Este es un episodio muy duro de
la historia que terminó con una
violencia desenfrenada, sin precedente alguno imaginado. En medio de una tragedia total. Incluso con cadáveres de rebeldes inescrupulosos, completamente desnudos,
colgados macabramente en las instalaciones de la majestuosa e histórica Plaza de Armas de Lima. Ellos
habían sido asesinados a mansalva. Los efectos
de la siniestra avalancha desenfrenada
del populacho, aprovechando una tremenda crisis donde reinaba por
doquier el desorden total y el caos aberrante.
Implacable desesperación de la ciudadanía. Con el predominio de
dramáticos momentos de varios días que se hicieron larguísimos y en los cuales
se perdió, por desgracia, la racionalidad. No había autoridad alguna que
valiese. La barbarie se desencadenó encarnizadamente.
Que nos sirva de lección para todas las épocas. El Perú, realmente, se desgarró
por completo.
El trance llegó a tal punto que fue
incluso, de un momento a otro en actitud sibilina y cobarde, matado a balazos
por manos directas e indirectas manchadas de traición, el Presidente de la República,
José Balta Montero. Cuando,
precisamente, dormía apaciblemente en una cama tremendamente incomoda ubicada
en un nauseabundo calabozo de una cárcel improvisada en un cuartel, habiendo perdido los más preciados
tributos que tiene un ser humano: primero la libertad y luego la vida.
La víctima era militar y
político. Hombre de coraje, de luchas y batallas ganadas unas y perdidas otras.
Todas a punto de valentía. Inclusive tenía una aureola de héroe, por su destreza para la
guerra mostrada infinidad de veces.
José Balta con la banda presidencial.
José Balta con la banda presidencial.
EL GUANO
Constructor y hacedor de obras públicas con el
predominio de los ferrocarriles que hasta ahora, dicho sea de paso, subsisten.
Gobierno de 1868 a 1872 convulsionado,
vida trágica la de este mandatario que si bien no era un estadista de
primera, si que debió respetársele porque personificaba a la nación y representaba
a todos los peruanos. A pesar de los grandes errores de por medio y atribuibles
a su persona que se registraron puntualmente.
A Balta le tocó gobernar en una etapa singular para el país, desde el
punto de vista económico, durante el predominio y el auge del guano en la vida nacional. Era un
hecho comprobado que existían abusos tremendos por parte de los consignatarios
de este producto de explotación tan valioso de la época, quienes incluso
indebida y abusivamente otorgaban préstamos al Estado, con intereses leoninos.
Lo que nunca debió permitirse.
El mandatario quiso acabar con ello y pidió la
colaboración de Nicolás de Piérola. En aquel entonces, el futuro presidente un
desconocido que pasó a ser el ministro más joven de la Historia del Perú con tan
sólo 25 años, desempeñando la cartera de Hacienda. El forjador del contrato
Dreyfus, uno de los más criticados de todos los tiempos.
DESTERRADO
Balta nació en Lima el 25 de
Abril de 1814. Desde muy joven se interesó por la vida castrense. Por eso mismo
ingresó entusiasmado al Colegio Militar de Lima, del cual salió con el grado de
subteniente. En 1852 ya era coronel.
Pero abandonó el Ejército tres
años después poco antes de cumplir los 41 años. Su padre fue el catalán Juan
Balta Bru, emigrado político que había huido de Cataluña por sus ideas
separatistas contra la corona española. Mientras que su madre se llamó Agustina
Montero Casafranca, natural de Lima.
Defendió al gobierno de Orbegoso
en el Callao y en la batalla de Huaylacucho. Secundó luego el golpe de Felipe
Santiago Salaverry y luchó contra la intervención boliviana en las batallas de
Uchumayo y Socabaya. Lo tomaron prisionero y lo desterraron a Bolivia, donde
permaneció dos años hasta que logró fugar.
Reinició su lucha contra Santa Cruz
y la Confederación Perú-Boliviana, enrolándose en la expedición restauradora y
actuando en las acciones de guerra de Portada de Guía, Buin y Yungay. Sirvió al
Directorio de Mariano Ignacio de Vivanco.
