martes, 25 de marzo de 2014

RECUERDO DE FRANCISCO ROQUE CASTRO

Francisco Roque Castro no era muy conocido por la opinión pública del Perú. Mucho más lo consideraban en el mundo internacional  y a raudales. Allí en el exterior  si se le ubicaba,  con presencia propia y destacada,  en el campo  de la ayuda alimentaria para los pobres del mundo. Por lo que hizo, como técnico y profesional, un hombre valioso y de aporte que acaba de morir, según nos da a  conocer una de sus colaboradoras, Rosario Guevara, víctima de insuficiencias respiratorias.
No lo veíamos hace mucho tiempo y estamos seguros que no llegaba a los 70 años de edad. Pero lo recordamos como el ejecutivo que algunas veces se portó impecablemente y otras brilló por su ausencia.
 Contrapesos que son difíciles de entender. Pero, para la tranquilidad necesaria, tuvimos que comprenderlo. No quedó  otra, dicho sea de paso. Al principio, hace muchos años, lo juzgamos con cierto desprecio. Hasta que lo aceptamos, tranquilamente, conforme es la vida preñada de satisfacciones mil y muchas veces de frustraciones.
Ingeniero Agrónomo, egresado de la  Universidad Agraria de la Molina. Sin embargo en una oportunidad el ex Rector de ese centro superior de estudios, Francisco Delgado de la Flor, nos aseguró que no estaba en la lista de egresados correspondiente. La autoridad en su despacho sacó el libro con la nomina de ex alumnos. Lo comenzó a leer,  buscó su nombre y no lo encontró. La hoja de vida dice lo contrario y a ella nos atenemos.
Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Bluffon, Estados Unidos. Master en Economía en Illinois, con certificado en Planificación y Nutrición del Instituto de Tecnología de Massachusetts (USA).


Francisco Roque Castro

CARRERA
Funcionario, infinidad de años, del Ministerio de Agricultura, con un desempeño eficiente de profesional y técnico, que merece reconocerlo.  Encontró un puntal y logró una plaza de especialista,  en el Programa Mundial de Alimentos, (PMA), agencia especializada en estos campos de la Organización de Naciones Unidas
Allí hizo una carrera  meteórica e impresionante. Primero como   técnico en distintos países del orbe. Desde Sudamérica hasta el África. En  la sede central de Roma y después escalando cada puesto alto de la estructura internacional.
 Así se paseó por todo el mundo en la ayuda para los más pobres que necesitan efectivamente  comer porque se mueren de hambre. Ejerció muchas especialidades y trabajo tanto el campo como en las oficinas de la organización internacional. Realmente que adquirió experiencia múltiple y consolidada.
A partir del nuevo milenio o antes en los últimos años del siglo XX, llegó otra vez por estos lares, ocupando un cargo muy importante  y se proyectó  haciendo obra a raudales a favor de los más necesitados. Era el Director para  América Latina y el Caribe del PMA, con sede en Managua. 
CONWAY
Allí lo conocí dado que constantemente venia al Perú  para inspeccionar lo que era una de las sedes subregionales de su institución. La de su incumbencia y responsabidad. En este organismo internacional  trabajé por espacio de casi  dos años, como Oficial de Información, difundiendo a todo nivel sus actividades.
 Llamado, convocado y aceptado por el Director de la Oficina del Perú con sede en Lima y atribuciones en Sudamérica, James Conway, un estudioso norteamericano de múltiples especialidades que había renunciado a ser sacerdote católico, para seguir sirviendo, con convicción, a la humanidad por intermedio del PMA.
De Conway, que posteriormente se murió en el Congo de un momento a otro y por fallas cardiacas, no tengo ninguna queja. Muy por el contrario, quiero rendirle el homenaje que se merece a la persona que sirve por convicción y por conocimientos profundos de la realidad alimentaria del mundo.
El insigne personaje me permitió colaborar en su gestión internacional. Algunas veces se ponía pesado por sus acercamientos con la avaricia y la desconfianza propia del gringo que cree saber todo lo que pasa por sus manos.  Más que el común de los corrientes. Nadie es perfecto. Este hombre en el fondo-fondo era bueno de alma y corazón. Si  difícil. No decirlo sería vulnerar la verdad.


