martes, 16 de abril de 2013

FAULKNER: VALIOSO E INNOVADOR INFLUYENTE

Un innovador de la Literatura. Eminente creador de ficción que destacó notablemente y se convirtió en uno de los mejores del siglo XX. La técnica literaria la desarrollo magistralmente. Con monólogos admirables y nuevas perspectivas. Consiguió en sus obras  el manejo original del tiempo, sin cronología. Pero lo real y concreto es que influyó en grandes escritores. Desde Rulfo y Borges hasta García Márquez y el propio Vargas Llosa. Todos ellos de renombre y algunos premios Nobel como él mismo que lo ganó, con aceptación general, en 1949. Escritor de novelas y cuentos. En su vida personal, alcohólico empedernido. Evidentemente, por la variada obra que dejó, un impecable escritor de esos que, de todas maneras, hay que admirar.
A William Faulkner lo consideraron, acertadamente, como el padre de la novela contemporánea. Nacido en el sur de los Estados Unidos. No llegó a acabar los estudios profesionales y luchó en la Primera Guerra Mundial como piloto de la Royal Air Force (RAF), en castellano Real Fuerza Aérea. Por su  condición de veterano tuvo la oportunidad de ingresar a la universidad. Pero al poco tiempo decidió entregarse por completo a la intelectualidad.


William Faulkner

Tras cambiar habitualmente de trabajo, el autor publicó su antología de cuentos “La paga de los Soldados” en 1926, tras encontrar estabilidad económica como periodista en la ciudad norteamericana de Nueva Orleans.
Poco después comenzó a sacar a luz sus novelas en las que relató y reflejó las costumbres del sur de su país que conocía y amaba tanto. “El Ruido y la Furia” es la más conocida de este periodo. Luego llegaron obras tan famosas como “Luz de Agosto” (1932), “Absalón Absalón” (1936) y “El Villorrio” (1940)
“Santuario” de 1931 fue, a la larga, su novela más vendida y la que le permitió dedicarse a la escritura de guiones para Hollywood. Sus cuentos más conocidos de esta época pueden leerse en “¡Desciende Moisés!”, escrito en 1942. Como guionista hay que destacar su trabajo en  Vivamos Hoy, Gunga Din y El Sueño Eterno.
En el capítulo de premios, Faulkner tuvo un reconocimiento tardío pero contundente. Al ya nombrado Nobel de Literatura, también recibió el Pulitzer y el National Book Award entregado de manera póstuma por la edición de sus “Cuentos Completos”.
Era el mayor de cuatro hermanos de una familia tradicional sureña que vino al mundo en New Albany (Mississipi) el 25 de Septiembre de 1897 y creció en las cercanías de Oxford. En 1915 abandonó el colegio, que detestaba, para trabajar en el banco de su abuelo.
Después de un breve viaje por Europa, volvió a su país y comenzó a escribir una serie de novelas inquietantes, ambientadas en el condado ficticio de de Yoknapatawpha inspirada en la ciudad de Lafayette, Mississippi, habitándolo con sus propios antepasados, indios, negros, ermitaños y blancos pobres. 
En la primera de estas novelas, “Sartoris”, caracterizó al coronel del mismo nombre como su propio bisabuelo, William Cuthbert Falkner: soldado, político, constructor ferroviario y escritor. Faulkner repuso la u  a su apellido por razones de marketing comercial editorial para la venta de sus libros.
 En el plano personal, decidió casarse con el amor de su infancia, Estelle Oldham. Estableció su hogar y residencia literaria en el pequeño pueblo de Oxford. Esta dama había tenido un matrimonio anterior con tres hijos. Tras su divorcio, ella se junto con el escritor.
La primera hija de Faulkner y Estelle solo vivio nueve días. Tragedia  familiar. La iban a llamar Alabama. El escritor se encargo de enterrarla, con el sufrimiento total sobre el corazón, en el cementerio de Oxford. La pareja procreó otra niña, cuyo nombre fue Jill
Desde el punto de vista literario, según los críticos y especialistas, Faulkner exige mucho a  sus lectores. Para crear una atmósfera determinada, sus frases complejas e incluso enrevesadas se alargan durante más de una página.

