martes, 30 de julio de 2013

LA BATALLA DE INGLATERRA

Ya, desde los primeros días del conflicto, Inglaterra esperaba un fuerte ataque de las Fuerzas Aéreas alemanas y, como medidas preventivas, las mujeres y los niños fueron evacuados de las grandes ciudades, se prohibió tener las luces  encendidas por las noche, se distribuyeron mascarillas antigas y millares de camas estaban preparadas en los hospitales. Sin embargo, durante el otoño y el invierno de 1939 -40, los temidos “golpes decisivos” desde el aire no se produjeron.
Esta tranquilidad ni siquiera se alteró durante la primavera de 1940, cuando la guerra en el frente occidental  alcanzó su punto álgido. Si bien entonces tan inesperada calma parecía inexplicable, ese privilegio de que gozaba Gran Bretaña obedecía a unas razones muy concretas. Durante la “guerra extraña”, Inglaterra no había lanzado una ofensiva de bombardeos estratégicos contra Alemania por el temor de desencadenar sus represalias.
Por su parte, Alemania había renunciado también a una acción análoga contra Gran Bretaña porque consideraba que sus aparatos no podrían obtener resultados decisivos despegando de las bases alemanas y además, porque, en aquellos momentos, casi todas las fuerzas de la Luftwaffe estaban ocupadas en las operaciones de apoyo de las fuerzas terrestres, apoyo que se había revelado de gran eficacia en la campaña de Polonia y que lo era igualmente en las operaciones que se llevaban a cabo en Noruega, Países Bajos y Francia. Estando aún en curso estas batallas, se prefería no dispersar las fuerzas con una ineficaz actividad contra Inglaterra.


Mapa de la Batalla de Inglaterra

ATAQUES
Pero esa abstención voluntaria duró hasta que el Ejército alemán ocupó las humeantes ruinas de Dunkerque. En la noche del 5 al 6 de Junio, cuando no había transcurrido cuarenta y ocho horas, la Luftwaffe empezó a demostrar más interés por el territorio británico: unos treinta bombarderos volaron sobre la costa oriental y atacaron aeropuertos y otros objetivos, repitiéndose la acción la noche siguiente. Sobrevino un nuevo periodo de calma cuando el Ejército alemán en Francia inició su avance hacia el Sur, encargándose la Luftwaffe de apoyarle.
 Ese intervalo de tranquilidad duró hasta el día en que Francia pidió el armisticio. En efecto, pocas horas después,  la Aviación alemana reanudó sus incursiones nocturnas contra Inglaterra. De junio a agosto, cuando empezaron los ataques aéreos diurnos, los alemanes enviaron repetidas veces sus formaciones de bombarderos-que llegaron a sumar hasta setenta aparatos-contra objetivos diseminados sobre una amplia zona del territorio inglés. La finalidad de tales incursiones era adiestrar a las tripulaciones para vuelos nocturnos, ejercitarlas en el empleo de las instalaciones de radio ayuda así como en los reconocimientos aéreos y además mantener a los ingleses en un estado de alarma constante. 
HITLER
Por otra parte, tampoco hay que olvidar-ésta al menos era la opinión de Hitler- que, con el tiempo, quizá las operaciones contra Inglaterra resultaron superfluas. La rapidez y la magnitud de la victoria de las fuerzas alemanas en Francia sobrepasaron, incluso los cálculos más optimistas de Hitler, y a pesar de que ya en otoño de 1939 se trató en líneas generales de los problemas de la invasión de Inglaterra, el proyecto únicamente adquirió consistencia después del 20 de Mayo de 1940, cuando las tropas alemanas alcanzaron las costas del Canal de la Mancha. Fue entonces cuando la marina empezó a elaborar planes concretos, en tanto que el Ejército no demostró ningún interés por la operación hasta la definitiva derrota francesa.
El 2 de Julio, el Fuhrer impartió a las Fuerzas Armadas la orden de preparar un plan de invasión, teniendo  presente, sin embargo, la posibilidad de un aplazamiento. El 19 de Julio presentó las propuesta  oficial de paz, que Londres rechazó el 22.
Mientras empezaban a perfilarse los planes para la Operación ”León Marino” y para la batalla aérea, prólogo de aquello, la Luftwaffe no descansaba sobre sus  laureles. Continuaban las operaciones nocturnas contra Inglaterra, despegando de los aeródromos de los territorios ocupados y, después del 10 de Julio, intensificó los ataques diurnos contra el tráfico marítimo inglés del Canal de la Mancha.

