lunes, 29 de octubre de 2012

CLARO...CLARISIMO


Muchos sectores políticos que casi siempre están bien informados aseguran que Luis Castañeda Lossio habría ingresado a los vericuetos de la corrupción, beneficiándose enteramente mientras se desempeñó varios años en el poder durante su gestión como Alcalde de Lima.
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Ellos en reuniones públicas, privadas y sobre todo en las redes sociales recuerdan que, efectivamente, en su mandato se hicieron infinidad de obras a favor de la ciudad. Pero en lo que se refiere a los trámites administrativos y la ejecución de las mismas, las cosas fueron turbias. Pero tan turbias que implicó  beneficio personal, de acuerdo a estas fuentes que mucho hablan y poco prueban.
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Si efectivamente es así como ocurrió es una obligación que se investigue a fondo lo que se habría realizado y la forma que se habría efectuado. Hablar por hablar, con desparpajo e irresponsabilidad, es realmente rechazable y se estaría cayendo no sólo en falsedad, sino en delito de difamación. El propio doctor Castañeda debe pedir aclaraciones totales para estar bien consigo mismo y con el país.
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Cabe la posibilidad que nada sea cierto y allí si que se estaría manchando honras, en este caso la de un político que constantemente ha pregonado honestidad y eso también debe tomarse en cuenta. No vale manchar por manchar.
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Sin embargo, cuando el río suena es porque piedras trae. El último de estos pedrones es el que señala- se dice que con veracidad plena- que un amigo íntimo del ex burgomaestre de Lima de vistosos bigotes al estilo mexicano y asiduo animador de las páginas sociales de varios periódicos y revistas capitalinas, estaría realizando gestiones para comprar una casa en España ¿De dónde pecatamea?
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Mientras que aquí en Lima tiene a su íntimo amigo, el doctor Castañeda Lossio de quien creemos con convicción a pesar de lo que se dice debida  o indebidamenmte que es un hombre honesto y honrado,  pasando las horcas caudinas por el caso Comunicore.
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Alli está implicado y eso si que no es ningun invento. La realidad monda y lironda que da a lugar a un hecho completamente cierto: hace poco, Castañeda tuvo que pagar 30 mil soles como caución para librarse de la cárcel por los compromisos de carácter penal de este último entripado que nunca explicó a cabalidad. 
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Lo debe hacer a minuciosamente para ver a las claras si está comprometido o no. Por si acaso no acusamos. Solo comentamos y recordamos la posiblidad en vista de que es legítimo que el ex alcalde quiera conservar prestigio.
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Lo que se sabe a plenitud es que el lider de Solidartidad Nacional trabaja actualmente como profesor en la universidad de uno de sus correligionarios que es congresista, José Luna. De estas actividades docentes vive y seguramente que debe haber solicitado un préstamo para cancelar sus obligaciones judiciales.
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Treinta mil soles son treinta mil soles. No es, efectivamente, una cifra altísima  Pero pagar, sol tras sol, significa evidentemente sacrificio. Salvo que se tenga otras entradas adicionales. Un hombre público y figura política de un país debe ser enteramente claro en sus cuentas personales.
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Por eso es que insistimos tanto en que Castañeda, de una vez por todas, hable minuciosamente de Comunicore que se ha convertido en el dogal de su vida. Necesita zafarse de lo malo y de lo dudoso. Por el bien de él mismo. Si es inocente que lo pruebe. La mudez a un lado. Ya es hora.
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Que se califique de tan pésima forma a uno de sus íntimos, que funje con poca capacidad comprobada ni menos profesión conocida de ser su relacionista público de pacotilla, hace pensar a los desconfiados que no sólo uno seria el beneficiado de las arcas municipales del estado.
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Esta sería una banda de galifardos que debería ser descubierta. Las investigaciones correspondientes las debe pedir el propio ex alcalde y no seguir andando con malas compañías que, obviamente, lo desprestigian.
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Hay una necesidad de que no se rompa  la integridad de este político que salió  de las filas de Acción Popular, fue perseguido a mansalva por Montesinos y actuó en la Alcaldía de Lima elegido impecablemente por el pueblo para luego ser candidato presidencial sin éxito. Pero que confiamos en él, si lo hacemos

