Cuando
la patria pasaba por lo peor de
los peor con los embates de la invasión
chilena de excesos inauditos, desproporcionados y de violación entera de
los derechos de los peruanos, allí, allí, en ningún momento vacilando, estuvo
una mujer singular, mostrando a como de lugar: coraje, decisión y abnegación.
Cualidades decisivas y admirables que la convirtieron, sin ninguna discusión,
en la heroína de la Guerra del Pacífico
En la inmensidad de la sierra y en medio de cerros, quebradas inhóspitas,
precipicios, recovecos de caminos de herradura, las tropas de la resistencia
nacional haciendo lo indecible para
vencer al enemigo, cruzaban pueblo tras
pueblo de pobreza y miseria impresionante.
Había un clima atmosférico casi
inaguantable, intenso frio constante y
hasta lluvias torrenciales. Incluso con granizada, truenos y relámpagos.
En este escenario tan duro y poco
accesible a una pizca de comodidad, un puñado de corajudos soldados seguía luchando contra Chile, encabezados por
aquel héroe que nunca se rindió. Era Andrés Avelino Cáceres, cuya valentía no fue exclusiva. La fundió como un crisol y se acopló perfectamente con su esposa, de forma
enteramente excepcional
Lo acompañó, gran parte de los dos
años y medio que duró la Campaña de la Breña en contra del nefasto invasor, su
esposa, Antonio Moreno de Cáceres. Ella, al escenario de la rebeldía y la
insurgencia por recuperar la soberanía del Perú, llevó inclusive a sus pequeñas
hijas: Zoila Aurora, Lucila Hortensia y Rosa Amelia.
Antonia Moreno de Cáceres: mujer valiente y de valor.
Antonia Moreno de Cáceres: mujer valiente y de valor.
La madre y las niñas desafiando al enemigo.
Nunca cayeron en las manos de los chilenos abusivos. Una constante fue burlarse de ellos y
colaborar, en lo que pudiesen, como lo hicieron de forma tan peculiar, con las huestes de la liberación legítima
Antonia, mujer enteramente consecuente. Antonia, mujer de hierro.
Llena de calidades y de resistencia total. Lo demostró a las claras en los
peores momentos de la Historia del Perú. En la desgracia de la Guerra con Chile
y en plena invasión tan injustificada, tan abusiva, tan poco consecuente. Allí
estuvo como ninguna.
Todos estos hechos los relata
minuciosamente, en entrevista exclusiva con Miscelánea y demostrando a las claras conocimiento de causa y profundidad en el
campo de su dominio profesional, el joven historiador peruano, Rodolfo Castro Lizarbe, quien ha
estudiado en la Pontificia Universidad
Católica del Perú y apunta a convertirse en un experto excepcional y total de las lides relacionadas con este
tipo de conflictos. Muy pronto hará una maestría de especialización.
Castro es un convencido de que
hay que reivindicar, para siempre y de una vez por todas, la figura de la señora Cáceres. Un paso ya se ha dado con
la publicación, en 1912, de sus “Recuerdos de la Campaña de la Breña”, cuyo prólogo
lo ha escrito el joven investigador y el libro ha sido publicado por la Universidad Nacional San Luis Gonzaga
de Ica y la Orden de la Legión Mariscal Cáceres.
Hay una coincidencia en afirmar
que doña Antonia hizo de todo a favor del país: conspiró con efectividad, contribuyó
a que se saquen en ataúdes armas y piezas de artillería. Engañando por completo
al enemigo.
Llevó, de Lima a la sierra, el encargo del
gobierno provisorio en busca de la adhesión de Cáceres. Aunque en lo que se
refiere al apoyo, hay una serie de contradicciones por aclarar. Sin embargo, la gestión presidencial de Francisco García Calderón fue
reconocida por el héroe y se registró entre ellos una probada coordinación.
Asimismo pasó por Chosica,
Huancayo, Jauja, Tarma, Cerro de Pasco,
Huánuco, Ayacucho, Huaraz, y otras
ciudades, retornando a Lima por Paramonga. Había cruzado las Cordilleras Blanca
y Negra. Hasta que llegó al desierto
costeño tan largo y tan aburrido, rumbo a la capital.