Heinkel He 111 during the Battle of Britain.jpg
Los Heinkell 11 en uno de los enfrentamientos aéreos.

PERDIDAS
 En general,  los bombarderos alemanes solían ser detectados por las estaciones de radar inglesas, pero al estar dirigidas las incursiones contra las zonas periféricas del sistema defensivo británico, el mando de caza tenía que enfrentarse con un problema nada fácil. Sin lugar a dudas, las pérdidas alemanas eran superiores a las inglesas: hoy sabemos que la Luftwaffe perdió del 10 de Julio al 10 de Agosto de 1940, 217 aparatos contra 96 perdidos por la caza británica.
Pero estos ataques alemanes, a pesar de no ser muy graves para la navegación británica, obligaban a realizar un duro trabajo a los cazas, a que debían llevar a cabo unas seiscientas misiones al día y en un radio de acción muy extenso. Y eso precisamente cuando se reagrupaban todas las fuerzas a fin de prepararse para otras acciones más duras que, claramente, se iban perfilando en el horizonte.
No obstante, los ataques alemanes que obstaculizaban la navegación no eran más que un preludio de la inminente batalla aérea que la Luftwaffe iba librar poco después. Como ya se ha dicho, condición esencial para la Operación “León Marino”, era la conquista de la superioridad  aérea sobre el Canal de la Mancha en Inglaterra meridional por los alemanes.
 Estos sólo podían confiar en efectuar la travesía y el desembarco y en mantener luego el enlace entre ambas orillas sin sufrir pérdidas excesivas, a condición de poner fuera de combate a la RAF. En efecto, su destrucción, además de eliminar el peligro de incursiones inglesas, permitiría a la Luftwaffe, dueña absoluta del cielo, mantener constantemente empeñada a la Royal Navy.
ESPERANZA
Existía, además, la esperanza de que la victoria de la Luftwaffe fuese de tal magnitud que, por si sola, bastara para obligar a Inglaterra a rendirse o, al menos, para llevarla al borde de la derrota completa. En este caso, la invasión, con una pequeña ayuda del Ejército y de la Marina, hubiera podido adquirir la forma de una ocupación sin resistencia.
En vísperas del gran ataque, el despliegue de las unidades aéreas era como sigue: los alemanes disponían de tres fuerzas aéreas, de las cuales las principales eran la 2° Luftlotte, al mando del General Kesserlring, situada en el norte de Alemania, Holanda, Bélgica y noroeste de Francia y la 3° Luftlotte, al mando del General Sperrle, que se encontraba en el norte y oeste de Francia. De día, estas dos grandes unidades amenazaban continuamente toda la mitad sur de Inglaterra, hasta los condados centrales, aumentando considerablemente su radio de acción durante la noche.
La otra fuerza aérea más reducida, la 5° Luftflotte a las órdenes del General Stumppff, situada en Dinamarca y Noruega, se encargaba de dispersar la defensa inglesa y de bombardear Escocia al noroeste de Inglaterra. El 10 de Agosto, estas tres unidades disponían en conjunto de más de 3,000 aparatos, de los cuales unas tres cuartas partes estaban preparados para entrar en acción en cualquier momento.



Los cazas alemanes.

