Una espontánea, febril y multitudinaria expresión ciudadana
pobló las calles de Buenos Aires configurando un episodio inédito en la
historia política. El 12 de Octubre de 1916, Hipólito Irigoyen llegó al poder acompañado
por un pueblo delirante que desenganchó los caballos de la carroza presidencial
frente al Congreso y llevó a pulso el coche hasta la Casa de Gobierno. Por
primera vez un hombre público adquirió la dimensión de providencial, la solidez
de un real caudillo, la magia de un
extraño mesianismo.
Para los sociólogos no fue ni es
un fenómeno fácil de interpretar porque si bien es cierto que Irigoyen asumió
la presidencia mediante la genuina decisión del pueblo, su personalidad tenía
aristas duras, frías, incomprensibles.
Era un hombre taciturno, carente
de dotes oratorias, jamás arengaba a las masas ante las cuales se presentaba
impávido, casi ausente. No obstante tenía un carisma, alimentado tal vez por
sus extrañas actitudes, su recatada forma de vida y la honestidad que sugerían sus procedimientos
que conjugó las apetencias de una pequeña burguesía hasta entonces marginada de
la vida cívica y de una gran masa de hijos de inmigrantes llegados al país 30 0
40 años atrás.
El radicalismo de Irigoyen no fue
la manifestación romántica de Alem, se erigió en un movimiento revolucionario
en tanto significó el acceso al poder de un vasto estrato social no contemplado
en los cuadros políticos anteriores.
Irigoyen: caudillo radical.
Irigoyen: caudillo radical.
GESTION
No lo fue en cuanto carecía de un
contenido ideológico, rico en ideas y propósitos, En cambio, la gestión del
caudillo fue firme, casi implacable en el aspecto político a tal punto que uno
de sus primeros actos de gobierno fue decretar la intervención de 14 provincias
en un intento presuroso de radicalizar el país.
Afrontó, durante su primera
presidencia, las dificultades derivadas de la crisis de posguerra y las
vibraciones despertadas por la revolución rusa que comenzaron a manifestarse en
el Río de la Plata.
Su periodo parecería estar plagado de
contradicciones en los hechos: un gobierno que contó con la mayor anuencia
del pueblo fue jaqueado por serios conflictos laborales, cuando casi
simultáneamente engendraba leyes que constituían un dique de contención contra
la voracidad patronal.
Claro ejemplo de lo primero es la
famosa “Semana Trágica”. Elocuencia de lo segundo, la jubilación de los
ferroviarios y la sanción de la jornada de las 8 horas. Previamente se habían
desatado los paros ferroviarios, del personal de Correos en 1918 y el
conflicto metalúrgico que terminó en una huelga general de sangrientas
derivaciones.
VANDALISMO
Es bueno recordar al respecto la
descripción de un conocido historiador: “…en los primeros días del año 1919 se sentía síntomas ´precursores de agitación social. Se hablaba de la preparación de un
paro general y muchos gremios exigieron alza de los salarios, pues la carestía
de la vida había aumentado después de la finalización de de la guerra”.
En los talleres metalúrgicos de
Vasena, el personal se declaró en huelga, se produjeron desordenes e intervino
la policía. Lo que dio lugar a tiroteos en los que resultaron muertos varios
obreros. Esa fue la chispa que provocó el estallido. Los sindicatos proletarios,
solidarizándose con el movimiento, organizaron
el entierro de las víctimas en el cementerio de la Chacarita.
Una muchedumbre compuesta ´por
unos 20 mil hombres escoltó los cadáveres hasta la Chacarita. Esa multitud
exasperada al pasar por los talleres de
Vasena quemó la fábrica y se desparramó violentamente por la ciudad, proclamando
el paro general y la rebelión
A renglón seguido se incendió la
Iglesia de Jesús Sacramentado en la calle Corrientes, se destruyeron las
imágenes sagradas y también el asilo de niñas “ Casa de Jesús" fue saqueado y devastado..
Toda clase de desmanes se
cometieron contra los vehículos y los tranvías, atacando los carros,
desenganchando los caballos y descargando las mercaderías para dejarlas
abandonadas en la calzada.