Rodolfo Castro Lizarbe
Rodolfo Castro Lizarbe
En una oportunidad conversó,
mientras el esposo estaba lejos en la serranía luchando, con en el emisario del
jefe de la invasión, Patricio Lynch, en la casa del Cónsul de España, de nombre
Alberto Stuven. Ahí, sin titubeos, rechazó enérgicamente las amenazas
chilenas y retó a los nefastos invasores que la fusilen, conjuntamente, con sus
hijas. Que tal firmeza.
Lynch era un zamarro de la peor especie que
incluso, entre otras barbaridades, ordenó flagelaciones en contra de los
peruanos. Y en una oportunidad allanó el domicilio de la señora Caceras, cuando
ella estaba fuera de la capital.
Doña Antonia, en la sierra, nunca se cansaba de
atender a su esposo en sus triunfos, en sus caídas en sus luchas armadas, en sus enfermedades. El estar con las niñas era su constante
preocupación, sobre todo por lo accidentado del terreno que debían de recorrer
y por el continuo acoso del enemigo.
En más de una ocasión, tanto doña
Antonia como sus pequeñas, se salvaron de
accidentes fatales por la oportuna intervención de los oficiales
ayudantes, fuera de las caídas experimentadas por la propia señora Cáceres, en
la retirada de Ayacucho. Y por su hija Rosa Amelia, en la ida a Huaraz.
Ellas casi son atrapadas por los
chilenos en Jauja a inicios de 1882. Lo
mismo ocurrió en Huaraz en marzo del año
siguiente. Mucho antes había salido de Lima rumbo a la sierra, disfrazada de humilde
campesina.
Cabalgó, inclusive, a lomo de
mula al lado de la imponente Cordillera de los Andes con el soroche encima. En una oportunidad, contrajo la enfermedad del
tifus que casi se la lleva a la tumba. Pero, felizmente, sanó.
Le latía mucho más fuerte el
corazón cada víspera de combate que se despedía del esposo. Tal como ocurrió en
Pucará, Acuchimay, Marcavalle y
Huamachuco. Los peligros eran mil y ella con sus niñas pudieron superar las
adversidades.
Conoció a Leoncio Prado antes de pelear en Huamachuco
e inmolarse como héroe. Habló largamente con él cuando vino a buscar a su esposo para recibir instrucciones. Ella
se las adelantó en parte. Esta mujer se la jugó por el Perú hasta que murió en
1916. Sus restos descansan en la Cripta de los Héroes del Cementerio Presbítero
Maestro de Lima.
A continuación la entrevista con
Rodolfo Castro:
-Para usted como historiador, ¿Cómo puede definirse a Andrés Avelino Cáceres y su esposa, Antonia Moreno de Cáceres?
-Cáceres es el militar más
destacado de la Guerra con Chile por su empecinamiento para mantener la
resistencia, a pesar de que muchos ya
creían acabada la posibilidad de continuar la guerra. Mientras que,
Antonia Moreno de Cáceres, es la mujer que mayor participación tuvo a lo largo
de este conflicto y. como bien dijo el doctor Juan José Vega, la podemos
considerar como la primera rabona del Perú.
Eso si entendiendo que tales personalidades eran aquellas mujeres que
acompañaban a los soldados en las marchas y las campañas. En este caso, ella,
por ser la esposa de quien acaudillaba la resistencia, merece ese apelativo.
Doña Antonia siempre siguió, admirablemente, a su esposo. No se quedó en casa o en otro sitio. Constantemente en
el lugar de los hechos donde había
enfrentamiento bélico. Eso, de por sí, es admirable Fue así y está comprobado que de tal manera ocurrió. La señora Cáceres visitó
hasta los parajes más inhóspitos de la sierra. Cruzó una y otra vez la
Cordillera. Incluso, para colmo de males, en estas marchas perdió a su único hijo
varón.
-El término de rabona suena
peyorativo, por si acaso
-Sí, efectivamente. Ya ha habido un incidente en el
cual un Comandante General del Ejército, cuyo nombre no vale la pena recordar,
se ofendió por completo al escuchar este calificativo. Pero en realidad se
puede decir, sin ningún inconveniente,
dicho nombre en el sentido que lo he hecho, aludiendo a estas mujeres que
heroicamente seguían siempre a la cola del Ejército. El rabo del Ejército en
las marchas u otros acontecimientos eran las rabonas. La gran participación, enteramente
decidida, de doña Antonia está por encima de cualquier expresión que guste o no
guste.
-Cierto es lo que usted dice. Según el diccionario de la Enciclopedia
Espasa, Pág. 70 del Tomo 49, la palabra, entre otras acepciones, significa lo
siguiente: mujer que suele acompañar a los soldados en las marchas y en campaña.