CAZAS
Unos mil 100 de ellos eran cazas, casi todos Messerschmitt  BI 19 que equivalen, prácticamente, a los Spitfire adversarios, pero en sus acciones de protección se veían obstaculizados por su limitada autonomía.
Para escoltar a los bombarderos que atacaban objetivos más lejanos, incluyendo los que debían ser alcanzados desde Noruega a través del mar del Norte, los alemanes disponían de unos 300 Messerschmitt, potentes cazas bimotores que, sin embargo, no podían compararse con los Spitfire  y Hurricane, mucho más ágiles en las maniobras. Los restantes mil 900 aparatos alemanes eran casi todos bombarderos, en su mayoría Heinkel  11, que si bien eran lentos, habían dado muy buenos resultados.
Figuraban, además, los Dornier 17, de perfil esbelto y uniforme.  Los veloces y más recientes Junker 88 y los 400 Junker 87, los llamados Stuka, famosos bombarderos en picado sobre los que se había creado una aureola de leyenda a raíz de sus intervenciones en Polonia y Francia. Sin embargo, su autonomía de vuelo era muy limitada y en esta ocasión se tenían que enfrentar con un adversario fuerte y combativo.
En el bando inglés, la situación había mejorado mucho respecto a la de pocas semanas antes. El 4 de Junio, a consecuencia de las grandes pérdidas de Hurricane que se sufrieron en Francia, el mundo de caza tan sólo había podido reunir 446 cazas monomotores de reciente modelo, Spitfire y Hurricane, más otros 16 que estaban preparados en las unidades de reserva. 
RESISTENCIA
 Y durante las diez críticas semanas que siguieron a Dunkerque, la potencia efectiva de los cazas prácticamente se había doblado gracias a la realización de los programas elaborados por el Ministerio de Aviación  y al enorme esfuerzo cumplido por la industria bajo el impulso de Lord Beavebrook, el nuevo Ministro de Construcciones Aeronáuticas.
Durante estas diez semanas, el sistema defensivo preparado por Inglaterra para protegerse de un enemigo que actuaría desde Alemania y desde los Países Bajos, se había dispuesto basándose en planes anteriormente elaborados. Pero en esos momentos tendrían que llevarse a la práctica de forma que también se opusiera resistencia a las fuerzas con base en Francia y Noruega.
A las divisiones ya existentes del mando de caza se había añadido otra la N° 10, en el sector sudoeste. Asimismo aumentaron las defensas discontinuas de la parte noroeste del país, incluyendo Irlanda del Norte y Escocia.
No se trató solamente de aumentar el número de aparatos y de pilotos, sino que se extendió además la cadena costera de radares, añadiéndosele unos puestos especiales para la localización de aviones a baja cota, ampliando los puestos de observación en tierra para la localización de los aviones en vuelo, adaptando muchos aeródromos para operaciones de caza e instalando cañones, reflectores y barreras de globos cautivos.
DEFICIENCIAS
Sin embargo, a pesar de haber sido ampliado y reforzado el sistema defensivo aéreo de la isla, no se pudo eliminar algunas graves deficiencias. Ante la nueva situación originada por las conquistas alemanas, el Jefe de la Defensa  Territorial del Ministerio de Aviación consideraba necesarios 120 escuadrones de caza, mientras que Dowding tenía menos de la mitad y ocho de ellos estaban formados por Blenheim o Defiant que no podían rivalizar  con los Messerschmitt.
El mando de la artillería antiaérea disponía de menos de 2 mil piezas, a pesar de que, incluso antes de las victorias alemanas en el Oeste se hubiese calculado a que el mínimo necesario era de 4 mil. El sistema de detección a larga distancia y de señalamiento de la posición de los aviones sobre el territorio metropolitano era incompleto en las regiones occidentales y en algunas zonas de Escocia y, además, había pocos pilotos de caza: se tardaba menos en fabricar nuevos aviones que en instruir a los hombres capaces de pilotearlos.
Las deficiencias del sistema defensivo diurno eran pocas comparadas con las preocupantes deficiencias de la defensa  nocturna, porque los cazas de modelo normal sólo podían ser utilizados durante los plenilunios y a condición de que el cielo estuviese muy despejado y los hombres de los puestos de observación debían servirse de reveladores acústicos de escasa eficacia, en lugar de la agudeza de su vista y de un par de anteojos.