Al estallar en el sur la revolución encabezada
por Domingo Nieto y Ramón Castilla, marchó a combatirla. Pero tras el adverso
encuentro de San Antonio fue apresado y confinado en Tacna. Logró reincorporarse
en Arequipa a las fuerzas de Vivanco que fueron derrotadas, definitivamente, en
la batalla de Carmen del Alto.
El vil y criticable asesinato.
El vil y criticable asesinato.
PRESIDENTE
Apoyó al Presidente Echenique hasta la batalla
de La Palma. Protestó ante la firma del
Tratado Vivanco-Pareja, secundando entonces la rebelión de Mariano Ignacio
Prado contra el Presidente Juan Antonio Pezet, cuya dimisión forzaron en 1865.
Lo designaron Ministro de Guerra
durante el segundo interinato de Pedro Diez Canseco y participó como Comandante
de la División Sur en el Combate del 2 de Mayo. Por aquella época ya tenía
mucha popularidad y se distinguió entre los opositores a la dictadura de Prado,
quien lo desterró a Chile.
Regresó al Perú en 1867 y
encabezó un movimiento contra el Gobierno en Chiclayo el cual encontró eco en
Arequipa, donde se levantó Pedro Diez Canseco. Ambos se negaron a jurar la
nueva Constitución de 1867 y proclamaron
vigente la de 1860. Prado renunció al poco tiempo. Ya tenía la aureola de héroe
de Chiclayo.
Por eso participó como candidato a
la Presidencia de la República. Otras postulaciones fueron las de Manuel
Toribio Ureta, que representaba a los liberales y la de Manuel Costas, rico
empresario oriundo de Puno. El Congreso, al hacer el escrutinio de los
sufragios emitidos, le dio el triunfo a Balta que se ciñó la banda presidencial
el 2 de Agosto de 1868.
DEBATE
Su gobierno destacó por la apertura
a los capitales extranjeros y la concesión del guano de las islas a la compañía
francesa-judía Dreyfus. Las grandes
obras de infraestructura se multiplicaron por completo.
Por efectos de este contrato con
la referida casa, que se hacía cargo de la venta del producto, se acabó con el injusto sistema de
los consignatarios, a partir del 17 de Agosto de 1869. Para el Perú este
contrato era enteramente favorable porque, sobre todo, el Estado equilibraba su
presupuesto y programaba, efectivamente, sus gastos.
No obstante originó una gran
polémica. Los consignatarios llevaron el
caso ante la Corte Suprema, acusando al Gobierno de haber infringido un despojo inaceptable. La Corte Suprema
falló a favor de ellos.
Pero el Poder Ejecutivo consideró que era el
Congreso quien debía tomar la decisión final. Luego de un intenso debate parlamentario, las
dos cámaras aprobaron el contrato, quedando legalmente anulado el fallo del
Poder Judicial.
El Gobierno de Balta realizó la
construcción de ferrocarriles aumentando la red ferroviaria de 98 a 947 kilómetros.
Las principales fueron de penetración desde la costa hasta la sierra. La
construcción de las más importantes vías se le
encomendó al ingeniero norteamericano, Enrique Meiggs.
MAS OBRAS
Las obras que se iniciaron fueron:
el ferrocarril de Mollendo a Arequipa. El de Lima a Huacho. El de Lima a La Oroya,
el transandino que resultó afortunadamente continuado por sucesivos gobiernos,
hasta su culminación a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar. El de
Arequipa a Puno. Lo mismo que el de
Juliaca al Cuzco. El de Pisco a Ica y el de Salaverry a Trujillo
También se construyeron nuevos
muelles portuarios y puentes, se derribaron las murallas de Lima para dar
paso a las grandes avenidas, se abrió la carretera de Lima a Callao y la que unía
la capital con Huacho. El Palacio de la Exposición, hoy Museo de Arte de Lima,
fue una realidad arquitectónica moderna, con grandes jardines y belleza
tangible.
Gracias a la gestión de Balta, se
construyó el puente sobre el río Rímac y se habilitó urbanísticamente el barrio
de La Victoria en la extensa huerta de propiedad de la familia Echenique,
posteriormente uno de los sectores más populares de la capital que crecía a
pasos agigantados.