-Así es por eso es que uso el término.
¿Especifique los estudios de carácter histórico que ha realizado con
respecto a la vida de estos dos grandes
e ilustres personajes?
Para mi tesis como historiador escogí un tema relacionado con la Guerra del
Pacífico en la etapa de que los chilenos ocupaban Lima. La resistencia aquí fue
apoyada de modo casi secreto y clandestino, facilitando el escape de los
peruanos que querían ir a pelear a la sierra. Enviando información, armamento y
lo que se necesitaba al interior del país. Quien jugó un papel preponderante
aquí fue doña Antonia Moreno de Cáceres, que estuvo viviendo en la capital el
año 1881 cuando ya su marido había
salido a la sierra. He investigado, a
profundidad, como ella ayudó a Cáceres.
¿Hay de por medio algunas publicaciones
u otras pruebas?
Si. A eso precisamente voy. Soy el autor del prólogo de la tercera edición
de “Los Recuerdos de la Campaña de la
Breña” de doña Antonia, cuyos textos
los he confrontado con otros testimonios y fuentes de la época. Incluyendo
memorias de otros protagonistas, periódicos de la época y otras publicaciones
documentales, tanto de origen chileno como peruano. Toda la documentación que
pueda concurrir para extender o corregir algunas inexactitudes que puedan haber
en estos recuerdos que ella escribió muchos años después, treinta o cuarenta.
Castro, la bisnieta de los héroes, Jossie Sisson Porras, y el General Pablo Correa Falen: Presidente de la Orden de La Legión Cáceres
Castro, la bisnieta de los héroes, Jossie Sisson Porras, y el General Pablo Correa Falen: Presidente de la Orden de La Legión Cáceres
¿Existen, concretamente, algunas conclusiones al respecto?
El tema de mi Licenciatura en
Historia que he obtenido fue exactamente
el denominado “Organizaciones Patrióticas Durante la Ocupación de Lima”. Una de
las protagonistas es doña Antonia Moreno y en el trasfondo está Andrés Avelino
Cáceres, porque era a él a quien se ayudaba.
La señora Cáceres nace en Ica en la década de 1840. No se sabe con
exactitud y claridad su origen. Hay biógrafos que señalan su posición
acomodada. Aunque eso tal vez se dice para “dorar la píldora” ´porque, como se
sabe bien, la apodaban “La Melón
Podrido”. Aludiendo que de joven había sido vendedora de melones. Una necesidad
es indagar más sobre estas situaciones de poco conocimiento. Hay que ir a Ica a investigar más, de todas maneras.
-¿Qué cosa es lo que se conoce exactamente de ella?
Su vida se presenta enteramente
clara a partir del momento en que se casa con Cáceres, pocos años antes de la
guerra. El matrimonio tiene tres hijas
que fueron muy bien educadas. Tal fue el caso específico de Zoila Aurora,
graduada en la Universidad de la Sorbona
de París. Lo que se conoce de doña Antonia es su participación al lado de Cáceres en la
resistencia y como Primera Dama en su condición de esposa del Presidente de la
República, sabiéndose- a plenitud- que mantuvo una imagen muy enérgica y
completamente seria sin eclipsar, en ningún momento, a su cónyuge. Como era el
caso de la esposa de otro mandatario del Perú, Agustín Gamarra, Francisca “Pancha” Zubiaga de Gamarra que se
iba al otro extremo. Aquí había, definitivamente, equilibrio.
¿Algunos otros datos biográficos de doña Antonia?
-Bueno. Lo que he podido ubicar
es a sus hermanos con un solo varón que era Tomas Moreno. Las otras se llamaban
Francisca, Juana, María de la Cruz y Gertrudis. Todos ellos eran Moreno Leyva.
Lo que he hecho en mis investigaciones es afinar detalles en cuanto a
cronologías. Me he ido muchos a las
anécdotas y a encontrar nuevos acontecimientos que no se sabían o no se conocían.
-¿Cuáles, por ejemplo?
Veamos. Una vez,
cuando casi iba a ser capturada por los chilenos que trataban de incursionar a
su casa, se escapó por los techos,
dirigiéndose a la vivienda de un boticario. El, cabalmente, la escondió. No se
sabía el nombre exacto del salvador. Lo encontré durante las investigaciones que
hice en Ica. Era un señor de apellido
Rodríguez. Inclusive hallé una fotografía del personaje. Estos detalles son lo que he logrado precisar en mis
investigaciones.
