Francisco Roque Castro no era muy conocido por la opinión pública
del Perú. Mucho más lo consideraban en el mundo internacional y a raudales. Allí en el exterior si se le ubicaba, con presencia propia y destacada, en el campo de la ayuda alimentaria para los pobres del
mundo. Por lo que hizo, como técnico y profesional, un hombre valioso y de
aporte que acaba de morir, según nos da a
conocer una de sus colaboradoras, Rosario
Guevara, víctima de insuficiencias
respiratorias.
No lo veíamos hace mucho tiempo y
estamos seguros que no llegaba a los 70 años de edad. Pero lo recordamos como
el ejecutivo que algunas veces se portó impecablemente y otras brilló por su
ausencia.
Contrapesos que son difíciles de entender. Pero,
para la tranquilidad necesaria, tuvimos que comprenderlo. No quedó otra, dicho sea de paso. Al principio, hace
muchos años, lo juzgamos con cierto desprecio. Hasta que lo aceptamos,
tranquilamente, conforme es la vida preñada de satisfacciones mil y muchas
veces de frustraciones.
Ingeniero Agrónomo, egresado de la Universidad Agraria de la Molina. Sin embargo
en una oportunidad el ex Rector de ese centro superior de estudios, Francisco
Delgado de la Flor, nos aseguró que no estaba en la lista de egresados
correspondiente. La autoridad en su despacho sacó el libro con la nomina de ex
alumnos. Lo comenzó a leer, buscó su
nombre y no lo encontró. La hoja de vida dice lo contrario y a ella nos
atenemos.
Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Bluffon, Estados Unidos. Master en Economía en Illinois, con certificado en Planificación y Nutrición del Instituto de Tecnología de Massachusetts (USA).
Francisco Roque Castro
Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Bluffon, Estados Unidos. Master en Economía en Illinois, con certificado en Planificación y Nutrición del Instituto de Tecnología de Massachusetts (USA).
Francisco Roque Castro
CARRERA
Funcionario, infinidad de años,
del Ministerio de Agricultura, con un desempeño eficiente de profesional y
técnico, que merece reconocerlo. Encontró
un puntal y logró una plaza de especialista, en el Programa Mundial de Alimentos, (PMA), agencia
especializada en estos campos de la Organización de Naciones Unidas
Allí hizo una carrera meteórica e impresionante. Primero como técnico
en distintos países del orbe. Desde Sudamérica hasta el África. En la sede central de Roma y después escalando
cada puesto alto de la estructura internacional.
Así se paseó por todo el mundo en la ayuda
para los más pobres que necesitan efectivamente
comer porque se mueren de hambre. Ejerció muchas especialidades y
trabajo tanto el campo como en las oficinas de la organización internacional.
Realmente que adquirió experiencia múltiple y consolidada.
A partir del nuevo milenio o
antes en los últimos años del siglo XX, llegó otra vez por estos lares,
ocupando un cargo muy importante y se proyectó haciendo obra a raudales a favor de los más
necesitados. Era el Director para América
Latina y el Caribe del PMA, con sede en Managua.
CONWAY
Allí lo conocí dado que
constantemente venia al Perú para
inspeccionar lo que era una de las sedes subregionales de su institución. La de
su incumbencia y responsabidad. En este organismo internacional trabajé por espacio de casi dos años, como Oficial de Información,
difundiendo a todo nivel sus actividades.
Llamado, convocado y aceptado por el Director
de la Oficina del Perú con sede en Lima y atribuciones en Sudamérica, James Conway, un estudioso norteamericano de múltiples especialidades
que había renunciado a ser sacerdote católico, para seguir sirviendo, con convicción,
a la humanidad por intermedio del PMA.
De Conway, que posteriormente se murió
en el Congo de un momento a otro y por fallas cardiacas, no tengo ninguna
queja. Muy por el contrario, quiero rendirle el homenaje que se merece a la
persona que sirve por convicción y por conocimientos profundos de la realidad
alimentaria del mundo.
