Vista a la luz de la historia y
expuesta en su desnuda y cruda realidad, la legendaria y casi olvidada campaña
de Wavell en el desierto adquiere un inusitado y auténtico esplendor. En ella
encontramos reflejadas las virtudes de Gran Bretaña, del viejo imperio y de la
Commonwealth, tal y como aparecieron a los ojos de los hombres, en su mayoría
voluntarios, que con su pericia, su coraje y su tenacidad consiguieron la
victoria en un momento en el que era muy necesaria.
Es indispensable pensar en la
guerra en el desierto no con los
conceptos actuales, sino con los de hace muchos años, cuando la palabra imperio
no era sospechosa para la sociedad. Se trataba, en efecto, de una campaña
imperial sostenida entre imperios y reñida por tropas imperiales.
Pero el Imperio Británico era un
organismo antiguo, fuerte, de eficacia sobradamente probada tanto en la paz
como en la guerra. En cambio, el Imperio Italiano era de constitución reciente,
en apariencia lleno de confianza en si mismo, pero en realidad minado por sus
inseguridades. Mussolini que al subir al poder había iniciado un largo periodo
de excelentes relaciones con Gran Bretaña, se funje convenciendo a medida que
aumentaba su sed de conquistas, de que el inglés era un pueblo débil y en
decadencia. Italia había llegado tarde a la competición general europea por la
posesión de terrenos en Africa. Pero dominaba al oeste de la frontera egipcia,
una vasta región, constituída por Cirenaica y Tripolitania: Libia. Además entre
1935 y 1936, había conquistado un país antiguo e independiente enclavado en Africa
oriental, Etiopía, sin encontrar prácticamente resistencia por parte de
Inglaterra y Francia. Este éxito
estimuló la sed de conquistas de Mussolini y, al mismo tiempo, le obligó a
ligarse cada vez más a Alemania: en definitiva, representó un paso adelante
hacia la Segunda Guerra Mundial. El Eje nunca fue una alianza sólida. Pero en
el Mediterraneo y en el Próximo Oriente tenía todas las condiciones a su favor.
Fue precisamente en esta zona donde, por primera vez, se enfrentó duramente con
Gran Bretaña. Por ello, las victorias británicas en aquel teatro de operaciones
constituyeron el preludio de la destrucción final del Eje como conjunto con la
consiguiente destrucción de todos los demás componentes.
Mussolini se equivocó con Gran Bretaña
No obstante el mantenimiento de
esta región de vital importancia estratégica constituía un objetivo primordial.
Hacer uso de la misma como trampolín para después desencadenar una o varias
ofensivas contra el Imperio Italiano constituía una atrevida acción que llevada
a la práctica y aprovechada al máximo, podría acortar la guerra en un par de
años.
La importancia del Próximo
Oriente la valoró ya el Gobierno de Chamberlain en el verano de 1939. El 2 de
Agosto, el General sir Archibald Wavell se hizo cargo de la jefatura suprema de
todas las fuerzas británicas de tierra repartidas en Egipto, Sudán, Palestina,
Transjordania y Chipre. Al estallar la guerra, a principios del mes siguiente,
su responsabilidad de mando se extendió hasta la Somalía inglesa, Adén, Irak y
las orillas del Golfo Pérsico. Wavell, que tenía entonces 56 años, gozaba de
gran estima en el Ejército. Era enérgico y sencillo, tan rápido de pensamiento
como lacónico en el hablar. Siempre
tenía energías como reserva, pero adolecía de escasa capacidad para la
recuperación.
General sir Archibald Wavell
A lo largo de nueve meses,
mientras Italia aplazaba su entrada en la guerra, en tanto que Polonia era
derrotada y sojuzgada durante el período crepuscular de “la guerra extraña” e
incluso después de que los alemanes atacaran Dinamarca y Noruega, Wavell se
limitó a observar. Pero cuando asumió el mando, ya había meditado, trazado sus
planes y trabajado intensamente en un sentido tan opuesto como le fue posible a
las consignas rígidas defensivas que le impuso el gobierno de Chamberlain, pues
estaba convencido de que el Próximo Oriente llegaría a convertirse en uno de
los más importantes teatros de operaciones de la guerra.