Doña Antonia con sus tres hijas.
Doña Antonia con sus tres hijas.
-¿A qué se dedica actualmente?
- Estoy colaborando con la Cancillería para la edición y
publicación de un libro sobre el diferendo marítimo con Chile que va a salir próximamente.
La investigación la tenemos avanzada y el próximo año cursaré mi maestría,
tratando y estudiando a fondo un tema vinculado a la Guerra del Pacífico, incluido
los años posteriores a los gobiernos de Cáceres. Don Andrés Avelino y doña
Antonia son un binomio de vidas muy singulares. Una mujer cuyo marido está en
la brega no se queda como las otras a seguir su vida doméstica. Cáceres fue un militar
que tenía una sensibilidad social muy fina. Sabía cómo escoger a los mandos en
provincias para que fueran las personas respetadas, acatadas y con capacidad de
movilización en sus pueblos. Supo levantar a estas masas y fundirles un
espíritu patriótico grande, para que hicieran una resistencia tenaz en contra
del invasor. El después como Presidente, y antes de la guerra como Prefecto del Cuzco, dictó
disposiciones tendientes a mejorar la situación social de las masas campesinas
e indígenas.
-Pareciera ser, según las tendencias de carácter histórico, de que no
hay ninguna duda en el heroísmo de Cáceres. Pero sí que erró mucho,
posteriormente, en su condición de Presidente de la República. ¿Cuáles son sus
comentarios sobre estas aseveraciones?
-Por supuesto que no hay ninguna
duda sobre el heroísmo. Inclusive considero injustas las palabras del maestro
González Prada y repetidas por otro maestro, Jorge Basadre, en el sentido de
que a Cáceres “le faltó morir en Huamachuco”. Una apreciación que se ha
repetido y sigue repitiéndose. Lo han dicho dos grandes del pensamiento
peruano. Sin embargo, el Brujo de los Andes estaba por encima de eso. Como decía el
Mariscal Castilla se le reservó para una misión mas grande, como el de reconstruir al Perú después de la guerra.
-Cáceres Presidente no tiene unificación. Por el contrario
enarbola, para muchos, un militarismo presidencial que debió combatirse. ¿O no
es así?
-Hay que tener en cuenta que las guerras encumbran a los militares
y ese no es un fenómeno particular del Perú, sino incluso en los países que se
les considera enteramente democráticos y
representativos como: Estados Unidos y
Francia, donde Dwight Einsenhower y
Charles de Gaulle, resultaron presidentes de sus respectivas repúblicas, después
de la Segunda Guerra Mundial. Aquí, en
el siglo anterior por supuesto, no se pudo escapar de esa regla. Se trata de una tendencia universal que no
tiene tiempos. Un hecho comprobado es que los militares ocuparon el poder,
luego de la Guerra con Chile. Los civiles estaban desprestigiados. El único que
había quedado primero era el General Cáceres. Fue el caudillo natural.
Andrés Avelino Cáceres: el gran héroe
Andrés Avelino Cáceres: el gran héroe
-Pero Basadre, el gran historiador, no dice precisamente eso.
-Efectivamente, sin embargo, creo
que se impone una revisión en el
contexto de afirmar que los gobiernos de Cáceres fueron nefastos. La prensa de
la época es abundante y allí podemos encontrar más luces y tener una
visión aproximada y clara de lo que fue
ese periodo de la Historia del Perú.
-¿Qué fue ese periodo?
-Una época en la cual el
Perú estaba en ruinas y que pudimos perder todo. El Norte se pudo haber ido para el Ecuador. La
Selva a Brasil. El Sur dependiendo de Bolivia y Chile. En fin, el desastre de
desastres. Sin embargo, se mantuvo la unidad porque los peruanos nunca
perdieron la fe en el proyecto de mantenerse como nación. Cáceres,
definitivamente, fue la columna vertebral. En la Breña siempre, bregó por ello.
Posteriormente consiguió derrotar a Iglesias e instaura la unidad tan
necesaria. Hasta que después Piérola se le enfrenta, y ocurre la deplorable guerra civil.
-El año 1895 Piérola con Augusto Durand ingresan por Cocharcas y Santa Ana respectivamente, lugares ubicados en las afueras de Lima, en olor a
multitud. Desafortunadamente, eso sí, peruanos se enfrentan con peruanos. Más
de dos mil muertos de por medio. ¿Cómo
interpretar ello?