El insigne personaje me permitió
colaborar en su gestión internacional. Algunas veces se ponía pesado por sus
acercamientos con la avaricia y la desconfianza propia del gringo que cree
saber todo lo que pasa por sus manos. Más que el común de los corrientes. Nadie es
perfecto. Este hombre en el fondo-fondo era bueno de alma y corazón. Si difícil. No decirlo sería vulnerar la verdad.
Exponiendo sobre seguridad alimentaria.
Exponiendo sobre seguridad alimentaria.
COMO ERA
Cabe señalar que Jim, así le decían sus amigos allegados y familiares,
alto, medio colorado, de sonrisa permanente y dientes relucientes, si que era
un especialista. Había estudiando diferentes profesiones y especialidades en su
país de origen, Estados Unidos, como escudo para sentar y profundizar su entrega y proyección
a los demás. Casado con dama peruana, Maruja Veliz, de raigambres y orígenes
apristas.
La suegra de más de 100 años, seguidora de
Victor Raúi Haya de la Torre. Madre de un parlamentario aprista de apellido Veliz. La esposa fiel compañera
leal y de muchos años a él, entusiasta
colaboradora de las damas de Naciones Unidas. Inteligente, analítico, muy
interesado en la política del Perú y del mundo.
Compartía amistad con Roque
Castro su camarada de tantos años de trifulca internacional. Por eso mismo, uno
vino para Centroamérica y otro para Sudamerica
en la misma época, nombrados desde Roma,
la sede central en ese entonces manejada por una norteamericana decidida.
En una oportunidad, Conway me pidió que apoyase a Roque Castro en
la tarea de divulgar proyectos del PMA, en el Perú. Lo hicimos en distintas oportunidades. El funcionario era un hombre que le gustaba
figurar en la prensa. Le dimos en la
yema del gusto, cada vez que vino al Perú. Pero con responsabilidad,
proporcionalidad y eficiencia.
IMPERFECCIONES
Evidentemente que Roque Castro, Paco para los
demás, era valioso y de alto nivel profesional.
Eso sí tenía sus imperfecciones saltantes. Las demostraba cuando se rodeaba de
la tira de ayayeros que lo seguían en el
organismo internacional y se dejaba
llevar por ellos sin tomar en cuenta la realidad y las posibilidades de hacer
obra humanitaria.
Precisamente tal coyuntura se
presentó con una idea exclusiva del alto funcionario que en teoría tenia
asidero para ser exitosa. La organización de una feria de seguridad alimentaria
en Lima, conforme se había realizado en otros países como Honduras de Centroamerica, con realidades propias y
con reacciones de apoyo efectivo y pecuniario completamente diferentes. Lima no
era igual a Teguciigalpa.
Había infinidad de escollos. La capital
peruana una urbe grande y complicada con
8 millones de habitantes, distinta en actitudes, exigencias y compresiones. El
PMA allá conocido al máximo. Una institución
que estaba siempre en vigencia.
Acá uno de tantos organismos internacionales
como muchos que, precisamente, pasaba normalmente en sus actividades con un
campaña de visibilidad fuerte. Pero, definitivamente, no un organismo primordial como en
Centroamérica. Era obvio que distaba
mucho de eso y se notaba a las claras.
RIESGOS
Pues bueno a hacer tripas corazón
y seguir con el proyecto porque la idea venia del más alto mando del PMA y no había
otra que aceptar. No obstante, de que se dio a conocer, minuciosamente, los
grandes riesgos y trabas que existían para realizar la Feria Alimentaria.
Una de ellas, que era fundamental,
consistía que aquí en el país no existían las
donaciones de empresas privadas con desgravación tributaria. Las había
prohibido el gobierno de Fujimori y, a comienzos de la transición de Paniagua,
la exigencia estaba vigente.
Tan es así que el autor de estas líneas tenía
experiencia al respecto y cuando trabajó, entre 1999 y el 2000 en la Alta Dirección
del Ministerio de Trabajo, le fue imposible concretar una donación que venía de organismos de beneficencia de
Ginebra consistente en una buena cantidad de carros ambulancias para los
hospitales del Perú.
