipo era de un oficial y unos quince soldados
con una dotación de quince vehículos. De los hombres, cuatro eran
especialistas: un radio telegrafista, un navegante que comprobaba la ruta, un
mecánico ajustador y un sanitario. Los otros eran conductores y sirvientes de
las armas
Pero sin un sistema adecuado de
enlace, una patrulla era un elemento inútil, por cuanto no podía recibir
órdenes ni transmitir informaciones. Para dar una idea de la entidad de los
problemas relacionados con las comunicaciones bastará indicar la distancia en kilómetros
de su puesto de mando de grupo de diez distintas patrullas en un día cualquiera
de 11942: 0,0, 190, 190, 415, 500,960, 1000 y 1120.
Aquellos hombres llevaban una
vida dura. No podían disponer de alimentos frescos. Toda su comida estaba constituida
por géneros enlatados y las raciones de agua no alcanzaban los 3.5 litros
diarios, cantidad suficiente en invierno, pero que desde luego resultaba muy
escasa en pleno verano, sobre todo en aquel clima.
Los vehículos con los soldados a bordo en busca del enemigo.
Los vehículos con los soldados a bordo en busca del enemigo.
PARANGON
Desde el punto de vista de la navegación,
como también desde el de la táctica, es exacto el parangón que tan a menudo se establece
entre el mar y el desierto. La ausencia de puntos de referencia obliga al
navegante en alta mar a confiar en el sol, las estrellas, la brújula y la corredera
para localizar su propia posición, en el desierto, casi igualmente desprovisto
de las características elementales reconocibles (elementos que, incluso cuando
existen, rara vez aparecen señalados en los mapas), el “navegante” debía
recurrir a los mismos medios.
El método empleado se basaba en
el uso de una brújula goniométrica y en el cálculo de poligonales, construidas
mediante las indicaciones proporcionadas por el taquímetro: los datos así
obtenidos se confrontaban con los conseguidos por la noche, mediante la
observación de las estrellas y, cuando las condiciones lo permitían, por la
posición del sol al medio día.
En los camiones la brújula
goniomética proporcionaba directamente el efectivo ángulo de la dirección
seguida y no se resentía por el magnetismo del vehículo. Empleando estos
métodos, un “navegante” experto del desierto podía llegar al objetivo, dentro
de un radio de tres kilómetros, tras una marcha de 160.
De antemano se excluyó la
posibilidad de proveer de la adecuada coraza a los camiones de 1.5 toneladas
empleados por el LRDG, a causa del peso
suplementario que esto habría implicado. Afortunadamente, gracias a las armas
de que estaban dotados-al principio fusiles ametralladoras Lewis y fusiles
contracarros Boyes; luego ametralladoras Browning, Vickers K y Vickers de 12.7
mm-, tenían una elevada potencia de fuego.
AMETRALLADORAS
En un principio cada patrulla
disponía de un cañón contracarro Befors de 37 mm, montado en la parte posterior
del camión. Más tarde este tipo de cañón
se sustituyó con las ametralladoras Breda de 20 mm, capturadas a los italianos.
La autonomía normal era en cuanto a distancia de 1750 kilómetros y de tres
semanas en cuanto a las reservas de víveres de agua
Los italianos no estaban ni
siquiera pensando en la posibilidad de lanzar una ofensiva. Esta actitud pasiva
por parte del enemigo aseguraba al LRDG la posibilidad de adoptar una táctica
más agresiva. Por eso se realizaron varias incursiones, pero los daños que se
causaban era de menor cuantía. Sin embargo, se adaptaban muy bien al cuadro de
la política del General Wabell: engañar al enemigo y hacerle salir de la
carretera.
En Enero de 1941 el LRDG se
dispuso a llevar a cabo el plan más ambicioso. Un destacamento de 75 hombres y
25 camiones salió de El Cairo para atacar el oasis de Murzuch, importante
posición italiana en Libia sudoccidental. Este ataque implicaba un viaje de
2400 kilómetros a través de mares de arena.
Momento preciso para atacar.
Momento preciso para atacar.
