Lo asesinaron y truncaron por
completo su vida política de futuro promisorio. Víctor Raúl Haya de la Torre lo
había sindicado como su sucesor, si en caso a él le pasase algo y muriese. Luchador sindical, obrero
infatigable. Sus orígenes muy humildes, grandes sus ideales de cambio. Hizo
política desde abajo y se convirtió en
un gran dirigente de los trabajadores azucareros. Autodidacta por excelencia y
llegó a ser diputado constituyente aprista en 1931. Sin embargo, hoy casi nadie se acuerda de él. Pero
tuvo valía en la lucha por la democracia
y los derechos humanos del Perú. Por eso, hay que recordarlo. Líder lo era, evidentemente, por sus cuatro
costados.
A Manuel Arévalo Cáceres los esbirros de la dictadura de turno del General
Oscar R. Benavides lo borraron del mapa cobardemente, a la temprana edad de 33
años. Unos días antes, había sido apresado e incomunicado por sus ideas en un
cuartel ubicado en la ciudad de Trujillo. Incluso lo torturaron, de acuerdo a
la versión de su partido. Para ellos, el
martirio duró una semana.
Lo capturaron debido a una
traición. Una vez localizado consiguió, sin embargo, burlar la vigilancia
policial y se escondió en una casa trujillana, donde había un subterráneo.
Luego de un dilatado tiempo de espera, pensó que sus perseguidores se habían
marchado y salió de su escondite.
Entonces fue detenido y puesto a
disposición del Prefecto de La Libertad, Coronel Armando Sologuren. Este ordenó
que le saquen, a como de lugar, todos los secretos de la organización
clandestina del aprismo en el norte.
Manuel Arévalo: martir del Apra.
Manuel Arévalo: martir del Apra.
DELATOR
El delator resultó ser Salomón Arancibia,
miembro a sueldo de la policía que se hacía pasar por compañero y logró
infiltrarse en la agrupación política,
según la versión de los representantes de ese partido: José Alberto
Tejada, Alfredo Tello, Víctor Nureña y Víctor Augusto Silva Solís.
Pocos días después del asesinato,
a Arancibia lo encontraron muerto en el
bosque de Matamula, ubicado en el distrito de Jesús Maria de Lima. El oficialismo
y el gobierno culparon del fallecimiento a los dirigentes del Apra, Entre ellos
a Fernando León de Vivero, que fue parlamentario por Ica en distintas
oportunidades. La Corte Suprema exculpó
y absolvió al líder iqueño
Lo que denunció el partido del pueblo, por boca del
dirigente, Antenor Orrego, que incluso después escribió un artículo en el
diario “La Tribuna” es que “cada noche, por la madrugada, al preso se le
trasladaba a las ruinas de Chan Chan y
se le hacía la simulación del fusilamiento para amedrentarlo”.
También aseguró que se “le
punzaba el cuerpo con las puntas aguzadas de las bayonetas para arrancarle
delaciones”. Nunca ocurrió una. Ni tampoco le sacaron una sola palabra.
Completamente leal a sus principios.
Luis Alberto Sánchez, destacado seguidor y cultor de las ideas de Haya, en
sus memorias va más allá y en el tomo II pág. 550 anotó: “Una de las
perversidades de que se le hizo víctima fue herirle por completo la falange de
los dedos, metiéndolas en una puerta y cerrándola violentamente”.
Lo traían a Lima, en viaje por la carretera Panamericana
Norte que en aquel entonces era una trocha de tierra hasta que una tensa mañana,
del 15 de Febrero de 1937, tres agentes policiales, Ricardo Polo, Luis
Saldarriaga y Enrique Espantoso entre
los pueblos de Huarmey y Pativilca en la zona llamada “Colorado Chico”, lo
asesinaron por la espalda a balazos de forma cruel y cobarde. Nunca cayó el
peso de la ley en contra de estos individuos.
Antes lo obligaron a bajar del vehículo, con el pretexto de caminar para miccionar y
luego continuar con el viaje a la capital. Lo que oficialmente se explicó sobre
su fallecimiento es que el líder sindical trató de fugar y por eso se le disparó.
Los dirigentes de su partido negaron por completo tal hecho y aseguraron que el
fallecimiento ocurrió premeditadamente y en forma salvaje.
Según el Secretario General del
Comité Aprista de Huarmey, Ernesto Reyna, de profesión escritor, dos testigos
residentes de la ciudad de Huacho, Eleuterio Meza Guerrero y Manuel Montes quienes manejaban
sus camiones por el lugar de los hechos, vieron el crimen. El primero de ellos,
posteriormente, se convirtió en un prominente comerciante dueño de varios
grifos ubicados en la zona norte del país.
