miércoles, 30 de octubre de 2013

GAMARRA: CAUDILLO MILITAR AMBICIOSO

Lo sindicaron como el caudillo militar ambicioso con activa participación pública durante las primeras décadas del inicio de la  república peruana. Todo esto tan importante en el marco  de la  independencia fuera del yugo español que instituyó, impecablemente, el  Libertador José de San Martín, a partir del 28 de Julio de 1821. Presidente del Perú en dos ocasiones, con logros irregulares y conflictivos: de 1829 a 1833 y de 1839 a 1841. Murió desempeñando el alto cargo y en plena batalla contra los bolivianos en Ingavi, quienes resultaron a lo largo de su dilatada vida su obsesión permanente.
La  peripecia vital de Agustín Gamarra es un compendio de los dramáticos conflictos americanos de la primera mitad del siglo XIX. En las guerras de la independencia puso de manifiesto su valentía al lado de los realistas, peleando a órdenes de José Manuel Goyeneche y Barreda, Joaquín de la Pezuela y el último Virrey en el Perú, José de la Serna. Pero ni siquiera sus repetidas hazañas militares evitaron que siempre se desconfiara de él como partidario secreto de la independencia.
Los españoles no se equivocaron porque en determinado momento de la historia pasó a luchar de la misma forma al lado de los patriotas peruanos. No vaciló en unirse a San Martín y posteriormente fue Jefe del Estado Mayor del Ejército Libertador en la Batalla de Ayacucho que selló la libertad de América. En el Perú fue partidario de la destitución de Simón Bolívar y después obligó al español  La Serna a abandonar Bolivia.
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Mariscal Gamarra: caudillo y guerrero.

IDEAL
Ascendió a Mariscal en 1828 y a raíz de la derrota peruana  en la guerra contra la gran Colombia que incluía territorios que después pertenecieron a la  creada República del Ecuador, derrocó al Presidente José de la Mar. Firmó con ese país el Tratado de Guayaquil, cediendo las reclamaciones peruanas sobre esta ciudad.
En 1829, fue designado Presidente Constitucional del país, periodo que desempeñó hasta 1833. Durante su mandato trató de construir el  Gran Perú, un ideal cuya realización efectiva requería la anexión de Bolivia y que provocó enfrentamientos  continuos con los bolivianos.
Sin embargo exiliado en Chile promovió, al igual que Santa Cruz pero con fines distintos y de estrategia particular,  la Confederación  Perú Boliviana. En efecto,  cuando ésta era una realidad se unió con Chile y participó en la expedición victoriosa  contra la unión de los dos países andinos.
A renglón seguido, volvió a ocupar la presidencia del Perú. En este periodo gubernamental se redactó una nueva Constitución de corte conservador y nacionalista. En 1841, su intervención en territorio boliviano dirigida en principio contra Santa Cruz, se saldó con su derrota en la Batalla de Ingavi en la que falleció y con la que la independencia de Bolivia quedó definitivamente consolidada. 
CAMPAÑAS
Hijo de Fernando Gamarra de nacionalidad española. Su madre fue Josefa Petronila Messía, mestiza peruana de modesta cuna. Nació en el Cusco el 27 de Agosto de 1785 e inició sus estudios en el Colegio de San Buenaventura de los frailes franciscanos en la ciudad imperial. También los hizo en otro plantel, el San Francisco del mismo lugar. Por influencia de los sacerdotes que lo formaron, quiso ser cura y para eso estudió algún tiempo. Pero abandonó la carrera religiosa y optó por la militar.
Fue así como se enroló en las filas realistas en 1809. En tal condición de defensor de España, concurrió a las campañas y batallas en el Alto Perú contra los ejércitos argentinos. Actuó también en la represión de la rebelión de los hermanos Angulo y Mateo Pumacahua (1814) y aplacó las guerrillas de indios del Alto Perú. Subió por todos los escalones inferiores hasta el grado de teniente coronel. Lo involucraron dos veces en conspiraciones tramadas por los patriotas y  enviado a Lima en 1820.
Cadete en el ejército realista que alistaba el general arequipeño José Manuel de Goyeneche contra el movimiento liberal, iniciado en La Paz y poco después e Buenos Aires. Estuvo posteriormente bajo las órdenes del general Pío Tristán en los encuentros adversos de Tucumán y Salta. A las órdenes del general Joaquín de la Pezuela, en los triunfos de Vilcapuquio y Ayohuma.
ACUSACION
Integró la Junta de Purificación encargada de juzgar y castigar a los participantes de la revolución del Cuzco, pero por su actitud benévola fue excluido del tribunal. Ocurría que entre los patriotas perseguidos figuraban varios de sus amigos y conocidos.
Prudencialmente se le confió un puesto administrativo en la Contaduría Provincial de Puno. Al poco tiempo, combatió las guerrillas altoperuanas que las redujo por la fuerza de las armas y ofreciendo indultos.
No obstante, al terminar su misión, su batallón lo desarticularon  y fue acusado ante el virrey Pezuela por su superior, el general español Mariano Ricafort. Pese a ello, el Virrey lo ascendió al grado de Coronel. Resultó destacado en la provincia  de Tarija, con la misión de pacificarla. Ello ocurrió en mayo de 1817.
Estando en el Alto Perú fue culpado de alentar una conspiración en el cuartel general de Tupiza, que debía iniciarse con la prisión de los jefes españoles, para marchar luego hacia La Paz y Cuzco. Por aquel entonces, la Expedición Libertadora de San Martín llegaba a la costa peruana.
En cuanto  al complot, no se le pudo probar nada y se optó por trasladarlo a Lima junto con el temido Segundo Batallón del Regimiento N.° 1, del que era jefe.  Llegado a la capital   despojado del mando  y designado como ayudante de campo  de La Serna.