Otras obras importantes fueron: el Muelle
Dársena en el vecino puerto. Creación de nuevas poblaciones como Ancón al norte
de Lima, los puertos de Salaverry (Trujillo) y Mollendo (Arequipa). La ciudad
de Moquegua y La Merced en Chanchamayo.
Tomás Gutiérrez.
Tomás Gutiérrez.
DEUDA
Por aquel entonces y en el
Gobierno de Balta se creó la Escuela de Agricultura, la Iglesia de San Marcos
en Arica que aún pertenecía al Perú, lejos del predominio territorial de Chile.
Se inició el levantamiento de la catedral de Tacna. El Hospital 2 de Mayo en
Lima comenzó sus actividades de salud al servicio de los pacientes.
En el plano internacional, el
Perú brindó su apoyo a la lucha del pueblo cubano contra el dominio español,
reconociendo su independencia y su gobierno republicano. Muchos peruanos, como
los hermanos Leoncio y Grocio Prado, lucharon por la independencia de Cuba.
Todas estas inversiones, en
cuanto a obras se refiere, generaron una
deuda pública cuyos efectos negativos se sintieron en años posteriores. Pero lo
real que por aquel entonces había cierta estabilidad y el Gobierno gozaba del
apoyo del Ejército que contaba con unos 7 mil hombres bien armados.
En las elecciones de 1872 fue
electo como nuevo Presidente de la República, Manuel Pardo y Lavalle, todo un
personaje que contaba con 37 años de edad. Los militares no estaban contentos
con la designación. Sobre todo los hermanos Gutiérrez: Tomás, Silvestre
Marceliano y Marcelino. Quienes eran
los que prácticamente mandaban en los cuarteles y le daban el apoyo de
estabilidad a Balta.
SILVESTRE
Ellos consideraron que sería un
desastre que Pardo llegase al poder. Le exigieron a Balta que propiciase un
golpe y se perpetuase en el mando. Ante la negativa del mandatario, respetuoso
de la ley y las decisiones del pueblo, Tomás Gutiérrez decidió de facto
proclamarse Presidente de la República, el 22 de Julio de 1872.
El mandatario electo, Manuel
Pardo, fue avisado del golpe y huyó de Lima a bordo del famoso monitor Huáscar,
que en aquel entonces ya estaba al mando de Miguel Grau.
La mañana del 26 de Julio,
Silvestre Gutiérrez, se dirigió a la estación del ferrocarril para dirigirse al
Callao. Hubo un enfrentamiento violento con intercambio de disparos por todos
los lados. Silvestre cayó muerto. El populacho atacó contra él de forma
desenfrenada, le arrancaron la ropa y se ensañaron con sus restos. La crueldad
generalizada. Era la primera de la época, pero no la última.
Silvestre Gutiérrez.
Silvestre Gutiérrez.
ALZAMIENTO
Al saber del fallecimiento de su
hermano Silvestre, Marceliano Gutiérrez que era uno de los custodios de
Balta ordenó asesinarlo. El Presidente dormía en su cama de la prisión
cuartelaria cuando fue acribillado a balazos. Su cuerpo cayó pesadamente al
suelo. Tan sólo tenía 58 años de edad. Los que ejecutaron el crimen vil fueron:
el Mayor Narciso Nájar, el capitán Laureano Espinoza y el Teniente Juan Patiño.
Era el 26 de Julio de 1872.
La noticia de la muerte del
mandatario corrió como reguero de pólvora por todo Lima y el pueblo se alzó en
armas contra los militares golpistas. La campaña electoral de 1871-1872 estuvo marcada por la
efervescencia de las reuniones públicas y la conmoción en el país entero. De
eso dieron cuenta, detalladamente, los
periódicos de la época. El gobierno de Balta clausuró los diarios que apoyaban
a Pardo: “El Comercio” y “El Nacional”.
Por aquel entonces, hubo varios
cambios en el gabinete ministerial que también
fortalecieron la inestabilidad política existente. Balta nombró, equivocadamente,
a Tomás Gutiérrez como Ministro de Guerra. Se trataba de un militar que era
visto con temor por la población y cuya designación alarmó a la oposición
encabezada por Pardo.