-No voy a negar la popularidad de Piérola. Un antepasado mío, uno
de mis bisabuelos, luchó muy joven con El
Califa. Pero tampoco puedo dejar de
negar que se registró mucho apoyo de los países vecinos al Perú. Las armas
entran por Ecuador, Bolivia y parte de Iquique que estaba controlado por Chile
Le interesaba a este último país desestabilizar al Perú, en vista de que se
cumplían los diez años del Tratado de Ancón y se debía efectuar el plebiscito
que, dicho sea de paso, no se realizó nunca. Por eso nos da risa cuando Chile
dice, cínicamente, que han sido respetuosos de los tratados internacionales.
Esto último, históricamente, es insostenible.
¿Nunca ha dejado de estudiar a los esposos Cáceres?
Tengo 30 años y, durante diez de ellos, estoy metido en la tarea de investigación. No
es tanto tiempo. De repente, más adelante,
pueda profundizar enteramente. Lo que es un hecho comprobado históricamente
es que, en circunstancias tan adversas, como la ocupación de Lima, donde se
tiene la idea errada de que los limeños se acomodaron a la situación e incluso confraternizaron
con los chilenos, un hecho real y contundente es que existía una resistencia
clandestina que mantenía a los peruanos completamente informados de los movimientos del enemigo. Esos compatriotas que recibían la comunicación, por si acaso en esos aciagos momentos, estaban luchando en el Perú libre de la sierra.
Específicamente, ¿Qué hacían ellos?
Les facilitaban armas para seguir peleando. Cumplían con ellos a como de lugar. Había movimientos de personas y coordinación entre los peruanos patriotas. Por
ejemplo, hablando de Antonia Moreno en estas circunstancias, ella era muy efectiva conspirando. Junto a un conglomerado significativo de ciudadanos que llevaba al Perú en el corazón, haciendo lo mismo. Sin embargo, doña Antonia nunca quiso
que su papel fuera conocido. Sus
memorias y sus recuerdos se conocen 30 o 40 años después de ocurridos los
hechos. Lo afirmaba, y lo decía con convicción, que sólo cumplió con su deber
de peruana. Incluso se dice que ni siquiera dejaba que se escriba sobre sus actividades de aquella época. “No
hice nada extraordinario” eran las palabras que más repetía. No quiso que esto
se conozca. Había, en tal mujer excepcional,
una humildad admirable y, evidentemente, grandeza. Como Primera Dama no se aprovechó del poder, ni le hizo
caso a los aúlicos. Zoila Aurora si escribió copiosamente porque, obviamente,
tenía derecho a ello.
Retrato de doña Antonia Moreno Leyva
Retrato de doña Antonia Moreno Leyva
¿Qué sabe de La vida de Cáceres?
Nace en la ciudad de Ayacucho el
10 de Noviembre de 1836. Pero, sin embargo, otros biógrafos aseguraron que lo
hizo en algún pueblo del valle de Pampas. Por allí dicen que en Huancayo, en un pueblito
llamado Chupaca. Lo cierto es que su padre, Domingo Cáceres, era ayacuchano y su madre, Justa Dorregaray, del
departamento de Junín. Hay una leyenda que asegura que su ascendencia
materna desciende de la princesa
Catalina Huanca. Por su progenitor, de los españoles. Lo cierto es que crece en una
hacienda por el valle de Pampas y desde niño, de modo similar, se cría con niños
quechua hablantes.
¿Hablaba perfectamente el quechua?
El lo aprende
muy rápidamente y desde allí siempre mantuvo un vínculo muy estrecho con
la población andina, con la cual se entendía perfectamente en su propio idioma.
Tal hecho singular marcaba una diferencia muy grande frente a otros oficiales del
Ejército que tenían un trato distante con sus soldados, por falta de
comunicación efectiva.
¿Cuál era la relación con ellos?
Los tenía, constantemente,
cercanos. Era cariñoso y hasta paternal. A pesar de ser muy estricto, como correspondía
a su formación castrense. Muy joven aún ingresa al Ejercito con la revolución
de don Ramón Castilla, a quien admiraba. Lo mismo que a San Román. Desde que
ingresó al Ejército se distinguió por su valor. Casi pierde el ojo en una
asonada revolucionaria ocurrida en Arequipa.
¿Hay conflagraciones por aquellas épocas?