Su primera banda presidencial.

UNIDADES
Puso fin a su fidelidad a la monarquía española cuando junto con otros oficiales y soldados se presentó ante el cuartel general de San Martín, el 24 de enero de 1821, incorporándose así al ejército emancipador.
Lo enviaron a la sierra central con la misión de formar un ejército regular, en base a las montoneras que actuaban en la región. Llegó a Jauja y le fue difícil cumplir su misión. Los reclutas eran reacios a la disciplina militar.
De todos modos, logró la formación de dos unidades de combate: el Batallón Leales y el Escuadrón de Granaderos del Perú. Visitó Pasco, con instrucciones de no comprometerse en acción alguna. Sin embargo, una avanzada de su división fue sorprendida y derrotada por el ejército realista comandado por Mariano Ricafort, su antiguo superior.
Durante una segunda campaña en la sierra central, sirvió como Jefe de Estado Mayor del General argentino Juan Antonio Álvarez de Arenales. Este le comisionó sorprender al realista José Carratalá, quien se hallaba en el pueblo de Concepción, cerca de Jauja. No pudo cumplir con la misión y se retiró, en mayo de 1821. Arenales  enfureció a tal punto que llegó incluso a pedirle a San Martín su separación del ejército, sin lograr su cometido.
Ocupada Lima por el Ejército Libertador, se trasladó a la capital donde participó del entusiasmo generado por la Proclamación de la Independencia del 28 de julio de 1821 y estuvo entre los galardonados con la Orden del Sol.
MACACONA
 A continuación, como Jefe de Estado Mayor,  integró al destacamento patriota comandado por el general Pío Tristán que fue enviado hacia el sur, con la misión de ocupar  Cañete e Ica. Pero al llegar al valle de las uvas fueron atacados por el Ejército Realista de Canterac y sufrieron un serio revés en la batalla de la Macacona, el 7 de abril de 1822, a raíz de lo cual  fue enjuiciado y suspendido de la milicia por cuatro meses.
En medio de la convulsión política que atravesaba el Perú, José de la Riva Agüero fue nombrado Presidente de la República, a instigación de un grupo de jefes  patriotas amotinados en Balconcillo. Entre ellos estaba Gamarra.
Rechazó el Ministerio de Guerra que le ofreció Riva Agüero. En cambio pudo ser ascendido a General de Brigada y partió junto con Santa Cruz a la Segunda Campaña de Intermedios, contra los realistas del  Alto Perú, que duró de mayo a septiembre de 1823 y concluyó sin resultados positivos para los emancipadores.
Siendo inminente la llegada de Bolívar, le manifestó  su adhesión. Asimismo formó parte del Ejército Libertador, aunque no participó en la Batalla de Junín  por pertenecer al arma de infantería que no intervino en esta acción bélica.
 En cambio, como Jefe de Estado Mayor, uno de los artífices del triunfo alcanzado en la Batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824. No obstante, su intervención dejó de ser mencionada debidamente por Sucre en el parte enviado a Bolívar.  Jamás perdonó la omisión. De todas formas, recibió el ascenso a General de División.