Exponiendo sobre seguridad alimentaria.

COMO ERA
Cabe señalar que Jim, así  le decían sus amigos allegados y familiares, alto, medio colorado, de sonrisa permanente y dientes relucientes, si que era un especialista. Había estudiando diferentes profesiones y especialidades en su país de origen, Estados Unidos, como escudo para  sentar y profundizar su entrega y proyección a los demás. Casado con dama peruana, Maruja Veliz, de raigambres y orígenes apristas.
 La suegra de más de 100 años, seguidora de Victor Raúi Haya de la Torre. Madre de un parlamentario aprista  de apellido Veliz. La esposa fiel compañera leal y de muchos años a él,  entusiasta colaboradora de las damas de Naciones Unidas. Inteligente, analítico, muy interesado en la política del Perú y del mundo.
Compartía amistad con Roque Castro su camarada de tantos años de trifulca internacional. Por eso mismo, uno vino para Centroamérica y otro para  Sudamerica en la misma época, nombrados desde  Roma, la sede central en ese entonces manejada por una norteamericana decidida.
 En una oportunidad,  Conway me pidió que apoyase a Roque Castro en la tarea de divulgar proyectos del PMA, en el Perú. Lo hicimos en distintas oportunidades.  El funcionario era un hombre que le gustaba figurar en la prensa.  Le dimos en la yema del gusto, cada vez que vino al Perú. Pero con responsabilidad, proporcionalidad y eficiencia.
IMPERFECCIONES
 Evidentemente que Roque Castro, Paco para los demás, era  valioso y de alto nivel profesional. Eso sí tenía sus imperfecciones saltantes. Las demostraba cuando se rodeaba de la tira de ayayeros  que lo seguían en el organismo internacional y  se dejaba llevar por ellos sin tomar en cuenta la realidad y las posibilidades de hacer obra humanitaria.
Precisamente tal coyuntura se presentó con una idea exclusiva del alto funcionario que en teoría tenia asidero para ser exitosa. La organización de una feria de seguridad alimentaria en Lima, conforme se había realizado en otros países como Honduras  de Centroamerica, con realidades propias y con reacciones de apoyo efectivo y pecuniario completamente diferentes. Lima no era igual a Teguciigalpa.
 Había infinidad de escollos. La capital peruana  una urbe grande y complicada con 8 millones de habitantes, distinta en actitudes, exigencias y compresiones. El PMA allá conocido al máximo. Una institución  que estaba siempre en vigencia.
 Acá uno de tantos organismos internacionales como muchos que, precisamente, pasaba normalmente en sus actividades con un campaña de visibilidad fuerte. Pero, definitivamente, no  un organismo primordial como en Centroamérica.  Era obvio que distaba mucho de eso y se notaba a las claras.
RIESGOS
Pues bueno a hacer tripas corazón y seguir con el proyecto porque la idea venia del más alto mando del PMA y no había otra que aceptar. No obstante, de que se dio a conocer, minuciosamente, los grandes riesgos y trabas que existían para realizar la Feria Alimentaria.
Una de ellas, que era fundamental,  consistía  que aquí en el país no existían las donaciones de empresas privadas con desgravación tributaria. Las había prohibido el gobierno de Fujimori y, a comienzos de la transición de Paniagua, la exigencia estaba vigente.
Tan es así  que el autor de estas líneas tenía experiencia al respecto y cuando trabajó, entre 1999 y el 2000 en la Alta Dirección del Ministerio de Trabajo, le fue imposible concretar una donación  que venía de organismos de beneficencia de Ginebra consistente en una buena cantidad de carros ambulancias para los hospitales del Perú.
La base y columna vertebral del evento propiciado por Roque Castro eran las donaciones. En otros países eran efectivas por la existencia de los incentivos. Aquí en el Perú no por las razones expuestas. La labor se hacía enteramente dificultosa. 
EQUIPO
El aparato de arriba lo decidió y había que darle al yunque como se hizo. Un equipo especial formado para llevar adelante  la feria dirigido por un experto en seguridad alimentaria de tantos años y sirviendo en la oficina del Perú como Oficial de Finanzas y antes en otros países de distintos continentes: Sean Walsh, de nacionalidad norteamericana con ancestros  irlandeses.  A quien escribe estas líneas le correspondía las labores de difusión, de prensa y de imagen
Logramos en primer lugar la colaboración del renombrado compositor nacional Manuel  Acosta Ojeda quien creó, especialmente, una canción  sobre el hambre que se estrenó en el evento. Lo mismo se hizo con la llegada de grupos famosos musicales del extranjero. Como una orquesta de niños cubanos y estrellas luminarias de diferentes países. Incluido, por supuesto, las peruanos.
El lanzamiento del certamen en si  lo hicimos con el apoyo de la Cámara de Comercio de Lima que, para tal efecto, nos prestó sus instalaciones y puso a nuestra disposición a sus técnicos y al personal de apoyo.
Conformamos, en una oficina cerca a la explanada de la Universidad Agraria La Molina donde se efectuaba el evento, una sala de redacción con periodistas y reporteros, dirigida por el suscrito, y conformada por los más renombrados alumnos del último año del Programa de Comunicación Social-Periodismo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Imagen relacionada
La preocupación total del PMA: los niños pobres