Andrés Avelino Cáceres participa en la guerra contra el Ecuador. Lo mismo hace en el
combate del 2 de Mayo contra España, en 1866. También se desempeñó como
Prefecto del Cusco con una visión social trascendente. El distinguido militar rechazaba
los abusos de los malos funcionarios contra el campesinado. Al estallar la Guerra
del Pacífico combate, bravíamente, desde
el comienzo hasta el final. En el
Combate Naval de Iquique está en tierra, dirigiendo los cañones contra el buque
chileno Esmeralda y rescatando a los náufragos.
-¿Dónde más lucha?
- Pelea en las batallas de San Francisco,
Tarapacá y Tacna. Lo mismo hace en la defensa de Lima y finalmente, en la sierra,
con la campaña de la Breña. Luego continúa la guerra civil con Iglesias. Posteriormente
se consagra como Presidente en un primer periodo entre 1886 y 1890 Después viene un
segundo periodo, 1894 a 1895, donde es derrotado. Más que militarmente, políticamente.
¿Cómo es eso?
Los soldados le eran leales. Lo mismo que sus oficiales. La población si estaba hostil con él. Sale exiliado
a la Argentina. Luego se dirige a Europa. Los gobiernos posteriores del siglo
XX lo envían al viejo mundo en misiones diplomáticas. Cáceres seguía siendo una
gran figura.
¿Algo trascendental por estas épocas?
El Rey de España lo recibió para el centenario de la Constitución de Cádiz en
1912. Por encargo del Gobierno compra, en forma transparente como se acostumbraba
en esos tiempos y no en los actuales, armamento para el Perú con la felicitación
de las autoridades correspondientes. Finalmente transcurre su vejez en Ancón. Allí
conversaba con la gente humilde y los pescadores. Fallece el 10 de Octubre de
1923 ya anciano, por cumplir los 87 años. Al final una de las personas que estuvo muy cercano a él fue el General
José del Carmen Marín, que después resultó el fundador del Centro de Altos
Estudios Militares (CAEM). Consigue el Mariscalato en tiempos del gobierno Leguía.
Lo apoyó porque creía que iba a reivindicar las provincias cautivas. Eso no se
dio. Pero antes Cáceres murió. Que se iba a imaginar el Tratado de 1929, donde
perdimos buena parte de nuestro territorio.
Busto de la distinguida dama y heroína.
Busto de la distinguida dama y heroína.
-¿Cómo era el matrimonio de Cáceres con doña Antonia?
Cáceres habla muy poco de ello en
sus memorias. Por su parte, doña Antonia si se explaya en sus recuerdos. Era una relación
amorosa, respetuosa, coordinada donde incluso ella sabia acatar, con cariño,
las decisiones de su esposo. No obstante doña Antonia era muy enérgica. En
síntesis y a manera de resumen, el respeto mutuo entre ambos campeaba con
verdadero afecto.
-¿Algo más que añadir?
-Siempre es preciso que mantengamos
la memoria de nuestros héroes y de los hechos que protagonizaron para gloria
del Perú, Una manera que se puede contribuir es que aquellas personas que tengan acceso a documentación antigua, de
todo tipo, deben conservarla e incluso publicarla para que sea conocida.
Eso es lo que nos da a nosotros los historiadores pista para tener una idea
cabal e integra de nuestro pasado. Que ello no se pierda ni sea descartada porque
si ocurre es una pérdida irreparable. (Edgardo
de Noriega)
Gracias por esta excelente y valiosa información, soy maestra de historia y esta publicación la voy a compartir con mis estudiantes.
ResponderEliminarGracias por publicar esta información, soy maestra de historia la voy a compartir con mis estudiantes.
ResponderEliminar...no supe de ella hasta hoy, creo que hace falta conocer la historia de nuestra patria, a sus lideres y heroes donde poder reflejarnos; tambien los errores para no caer en ellos nuevamente....no se puede querer lo que no se conoce.....
ResponderEliminarLinda historia pero cuando ya está todo perdido lo único que queda es migrar. Es lo que hize, en Perú ya está todo chilenizado(servidores de Inglaterra) ojalá los maestros(as) pudieran contar la verdad. Asi los niños sabrán a quien comprar y a quien no. Por quién apostar y por quién no. Saludos. Soy Cáceres también.
ResponderEliminarComo de la misma manera, agradecerla por la información, que será parte de mi monografía, sobre Antonia Moreno de Caseres.
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