Francisca Zubiaga Bernales, La Mariscala.
DIPUTADO
Fue nombrado por Bolívar como Prefecto del Cuzco y jefe militar de los departamentos del sur. Ese mismo año se casó  con  Francisca Zubiaga  Bernales, quien llegó a ser conocida con el apodo de “La Mariscala”.
Como primera autoridad política de ese departamento realizó una labor encomiable, pues sofocó inmediatamente la resistencia que aún intentaban oponer algunos oficiales realistas. Incentivó la agricultura, mejoró los servicios asistenciales y los de la Casa de la Moneda.
Tras el retiro del Libertador y la caída del régimen vitalicio en el Perú, el militar se mantuvo en la Prefectura y  al mando del poderoso ejército del sur, sirviendo a su manera al gobierno de La Mar.  Elegido Diputado por Lampa al Congreso General Constituyente de 1827.
En Bolivia aún subsistía el régimen vitalicio o bolivariano, con el Mariscal Sucre a la cabeza, lo cual significaba un grave peligro para la frontera peruana del sur. A fines de 1827, varios motines ocurrieron en ese país en contra de la dominación colombiana. Siendo todos sofocados.
Sin embargo, un levantamiento ocurrido en la ciudad de Chuquisaca si que  tuvo éxito. Al intentar aplastarlo, Sucre terminó herido en el brazo derecho, obligado a buscar refugio y delegó el mando en el Ministro de Guerra: el  General José María Pérez de Urdininea.


Su segunda banda presidencial.