Pese a que vio rechazadas muchas de
sus iniciativas y obstaculizados sus mejores propósitos, el incansable esfuerzo
de Wavell consiguió buenos resultados en cuatro diferentes campos de su
competencia, cuya importancia quedaría demostrada en la campaña de 1940-1941.
En primer lugar recorrió de un extremo a otro el territorio que se le había
asignado, trabando conocimiento personal con los comandantes a sus órdenes.
Además siempre que le era posible,
reconocía el terreno. En segundo lugar, con la ayuda de un enérgico y hábil experto en cuestiones logísticas, el
General sir Balfour Hutchinson, transformó Egipto en una base capaz de
responder a las exigencias logísticas de su ejército de 300 mil hombres. En
tercer lugar, insistió para que sus unidades reducidas y mal equipadas, fuesen
estrenadas y se reforzará su moral. Por último, una de sus primeras directivas,
redactada a las pocas semanas de su llegada a El Cairo indicaba al General
Maitland Wilson, Comandante en Jefe de las tropas británicas en Egipto, que
preparase los planes para una invasión a Libia, poniendo un cuidado especial en
resolver los problemas de suministro planteados por las columnas motorizadas en
su marcha hacia el Oeste.
El 10 de Marzo de 1940 Alemania
desencadenaba su gran Britzkrieg contra los Países Bajos y Francia. Y
exactamente un mes después, Italia declaraba la guerra a Francia y a
Inglaterra. Francia ya en plena derrota estaba en negociaciones para firmar el
armisticio. Por ello, las numerosas fuerzas dispersas en las colonias-Norte de
Africa, Siria y Libano- aunque de gran valor estratégico, permanecerían muchos
meses al margen de cualquier tipo de actividad bélica. Así pues, en el Mediterráneo
y en el Próximo Oriente quedaban frente a frente Italia e Inglaterra.
Tres días antes de la entrada en
guerra de Italia, el Teniente General Richard O Connor, Jefe de las Fuerzas
Británicas en Palestina, fue llamado a El Cairo para informar al General Maitland Wilson. O Connor se presentó y allí
recibió el nombramiento de Jefe de una unidad llamada Western Desert Force,
cuyo puesto de mando se hallaba en el pueblo de Marsa Matruh, cabeza de línea
férrea y pequeño puerto situado a unas 120 millas al este de la frontera
egipcia. El General Wilson encargó a O Connor la tarea que este acogió con
una mezcla de sorpresa y orgullo, de
proteger a Egipto de los ataques italianos.
General O Connor
O Connor era pequeño y delgado.
Angloirlandes de pura cepa,era un típico producto del ambiente militar de
Wellington y Sandhurst. Bajo su tranquila apariencia, latían unas excelentes
dotes militares. Mientras que a Wavell le corresponde el mérito de la dirección estratégica de la campaña, el éxito del desarrollo táctico de la operación,
debe atribuirse a O Connor. Sin su
habilidad, sin su capacidad para el mando quizá no se hubiera alcanzado la
victoria.
Al romperse las hostilidades, tomó
la iniciativa la Western Desert Force de O Connor,compuesta por la División
Acorazada 7 (menos una brigada) por una agrupación de apoyo integrada por dos
regimientos de artillería a caballo y por dos batallones motorizados. La
calidad de la División Acorazada 7 revelaba la energía y los conocimientos del
hombre que la había instruido En efecto, en Setiembre de 1938, el General de
División Percy Hobart había sido enviado a Egipto inesperadamente para hacerse
cargo del mando de las tropas del desierto y organizar la que, con el tiempo,
sería conocida con el nombre de “División Móvil”. Su inapreciable experiencia
en unidades rápidas y su indomable energía transformaron rápidamente el caótico
conjunto de carros, artillería, unidades de infantería y de servicios en una
unidad perfecta e idónea para la misión que debía desempeñar. Los hombres se encontraban en el desierto como
en su casa, como las ratitas que llevaban dibujadas en las charreteras. Eran,
según escribió el mismo General O Connor, “la división mejor instruida que
nunca había visto”.