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Mientras tanto la actual Alcadesa de Lima, Susana Villarán de la Puente, metida hasta el fondo en el lío de los vándalos de La Parada que ha puesto de vuelta y media a toda la capital. Una vez más demostró que  tiene poca capacidad para solucionar los problemas.
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Lo ocurrido por si acaso es serio y pone en peligro la actividad comercial en la capital. Ya se habla de pérdidas cuantiosas en el emporio comercial de Gamarra. Inclusive, por los constantes disturbios, muchas tiendas cerraron sus puertas dos días seguidos.
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El vandalismo desatado es enteramente rechazable. Eso de bloquear los accesos es una estocada a muerte que va desangrando mes a mes y va quitándole fuerza al mercado de Santa Anita. Como lo dijo, acertadamente, el economista Carlos Adrianzén.
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La señora Villarán sin chistar aceptó que la operación la ha hecho ella, asumiendo la responsabilidad del fallido ordenamiento de dicho mercado. Incluso dijo que no se trato de un accionar improvisado. Ella anunció que continuará con las acciones correspondientes. Que tal  cuajo.
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La pregunta cae por madura: ¿la alcaldesa tiene o no responsabilidad o no de lo que inexplicablemente esta ocurriendo en la capital? Hay un hecho innegable: el principio de autoridad ha quedado por los suelos y hay riesgos de violencia e  incluso efectivas pérdidas de vida.
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Parece a las claras que no hay decisión de parte de las autoridades. Las del Ejecutivo y la Municipal con la Villarán a la cabeza, quienes son realmente los culpables. La orden de la burgomaestre de bloquear de barreras de concreto los accesos de camiones a La Parada e impedir que siga así funcionando ilegalmente, dio lugar al saqueo.
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Los comerciantes de inmediato contrataron a los matones, se trajeron abajo las barreras y procedieron al saqueo. Eso se debió, de todas maneras, planificar para que ello no ocurra. Quien dio la orden tiene responsabilidad. En este caso la señora Villarán. Quien la ejecutó también.

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 Es decir, ademas de la alcadesa, las autoridades al más alto nivel de la policía  Incluido el Director General, Raúl Salazar, y por supuesto el Ministro del Interior, Wilfredo Pedraza Sierra. Los responsables, dicho sea de paso, hasta ahora no dan una explicación efectiva de los hechos.  Ellos tienen la obligación de hacerlo.
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No se debe olvidar de ninguna manera que el saldo de la jornada fue de cuatro civiles muertos, más de 130 heridos donde están incluidos casi un centenar de policías y las escenas realmente dantescas, violentas, rechazables. La tranquilidad es una necesidad imperante de la ciudadanía.
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 Aquí hay salvajismo de la peor  especie y una carga simbólica de sufrimiento. No puede ser. Las turbas, bajo ningun punto de vista, pueden hacer lo que quieren, desafiando el orden y las leyes establecidas en el país.
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Incluso de forma inaudita, muchos peruanos pudieron ver por la televisión cuando las turbas desenfrenadas arrastraban por el piso a los custodios del orden e incluso los golpeaban salvajemente. Dónde estamos, en la barbarie total y las leyes, como los policías, por los suelos.
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 Tal situación es gravísima y hay que evitar que nuevamente ocurra. Los efectivos del orden nunca deben ser carne de cañón. Hay que actuar con coherencia viendo los pros y los contras. Pero, sobre todo, aplicando medidas de seguridad efectivas, con los servicios de inteligencia necesarios. Si los malhechores nos sorprenden y hacen lo que les parece, cuáles pueden ser las seguridades de las ciudadanía.
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La señora Villarán tiene responsabilidad en lo sucedido porque permitió con su negligencia que la situación de La Parada llegase al punto en que está. Cuando asumió la alcaldía tenía a los 250 mayoristas que manejaban el 90 por ciento a favor  del traslado a Santa Anita.
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Sin embargo, la burgomaestre lo postergó porque hizo saber que faltaban pabellones que ella prometió construir. Los mismos que hoy  no existen y brillan por su ausencia. Eso no es serio. Eso es un engaño. 

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Hay también mezquindad en la Villarán. Muchos entendidos  afirman y eso sí que es grave que el retraso solo se debió a su intención de impedir que Santa Anita fuese visto como un éxito de la gestión anterior de Castañeda Lossio. Política de la más barata y rechazable totalmente.
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Los dos años de puras promesas, inconsecuencia y obras inexistentes pese a los anuncios expresos sirvieron para quienes tienen intereses económicos directos en que el traslado, no se realizase.
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 Fue así como y ello está enteramente comprobado que los inescrupulosos alquilaron informalmente sus puestos en la Parada, se organizaron,  vencieron a la mayoría que estaba a favor del traslado y, por supuesto, voltearon sus acciones contra la Municipalidad. La señora Villarán no se dio cuenta de ello y eso significa que estuvo completamente desinformada y lo que es peor, desacertada.
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A otra cosa señora Villarán y usted más fresca que una lechuga solicitando dialogo cuando, de por medio, hay violencia y desbande. El Estado de Derecho tan necesario para el país permanece por los suelos.
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Sin embargo,  no nos inclinamos por la revocatoria de la Alcadesa que debe terminar, de todas maneras, su mandato para que, sea el propio pueblo de Lima, el que la rechace por inepta y la cancelé de sus actividades políticas si es que quiere la reelección  que, en determinado momento con cinismo, ha anunciado. Una medida de este tipo crea, además, mucha inestabilidad. La revocatoria es sinónimo de victimización y eso es, precisamente, lo que busca la señora de los fracasos totales.
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Lo que hasta ahora ha conseguido como representante directa del pueblo de Lima es ineptitud. Porque no tiene capacidad de efectiva estadista y conductora del porvenir de la ciudad. Lo de la Parada es una confirmación de que el cargo le queda enteramente ancho.
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Si que se llena la boca y a cada rato de proyectos, buenas intenciones y una emoción social inagotable. Pero a la hora de las decisiones, lo único que hace es errar en contra de quienes precisamente la eligieron. Es decir, los limeños que quieren paz y tranquilidad por sus cuatro costados. (Noé)

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