LOS FRANCESES
En aquel viaje de 17 días los
ingleses encontraron en su camino tan sólo a tres árabes. Si se encontraron con
los franceses libres, partidarios de De Gaulle. Era el primer núcleo de este
movimiento que participaba en una acción bélica contra el Eje después de la
caída de Francia.
El ataque contra Murzuch
sorprendió totalmente a los italianos. Se incendió el fuerte con granadas de
mortero y se incendiaron también tres aviones que se hallaban en el interior
del hangar. Las pérdidas inglesas fueron dos muertos y tres heridos.
El éxito alcanzado indujo a los
franceses a apoyar con mayores bríos sus ideas de un ataque contra Cufra que
fue una realidad el 1 de marzo de 1941. Inmediatamente después de la caída, los
franceses retiraron poco a poo sus fuerzas para preparar un avance en el Fezzan
y en Abril de 1941, el dominio del oasis lo asumió un batallón del LRDG
Cufra demostró ser una excelente base para el LRDG en todas sus
operaciones contra el descubierto flanco meridional del enemigo, que actuaba
frente a la costa. Durante la primavera y el verano de 1941, mientras un
escuadrón se encontraba en Cufra, el
otro estaba en Siwa.
La misión del LRDG fue la de no
perder de vista los movimientos de las fuerzas enemigas en el interior y
atacar, apenas se presentase la oportunidad, Las patrullas operaron en una
amplia zona, atacando a las columnas motorizadas. También se tendieron
emboscadas a columnas motorizadas que marchaban a lo largo de las pistas e
incluso lograron apoderarse de un fortín en el desierto.
JUNTOS
Fue en Noviembre de 1941 cuando
el SAS y el LRDG operaron juntos por primera vez. Wabell decidió formar una
unidad que comprendiese en su primera fase, seis oficiales y 60 hombres.
Durante meses, la nueva unidad se adiestró en el lanzamiento en paracaídas, en
trabajos de demolición y en prolongadas marchas sobre terrenos muy accidentados
de día y de noche.
El 25 de Noviembre, una columna rápida, al mando el
General Reid, salió de Giarabub y consiguió apoderarse del oasis de Gialo,
ocupado por los italianos. Un día o dos después llegó un escuadrón del LRDG
para efectuar incursiones al Norte y al Oeste.
Entre las dos unidades se inició
entonces una colaboración que se prolongó con óptimos resultados durante muchos
meses, hasta que el SAS obtuvo medios de transporte propios. Fue así como se
lanzaron incursiones contra aeródromos del Eje situados a lo largo de la costa,
en el curso de los cuales el SAS afirmó haber destruido en tierra unos 100
aviones enemigos.
Casi siempre salían airosos de su
misión. Pero un día la patrulla fue interceptada por cazas alemanes y todos los
camiones a excepción de uno fueron destruidos y los hombres tuvieron que
dispersarse. Aunque sólo hubo una víctima, los supervivientes, sin agua y sin
alimentos, se vieron obligados a caminar más de 2300 kilómetros para ponerse a
salvo en Gialo.
PERDIDAS
El LRDG era, sobre todo, un grupo
dedicado a acciones de exploración. Y, en efecto, llevó a cabo esta misión
tanto en el periodo que ya hemos descrito como, en medida mucho mayor, durante
los sucesivos meses de la campaña del Norte de Africa. Pero también desempeñaba
otro papel, quizá no menos importante que el primero: infligir pérdidas al
enemigo y crear un clima de alarma y desaliento.
Todos los comandantes enemigos
miraban a su espalda con aprehensión, temiendo siempre por la seguridad de sus
vías de comunicación. No hay duda que estos ataques desencadenados por el LRDG
y el SAS y completamente imprevisibles en cuanto a tiempo y lugar, obligaron al
Alto Mando del Eje, en su intento de neutralizarlos, a distraer muchos hombres,
medios de transporte y aviones de las operaciones principales que se
desarrollaban a lo largo de la costa.
(Editado, resumido y condensado de la Revista “Así fue la Segunda Guerra
Mundial”)
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