La base y columna vertebral del
evento propiciado por Roque Castro eran las donaciones. En otros países eran
efectivas por la existencia de los incentivos. Aquí en el Perú no por las razones
expuestas. La labor se hacía enteramente dificultosa.
EQUIPO
El aparato de arriba lo decidió y
había que darle al yunque como se hizo. Un equipo especial formado para llevar
adelante la feria dirigido por un
experto en seguridad alimentaria de tantos años y sirviendo en la oficina del Perú
como Oficial de Finanzas y antes en otros países de distintos continentes: Sean
Walsh, de nacionalidad norteamericana con ancestros irlandeses. A quien escribe estas líneas le correspondía
las labores de difusión, de prensa y de imagen
Logramos en primer lugar la
colaboración del renombrado compositor nacional Manuel Acosta Ojeda quien creó, especialmente, una
canción sobre el hambre que se estrenó en el evento. Lo mismo se hizo
con la llegada de grupos famosos musicales del extranjero. Como una orquesta de
niños cubanos y estrellas luminarias de diferentes países. Incluido, por
supuesto, las peruanos.
El lanzamiento del certamen en
si lo hicimos con el apoyo de la Cámara
de Comercio de Lima que, para tal efecto, nos prestó sus instalaciones y puso a
nuestra disposición a sus técnicos y al personal de apoyo.
Conformamos, en una oficina cerca a la explanada de la Universidad Agraria La Molina donde se efectuaba el evento, una sala de redacción
con periodistas y reporteros, dirigida por el suscrito, y conformada por los más
renombrados alumnos del último año del Programa de Comunicación
Social-Periodismo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
La preocupación total del PMA: los niños pobres
La preocupación total del PMA: los niños pobres
VISIBILIDAD
Los universitarios sin sueldo de
por medio por si acaso. Tan sólo pago de pasajes y comida. No hubo un solo día
de los cinco que duró la Feria, entre el 13 y 18 de Noviembre del 2001, en que no
saliesen notas escritas, habladas y
televisadas en los medios de comunicación. El PMA sonó y tronó a plenitud en
los órganos de prensa. Visibilidad total
Cabe anotar que aquí recibimos la colaboración
invalorable de los profesores Jorge Hani Legunda y Cesar Lévano, de San Marcos,
quienes nos ayudaron en la tarea de
entrenar y capacitar a los muchachos para que cumplan la misión a cabalidad. Como lo hicieron y fue una experiencia que
merece analizarse y repetirse en otros
eventos por los logros conseguidos
Las empresas, en el apoyo pecuniario, no respondieron de
acuerdo a las expectativa de cubrir con
el total de los gastos. Pero si hubo algunas de ellas que lo hicieron. Lo
habíamos vaticinado con mucha anticipación y por escrito. Pero nos obligaron a
hacer el evento.
El certamen fue adelante. Mal,
enteramente mal no salió. Hubo interés del público. Pero se pudo mejorar. La
gente notoriamente llegó. Los espectáculos artísticos de renombre vistos a plenitud. La voz de la canción del hambre se propagó y retumbó. Habíamos logrado captar a la opinión pública
del Perú, en la tarea de dar alimentos a los sectores más necesitados de la
población.
PERDIDAS
Pero si hubo pérdidas económicas, por la falta del impulso pecuniario de parte del empresariado nacional. Lo que
también vaticinamos con anterioridad. En el país no había voluntad de apoyo por
falta de incentivos tributarios. La carencia se cumplió al pie de la letra.
Conforme lo teníamos previsto.
El hecho de la calificación del
evento se agravó porque, poco antes de la
realización de la Feria, Conway el jefe de aquí en Lima, se jubiló y en su reemplazo vino una contrincante
y prácticamente enemiga de él. La misma que le hizo la vida imposible y a
cuadritos a todos los organizadores del certamen.