En una actuación publica
En una actuación publica
IMPOTENCIA
La policía fue impotente para
contener los desordenes. Se hizo necesario pedir el auxilio de la fuerza militar para reprimirlos. Toda la
ciudad quedó paralizada y presa de pavor, mientras grupos armados impedían el
tránsito y combatían a tiros con las patrullas de gendarmes.
La conmoción duró tres días en
que fue dominada por tropas del Ejército a costa de muertos y heridos. En
realidad, con su preludio, fueron 8 días sombríos que pusieron a prueba al
caudillo, al seductor y que se repitieron con los episodios protagonizados por
los portuarios, entre los años 1920 y 1921, también reprimidos violentamente.
Sería injusto, tal vez anecdótico, interpretar una gestión de gobierno sobre la base de los episodios de violencia
acaecidos porque durante la presidencia del jefe radical se produjeron
promisorios avances de la legislación social y obrera, se hizo frente a la crisis de la vivienda mediante una ley de
alquileres que tuvo singular trascendencia en la vida del país y porque-salvo
casos aislados- la administración de Irigoyen estuvo signada por una intachable
honestidad administrativa.
A esos ponderables elementos se
agregaron otros no menos significativos como el movimiento estudiantil de 1918
que culminó con la Reforma Universitaria y el acceso de los alumnos al gobierno de las universidades.
POLITICA EXTERIOR
En materia de política exterior
la actitud del líder radical fue firme. Defendió la neutralidad y la soberanía
a en los conflictos desatados por los beligerantes durante la prolongada guerra
mundial. No fue fácil para Hipólito Irigoyen mantener esa postura en un
escenario dominado por las pasiones y
con las presiones extremas de las grandes potencias, que le exigían la ruptura
con Alemania.
Pese a ello mantuvo, en esa
emergencia, una conducta inalterable nutrida en la convicción de no comprometer
al país en un conflicto en el que se debatían intereses ajenos. Esa actitud que
lo perfiló con visión de estadista, se ratificó posteriormente cuando sostuvo
la igualdad de países pequeños y grandes
beligerantes o no, para elegir al Consejo de la Liga de las Naciones,
propiciado por el presidente norteamericano
Woodrow Wilson
La posición se sintetizó así: “Tratándose
de una sociedad llamada a establecer la paz futura entre las naciones no cabe
distingo de beligerantes y neutrales entre los que forman parte de ella. Se
sostendrá como cuestión fundamental que
sea por igual admitidos a incorporarse todos los estados soberanos reconocidos
como tales por la comunidad internacional”.
Los principales lideres de la época
Los principales lideres de la época
DEFECTOS
Cuando las proposiciones inspiradas
en ese principio no fueron aceptadas, Argentina se retiró de la Liga. En el
difícil análisis de ese momento histórico puede destacare, sin temor a las
equivocaciones, la modestia y la honestidad del caudillo radical que donó sus
sueldos a la Sociedad de Beneficencia y las posibilidades nunca cercenadas de
la oposición en el Congreso que se suman a los citados avances en materia de legislación
laboral.
En el otro platillo de la balanza
pesa, indiscutiblemente, su desbordante personalismo que modificó su movimiento
hasta el punto de convertirlo en “irigoyenismo”, su excesiva atención a los
problemas partidarios que lo hicieron olvidar otras profundas grietas que ofrecía
la sociedad.
Fue precisamente esa
incontrolable fuerza la que facilitó el advenimiento de un hombre como Alvear,
representante del repudio al personalismo.
Irigoyen resultó un hombre de controversias. ¡Quién no lo fue en el ejercicio de la
función púbica?
En otro plano, queda su inocultable egolatría
cuya expresión más notoria se encuentra en sus propias expresiones vertidas a
los 64 años: “Soy un hombre cabal en todo sentido que he realizado mi vida en
absoluta identidad, enseñando y ejemplarizando siempre con un carácter inquebrantable.
En la contienda, irreductible. Lo mismo que en la adversidad. Pero magnánimo en
la victoria”
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