PROPOSITO
Una reunión pública realizada ese mismo día en la Universidad de Chuquisaca acordó llamar  a Gamarra y a las tropas peruanas apostadas en la frontera, las que inmediatamente penetraron en Bolivia cruzando  Desaguadero.
Manifestó entonces que su propósito era poner orden en el país, amenazado por la anarquía, para evitar que se atentara contra la vida del Mariscal Sucre. En realidad llegó con la intención de poner punto final a la dominación colombiana en Bolivia, pese a no contar con la autorización del Presidente La Mar ni del Congreso peruano.
El avance del ejército peruano en Bolivia no tuvo mayor inconveniente. La mayoría del similar boliviano hizo causa común con él y sólo una pequeña parte le presentó oposición. Entonces ocupó La Paz, Oruro, Chuquisaca, y posteriormente Potosí y Cochabamba.
El general Pérez de  Urdininea se avino a llegar a un acuerdo con el jefe peruano, firmándose el Tratado de Piquiza, en Julio de 1828, en el cual se acordó, entre otras cosas, la salida de todos los extranjeros del territorio boliviano. Tanto tropas auxiliares colombianas como aquellos otros extranjeros que hubieran tomado parte activa en la política boliviana.
También se dispuso la reunión de un Congreso en Chuquisaca para admitir la dimisión de Sucre y nombrar un gobierno provisional. Desde entonces,  fue conocido como el Mariscal de Piquiza. Este suceso daría lugar a una fuerte enemistad con Sucre  y el empeoramiento de las relaciones entre el Perú y la Gran Colombia.
BLOQUEO
 Bolívar lanzó una violenta proclama contra los peruanos y un mes después declaró la guerra al Perú. El Presidente La Mar aceptó el reto y con la autorización del Congreso se puso en campaña, movilizando hacia el norte el Ejército y la Marina .
En el mar, contando el Perú con superioridad indiscutible, la Armada peruana al mando del Almirante Martín Jorge Guisse  bloqueó la costa colombiana entre Machala y Panamá. Luego atacó y ocupó Guayaquil, muriendo heroicamente Guisse en el asalto.
La campaña terrestre no tuvo el mismo resultado. La Mar, al mando de las tropas peruanas, estableció su cuartel general en Piura, y luego avanzó hacia Lojaen busca del ejército que mandaba Sucre.
Otra parte del ejército peruano, proveniente del sur del Perú y al mando de Gamarra, avanzó también sobre el territorio colombiano. La Mar asumió la dirección suprema de la guerra y el cusqueño fue designado Comandante General del Ejército.
 El objetivo inmediato que se propusieron ambos fue la ocupación de Cuenca. Los dos jefes peruanos no coordinaron bien sus movimientos y Sucre, actuando con su característica habilidad en la madrugada del 13 de febrero de 1829, sorprendió el parque de artillería peruano en el pueblo de Saraguro y lo destrozó.
INDICIOS
A continuación el mismo jefe militar, al frente del grueso de su ejército de unos 4 mil hombres, logró derrotar a una división del ejército peruano, de unos 1,000 soldados, en el lugar denominado  Portete de Tarqui, el 27 de febrero de 1829. Un revés para los peruanos pero no una derrota decisiva, en vista de que no se produjo un encuentro o batalla campal entre ambos ejércitos, los mismos que se aferraron a sus posiciones.
Hay serios indicios para suponer que detrás de los reveses del ejército peruano estuvo la mano oculta de Gamarra. Habría actuado, aliado a Santa Cruz y a  Antonio Gutiérrez de la Fuente buscando, no la derrota de los colombianos, sino la caída de La Mar y sobreponiendo sus intereses subalternos a los de su patria.
Gutiérrez de la Fuente, que estaba en Arequipa con un ejército y con orden de marchar a la frontera, jamás llegó al teatro de operaciones. Por su parte, Santa Cruz se hallaba entonces como Embajador en Chile y poco después pasó a ocupar la Presidencia en Bolivia, desde donde impulso la Confederación  Perú-Boliviana
A Gamarra se le acusó incluso de reunirse secretamente con Sucre y que, intencionadamente, propició que el Ejército dirigido por La Mar sufriera descalabros, para que el  comandado por él se convirtiera en el principal y poder así arreglar la paz con los colombianos.
 En defensa de esta tesis se  arguyó que  ordenó la retirada de sus tropas en la batalla del Portete de Tarqui.  Sus defensores, en cambio, niegan que tal acto tuviera una oculta intención, resaltando el  hecho que  demostró un comportamiento valiente en el curso del combate, a tal punto que fue herido. 

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El retrato y su firma.

CONSPIRACION
Luego del revés de Tarqui, La Mar aceptó el ofrecimiento de Sucre de conseguir la paz.  Así se firmó el  Convenio de Girón, el 28 de febrero de 1829, que entre otras cosas, estipuló la desocupación del ejército peruano, en  Loja y Guayaquil.
Representando a La Mar, firmaron Gamarra y el Coronel  Luis José de Orbegoso. La situación del ejército peruano era insostenible, pues al perder su parque en Saraguro no tenía municiones suficientes y para colmo la caballería estaba en mal estado, todo lo cual impedía maniobrar en un territorio tan áspero como la sierra de Cuenca.
 La noche del  7 de junio de 1829 una conspiración de los jefes del ejército peruano en Piura, dirigidos por el cusqueño, depuso a La Mar y lo obligó a embarcarse para Costa Rica.  Simultáneamente en Lima, Antonio Gutiérrez de la Fuente, derrocaba al encargado del mando Manuel Salazar y Baquíjano y asumía el poder con el título de Jefe Supremo.
Finalmente, se firmó la paz entre el Perú y la Gran Colombia por el Tratado Larrea – Gual, el 22 de septiembre de 1829. Este país, respetó entonces los derechos del Perú sobre los territorios de Tumbes, Jaén y Maynas.