Rosa Ines Antolín se llamaba la señora, de nacionalidad colombiana. Era una mujer ya entrada en años que había hecho carrera internacional de
abajo como secretaria. No tenía ningún titulo universitario y de grado que la
respaldase.
Pero la burocracia internacional la había
encumbrado al segundo nivel del mando
para América Latina y el Caribe. Conway, cuando se encontraba con ella, la
trataba con desprecio, recalcándole, casi siempre y como estribillo, su falta
de preparación que, efectivamente, era muy mala
Que tal señora tan difícil de carácter y de decisiones, por
su ignorancia supina y su poco alcance. Le echó la puntería a Walsh y Noriega y
por ende a la Feria. Lo que se hacia allí era un fracaso total y así había que
tomarlo. Tal era el pensamiento sesgado y errado.
Reunion internacional sobre el hambre en el mundo
Reunion internacional sobre el hambre en el mundo
ENCONO
El amigo Roque Castro, el Jefe Roque Castro,
el Director Regional Roque Castro no hizo absolutamente nada para que cambiase
esta situación. La Feria fue concebida como un lastre total. Y no hubo vuelta
que darle. Alicientes, ninguno. Confianza, menos. Apoyo, cero
Tanto fue el encono que le escribimos a Roque Castro varios correos de explicación y de análisis,
sin zafar el cuerpo de los errores que, probablemente, se registraron y la
falta total de apoyo directriz.
Nunca nos contestó. No hubo una
sola palabra: ni de apoyo, ni de crítica. Parte, evidentemente, de su personalidad
que, a la hora de los loros y cuando se
le necesitaba, desapareció por completo. No era, precisamente, lo acertado.
También se había registrado en
plena feria la intromisión de los ayayeros de Roque Castro que so pretexto de
saber y no comprometerse, intervenían cuando no les correspondía hacerlo, tomaban
decisiones sobrepasando responsabilidades que no eran de ellos evidentemente y,
sobre todo, con los consabidos chismes, lo llenaban al jefe de vacilaciones
para tomar decisiones. Si las hacia o las hizo realmente no fueron de lo más
acertadas. ¡Ay! con los sobones.
OXAM
Algunos años después mi teléfono
celular sonó varias veces y al contestar escuchamos una voz que no la
oía hace varios años. La reconocí de inmediato. Era Francisco Roque Castro que
nos anunciaba que había salido jubilado
del PMA y que quería conversar para
nuevos proyectos. Lo hicimos en un almuerzo de carnes y vinos, en un restaurante de lujo, ubicado al final de la Avenida Salaverry de Lima.
Nunca tocamos los temas pendientes
del PMA, organización a la cual había prestado servicios profesionales durante más de 30 años. Ahora estaba en un alto cargo de Oxam
American, una ONG de beneficio a los sectores
pobres de la sociedad. El funcionario internacioinal me pidió colaboración de trabajo especializado, con las oficinas de Lima. Le dije que quería servirlo por la fraterna amistad
de por medio. Fue la última vez que vi y hablé con Paco. Aproximadamente el año
2003 o 2004, si no me equivoco. Hace la friolera de diez u once años.
Lo complací y fui a hablar con sus funcionarios.
Realmente me encontré a un grupo de técnicos completamente politizados, con
una actitud enteramente contra la minería y las actividades productivas
privadas. No pudimos llegar a ningún acuerdo de colaboración. Pensábamos
diametralmente distinto. Tal fue mi convencimiento que ni siquiera llame a mi
amigo Roque Castro para decirle que era
imposible laborar.
Hombre con cara que no se puede decir
agraciada, perfilada y un poco dura, de bigotitos relucientes. Mediana
estatura, delgado. Lucía siempre lentes oscuros. En su vida profesional, él desafío
al Perú yéndose al extranjero, Allá,
fuera de las fronteras, triunfó como pocos. Eso ya es una hazaña. Recordarlo de la forma
como lo hacemos, sin perfecciones ni epítetos exorbitantes, nos da gusto. Hemos
dado una visión de parte de su existencia, conforme la vivimos al lado de él.
Que descanse en paz. (E de N)
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