En 1858-dice Porras- sólo había tres talleres de grabados en
Lima y cuatro de litografía. El mejor litograbador era el señor Julio Jullia,
quien trabajaba en piedra con igual perfección, letras, retratos, facsímiles y
planos.
El daguerrotipo fue introducido en 1842 por Dante, quien se
estableció en la calle de Las Mantas. En 1844 se anunció a P. Davielte “como
artista fotogénico recién llegado de París”. Le siguieron el miniaturista a
daguerrotipo Lavielte, Fernando Lebrero (1845), Newmann, Furmier (1846) y
O.J.W. Newland.
Richardson introdujo los retratos en porcelana (1865). A
partir de la década de 1850 a 1860 se desarrolla el arte fotográfico. Alternan
fotógrafos y daguerrotipógrafos. “La Guia de Lima” de Fuentes de 1860 menciona
a N. Moller, a F. Garreaud, a Bartolomé Velarde, a B.T. Pease, Salazar y
Rouvier y Juan Caraux. Los mejores eran Pease y Velarde.
Raúl Porras Barrenechea
Raúl Porras Barrenechea
FOTOGRAFOS
“En 1863 los fotógrafos principales de Lima eran Manoury,
Richardson, Courret Hermanos sucesor de Manoury y F. Garreaud. Courret recogió
las imágenes de Castilla sexagenario, de Pinsón y de Grau. En el archivo de
Courret quedó reflejada toda la sociedad limeña de la segunda mitad del
siglo XIX y los dos primeros lustros del
XX, hasta el advenimiento criollo de Goyzueta. También recogió Courret los
aspectos más característicos de la ciudad, sus monumentos, sus calles y tipos populares
que se han reproducido a menudo en álbumes y revistas gráficas de este siglo”
A este periodo que abarca el trabajo de Courret y sus
hermanos se le llama la Belle Epoque limeña.
Por ello en el año 1868, turbulento y sombrío, Eugene Courret
toma la fotografía de la antigua calle del Fierro Viejo o Palacio, colindante
con Polvos Azules. En el N° 17 de aquella arteria de tiendas con toldo de lona,
instala su primer taller de fotografía el artista galo que se dice había
llegado al Perú entre 1857 y el 58. Al fondo de la calle principal aún se veía
el famoso arco que servía como puerta de entrada al Rímac. Ya tenemos pues, a
Courret grueso y barbudo, de tez casi rojiza, instalado en la Lima que habría
de ser sede de su vasto trabajo de cerca de 40 años.
100 MIL PLACAS
El y sus continuadores llegaron a imprimir no menos de cien
mil placas fotográficas. A toda esta producción realmente notable (todo el
reflejo de la sociedad limeña, como reitera Porras) se le llama el Archivo
Courret, que estaba en manos de su principal conservador, don Jorge Rengifo y
ahora forma parte de los tesoros de la Biblioteca Nacional.
Para precisar mejor en el tiempo lo que hizo Courret y sobre
todos sus antecesores y continuadores, habría que resumir en forma muy apretada
la historia de la fotografía. Y comparar en qué época el daguerrotipo y las
fotos en placa entran a formar parte no sólo del oficio de retratar
personas, sino de perennizar
acontecimientos.
La fotografía tiene orígenes árabes y se remonta al siglo XV
cuando Ibn Al Haithman estudia los eclipses del sol y de la luna y reproduce
los efectos del fenómeno proyectándolos en una pared oscura. Más tarde se
descubre que poniendo en al agujero de
proyección un lente se obtenía una imagen más nítida. Partiendo de este
principio, en los siglos XVII y XVIII
comenzaron a emplearse como instrumentos de dibujo pequeñas cámaras
reproductoras. La técnica del revelado se hace patente cuando se conserva la
imagen de la cámara oscura mediante el efecto producido por rayos luminosos sobre
sales de plata.
El fotógrafo francés Eugenio Courret
El fotógrafo francés Eugenio Courret
1839
En 1839, el francés Daguerre lanzó un método más práctico:
empleó placas de cobre recubiertas con yoduro de plata y expuestas en una
cámara de madera. Para que la imagen del daguerrotipo aparezca visible tiene
que ser observada bajo cierto ángulo con respecto a la luz.
Más tarde, el norteamericano George Eastman lanzó un nuevo
sistema: los rollos fotográficos. Colateralmente, ya a principios del siglo XX
los aficionados no solo usaron maquinas en forma de cajas sino de fuelle. Hasta 1906 las fotos sólo se hacían en blanco
y negro. Fue Lumiere, en 1907, quien obtuvo las primeras placas a color.