Antonio Gutiérrez de la Fuente.
MOTIN
En Lima, Gutiérrez La Fuente no quiso conservar el poder y renunció ante el Congreso que, por votación, nombró Presidente Provisorio de la República al Mariscal Gamarra y la Vicepresidencia se la otorgó al primero, el 1º de Septiembre de 1829.
 El mandatario interino, tras convocarse a elecciones, obtuvo más de la mayoría absoluta de los votos de los colegios electorales de provincias exigidos por la Constitución y proclamado Presidente Constitucional por el Congreso, el 19 de diciembre de 1829.
El gobierno quiso ser lo opuesto al de La Mar, que se había convertido en un esfuerzo constitucionalista. La Constitución de 1828 se dejó de lado. No  satisfacía por las limitaciones que establecía al Poder Ejecutivo. El caudillo Instauró un ejecutivo autoritario y conservador.
Logró a duras penas terminar su gobierno constitucional. Varias veces se ausentó de la capital para sofocar las rebeliones y levantamientos que ocurrieron en diversas partes del país. Durante esas expediciones, dejaba la presidencia en manos de sus vicepresidentes o encargados de gobierno, el primero de los cuales, Antonio Gutiérrez de la Fuente, manifestó también su carácter autoritario y comenzó a ganarse la enemistad de la cúpula política limeña.
El Vicepresidente terminó por ser expulsado de Lima, tras un motín que estalló en la capital, promovido por la  famosa Mariscala. Conforme pasaba el tiempo, la oposición liberal al gobierno se robusteció más y los miembros del Congreso hicieron sentir su protesta.
Por su parte,  Francisco de Paula González Vigil, sacerdote tacneño y congresista,  hizo en el Parlamento nacional la más severa crítica al régimen autoritario, culminando su argumentación con las célebres palabras: “Yo debo acusar, yo acuso”. 