Uno de los tantos bombardeos a Londres.

ACCIONES
Sin embargo, Inglaterra podía contar, además de los ya mencionados, con otros medios defensivos. Entre ellos el mando de la aviación de costa, que llevaba a cabo operaciones de reconocimiento y apoyaba las acciones ofensivas y el mundo de la aviación de bombardeo. Casi todos los aviones de este último mando únicamente podían ser empleados, con el suficiente margen de seguridad en las acciones nocturnas, pero de noche resulta difícil localizar y atacar objetivos lejanos.
Los bombarderos diurnos, un centenar de Blenheim, eran capaces de realizar acciones más concretas, pero necesitaban la protección de los cazas, protección que únicamente podía asegurarse en acciones a corta distancia. Los bombarderos ingleses podían ser muy eficaces para atacar objetivos cercanos, como los aeródromos, puertos  y medios navales que se encontraban al otro lado del Canal de la Mancha, pero contra objetivos más lejanos su eficacia era más bastante dudosa.
La relación de las fuerzas aéreas de ambos contrincantes era en conjunto de 1,900 bombarderos apoyados por 1,100 cazas por parte alemana, contra unos 700 cazas apoyados por 350 bombarderos por parte inglesa. Los alemanes además de contar con la superioridad numérica, tenían la ventaja de la iniciativa y de poder atacar cualquier objetivo situado dentro de su radio de acción. La defensa inglesa, por el contrario, tenía tan sólo la posibilidad de reaccionar ante los movimientos del adversario.
FACTOR
Sin embargo, había un factor que favorecía a los ingleses:  la ofensiva alemana contra Inglaterra era una operación casi improvisada y Goering, Comandante en jefe la Luftwaffe, era un hombre hábil pero al mismo tiempo, jactancioso y que, en cuanto competencia técnica, no podía rivalizar con su antagonista inglés.
El 10 de Agosto, las tres Luftflotten estaban preparadas para empezar la  gran ofensiva, la operación “Águila” (Adler), cuya finalidad era obligar a la RAF a abandonar el sur de Inglaterra. Según el  Estado Mayor alemán, cuatro días eran suficientes para destruir la defensa inglesa aérea al sur de la línea Londres- Gloucester y cuatro semanas para eliminar por completo la RAF. La fecha de la invasión podía fijarse, por los antecedentes, hacia mediados de Septiembre.
El 11de Agoto amaneció muy nublado y la actividad alemana se redujo al bombardeo de Portland y de algunos barcos próximos a la costa. Los Stuka con su escolta entraron en acción. Fueron atacados los aeródromos, los barcos que estaban en el estuario del Támesis y las estaciones de radar de la costa meridional, causando serios daños. Verdaderamente fue un golpe muy duro.
En el combate, los alemanes  sufrieron la pérdida de 31 aparatos y los ingleses a su vez, 22.  Pero según los documentos alemanes, el 13 de Agosto fue el verdadero día del “Águila”. Es decir, del inicio de la ofensiva.

