CLARO...CLARISIMO

Hace unos cuantos años “Kramer vs Kramer” se llamaba una famosa película de taquilla y éxito en el mundo cinéfilo. Siguiendo la misma  lógica y conforme se han presentado los hechos, Toledo vs Toledo lo podemos denominar y bautizar, definitivamente, al principal escandalete político actual peruano donde se investiga y discute la adquisición de dos inmuebles lujosos, por un valor aproximado de más de  4 millones de dólares.

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El gran problema singular, peculiarísimo y quizás único, enteramente paradójico, en que el investigado, el ex Presidente de la República, Alejandro Toledo Manrique, es el que, precisamente, con las declaraciones tan insólitas que hace, constantemente, se hunde cada vez más en el fango de la  mentira. Pero con una connotación: el mismo es su principal enemigo. El  dice. El mismo se contradice. Por quítame estas pajas.  Que tal culebrón de incongruencias.

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 A tal punto que la ciudadanía, a estas alturas, está convencida que algo turbio guarda el político con respecto a los bienes que compró su suegra, Eva Fernenbug, por tan exorbitante cantidad de dinero.

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Este señor Toledo además se pone histriónico con su voz antipática, engolada de siempre  y sus palabrejas tan trilladas. Como: “si o si”, “cuidado pescadito”, “no  permito esa pregunta. "A mis hijas y mi esposa nadie las toca”.  Ya todo lo que pasa, simplemente, sirve de anécdota. Es más, de humor y de risa.

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 El hecho comprobado es que ya no se le toma en serio al político, nacido en el pueblito serrano de Cabana en el departamento de Ancash y que empezó a luchar en la vida como lustrabotas, que se desgasta por completo para explicar su situación. El camino hacia el desprestigio es, prácticamente, una realidad.

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Lo real y concreto consiste en señalar coherentemente de donde salió el dinero y quien compró los inmuebles. La suegra o la ex pareja presidencial y a tales interrogantes tan simples nadie  explica. Entonces, con toda razón, se dice directamente en tono de acusación: aquí hay, de todas maneras, gato encerrado. 

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De los raterillos parecidos a los pájaros fruteros del Mercado La Parada que fueron sus hermanos y parientes  quienes protagonizaron actos dolosos y corruptos de baja monta, ocurridos durante su gobierno del 2001 al 2006, la falsificación de firmas como hecho punible para la inscripción electoral de su partido, hemos llegado  a situaciones distintas que merecen por donde se le vea y otra vez, el rechazo general.

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La compra-venta de los inmuebles, por no saber explicarlas podría traerle a Toledo problemas mayores e incluso la liquidación de su candidatura presidencial el 2016. Al respecto, no hay ninguna duda que el cholo sano y sagrado quiere volver a ser mandatario del Perú. Entonces para qué se meta en tales incongruencias.

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De ello no se tiene ninguna duda y mientras tanto siguen los alaridos penosos de gritar a los cuatro vientos y absolutamente nadie escucharle ni menos convencer a alguien de que: “yo Alejandro Toledo soy honesto y un luchador permanente en contra de la corrupción”. Todo ello como un conjunto de buenas intenciones, sin fundamento alguno. Pero si con ejemplos en contra.

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Hasta la fecha el ex mandatario habrá dado por lo menos cinco versiones de los hechos. Ninguna creíble. Todas, absolutamente todas incoherentes y las preguntas e interrogantes sigue allí sin contestarse: de donde pecatemea tanto la señora Fernenbug, como su hija o su yerno para comprar estos bienes inmuebles que son tan caros y lujosos.

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Ni  tampoco se registran respuestas de credibilidad para explicar el por qué de la creación de empresas dudosas con socios insolventes y la razón de las garantías de un empresario judío, Josef Maiman, que no se sabe si efectivamente es un millonario total o un fracasado en el campo económico y financiero. Todas son dudas,  incoherencias. Un pandemónium que, nadie lo duda, afecta a la ética y la moral del país.

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Lo enteramente preocupante es que podría ocurrir que nunca se sepa cual habría sido el origen de estas transacciones financieras. Que pasado el temporal y el clímax del escándalo, volvamos a lo mismo y nada pase. Eso, si se produce, sería inconcebible.  Estemos atentos.

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Mientras tanto, las señoras Keiko Fujimori y Nadine Heredia, que cumplen años el mismo día, estuvieron de festejos que llamaron  efectivamente la atención. La primera hizo su reunión con los parlamentarios de su grupo político, familiares y sus seguidores. Los primeros hicieron el ridículo bailando y hablando sandeces que los desmerece y para colmo de males, confirma a como de lugar, que son unos otorongos despreciables. Ridículo total, por si acaso.

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Los que dieron vergüenza son los Congresistas: Juan José Díaz Dios, Pedro Spadaro y  Rolando Reátegui quienes danzaron  la canción “Súbete a Mi Mono”, disfrazados nada más y nada menos que de Menudo, con casacas de cuerina inclusive. Qué desastre.

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Mientras la segunda se fue a la Concha Acústica del Campo de Marte y dio regalos a diestra y siniestra en  manifestación concertada y nada espontánea, con gente traída a bordo de infinidad de ómnibus que fueron contratados exclusivamente para tal ocasión. Las beneficiadas, las señoras humildes de los conos.