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Monumento en su honor.
TRATADO
En su elocuente discurso, el patriarca denunció los actos ilegales y las arbitrariedades en que había incurrido el régimen. Con estas acusaciones, el gobierno se desprestigió aún más. El Congreso se clausuró a fines de 1832.
El Presidente quiso declararle la guerra a Bolivia. Pero el Parlamento se opuso. Entonces decidió entablar negociaciones con dicho país.  Así se firmó el Tratado Preliminar de Paz un 25 de Agosto de 1831, en el que se acordó el retiro de ambos ejércitos de la frontera y la disminución de sus efectivos.
Durante su gobierno, se reorganizó la Casa de la Moneda,  y se crearon las de Trujillo y Arequipa. Regularizaron el cobro de las contribuciones, especialmente del ramo de patentes que no habían sido hecho efectivas desde  1822.
También se inauguró el muelle del Callao y se abrió al comercio marítimo el puerto de Cerro Azul. Quedó fundada la Dirección General de Aduanas. Creado el departamento de Amazonas. En el  campo de la educación se fundó en 1830 el Colegio Militar por poco tiempo, el Convictorio de San Carlos lo reorganizaron  y se fundó el Ateneo de Lima. Esto último con el propósito de estimular el desarrollo cultural del país.
En las postrimerías de su mandato, convocó a la Convención Nacional de 1833, una asamblea de representantes cuya misión sería reformar la Constitución de 1828. Tal como lo estipulaba la misma carta magna en uno de sus artículos. Dicha asamblea se instaló el 12 de septiembre de 1833.
Allí predominaron los diputados liberales, a la cabeza de los cuales estaba  Francisco Javier de Luna Pizarro. Como ya finalizaba también su período presidencial, convocó a los Colegios Electorales para la elección del nuevo Jefe de Estado.
ORBEGOSO
Dichos colegios fueron elegidos parcialmente en unas provincias y en  otras dejó de hacerse. Por lo que no se pudo realizar la elección. Pese a ello,  no quiso prorrogar su periodo y  dejó el poder el 19 de diciembre de 1833. Exactamente, el mismo día en que finalizó su mandato constitucional.
Entonces, la Convención Nacional asumió temporalmente el Poder Ejecutivo y se arrogó la potestad de elegir a un Presidente provisorio. El designado fue el General Luis José de Orbegoso, un militar débil y manejable para los liberales. En perjuicio de su candidato, el general Pedro Pablo Bermúdez.
Descontento por la elección de Orbegoso,  quiso imponer a toda costa a su protegido y azuzó a sus partidarios a hostilizar al nuevo gobierno. El 3 de enero de 1834, Orbegoso se refugió en la Fortaleza del Real Felipe en el Callao, y al día siguiente Bermúdez se proclamó en Lima Jefe Supremo de la República. Así desconoció al gobierno  pues a su juicio su elección había sido ilegal.
 La guerra civil había estallado. Los rebeldes sitiaron la fortaleza del Callao. El pueblo de Lima no simpatizó con los gamarristas y ayudó a los sitiados. Al no lograr tomar la ciudadela chalaca, Bermúdez y su gente decidieron partir a la sierra, pasando por Lima. Junto con ellos iba  la célebre Mariscala.
 ALZAMIENTO
El pueblo limeño se alzó en armas durante la memorable jornada cívica del 28 al 29 de enero de 1834 y repelió a los contrincantes. La Convención Nacional otorgó a Orbegoso amplias facultades para finalizar la guerra civil.  Incluso lo autorizó a pedir la cooperación extranjera.
Los gamarristas se refugiaron en la sierra central. Fueron perseguidos implacablemente por el mandatario provisorio, a pesar de que  sufrió una derrota en Huaylacucho. Mientras tanto en Arequipa, el General Domingo Nieto se alzó por la defensa del orden constitucional.
Pero fue dominado por el General  Miguel de San Román, La guerra finalizó cuando ambos bandos se amistaron en el llamado Abrazo de Maquinhuayo, realizado al norte de Jauja, el 24 de abril de 1834. Los rebeldes depusieron las armas y reconocieron al gobierno de Orbegoso.
Gamarra, que se encontraba en Arequipa, sufrió el rechazo de la población mistiana y emigró con destino a Bolivia. Mientras que su esposa, Antonia Zubiaga, se fue a Chile donde murió poco tiempo después.