Escuadrón polaco

DOS DIRECCIONES
La acción más importante se llevó en dos direcciones: la 2° Luftlotte actuó sobre Kent y el estuario del Támesis, mientras la 3° realizaba devastadoras incursiones sobre Hamppshire, Dorsetshire y Wiltshire, provocando grandes daños en tres autódromos: Eastchurch, Detling y Andover.
Al final del día, los alemanes que habían contado con 485 aparatos terminaron la jornada con un positivo ataque nocturno contra una fábrica de Spitfire en Castle Bromwich. Pero habían perdido 45 aviones contra 13 cazas perdidos por los ingleses. No fue muy brillante para los germanos.
El 14 de Agosto fue un día de actividad más reducida, con unas 500 salidas alemanas. El 15 la Luftwaffe intentó el golpe en gran escala realizando siete incursiones  diurnas dirigidas a varias zonas. El primer combate se produjo hacia las 11.30 a.m. al atacar 40 Stuka de la 2° Luftlotte, los aeródromos de Lympne y de Hawkinge en Kent. Una hora más tarde se  realizaron con éxito varias incursiones más. Los ataques nocturnos fueron esporádicos.
Todas estas  incursiones encontraron tenaz oposición.  En ningún caso, los cazas británicos dieron tregua a los atacantes.  Los alemanes se convencieron que, en determinadas zonas, era mejor no realizar incursiones. Segura no la tenían.
COMBATES
Los combates del  15 de Agosto fueron los más importantes de la Batalla de Inglaterra. La Luftwaffe desarrolló el máximo esfuerzo, empleando 520 bombarderos y 1,270 cazas y atacó una vasta región de Northumberland y Dorsetshire. Sus pérdidas fueron cuantiosas (75 aparatos contra 34 cazas ingleses). Pero no tanto como para impedir otra acción alemana, igualmente potente, un día después. 1,700 aparatos en varias oleadas, atacaron numerosos aeródromos dañando con particular intensidad el de Tangmere. La Luftwaffe perdió 45 aviones. La RAF con 21 cazas abatidos, cerró otra vez  el saldo a su favor.
Los alemanes hicieron una pausa. Según su servicio de información, la caza inglesa si no destruida, había quedado reducida a sus últimos 300 aviones.  Pero el cálculo estaba muy lejos de la realidad. Se contaba con   una doble cantidad de aviones Hurricane y Spitfire dispuestos para el combate, además de otros 1,230 aparatos. Los alemanes creían  en un par de incursiones de dos días para acabar con la resistencia inglesa.
Con esta idea la Luftwaffe desencadenó nuevos e importantes ataques contra los aeródromos de Kent, Surrey y Sussex, perdiendo 71 aparatos, mientras los ingleses perdían solamente 27. Estaba claro que las unidades de caza estaban muy lejos de ser vencidas. Por este motivo, Alemania decidió un cambio radical en sus planes.
La Luftwaffe renunció a las incursiones masivas contra las estaciones de radar debido a la dificultad que encontró para destruirlas. Pero fracasó por completo en su intento de eliminar la caza adversaria. Cambiaron de objetivo iniciando una serie de incursiones en el interior del país.