VISIBILIDAD
Los universitarios sin sueldo de por medio por si acaso. Tan sólo pago de pasajes y comida. No hubo un solo día de los cinco que duró la Feria, entre el 13 y 18 de Noviembre del 2001, en  que no saliesen notas escritas, habladas y televisadas en los medios de comunicación. El PMA sonó y tronó a plenitud en los órganos de prensa. Visibilidad total
 Cabe anotar que aquí recibimos la colaboración invalorable de los profesores Jorge Hani Legunda y Cesar Lévano, de San Marcos, quienes nos ayudaron  en la tarea de entrenar y capacitar a los muchachos para que cumplan la misión  a cabalidad.  Como lo hicieron y fue una experiencia que merece analizarse y repetirse en otros  eventos por los logros conseguidos
Las empresas,  en el apoyo pecuniario, no respondieron de acuerdo a las  expectativa de cubrir con el total de los gastos. Pero si hubo algunas de ellas que lo hicieron. Lo habíamos vaticinado con mucha anticipación y por escrito. Pero nos obligaron a hacer el evento.
El certamen fue adelante. Mal, enteramente mal no salió. Hubo interés del público. Pero se pudo mejorar. La gente notoriamente llegó. Los espectáculos artísticos de renombre vistos a plenitud.  La voz de la canción del hambre se propagó y retumbó.  Habíamos logrado captar a la opinión pública del Perú, en la tarea de dar alimentos a los sectores más necesitados de la población. 
PERDIDAS
Pero si hubo pérdidas económicas, por la falta del impulso pecuniario de parte del empresariado nacional. Lo que también vaticinamos con anterioridad. En el país no había voluntad de apoyo por falta de incentivos tributarios. La carencia se cumplió al pie de la letra. Conforme lo teníamos previsto.
El hecho de la calificación del evento se agravó porque, poco antes de la realización de la Feria, Conway  el jefe de aquí en Lima, se jubiló y en su reemplazo vino una contrincante y prácticamente enemiga de él. La misma que le hizo la vida imposible y a cuadritos a todos los organizadores del certamen.
Rosa Ines Antolín se llamaba la señora, de nacionalidad colombiana. Era una mujer ya entrada en años que había hecho carrera internacional de abajo como secretaria. No tenía ningún titulo universitario y de grado que la respaldase.
Pero la burocracia internacional la había encumbrado al segundo nivel del  mando para América Latina y el Caribe. Conway, cuando se encontraba con ella, la trataba con desprecio, recalcándole, casi siempre y como estribillo, su falta de preparación que, efectivamente, era muy mala
Que tal señora  tan difícil de carácter y de decisiones, por su ignorancia supina y su poco alcance. Le echó la puntería a Walsh y Noriega y por ende a la Feria. Lo que se hacia allí era un fracaso total y así había que tomarlo. Tal era el pensamiento sesgado y errado.