Uno de los tanques en el desierto
La opinión del General de Brigada
Gott (que en el curso de la guerra llegaría a mandar dicha división), según la
cual muchas de las ideas sobre el empleo táctico de Hobart eran ciertas, no
tardó en verse confirmada. En menos de 15 días de actividad ofensiva realizada
por patrullas, las “ratas del desierto” causaron graves perdidas a los
italianos, capturaron a 25 oficiales (entre los que se contaba un general) y a
500 soldados. La RAF, por su parte, destruyó más de 50 aparatos enemigos, en
combates aéreos o en tierra. Las fuerzas de O Connor permanecieron a la
ofensiva durante todo el mes de Junio y gran parte de Julio, abrumando con sus
ataques a los italianos, hasta el punto de obligarlos a mantener, por lo menos,
cuatro divisiones en situación defensiva.
General Gott
Mientras tanto Wavell empezó a
considerar la posibilidad de una operación mucho más ambiciosa, lo que le valió
el elogio de Churchill. Para entender sus proyectos y cómo los llevó a la
práctica es necesario tener una idea clara de los lugares en que se desarrolló la batalla. Así como la
composición, el armamento, el equipo y el carácter de las fuerzas combatientes.
La campaña era única en su
estilo, puesto que se desarrollaba en una especie de anfiteatro vacío y al
mismo tiempo, bien definido. Se trataba de ejercicios puramente teóricos
transformados en combates reales por la
estrategia mundial, con auténticas órdenes, auténticos cañones, auténticos
carros. Jamás había ocurrido algo similar en la historia moderna: la
campaña fue un ejemplo, por desgracia, nunca más seguido, de naciones que
libraban una guerra, aunque sin convertirla en total. Si alguna vez, la noción
de guerra limitada ha sido un hecho, en términos modernos, lo fue, desde luego,
en el
Norte de Africa.
El desierto de El-Alamein, en la
costa egipcia, a 130 kilómetros al oeste de Alejandría y sobre la División
entre Cireneica y Tripolitania, tiene una anchura de 800 kilómetros en línea
recta. Esta zona deshabitada se extendía a lo largo de la costa que, para los
soldados (no para los marinos ni para
los aviadores) representaba el límite septentrional del teatro de operaciones.
Las únicas vías de comunicación –carretera y línea férrea-discurrían junto al
litoral. El propio desierto era una llanura quese inclinaba rápidamente hacia
el mar: a este hundimiento se le daba el nombre de “talud”.
Mapa de las tres regiones de Libia
En el punto en que la costa se curvaba entre Derna y Bengasi, el
talud se transformaba en una cadena de colinas cultivadas y boscosas. Por el
Sur, el desierto se extendía a lo largo de centenares de kilómetros. Este árido
paisaje estaba interrumpido por algunos oasis, muy espaciados, tales como la
antigua y famosa Siwa, en territorio egipcio y Yialo y Giarabub en Cireneica.
Los limites orientales eran la gran depresión de El-Qattara que al ser
intransitable para los vehículos e incluso para la infantería, formaba una
defensa neutral. Entre la costa y la depresión, en el Alameín, se abría un paso
transitable, de una longitud superior a los 60 kilómetros. Esta era la puerta
de acceso al delta del Nilo, a Egipto y al Canal de Suez. Por el Oeste el desierto se difuminaba entre
dunas y marismas, hacia las tierras colonizadas y cultivadas de Tripolandia.
De un extremo a otro toda esa
extensión era un único e inmenso campo de batalla completamente desprovisto de
cualquier elemento logísitico. Todo lo que se necesitaba debía llevarse o si la
suerte ayudaba, había que capturarlo al enemigo. En la Segunda Guerra Mundial,
las exigencias de un ejército y de la aviación que debía apoyarlo eran
multiples y variadas, pero podían resumirse en cinco apartados principales:
municiones, carburante, víveres, agua y mantenimiento del material. La
autonomía de los aviones y de los carros era muy pequeña si se compara con la
que tienen en la actualidad y sus necesidades se acumulan hasta formar aquel
extraño conjunto de rigidez y flexibilidad que caracterizó la táctica y la
técnica de la lucha en el desierto.
Sobre este extraño sector de
operaciones se enfrentaban, en el verano y otoño de 1940, unas fuerzas muy
desproporcionadas en número. El antagonista de Wavell, Mariscal Graziani tenía
bajo su mando, a lo largo de la frontera con Egipto y detrás de la misma, en
profundidad, unos 250 mil hombres: nueve divisiones de infantería, cada una
integrada por unos 13 mil hombres. Tres divisiones de camisas negras y dos
divisiones libias, compuesta cada una de ellas por 800 hombres.