PRUEBA
Así, pues, la primera fase de la campaña había concluido. Hasta ese momento se  puede decir que la caza inglesa logró superar brillantemente la prueba: del 8 al 18 de Agosto, los alemanes perdieron 365 aparatos. Por su parte, los ingleses perdieron 181, más 30 destruidos en tierra. La interrupción de los ataques por parte de los Stuka constituyó un importante éxito de la defensa inglesa.
Los alemanes al penetrar al  interior causaron innumerables daños en diferentes lugares incluidos bases operativas, fabricas. Gravísimos daños se registraron  en Debden, Biggin Hill y Hornchurch. Pero lo real es que los alemanes estaban desconcertados ante la inagotable capacidad de recuperación de la caza inglesa: intentaban demolerla atacando una y otra vez, pero  no lo conseguían.
Entre  el 24 de Agosto y el 6 de Septiembre la aviación alemana realizó 33 grandes incursiones, de las que más de las dos terceras partes habían sido dirigidas contra las bases operativas y los aeródromos de la aviación  de caza.
La batalla aérea como ahí se ha dicho y según las previsiones germanas debió ser corta, puesto que tan sólo era una pieza más en los planes de la invasión de Inglaterra. Pero ya era demasiado tarde para iniciar la operación “León Marino”. Hitler se dio cuenta de ello al aceptar que la fecha del 15 de Septiembre, fijado como Día X, fuera aplazada hasta el 21.
OBJETIVO
Para poder cumplir este plazo, la Marina debía recibir la orden ejecutiva el 11 de Septiembre, por lo que la Luftwaffe de Goering había de apresurarse e infringir el golpe de gracia a la caza inglesa en pocos días. Los ataques contra las bases del sector y contra otros objetivos situados en el interior del país, si bien eficaces, no se mostraron decisivos. Por esta razón, el 7 de Septiembre, los alemanes eligieron un nuevo objetivo, más profundo que la mayoría de bases aéreas del sector y a su juicio aún más vital: Londres.
La decisión de bombardear Londres obedeció a tres razones válidas. Ante todo, las operaciones darían lugar, con toda posibilidad, a batallas aéreas aún más comprometidas que provocarían vacíos entre las filas de la caza. En segundo lugar, un ataque contra la capital reforzado con incursiones nocturnas contra otras grandes ciudades, podría paralizar el mecanismo gubernamental británico, o quizá crearía tal pánico en el país que le induciría a la rendición. Por último, el bombardeo de Londres constituía, desde el punto de vista alemán, un acto de represalia.
Sucedió que la noche  del 24 al 25 de Agosto, en una de las rutinarias incursiones nocturnas que la Luftwaffe efectuaba sobre Inglaterra, algunas bombas cayeron, por primera vez, sobre el centro de la capital, quizá por error o quizá porque el avión se había visto obligado a desembarazarse  debido a fuerza mayor.
REPRESALIA
 Inmediatamente Churchill y el Gabinete de Guerra ordenaron la represalia contra Berlín: y en efecto, la noche siguiente los bombarderos de la RAF atacaron la capital alemana, eventualidad que Goering había asegurado a Hitler que nunca se produciría. Furioso, Hitler juró venganza, y con la celosa cooperación del Mariscal del Reich lanzó a la Luftwaffe contra la capital británica.
En la noche del 4 de Septiembre, los bombarderos alemanes arrojaron bengalas sobre Londres y dos formaciones aéreas dejaron caer sus bombas sobre Rutherhithe  y otras zonas próximas a las instalaciones portuarias.
Ya avanzada la tarde del 7 de Septiembre, unos 300 bombarderos sobrevolaron la costa de Kent y de Sussex y penetraron en el estuario del Támesis en sucesivas oleadas. Los ataques  prosiguieron hasta la periferia de la capital. El ataque alcanzó de lleno la zona portuaria de Londres. Gigantescos incendios estallaron en el sector de los almacenes. Millones de ciudadanos londinenses experimentaron por primera vez aquello que creían era la Blitzkrieg y que poco más tarde empezarían a llamar abreviadamente, blitz.
La batalla estaba llegando a su punto  máximo y Goering tomó personalmente la dirección de las operaciones. El 6 de Septiembre, los preparativos enemigos eran tan  manifiestos que las autoridades inglesas ordenaron la alarma de invasión en segundo grado: ataque probable en el plazo de tres días. Al día siguiente, cuando la Luftwaffe bombardeó Londres  pareció que ya estaba próximo el momento de la verdad y a  la alarma ordenada anteriormente siguió otra de primer grado: “Invasión inminente” , acaso en las próximas doce horas.



Avion inglés.

