martes, 5 de enero de 2016

CONGRESO EUCARISTICO HISTORICO

El mundo cristiano concentra su mirada en Buenos Aires sede del XXXII Congreso Eucarístico Internacional en el transcurso del mes de octubre de 1934. Ya desde antes comenzó su organización dirigida por un Comité Ejecutivo, presidido por Monseñor Daniel Figueroa, erigiéndose en la intersección de las avenidas Alvear y Sarmiento, un monumento coronado por una gran cruz que, con sus 35 metros de altura, dominaba los jardines de Palermo.
El primer acto del Congreso fue la recepción del Legado Pontificio, Monseñor Eugenio Pacelli, Secretario de Estado de la Santa Sede, en el atardecer del martes 9, quien llegó desde Roma en olor a multitud. Pacelli, con el correr de los años, se convirtió en Papa,l primado de la iglesia católica universal con el nombre de Pio XII.
A las 15 horas, cuando la silueta del avión que lo traía a bordo se recortó en el horizonte del estuario, se echaron a volar bandadas de palomas mientras una escuadrilla aérea y centenares de embarcaciones salían a su encuentro.
Apenas piso tierra argentina, el intendente lo recibió con estas palabras: “Saludo en vos al soberano más poderoso de la tierra”… Luego desfiló entre aplausos y cánticos, bajo una lluvia de flores en la carroza presidencial junto al primer mandatario de la nación.
El 10 fue la apertura del Congreso en la jornada dedicada al Sumo Pontífice. Centenares de miles de personas oyeron aquel día la misa rezada por Monseñor Copello. El 11, en solemne ceremonia, se impartió la bendición con el Santísimo y se rezó por la paz de Bolivia y Paraguay, países que se enfrentaron en la Guerra del Chaco.

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Infinidad de católicos comulgando con fe y creencia total.

COMUNION
En igual fecha por la noche, Buenos Aires asistió a la imponente comunión de los hombres. Numerosos sacerdotes, en todos los lugares imaginables, confesaron durante horas en los más distintos idiomas del mundo y dieron la comunión, dese medianoche hasta el amanecer, en cuatro altares dispuestos junto a la Pirámide de Mayo.
Desde los  balcones de la Casa de Gobierno, Monseñor Pacelli asistió a la misa oficiada por los Arzobispos de Montevideo,  Santiago de Chile, La Paz y Asunción. El 12 se dedicó la ceremonia a los pueblos hispánicos y el 13 a la Virgen de Luján. Al día siguiente se clausuró el Congreso. El Cardenal Legado ofició misa pontifical.

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El Legado Pontificio, Eugenio Pacelli, saluda al pueblo.

Lo que siguió es una homilía pronunciada por el mismo, cerrándose los actos con la bendición papal a todos los congresantes. Bajo la lluvia, un millón de personas honró al “más poderoso de los soberanos”, en una de las escenas más inolvidables que  ofreciera la fe cristiana en un pueblo americano.

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