Sin embargo Graziani se mostraba
un tanto vacilante en atacar, incluso sabiendo que Wabell no podía disponer más
que de 86 mil hombres sobre todo el territorio que le habían asignado. De estos
36 mil estaban en Egipto escasos de armas, de equipo, de artillería de
cualquier calibre, de munición y de medios acorazados y de transporte.
Conferencia militar en plena guerra
Si el número lo significase todo
en la guerra, es evidente que Wavell carecía de posibilidades, ni siquiera
defensivas. Por lo tanto pasar a la ofensiva hubiera significado ir hacia el
desastre. Sin embargo, esto era lo que él estaba dispuesto a hacer. No porque
fuese un romántico, sino porque había calculado, con absoluta frialdad que
podía trriunfar.
En Agosto, Churchill llamó a
Londres a Wavell, a quien nunca había visto antes. Asimismo fue convocado por
el Jefe de Estado mayor del Imperio, General sir John Dill, que era uno de sus más
íntimos y viejos amigos. Tras largos días de conversaciones con el Gabinete de
Guerra y en el Comité de los Jefes de Estado Mayor, el jefe de Estado Mayor del
Imperio pudo comunicar a Churchill, el 15 de Agosto, que el Ministro de la
Guerra había dado las órdenes oportunas para que fueran enviadas a Egipto un
batallón de 55 carros ligeros y un batallón con otros 50 carros de apoyo a la
infantería. Además de 48 piezas contracarro, 20 cañones antiaéreos ligeros tipo
Bofors, 48 piezas de campaña, 500 fusiles ametralladoras Bren y 250 fusiles
contracarro, todo con sus municiones correspondientes. Wavell emprendió el viaje de regreso la misma noche del 15 de
agosto.
Regimiento de artilleria australiano
Cuatro semanas después, Graziani
llevó a cabo un avance tan desatinado e indeciso que difícilmente podía ser
aceptado como una invasión en masa de Egipto. Las escasas fuerzas de O Connor
se replegaron habilmente siempre combatiendo sobre una linea defensiva,
mientras los italianos bombardeados por la RAF, machacados por la artillería y
hostigados por las minas, tardaron cuatro días en recorrer los 100 kilómetros
que los separaban de Sidi el-Barrani. En este lugar se detuvieron y empezaron a
atrincherarse.
“Si Graziani no se mueve-decidió
Wavell- O Connor debe salir y atacar. El
21 de Septiembre dio a su Jefe de Estado Mayor, General Arthur Smith, la órden
de avanzar con la intención de recuperar Sidi el -Barrani, desplegar tropas
adecuadas a lo largo de la frontera y ocupar Bardia, el oasis de Giarubub y,
por último, Tobruk. En caso de proseguir la operación, el último avance se
efectuaría sobre Derna, en Cirenaica.
El convoy que transportaba los
tan esperados carros y cañones llegó sano y salvo a Egipto a mediados de
Septiembre. Churchill empezó a agitarse porque no se empleaban inmediatamente
estas armas en la forma agresiva que él quería
Existía un plan para realizar un
fuerte ataque contra los italianos en Etiopía. Por su parte, la Royal Navy tomó
la iniciativa en el Mediterráneo y, cuando el 28 de octubre los italianos,
partiendo de Albania, se lanzaron contra Grecia, la RAF destacada en Oriente
Medio recibió la orden de enviar tres escuadrones en ayuda de los griegos. Se
pidio tambien a Wavell que enviase dos baterías antiaéreas a Atenas y una
brigada de infantería a la Bahía de Suda, en Creta para defender la isla.
Wavell estaba decidido en lanzar
una ofensiva en el desierto occidental como signo de victoria. Aseguraba que
uno de los factores decisivos de la
victoria será el factor sorpresa. La operación “Ccompass” estaba en
ciernes. Culminaria en una gran victoria, muy brillante y de varias
repercursiones.