Quiere decir que el sistema o técnica del daguerrotipo que,
como cuenta Porras, fue introducido en 1842 en Lima por Dante, fue superado 20
años después cuando se introduce la foto en placas y las cámaras por los
antecesores de Courret. Lógicamente, el fotógrafo galo usaba y trabajaba con
este sistema.
AUTORIDAD
Jorge Rengifo quien es una autoridad en materia del Archivo
Courret, sostiene que éste y sus hermanos no sólo trabajaban con cámaras muy
modernas para la época, sino que sus
talleres (Palacio y Mercaderes) eran modelo de la mejor técnica, pues es
comprobable que ellos usaron magníficos
sistemas para el aprovechamiento de la luz artificial.
Por eso la calidad y
nitidez de los retratos que Courret Hnos. hicieron en sus estudios. Se ha
dicho, en informaciones ciertamente no fidedignas, que los primeros talleres de
Courret Hnos. se instalaron en la calle Mercaderes. La fachada se conserva tal
como la dejaron ellos antes de regresar a Europa en los comienzos del
novecientos. El barroco edificio-ahora pintado de celeste- que es vecino de la
Antigua Botica Francesa y tiene enfrente a la cuchillería Bet, no fue el primer
local de los Courret. Allí se trasladaron después de haber estado un tiempo en
la calle Palacio N° 17. Hemos visto la tarjeta de anuncios.
Es más, así lo ha confirmado Luis Antonio Eguiguren en su
libro sobre Las Calles de Lima al mencionar a los principales vecinos de la
calle Palacio o del Fierro Viejo.
Una dama de la epoca fotografiada por Courret
Una dama de la epoca fotografiada por Courret
RESULTADOS
Courret y sus hermanos no sólo se dedicaron a retratar a las
damas de la sociedad, caballeros de buenas familias, empresarios, banqueros y
mujeres hermosas y elegantes de esa época. También salieron con sus cámaras a
enfocar el paisaje y del ambiente de Lima de entonces. En una edición de la revista
Mundial de 1921 y en el libro de Eguiguren que reproduce-en una impresión muy
rústica y precaria- Las calles de Lima se publican reproducciones de algunos fotografías
de Courret correspondiente a la Plazuela del Libertador Bolívar (antes nombrada
de la Universidad y la Inquisición, 1868), el Palacio de Gobierno de 1868; la
Municipalidad en 1896, la catedral en
ese mismo año, así como el Palacio Arzobispal, la Estación de San Juan de Dios,
hoy Plaza San Martín, en 1868; el Puente de Piedra, el antiguo Arco Colonial,
la calle de San Agustín, la calle de Mercaderes y los balcones de la Casa de
Oquendo en la Veracruz.
Paralelamente Courret tuvo el privilegio de registrar en su
lente a personajes tan prominentes como el Almirante Grau, Alfonso Ugarte,
Nicolás de Piérola, Mariano Ignacio Prado, el Almirante Du Petit Thouars y a
don Ricardo Palma.
La cámara imprimió también-como lo hiciera antes Pancho
Fierro en la acuarela- a personajes típicos de la ciudad republicana como el
frutero que comerciaba en burro, las humiteras que llevaban su canasta en la
cabeza, el vendedor de ceras, el zambo chichero y hasta el vivandero “Ñor José”
que ponía su mesa de platos típicos cerca de las Nazarenas.
Una era femenina de usos y costumbres que se fue
Una era femenina de usos y costumbres que se fue
TESTIMONIO
En la producción de Courret es importante resaltar su
testimonio fotográfico de la Guerra con España en 1866. Es evidente que algunas
de las fortificaciones del Callao fueron fotografiadas antes del Dos de Mayo
de aquel año. Pero hay otras tomas que fueron obtenidas en el fragor del
combate.
Cuando vivía ese caballeroso historiador que fue don Agustín
Tovar de Albertis-por entonces prominente miembro del Centro de Altos Estudios
Histórico-Militares- nos mostró en el año 1966, en ocasión de recordarse el
centenario del gran combate, nueve fotos que ahora deben estar en el Museo del
Real Felipe. No sólo aparece el famoso Cañón del Pueblo que se adquirió por
colecta pública, sino una formidable fotografía del Torreón de la Merced en el
que pereció el heroico Ministro de Guerra y Marina José Gálvez Egúsquiza. En otra foto se observa al Presidente
Prado con su Estado Mayor. Todas las copias lleva la firma en la parte de atrás
del propio Courret. A iniciativa de Juan
Mejía Baca, el archivo ha sido adquirido para que se conserve en la Biblioteca
Nacional (Jorge Donayre Belaúnde)
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