Brilló en la Batalla de Ayacucho.
AYUDA
Una de las ideas  permanentes era la anexión de Bolivia. El militar compartía esta inquietud con Santa Cruz.  Sin embargo, mientras que este último pensaba en la creación de un estado federado, el otro se inclinaba a la vuelta de Bolivia al Perú, de donde se había separado luego de declarar su independencia en el Congreso de Chuquisaca, en el año de 1825.
Cuando el general Felipe Santiago Salaverry se rebeló contra del gobierno de Orbegoso y se proclamó Jefe Supremo del Perú (1835), Santa Cruz y Gamarra, que se hallaba en Bolivia, vieron la ocasión propicia para realizar sus planes mancomunadamente y se pusieron de acuerdo en la creación de una República compuesta por el Perú y Bolivia, dividida en tres estados: Norte, Centro y Sur, con el nombre de República del Perú y con pabellón peruano.
Siguiendo estos planes y sin esperar a firmar un acuerdo formal con su socio, Gamarra cruzó la frontera de Desaguadero e ingresó al Perú, ocupando las ciudades de Puno y Cuzco. En estas zonas  contaba con numerosos partidarios.
Orbegoso, en Arequipa, haciendo uso de una autorización del Congreso dada durante la guerra civil de 1834, pidió ayuda a Santa Cruz. Éste, dejando de lado al ex presidente, respondió al llamado de auxilio y firmó un pacto  el 15 de junio de 1835.
 Cinco mil bolivianos cruzaron la frontera y Orbegoso delegó el mando en el caudillo boliviano. La razón por la que Santa Cruz incumplió los compromisos acordados con el militar cusqueño, fue, al parecer, por la desconfianza que sentía por él. Llegó incluso a negar la existencia de un acuerdo específico.
Ante la nueva unión, los contrincantes sumaron entonces fuerzas contra la invasión boliviana. El tratado de alianza entre estos dos últimos se firmó el 27 de julio de 1835. Gamarra fue el primero que se enfrentó con su ex aliado, pero fue derrotado en la batalla de Yanacocha, el 13 de agosto de 1835. 
PRISIONERO
Logró escapar y poco después recibió la orden de dirigirse a Lima, para encargarse de la presidencia del Consejo de Estado  Arribó a la capital, pero rechazó el mando que se le otorgaba. Entonces, por orden de Salaverry, que se hallaba en Pisco, las autoridades de Lima lo tomaron prisionero  y lo deportaron a Costa Rica
 En dicho país centroamericano, lanzó un manifiesto exhortando a sus compatriotas a seguir luchando bajo el mando de Salaverry. Quedaron frente a frente las fuerzas en conflicto. Con la  derrota y fusilamiento de este valiente caudillo en la Plaza de Armas de Arequipa,  la Confederación Perú-Boliviana, a partir de 1836, fue una realidad contundente.
Gamarra  no cejó en su empeño de destruir la Confederación. Salió a buscar el apoyo de Ecuador y luego el de Chile, con el fin de organizar lo que se denominó una gran expedición restauradora. El ejército aliado chileno-peruano, encabezado por el general mapochino Manuel Bulnes, desembarcó en Ancón, el 7 de agosto de 1838. El  militar cusqueño iba a la cabeza de los “emigrados peruanos”.
Mientras tanto Orbegoso, como Jefe del Estado Nor-Peruano, se había separado de la Confederación y quiso oponerse al avance de los restauradores. Se produjo la batalla de Portada de Guías, en las afueras de Lima, el 21 de agosto de 1838, donde fueron derrotados los orbegosistas, debido a su inferioridad numérica.


Felipe Santiago Salaverry.
YUNGAY
 Este resultado abrió las puertas de Lima a los restauradores. El cusqueño tomó el poder y fue proclamado como Presidente provisional del Perú, en sesión de Cabildo Abierto del 25 de agosto de 1838. Pero, en noviembre de ese año, los restauradores tuvieron que abandonar la capital que volvió a poder de los confederados.
Estos últimos decidieron entonces cambiar el escenario de la lucha. Se retiraron al Callejón de Huaylas, donde se aprovisionaron y reorganizaron. Le tocó desempeñar el cargo de Director General de las operaciones.
 Tras un primer encuentro indeciso en Buin, los confederados  fueron derrotados definitivamente  en la Batalla de Yungay, el 20 de enero de 1839. Santa Cruz huyó apresuradamente hacia Lima y de allí partió al destierro. Así finalizó  lo que se denominó la Confederación Perú Boliviana
Gamarra retornó triunfalmente a Lima el 24 de febrero de 1839 y fue confirmado como Presidente provisional. Un objetivo prioritario que se trazó fue dar al país una nueva Constitución Política, para lo cual convocó a un Congreso General en la ciudad de Huancayo. No lo hizo en Lima porque aún se hallaba el ejército chileno en víspera de repatriarse.
 La nueva Constitución, de carácter extremadamente conservador, fue aprobada y promulgada el 10 de Noviembre de ese mismo año. El Congreso convocó a elecciones  presidenciales que se realizaron en enero de 1840 y en las cuales resultó triunfador Gamarra.  El  10 de Julio de 1840,  fue proclamado Presidente Constitucional de la República. Legalizándose así el poder.