El jerarca inglés había forjado
en su mente diversos objetivos difícilmente conciliables entre si. Quería que
la operación aparentara ser, tan sólo, un raid a gran escala de una duración de cinco días. Un reconocimiento en
fuerza con el fin de tener espacio para la maniobra estratégica- Si esta conseguiía
su fin caía sobre Cirenaica.
En el caso de los italianos
opusieran una resistencia tenaz, podría conservar las posiciones que hubiera
logrado tomar y prepararse para proseguir la acción más tarde y con fuerzas
superiores. Quería atacar Eritrea y Etiopía
Wavell no dijo una palabra a nadie sobre el particular y no
tenía la menor duda de que si O Connor triunfaba en la primera fase,
podría explotar hasta el máximo el éxito y con el mínimo tiempo
El secreto constituía un elemento
fundamental. Se tenía la vaga idea de que las fuerzas del desierto occidental
habían sido muy debilitadas a causa de los envíos de refuerzo a Grecia y
que,dentro de poco, se enviarían más.
La prueba general se desarrolló
el 26 de Noviembre sobre una meseta próxima a Marsa Matruh, prueba a la que se
dio el nombre de Ejercicio de Adiestramiento Nº 1. Lo único que sabían las
tropas participantes en la maniobra era que la segunda semana de Diciembre se
desarrollaría el Ejercicio de
Adiestramiento Nº 2- Nada mas. Todo era
secreto.
Los italianos por lo menos sobre
el papel, disponían de fuerzas
numerosas, dispuestas en torno y delante de Sidi el Barrani, Por su parte, el
contricante O Connor disponía para el ataque de 30 mil hombres. El Cuartel
General de la Western Desert Force estaba en Maaten Bagush, en la costa, a unos
40 kilómetros al este de Marsa Bagush. Maitland Wilson se estableció alli
durante la primera semana de Diciembre y O Connnor se puso en movimiento con
sus tropas el día 6 de diciembre.
La marcha de aproximación se hizo
sin que los italianos lo advirtieran. Todas las fuerzas estaban concentradas y
dispuestas a dar, a la luz de la luna, el último salto adelante. La marina
empezó a cañonear Sidi el- Barrani, utilizando para ello el monitor Terror. La noche era muy fría. Los
italianos de Nibeiwa permanecieron en estado de alerta. Hubo disparos de fusil,
bastante intensos, y se lanzaron cohetes luminosos.
Un poco antes de las 5 de la
mañana, un batallón de la División 4 hindú abrió fuego contra el
atrincheramiento del Este y de inmediato, atrajo la atención del enemigo. A
lasa 7.15, los 72 cañones de la artillería divisionaria iniciaron un breve pero
intenso bombardeo desde el Este y diez minutos más tarde, los carros de apoyo a
la infantería del Regimiento Royal Tank barrieron el ángulo noroccidental del
atrincheramiento, inutilizando unos 25
carros enemigos, entre medios y ligeros, que se hallaban estacionados.
Dos escuadrones de carros tipo
Matilda entraron súbitamente en acción empeñando a la artillería e infantería
italiana a breve distancia. El General
Maletti, Jefe de una división italiana murió al ser alcanzado por una granada
de un carro en el momento que salía del refugio. La infantería atacó con
energía. No resultó fácil la empresa, pues en diversos lugares se desarrollaron
luchas muy encarnizadas. No obstante al cabo de dos horas el campo atrincherado
había pasado a manos británicas.
La infanteria, los acorazados y
la artillería británica avanzaban. Alcanzaron su objetivo en Nibeiwa. Se
hicieron más de 2 mil prisioneros y se capturó un copioso botín compuesto por
carros de combate, víveres, cañones y agua, todo ello de gran valor. Las
pérdidas británicas no llegaban ni siquiera a los 1200 hombres.
La Brigada Acorazada atrevezaba
la carretera de la costa capturaba 100
vehiculos y centenares de prisioneros. Se impedía el replieguede la guarnición
italiana. Los italianos salieron de Maktila con la intenciónde defender a toda
costa Sidi el-Barani.
Infantería inglesa cerca al Alamein
Al anochecer Tummar había pasado
ya a manos británicas, capturándose también hombres y material. Los planes para las fases siguientes debían ser elásticos. Por lo que Wavell al
informar a Londres, terminaba su telegrama con palabras cautelosas.