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El hecho en sí implica averiguar a profundidad si se han utilizado fondos públicos porque de por medio existe la posibilidad de que se haya registrado malversación de fondos. Es decir, un delito que, de comprobarse, merece ser sancionado.

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 Nadine, a todas luces, adelanta la campaña electoral.  Que lo haga es su responsabilidad, aunque está impedida por ley de ser candidata presidencial. Pero que no utilice la plata de todos los peruanos, si ello efectivamente habría ocurrido. En cuanto a honestidad, la mujer del César (léase Presidente) no sólo debe serlo, sino parecerlo. ¿O no, señora primera dama?

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Quien lo hubiese dicho. Hoy en día el ex diputado y líder de la izquierda peruana, Carlos Tapia García, está de colaborador del diario "Perú 21"  dirigido por Fritz Du Bois, un economista metido a periodista de ideas enteramente liberales.

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Por si acaso no criticamos ni al uno ni al otro. Solo relatamos lo sucedido para demostrar que, con amplitud y dejando los sectarismos del ayer, pueden ocurrir hechos positivos en la política peruana.

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Más aún cuando Tapia, en su primera columna, reafirma conceptos que valen la pena tener en cuenta. Uno de ellos es el siguiente: “Lo acertado en una posición progresista y radical incluso es luchar por hacer más igualitaria la democracia”.

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Según el ex parlamentario de 1985 a 1990, la mejor forma de defenderla es hacerla avanzar del ámbito político y formal a lo económico y social. Tal aseveración sí que rompe paradigmas tradicionales y abre nuevos caminos de pensamiento. Inclusive, lo que es un asunto comprobado: no le falta razón.

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Revela, asimismo, una verdad que tenemos la impresión debe haberle costado mucho asumirla cuando dice: “El uso de la violencia angosta y dificulta el camino de las realizaciones. La acción insurreccional a nombre de los de abajo, al final de cuentas, siempre terminará favoreciendo a los sectores retrógrados y autoritarios de la sociedad”.

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En buena cuenta, lo que sostiene Tapia es la renuncia total de su parte al dogma marxista de ponderar y ejercer la lucha de clases, como motor de la historia. Qué tales avances y allí tan sólo no queda la gran transformación…

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En efecto, el líder izquierdista rechaza enfáticamente a lo que llama él “todas las dictaduras”. Así está reconociendo, implícitamente, la acción nefasta enteramente autoritaria de los hermanos Fidel y Raúl Castro en Cuba. Si nos atenemos a sus palabras, en la isla caribeña hace tiempo que no hay revolución porque dictadura, de todas maneras, es con sus avances dizque en salud y educación ¿O nos equivocamos?

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Conocemos a Tapia desde hace una punta de años y lo consideramos un hombre inteligente, capaz y honrado. Estudioso como pocos del fenómeno que apareció como una plaga mortal allá por los años 80, el terrorismo demencial de Sendero Luminoso. Un político nato que reafirma su condición democrática.

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Lo que está planteando es, realmente, algo original e interesante para la actividad pública del Perú. Nada más y nada menos que la irrupción de una nueva izquierda moderna, tolerante y efectiva en el espectro político peruano. 

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La que por ejemplo tiene Chile consolidada con Michelle Bachelet que muy probablemente, dicho sea de paso, vuelva a ser presidenta  de ese país. Hay conceptos nuevos en Tapia que evidentemente llamará la atención e incluso la crítica de los paniaguados de siempre. Es decir, la derecha recalcitrante tipo Aldo Mariátegui. Pero que, de todas maneras, merece tomarse en cuenta.

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Como por  ejemplo cuando Carlos afirma que sin crecimiento económico no es posible reducir la pobreza y la desigualdad. Ello no basta. El líder izquierdista pide la presencia del Estado fortalecido y capaz de guiar su legitimidad ante la población.

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Constante y profundo es el mea culpa del otrora dirigente y activista que salió de las entrañas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), agrupación rebelde  que seguía las ideas del  guerrilero Luis de la Puente y Uceda.

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Si la misma   que se levantó en contra del primer Gobierno democrático de Belaúnde allá por los años 60. Muchos pensamientos primigenios del Apra de los años 30 mezclados  en el crisol equivocado de la ideología  maoísta persistente y el foquismo cubano que ejerció aquel hombre que fracasó por completo en sus intenciones insurreccionales, en los montes bolivianos: Ernesto “Che” Guevara.

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Vale la pena preguntarse cómo reaccionarán los otros sectores de izquierda existentes en el país frente a las premisas del ex representante del MIR, UDP y el PUM. Sobre todo porque eso que es tan necesario y se llama “unidad efectiva” es tan difícil  entre ellos por el prurito y constancia que tienen para fraccionarse, en grupúsculos débiles e inconsecuentes.

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Sin embargo soñemos un poco. Si logran coincidir-lo que es enteramente muy irreal y dificultoso- habrían dado un gran paso. Lo  cierto, eso si, es que el sistema político peruano requiere para fortalecerse de partidos políticos tan necesarios-y hoy hay  tan pocos- con opiniones diversas, plurales, efectivas. 

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 Desde la derecha, el centro y la propia izquierda. Con la máxima a cumplirse siempre  como los diez mandamientos de los cristianos que en una  democracia a nadie se puede marginar, aunque estén equivocados. Todos a uno por el Perú. (Noé)