La Batalla de Ingavi.
LA RESTAURACION
Frente a las constituciones liberales anteriores (1823, 1828, 1834) que debilitaban la autoridad del Poder  Ejecutivo pretendiendo subordinarlo al Legislativo, la Constitución de Huancayo fue  un robustecimiento de la autoridad del Ejecutivo. Aumentaba el mandato presidencial a 6 años y suprimía el régimen municipal.
Durante este segundo gobierno, que marcó el inicio de un período conocido como “La Restauración”, siguió los mismos lineamientos del primero. Es decir,  autoritario y conservador,  luego de varios años de guerra civil.
 Enfrentó el reto de pacificar el país, teniendo que enfrentar la”revolución regeneradora” que en Arequipa encabezó Manuel Ignacio de Vivanco,  autoproclamado Jefe Supremo (1841). Para combatirlo lo enviaron al Ministro de Guerra  Ramón Castilla Marquesado, quien no obstante sufrir una derrota en Cachamarca, triunfó sobre los vivanquistas en Cuevillas. Vivanco huyó a Bolivia.
El Presidente inició una nueva guerra contra Bolivia, país que entonces se hallaba sumida en luchas intestinas, con el propósito de someterla al Perú, o por lo menos incorporar sólo el departamento de La Paz.
 Para justificarse arguyó una serie de razones. Como el hecho de que aún actuaban en el país del Altiplano los partidarios de Santa Cruz, quien por entonces se hallaba desterrado en el Ecuador.  Declarado el conflicto, el ejército peruano acantonado en Puno invadió Bolivia. Había avanzando por Huancané, Moho y Sorata, y el 19 de octubre de 1841, la tropa ocupó La Paz en donde acampó.
 Los bolivianos dejaron de lado sus disputas políticas y se congregaron en torno del General José Ballivián, pasando a la ofensiva.  El 18 de noviembre de 1841 ambos ejércitos se encontraron en la llanura de Ingavi, ubicada al este de La Paz.


Su tumba en el Cementerio Presbítero Maestro.
PRESAGIO
 Lo que se asegura como hecho verdadero es que Gamarra, al ver que en el cielo destacaban los colores del arco iris, en tono de presagio dijo: “Si fuera romano aplazaría la batalla”, porque miró reflejados en el horizonte los colores de Bolivia.
Sin embargo, ordenó el ataque, y a muy poco de la refriega cayó mortalmente herido. Lo  victimaron de dos balazos certeramente disparadas: uno le dio en la parte interior del hombro derecho y el otro en el cuello del mismo lado.
 El encuentro finalizó con la derrota de los peruanos, tras cincuenta minutos de feroz lucha. El fracaso peruano se explicó, en parte, por la indisciplina y la falta de unidad en el comando. Para Bolivia, esta batalla tiene un significado especial. Con el triunfo se selló, definitivamente, su independencia.
Los restos  fueron transportados de Bolivia a Lima en 1849, con gran solemnidad y colocados en la Catedral de la capital peruana.  Luego enterrados en un mausoleo del Cementerio Presbítero Maestro. En las exequias de este caudillo, Bartolomé Herrera dio un célebre sermón, que  lo denominaron como un “llamado al orden”, el 4 de enero de 1842.
Tras los acontecimientos violentos, el Perú entró en el período conocido como la “Anarquía Militar”, que se prolongó hasta 1845. De Gamarra se dijo lo siguiente: “Cuando en 1828 pudo deshacer a esa república, no quiso. Cuando quiso y pudo en 1831, no lo dejaron sus propios compatriotas. Cuando quiso en 1841, no pudo y lo mataron”. Entero juego de palabras que refleja exactamente lo que efectivamente ocurrió. (Edgardo de Noriega)

3 comentarios:

  1. Mi querido gordo:
    He leído, abrumado por la copiosidad informativa de tus crónicas, pero satisfecho, sobre los 3 expresidentes, Agustín Gamarra y el inventor Marconi. Te felicito por agendar estos temas, tan venido a menos en los blogs y webs uterisados por la chismografia política y huérfanos de nacionalidad, por la carencia de informes históricos. Quién no se alimenta de su historia carece de raíces.
    Saludos y un fuerte abrazo.
    Chiclayo

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  2. Gordo: Omití destacarte el excelente informe sobre Yoshitaro Amano, de nuestro desaparecido "cumpa" Donayre,una pluma que se deja extrañar y que siempre se esmeró en rescatar y resaltar lo permanente de la vida peruana. Gracias por este regalo, saludos.
    Víctor

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  3. Un recuento que es casi perfectamente objetivo. Felicitaciones.

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