Tomás era considerado un militar
violento. Lo mismo que sus tres hermanos. Ellos no habían tenido reparos en
flagelar con 200 azotes al Coronel Juan Manuel Garrido y al celador Luis
Montejo, por supuestas faltas de
indisciplina que para muchos observadores ni siquiera existieron. Tampoco dudaron
en amenazar la vida de periodistas como Andrés Avelino Aramburú, en ese
entonces desempeñándose en el diario “El Nacional”.
Marceliano Gutiérrez.
Marceliano Gutiérrez.
EL GOLPE
Tomás era corpulento y tenía fama
de brusco, impetuoso, altivo y sobre todo ignorante. Marceliano se distinguía
por atleta, más brusco y más ignorante que su hermano. Con un defecto en el ojo
derecho. Por eso mismo se le llamaba, peyorativamente, “el tuerto”. Una voz
poderosísima y una presencia imponente.
Por su parte, Silvestre más
delgado y blanco, de cabello crespo poseía cierta inteligencia e ilustración.
Pero lo malo es que era duro y siniestro. Mientras que Marcelino, en cambio,
se distinguía por un carácter apacible.
Los cuatro eran arequipeños
oriundos de Majes. Tomás había participado en revueltas encabezadas por
Castilla. Fue diputado por la provincia de Castilla y Jefe del Batallón Ancash,
durante los gobiernos de San Román y Pezet. Estuvo en la campaña contra Ecuador
y participó en la defensa del Callao el 2 de Mayo de 1866.
Marceliano al frente de su batallón proclamó
en la Plaza de Armas Jefe Supremo de la
República a su hermano Tomás, a quien de la noche a la mañana le dio el grado
de general. Mientras tanto, Balta fue llevado preso al Cuartel de San
Francisco.
VACIO
Tras ocupar Palacio de Gobierno, Silvestre
en actitud de patán vejó a la esposa del Presidente y a su hija Daría, cuyo
matrimonio debía realizarse esa misma noche. Les faltó por completo el respeto
a puro grito y palabras soeces y, sin ningún empacho, les quito la libertad. En
nada vaciló, actuando de la peor forma. La boda, evidentemente, tuvo que
posponerse.
Luego de encarcelarse al
Presidente de la República, la rebelión tomó nuevos sesgos y consecuencias determinadas.
Los Gutiérrez se rebelaron contra el mandatario legal, su propio jefe y protector.
Los que tenían las ideas de Balta
unidos contra Pardo se sintieron inmediatamente defraudados, escandalizados e
incluso aturdidos. El Presidente saliente en la práctica, por acción de los
rebeldes, se convirtió en aliado del líder civilista. Antes, precisamente, había
sido todo lo contrario: un rival encarnizado.
Aquella tarde de la asonada, el
Congreso de la República se reunió y condenó el levantamiento militar, haciendo
un llamado para retornar a la constitucionalidad. Sin embargo, cuando se
finalizaba con las firmas del documento contra la legalidad, un comandante y 80
celadores se presentaron en el Palacio Legislativo y a culatazos desalojaron a
los representantes. Los que no sufrieron el vejamen huyeron por los techos.
Los hermanos Gutiérrez colgados en la Catedral de Lima.
Los hermanos Gutiérrez colgados en la Catedral de Lima.
DISPAROS
Lo peor es que existía en Lima
una sensación de vacío tremenda. El recelo generalizado a los Gutiérrez
paralizó por completo a la capital. Lo bueno y rescatable es que no hubo nunca una conexión directa de los
hermanos descarriados y equivocados con
las entrañas del pueblo. Pero si se registró un sufrimiento innecesario. Lo que
es peor, el lumpen aprovechó la oportunidad con creces.