Era, desde luego, muy sensata
esta llamada a la precaución, puesto que las primeras noticias del éxito
entusiasmaron demasiado al Primer Ministro y su encendido optimismo quedó
reflejado en la prensa y el Parlamento. Wavell estaba decidido a mantener la
operación dentro de sus justos límites.
Comenzó un mal tiempo con
tormentas de arena y lluvias torrenciales. La mañana del 10 de Diciembre dos
brigadas británicasse abrieron camino hacia Sidi el-Barrani. Pero encontraron
una fuerte resistencia italiana. Hasta la noche se desarrollaron duros combates.
A la altura de Alam el Dab ocurrió un
violento combate con una división completa de camisas negras. La retirada de los italianos hacia el Sur y
hacia el Oeste fue cortada.
Los británicos atacaron sidi
el-Barrani por el Oeste a las 4 de la tarde. En la media hora alcanzaron los
casamatas y edificaciones de la periferia. Se rodearon los restos de dos
divisiones libias y una de camisas negras.
Durante la noche del 10 al 11 de
Diciembre, Wavell tomó la decisión más delicada de toda la campaña. Los
transportadores navales estaban preparados en Suez y la División 4 ya podía ser
trasladada al Sudán. Entonces dio la órden, La batalla en la zona había
concluído con resultados favorables. Todas las unidades italianas se habían
rendido.
Wabell mantenía siempre en
secreto sus pensamientos. Hubo tres dias de combates y se destruyeron a las
divisiones de camisas negras. Capturados 28 mil prisioneros, 237 cañones y 73
carros de combate.
La noche del 12 de diciembre los únicos italianos que
permanecían en Egipto, aparte de los prisioneros, eran los que bloqueaban los
accesos inmediatos a Sollum y una unidad
de cierta envergadura que se encontraba en las cercanías de Sidi Omar.
Churchill envió a Wavell un telegrama con su felicitación-bien merecida- por
“la espléndida victoria”.
Wavell estaba decidido a seguir
manteniendo una vigorosa iniciativa. Había que tomar Bardía como objetivo. El
17 de Diciembre se atacó Sidi Omar con éxito, siendo capturados muchos cañones y más
de mil hombres. Mussolini indicó que se debía hacer todo lo posible para retrasar el avance británico, desgastando por
completo al enemigo.
En Bardía se intentaría repetir
lo que hizo Beresford Peirse en Nibeiwa y Tummar, pero en mayor escala y sin la
ventaja de la sorpresa estratégica. Los ingleses estaban con la moral en alto.
El perímetro de Bardía de 28
kilómetros de extensión era defendido por un foso contracarro continuo con
numerosas alambradas batidas por los cañones y casamatas. Se decidió atacar por
el lugar que menos esperaban los italianos: en la mitad del lado occidental. El
28 de Diciembre el General Mackay eligió como “hora cero” las 5 de la mañana
del 2 de Enero pero dos días después se vio obligado a aplazarla por 24 horas,
a causa del retraso que sufrió la llegada de las municiones que le eran
indispensables. Comenzó al ataque. Los australianos recibieron su bautizo de
fuego en la guerra. Rápidamente se señalaron los pasos por donde cruzar y se
neutralizaron unas cien minas. A las 7 de la mañana del 3 de Enero, los carros
ya se hallaban en la cabeza de puente. Al medio día los italianos se rendían en
grupo. El 5 de Enero, la plaza hacía lo mismo.
El botín capturado era
impresionante: 38 mil hombres, 33 piezas de artillería, 220 de campaña, 26
antiaéreas, 40 piezas de infantería 146 contracarro, 120 carros de combate y más de 700 vehículos. Las pérdidas globales sufridas por la Commonwealth ascendieron a
500 hombres, de ellos menos de 150 muertos.
El día 1 de Enero, la Western Desert Force fue
rebautizada con el nombre de Cuerpo de Ejército XIII. Cinco días después se
avanzó a El-Adem, donde se hallaba el más importante aeródromo italiano en
Libia y al día siguiente se procedía a aislar Tobruk por el Oeste. Se salió de
Bardía y un día después se intercambiaron los primeros disparos con el sector
oriental de las defensas de Tobruk. Una vez más los italianos volvieron a recibir
órdenes de resistencia a ultranza.