BOMBAS
Aquella noche, cuando las bombas alemanas empezaron a caer copiosamente sobre Londres, la clave convencional “Cromwell” fue transmitida a los comandos que se prepararon para una intervención inmediata.  En la confusa agitación, algunos jefes de la milicia territorial hicieron tocar a rebato las campanas de las iglesias para reunir a sus hombres, dando de esta manera la impresión de que los paracaidistas alemanes habían alcanzado el suelo británico.
Mientras toda Inglaterra permanecía en estado de alerta, la Luftwaffe  intentó reemprender el martilleo del 7 de Septiembre. El día 8, el mal tiempo  limitó la actividad diurna, pero por la noche la 3° Luftlotte envió sobre Londres 200 bombarderos en una interminable sucesión que se prolongó durante más de nueve horas. La zona atacada se extendía desde las dársenas del puerto a toda la capital. A la mañana siguiente, toda la red de Londres había quedado fuera de servicio, aunque fue por breve tiempo.
El día 9 de Septiembre, el ataque se desencadenó con gran violencia por la tarde. Entonces, más de 200 bombarderos se lanzaron hacia Londres. Pero la defensa intervino con toda celeridad y tan enérgicamente que menos de la mitad de los aparatos enemigos consiguió alcanzar la periferia de la capital. En conjunto, los ingleses abatieron 28 aparatos  enemigos, 19 aparatos británicos abatidos por los alemanes.
APLAZAMIENTO
Algunos pilotos alemanes informaron que la defensa inglesa se estaba debilitando, Pero puesto que la Marina alemana necesitaba un aviso de 10 días ya era imposible que la invasión se desencadenase en la fecha prevista, el 21 de Septiembre.
Al Fuhrer no le quedó otra solución que aplazar juna vez más la invasión, Mientras tanto, la Luftwaffe emprendió varias incursiones sobre Londres el 14 de Septiembre por la tarde. Se atacó simultáneamente Bristol, Cardiff, Liverpool y Manchester.
Así terminó la jornada en la que Goering esperaba asestar el golpe de gracia a la aviación inglesa. Lo cierto es que los alemanes habían perdido el mayor número de aparatos abatidos en un sólo día desde el 15 de Agosto: no menos de 60. La caza británica perdió 23 y 13 pilotos de los aviones abatidos habían podido salvarse.
Pero Goering no estaba dispuesto a admitir el fracaso y se aferraba a destruir la caza enemiga, obligando a Inglaterra a rendirse incluso sin necesidad de invasión. Los ataques contra Londres prosiguieron. Lo cierto es que los alemanes perdían muchos aparatos. La Lufwaffe había perdido 433.
La victoria se había escapado, pues, de las manos de Goering.  El 12 de Octubre Hitler lo reconoció, aplazando formalmente la Operación “León Marino” hasta la primavera de 1941. La decisión era, en la práctica, la renuncia definitiva.


Los alemanes quisieron destruir Londres.

FURIA
La mente del Fuhrer se había fijado ya en Rusia. La destrucción de Cventry, el 14  de Noviembre, señaló un cambio de los criterios operativos germanos, cuyos efectos se manifestaron en la furia de los blitz que alcanzaron Southampton, Birmingham, Liverpool, Bristol, Plymouth, Portsmouth, Cardiff, Swansea, Belfast, Glasgow y muchos otros lugares de menos importancia. Estos bombardeos causaron la muerte a unas 40 mil personas de la población civil inglesa, hirieron a unas  46 mil y causaron daños a más de un millón de viviendas. El blitz cesó no a consecuencia del mayor potencial defensivo inglés,  sino porque gran parte de los aviones alemanes debieron actuar en otros frentes. Si la Unión Soviética hubiese caído en las ocho semanas que pronosticaban los alemanes , no cabe duda que la Luftwaffe hubiera vuelto al ataque. Pero la URSS aguantó el golpe y los ingleses, aunque sometidos a ulteriores bombardeos, no volvieron a sentir la amenaza de una invasión.

El blitz nocturno no tuvo consecuencias decisivas, pero el periodo diurno de la Batalla de Inglaterra señaló uno de los puntos más álgidos del conflicto: sin lugar a dudas los combates aéreos de Agosto y Septiembre de 1940- junto con la existencia de la Marina británica y del Canal de la Mancha- impusieron por primera vez un alto en la carrera de conquistador del Fuhrer.  La abnegación de miles de pilotos de caza, incluidos los 400 caídos, que sostuvieron el peso de esta lucha, salvó a Inglaterra. (Editado, resumido  y condensado de la Revista “Así fue la Segunda Guerra Mundial”)

1 comentario:

  1. También lamento mucho el fallecimiento de Luis Santillán Pareja, un gran amigo, gran periodista, entusiasta institucionalista y lo que lo ha hecho más grande aún: hombre honesto.
    Mis sinceras condolencias a sus familiares

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