Reunion internacional sobre el hambre en el mundo

ENCONO
El amigo Roque Castro, el Jefe Roque Castro, el Director Regional Roque Castro no hizo absolutamente nada para que cambiase esta situación. La Feria fue concebida como un lastre total. Y no hubo vuelta que darle. Alicientes, ninguno. Confianza, menos. Apoyo, cero
Tanto fue el encono que le escribimos a Roque Castro varios correos de explicación y de análisis, sin zafar el cuerpo de los errores que, probablemente, se registraron y la falta total de apoyo directriz.
Nunca nos contestó. No hubo una sola palabra: ni de apoyo, ni de crítica. Parte, evidentemente, de su personalidad que, a  la hora de los loros y cuando se le necesitaba, desapareció por completo. No era, precisamente, lo acertado.
También se había registrado en plena feria la intromisión de los ayayeros de Roque Castro que so pretexto de saber y no comprometerse, intervenían cuando no les correspondía hacerlo, tomaban decisiones sobrepasando responsabilidades que no eran de ellos evidentemente y, sobre todo, con los consabidos chismes, lo llenaban al jefe de vacilaciones para tomar decisiones. Si las hacia o las hizo realmente no fueron de lo más acertadas. ¡Ay! con los sobones. 
OXAM
Algunos años después mi teléfono celular  sonó varias veces  y al contestar escuchamos una voz que no la oía hace varios años. La reconocí de inmediato. Era Francisco Roque Castro que nos anunciaba que había  salido jubilado del PMA y que quería conversar  para nuevos proyectos. Lo hicimos en un almuerzo de carnes y vinos, en un restaurante de lujo,  ubicado al final de la  Avenida Salaverry de Lima.
Nunca tocamos los temas pendientes del PMA, organización a la cual había prestado servicios profesionales durante más de 30 años.  Ahora estaba en un alto cargo de Oxam American, una ONG de beneficio a los sectores  pobres de la sociedad. El funcionario internacioinal me pidió colaboración de trabajo especializado, con las oficinas de Lima. Le dije que quería servirlo por la fraterna amistad de por medio. Fue la última vez que vi y hablé con Paco. Aproximadamente el año 2003 o 2004, si no me equivoco. Hace la friolera de diez u once años.
Lo complací y fui a hablar con sus funcionarios. Realmente me encontré a un grupo de técnicos completamente politizados, con una actitud enteramente contra la minería y las actividades productivas privadas. No pudimos llegar a ningún acuerdo de colaboración. Pensábamos diametralmente distinto. Tal fue mi convencimiento que ni siquiera llame a mi amigo  Roque Castro para decirle que era imposible laborar.
Hombre con cara que no se puede decir agraciada, perfilada y un poco dura, de bigotitos relucientes. Mediana estatura, delgado. Lucía siempre lentes oscuros. En su vida profesional, él desafío al  Perú yéndose al extranjero, Allá, fuera de las fronteras, triunfó como pocos. Eso ya es una hazaña. Recordarlo de la forma como lo hacemos, sin perfecciones ni epítetos exorbitantes, nos da gusto. Hemos dado una visión de parte de su existencia, conforme la vivimos al lado de él. Que descanse en paz. (E de N)

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