Area de la campaña del desierto
Las pérdidas italianas eran
enormes. En menos de un mes, ocho
divisiones habían sido completamente aniquiladas y en cuanto a aviación
sólo quedaban 119 aparatos, la mitad de los cuales eran cazabombarderos. La
caída de Bardía había reducido muchísimo el número de tropas.
El mismo día de la caída de
Bardía, en Londres, a 5 mil kilómetros de distancia, Churchill acababa de tomar
una decisión que tendría profundas repercusiones en el desarrollo de la campaña
en el desierto. “Es necesario asegurar la defensa del flanco occidental de
Egipto”, dijo. Con ello quería significar que no pensaba ir más allá de de
Bengasi. A partir de entonces pidió a Wavell que procediera a los preparativos
en gran escala para el envío de un Cuerpo Expedicionario británico a Grecia.
Mientras se estaban llevando a
cabo los preparativos para el salto a Tobruk, Wavell se trasladó a Atenas para conferenciar con el gabinete griego y con los jefes del Ejército. Era preciso enviar a Grecia tres
escuadrones de Hurricane y uno de Blenheim. Las protestras de Wavell y Longmore
consiguieron moderar el tono absoluto de estas instrucciones, pero aún así el
mando de El Cairo ya no podía albergar más dudas en el sentido de que era
forzoso imponer límites.
El plan de ataque a Tobruk era
muy parecido del ataque a Bardía, pero en mayor escala. Durante 12 días tras la
caída de Bardía, no cesó ni un instante el movimiento en torno al recinto
defensivo de la ciudad: llegada de municiones, preparación de las posiciones
artilleras y envío de de patrullas ofensivas que hostigaban y desorientaban
continuamente a las tropas italianas.
Tras un aplazamiento de 24 horas,
obligado por una tempestad de arena una de las más fuertes de toda la campaña,
O Connor lanzó el ataque a las 8 de la mañana del día 21 de Enero. Los carros
se movieron. De protección, una potente barrera de fuego artillero. Ambas
brigadas alcanzaron sus primeros objetivos con escasas bajas. Pero poco
después, los italianos pusieron en acción sus cañones antiaéereos y transcurrieron unas horas de encarnizados combates alrededor del recinto y hacia
el centro del mismo
No obstante, al aproximarse el
crepúsculo, las fuerzas de la Commonwealth se habían sitiado al margen del
talud que domina la ciudad: entonces la mitad aproximadamente de la zona defendida
ya había sido conquistada.
Soldados luchando en Tobruk.
En el transcurso de la noche las
tropas atacantes pudieron divisar por toda la ciudad las llamas de los
incendios y oír el estruendo de las explosiones. Al despuntar el alba avanzaron
sin hallar resistencia.
Los jefes del estado mayor
comunicaron a Wavell que, en aquel momento, se considera de la máxima
importancia la toma de Bengasdi. La noche del
22 de Enero, la Brigada I había establecido contacto con el enemigo a 30
kilómetros de Derna, mientras que patrullas llegaban a la pista que iba al Oeste, Sur y Sudeste.
Así se abrían inmensas distancias
en un territorio jamás atravesado por soldados británicos. El terreno iba
cambiando gradualmente: se pasaba de las extensiones, aparentemente sin fin, de
arena y rocas de desierto, al verde de la
región cultivable. Seguían después alturas que alcanzaban los 600 metros
e incluso más. Había carreteras y dos pequeñas líneas de ferrocarril, una considerable población
agrícola y Bengasi, la ciudad portuaria con una población de 65 mil habitantes,
de los que un tercio eran italianos
Lo noche del 22 de Enero, todo lo
que quedaba de aquel gran ejército de que disponía Graziani a principios de
Diciembre era la división Sabratha (menos una brigada de infantería)
establecida al este de Derna. Una brigada acorazada de unos 160 carros y una
brigada de infantería que estaba lejos al mando del General Babini.
O Connor alcanzó los objetivos
previstos en menos de tres semanas. El ritmo que adquirió la fase final de la
campaña fue frenético. Hombres y vehículos rindieron hasta el límite de sus
posibilidades. El día 24 se libró en el Mechilí una de las primeras batallas de
esta campaña entre carros de combate: la División Acorazada 7 destruyó ocho
carros medianos enemigos, capturó otro y perdió a su vez, un carro pesado y
seis ligeros. El 25 de Enero dio órdenes explícitas para que se impidiera al
General Babini y a sus tropas que se replegaran de El-Mechilí.