Su foto en la portada del Time

Jugando con el tiempo de la narración ensambla relatos, experimenta con múltiples narradores e interrumpe el discurso narrativo con una serie de monólogos directos. En 1946, el crítico Malcolm Colwey, preocupado porque el escritor era poco conocido  y  ni siquiera apreciado, públicó “The Portable Faulkner”, libro que reúne extractos de sus novelas, dando a Yoknapatawpha una nueva claridad y poniendo, de esa manera, el genio del escritor al alcance de una nueva generación de lectores.
Esta novela casi experimental creó escuela y las letras hispanas siguieron trabajando el género. Como puede descubrirse en la obra del argentino-chileno Manuel Rojas y de los mexicanos Juan Rulfo o Carlos Fuentes.
El hecho que tras la Guerra Civil española cayera la censura sobre Faulkner hizo que su obra, que había empezado a traducirse en 1930, tardara en publicarse de nuevo. Pero aún así, muchos escritores reflejaron su influencia como Luis María Santos y, por supuesto, Juan Benet.
Las obras de Faulkner, que permanecieron durante un largo tiempo lejos de las imprentas, comenzaron a reeditarse. Al escritor lo consideraron ya no como una curiosidad regional sino como un gigante literario, cuya mejor escritura iba mucho más allá de las tribulaciones y conflictos de su tierra natal.
Cabe recordar que el mito presenta al autor como un escritor compulsivo que trabajaba de noche y en largas sesiones. Mito que cultivo él mismo y que encontró su mejor reflejo en su personalísimo estilo, construido a partir de frases extensas y atropelladas, de gran barroquismo y potencia expresiva que incluso fue criticado en algunas ocasiones por su carácter excesivo. Pero a cuya fascinación  es difícil sustraerse y que, finalmente, se impuso a los críticos.
Fue nombrado embajador itinerante de su país alrededor del mundo por el Presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower. Los últimos años de su vida transcurrieron entre conferencias, colaboraciones con el director de cine  Howard Hawks, viajes, relaciones sentimentales efímeras y curas de desintoxicación alcohólica. Como expresión esto último de su angustia nunca resuelta.

 
Muy joven: a los 20 años

Murió de un ataque al corazón el 6 de de Julio de 1962 a los 74 años. Su familia lo veló en absoluta privacidad. Ahí estuvo el cadáver del escritor en un modesto ataúd. Lo vió poca gente. Pero el acto fúnebre se realizó con la presencia de periodistas de todo el mundo. El cortejo atravesó Oxford, con los familiares e íntimos amigos, cargando la caja con su cuerpo sin vida. Ante la tumba, su amigo Duncan Gray, dijo una oración final. Así se despidió, para siempre, de este mundo.
Muchos críticos recuerdan que la obra de Faulkner debe ser contemplada como un todo, en la medida en que ella se halla enmarcada por la voluntad de recrear la vida del sur de Estados Unidos. El localismo, en ningún momento, impide de que sus personajes y sus obsesiones tan circunscritos a un tiempo y un lugar concretos, adquieran una proyección universal.
Como otros autores prolíficos sufrió la envidia y fue considerado el rival estilístico de Ernest Hemingway. Sus largas frases contrastaban con las cortas del autor de “El Viejo y el Mar”. Pero lo cierto y real es que Faulkner es considerado como el único probable modernista norteamericano de 1930, siguiendo la tradición experimental de escritores europeos como James Joyce, Virginia Woolf y Marcel Proust.


La Guerra de Secesion marco al escritor

Alguna vez le preguntaron al escritor  si había alguna fórmula que sea posible seguir para ser un buen novelista. La respuesta fue contundente y total: “99% de talento.99% de disciplina y 99% de trabajo.
Luego añadió con precisión: “El novelista nunca debe sentirse satisfecho con lo que hace. Lo que se hace nunca es tan bueno como podría ser. Siempre hay que soñar y apuntar más alto de lo que uno puede apuntar. No preocuparse por ser mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Tratar de ser mejor que uno mismo. Un artista es una criatura impulsada por demonios. No sabe porque ellos lo escogen y generalmente está demasiado ocupado para preguntárselo. Es completamente amoral en el sentido de que será capaz de robar, tomar prestado, mendigar o despojar a cualquiera y a todo el mundo con tal de realizar su obra”. Cuanta verdad, Cuanta razón. Que brillantez. El escritor valía y vale por siempre y para siempre. (Edgardo de Noriega)

1 comentario:

  1. Edgardo.
    Acertado y entretenido tu punto de vista en los temas que tocas. De acuerdo.
    Pero hay una mención que me ha traído a la mente viejos recuerdos de mi juventud. El escritor norteamericano William Faulkner, "El sonido y la furia", "Palmeras Salvajes", "Absalón, Absalón" y "Peregrino de la Estrella", que devoraba con loco entusiasmo.
    Le había perdido la huella, cuando Veguita, en una de sus visitas a Ultima Hora me llevó las dos últimas novelas, porque me sabía hincha de Faulkner.
    Será motivo para releer "El peregrino de la estrella", que lo debo tener en mi archivo y que es una maravilla de creación, pues se trata de un ladrón, prisionero, que inventa como escaparse de las prisiones, haciéndose el dormido y su alma se escapa para vivir las más sorprendentes historias. Y los castigos son cada más severos, para gusto suyo, pues le dan más tiempo para imaginar e irse a mundos o lugares recontra extraños.
    Renovado agradecimiento y seguimos contactados.
    Roberto.

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