El 24 y 25 de julio se
registraron numerosas deserciones en el Ejército. Por su parte, los empleados
públicos también abandonaron, en grandes cantidades, sus puestos
correspondientes. Por las calles se escucharon
muchas vivas a Pardo y condenas sucesivas a los Gutiérrez, contestadas con disparos por parte de ellos y
sus secuaces. Una rebelión popular estalló en el Callao
Silvestre Gutiérrez, la mañana
del 26, se dirigió a la estación del Ferrocarril para dirigirse al vecino
puerto. Llevaba una importante cantidad de dinero para pagarle a la tropa y resoluciones
de ascensos para los subordinados.
Muchos transeúntes lo siguieron y
cuando se sentó en el vagón comenzaron a
escucharse potentes gritos de protesta. A través de una ventanilla, el revoltoso
cobardemente comenzó a disparar contra sus detractores, hiriendo a uno de
ellos. Los disparos continuaron a diestra y siniestra. Hasta que el rebelde cayó
muerto en el piso.
El populacho arrastra el cuerpo de Marceliano Gutiérrez.
El populacho arrastra el cuerpo de Marceliano Gutiérrez.
CINISMO
El populacho se lanzó
desenfrenado contra el cuerpo de la víctima, le arrancaron la ropa y lo dejaron
desnudo. Le robaron el dinero y destrozaron los documentos que llevaba consigo.
La turba botó el cadáver en la calle y se dirigió a Palacio de Gobierno.
Marceliano se enteró de los hechos
y reaccionó como era su costumbre con violencia en contra de Balta al ordenar
su asesinato. A renglón seguido se dirigió al Callao donde murió combatiendo
contra el pueblo sublevado.
Mientras tanto Tomás, desesperado
por los acontecimientos muy a su pesar, dejó Palacio de Gobierno y se dirigió
al cuartel de Santa Catalina. En la noche, en medio del fuego de los fusiles y los cañones, abandonó el
cuartel acompañado de su hermano Marcelino. Este último se refugió en una casa
amiga.
Tomás, con el rostro cubierto por
un sombrero, huyó por las calles de Lima gritando:”Viva Pardo” para despistar y
pasar desapercibido. No obstante, el militar se encontró con un grupo de
oficiales y civiles capitaneados por el Coronel Domingo Ayarza, quien lo reconoció
inmediatamente.
Lo capturaron y declaró, cobardemente,
que fue azuzado por sus jefes para rebelarse. Ellos, según su versión, lo
abandonaron. Con respecto a los hechos
de sangre ocurridos, el militar aseguró que no sabía absolutamente nada de
Balta
Los militares iban por las calles
llevando el prisionero mientras que una turba que crecía y crecía comenzó a
actuar, tras proferir serias amenazas. Los captores hicieron ingresar al prisionero a una botica, ubicada en la Plazuela de la
Merced. Cerraron las puertas de inmediato.
El populacho las rompió, buscó a
su víctima y la mató a balazos. Luego sacaron el cadáver a la calle. Lo desvistieron y, en acto cruel, le cortaron el pecho a cuchillazos filudos. A
renglón seguido, el cadáver fue arrastrado a la Plaza de Armas y colgado de un
farol frente al Portal de Escribanos, cercano al cadáver de Silvestre llevado desde
la Iglesia de los Huérfanos. Aquella noche macabra todo el Ejército se dispersó
y los cuarteles quedaron vacíos.
Al amanecer del 27 de julio,
ambos cadáveres seguían colgados de las torres de la Catedral desnudos y
cubiertos de heridas. A una altura de más de 20 metros. Horas después fueron
rotas las sogas que los sostenían, cayendo los cuerpos al piso estrellados
contra las baldosas.
Luego se quemó a los dos despojos
humanos en el centro de la Plaza. En la tarde, el fuego dio cabida a un tercer cadáver,
el de Marceliano, traído del cementerio de Baquijano ubicado en el Callao. Días
después, Pardo asumió el poder e inicio el primer gobierno civil de la
historia. La tragedia fratricida entre peruanos había terminado. Que nunca más
se repita. La historia ya nos ha enseñado.
(Edgardo de Noriega)
Que barbarie. Estos hermanos Gutiérrez eran de armas tomar. Forman parte del pasivo de nuestra historias. Las guerras civiles fratricidas nunca llegan a buen puerto.(Carlos Tello)
ResponderEliminar