Pero una gran parte de las
fuerzas inglesas dejó de avanzar, a causa de la falta de combustible, permaneciendo estacionada hasta la mañana del 27 de Enero. Por la noche, Babini
logró escapar hacia el norte.
Comenzó la persecución en contra
de los italianos ubicados en un terreno boscoso y cortado por barrancos. Los
atacaron con fuego de ametralladoras y bombas ligeras durante dos días. Pero al
medio día del 28 de Enero las cosas empeoraron: llovía torrencialmente y se
produjeron numerosas averías mecánicas y falta de combustible. Todo lo cual
obligó a interrumpir la persecución.
Los australianos ocuparon Derna el 30 de Enero. Al dia siguiente apareció Eric Dorman Smith, amigo personal de Wavell que estaba en Grecia. A este sagaz militar le
correspondió un papel decisivo en el desarrollo de los acontecimientos durante
la última fase del avance.
Dorman Smith emprendió vuelo a El
Cairo. Wabell se entrevistó con el de
inmediato. Este le dijo: "Hay que continuar". Regresó al frente y transmitió el
mensaje. El 4 de Febrero Wavell se trasladó en avión a Cirenaica. Se dirigió hacia Msus. Mientras
la RAF batía a los italianos en retirada.
Los carros de combate británico
ocuparon Msus pero la División Acorazada 7 avanzaba fatigosamente por aquella
accidentada región. Hasta el 5 de Febrero. La persecución prosiguió. Las
fuerzas británicas penetraron profundamente
en Cireneica meridional, en dirección al Oeste. La Brigada Acorazada IV
se aproximaba a Beda Fomm, donde los italianos se apresuraron a organizar lo
que podía ser su última posición defensiva.
Hubo un combate valeroso y
encarnizado. La División Acorazada 7 consiguió inmovilizar una caótica masa de
vehículos y hombres. En el reiterado intento de abrirse paso, los italianos
perdieron 80 carros de combate. El cerco a los italianos se iniciaba.
Carro de combate británico
Amaneció un día de frío y
límpido. Un grupo de 30 carros italianos
hizo un último e inútil intento para romper el cerco formado por los vehículos
acorazados británicos.¨Fue al fallar este postrer intento, cuando se produjo la
rendición sin condiciones. Se había destruído un ejército italiano de diez
divisiones. Capturaron 130 mil prisioneros, más de 850 cañones, 400 carros de
combate y millares de vehículos.
Los británicos con O Connor a la
cabeza, quisieron avanzar hasta Tripoli. Pero no había condiciones. Reactivar
el puerto de Bengasi habría exigido mucho tiempo. Además no se consiguió el
permiso de Wavell
Wilson fue nombrado gobernador
militar de Cirenaica. O Connor recibió la orden de volver a El Cairo para
recibir tropas británicas en Egipto.
Luego, bajo la presión del Gabinete de Guerra y de los Jefes de Estado Mayor,
se dispuso una sutil línea de fuerzas para la defensa del inmenso territorio
conquistado. Todas las miradas se dirigían hacia Grecia donde, de improviso, se
manifestaban síntomas de crisis.
Ataques a diestra y siniestra
El 5 de Febrero, el primer día de
la Batalla de Beda Fomm, Hitler escribía a Mussolini expresándole su
desaprobación por la manera cómo se
había conducido la campaña de Africa del Norte y ofreciéndole la ayuda de una
división acorazada completa, siempre y cuando los italianos resistiesen
firmemente y no se replegasen sobre Tripoli. Cinco días más tarde, Mussolini aceptaba la oferta. El 11 de Febrero el General Erwin Rommel
llegaba a Roma para recibir seguridades en el sentido de que la primera linea
de defensa, en Tripolitania, estaría en la Sirte. Tres días después, un
batallón germano de reconocimiento y un batallón de contracarro llegaban a
Tripoli. (Sacado, editado, condensado y
resumido de la Revista “Asi fue la Segunda Guerra Mundial”)
No hay comentarios:
Publicar un comentario