LEY DE LA FUGA
Sin embargo, el diario “El
Comercio”, en su edición del 19 de
Febrero de 1937, publicó la versión preparada por el gobierno en la que se
sustentó la huida que dio lugar a los
disparos y la muerte. Le habían aplicado a Arévalo lo que se conocía como “la
ley de la fuga”
Los apristas aseguraron que un
guardia civil conversó con la victima un día antes de su muerte y la mañana de
su ejecución en un local policial. Los viajeros pernoctaron allí porque el carro presentaba fallas mecánicas. El capturado estaba con la mano herida, lucía un
overol de color amarillo y una toalla en el cuello con manchas de sangre.
De acuerdo a la versión del
policía cuyo nombre se guardó en reserva, lo vio al preso con grilletes en las
manos y los pies. Arévalo le dio a conocer su nombre y le contó que lo torturaron. Incluso le subrayó que tenía el
presentimiento que lo asesinarían en el camino. A renglón seguido, bebió un
vaso de agua y se quedó profundamente
dormido.
A las seis de la mañana del día
siguiente, frente a un grupo de curiosos
que observaron a pocos metros de la comisaría, los captores le guitaron los
grilletes y le ofrecieron una palangana de agua. Arévalo se lavó y al notar que
tenía la barba crecida le pidió prestada al guardia una máquina de afeitar.
Logró rasurarse sin dificultad, a pesar de las heridas en la mano.
El líder aprista contempló al
grupo de curiosos y nadie lo reconoció. El, sin embargo, levantó la mano hacia arriba en señal de saludo. Tomó como
desayuno una taza de café y un huevo pasado por agua. Esa fue su última comida.
Lo embarcaron en el automóvil y siguieron el viaje al sur, rumbo a Lima.
Nació el 15 de Octubre de 1903 en
el pueblo de Santiago de Cao, ubicado en
la parte baja del valle de Chicama del departamento de La Libertad. Sus padres:
Manuel Arévalo Holguín y Angelita Cáceres. El joven idealista descendió de una
familia ligada al campo, propietaria de tierras que las perdieron por la
expansión de la Hacienda Cartavio.
Era el hijo mayor de una familia
numerosa que tuvo que librar dura lucha por la vida para sostener dignamente el
hogar. Recibió las primeras enseñanzas en la escuela que dirigió el maestro
Pedro Zaldívar de su pueblo natal. Constantemente destacó por su aguda
inteligencia.
Haya con el dirigente azucarero.
Haya con el dirigente azucarero.
EN CASA GRANDE
En plena adolescencia tuvo que
abandonar el plantel y fue a trabajar, cuando tenía 13 años a los campos de
caña liberteños, percibiendo el salario de 25 centavos diarios, cantidad que no
lograban cubrir las necesidades de la madre que estaba enferma. Un
muchacho que sólo había estudiado hasta
segundo o máximo tercer año de primaria. Muy tempranamente ingresó a la fuerza
laboral.
De los campos de caña paso a
laborar como aprendiz de mecánica en la hacienda Roma donde permaneció hasta
1919, año en que se iniciaron los movimientos obreros conducentes a la
conquista de la jornada de las 8 horas de trabajo.
Al ser despedido por sus
actividades sindicales, fue a parar a la hacienda Casa Grande cuando contaba
con 16 años de edad. Ingresó como ayudante de mecánica en la sección de
talleres y allí desplegó intensa actividad sindical.
La empresa, que pertenecía a la
familia Gildemeister de capitales alemanes, tomaba providencias para evitar la propagación de ideas ajenas. No obstante,
Arévalo actuó con gran sagacidad y divulgó sus conocimientos con manifiestos
manuscritos que circularon profusamente entre sus compañeros de trabajo.
MATRIMONIO
En aquella época se libró en Casa
Grande un enfrentamiento sindical del cual fue protagonista. Luego de sucesivas
reuniones clandestinas, los obreros presentaron su pliego de reclamos. Como
nadie se atrevía a llevarlo ante el Gerente de la hacienda, el joven tomo la
iniciativa y entregó el documento en representación de los trabajadores.
En esas circunstancias de tensión
y apremio, no se le permitió salir de la oficina y se lo llevaron a otro lugar desconocido. Los
obreros de inmediato declararon la
huelga en señal de protesta y, al poco
tiempo, la gerencia tuvo que acceder a sus reclamaciones. Arévalo y otros dirigentes fueron apresados y
conducidos a Trujillo. A los pocos días cuando estuvo libre huyó a Lima, por
las constantes amenazas que recibía.
En 1926 se casó con una muchacha
que lo acompañó con cariño y lealmente y que fue su novia durante mucho tiempo,
Edelmira Giman, con quien tuvo dos hijos: Victor Manuel y Angela. El varón
murió misteriosamente, a los siete años, ahogado en un pozo. El dirigente
sindical no pudo asistir al velorio y entierro correspondiente por estar
perseguido.
Luego de permanecer poco tiempo
en el Callao, retornó a Trujillo y estuvo un tiempo trabajando en el asiento minero de Quiruvilca. Hasta que abrió
su taller de mecánica en el barrio de La Unión, en la capital de La Libertad.
Una reunión de la dirigencia aprista en tiempos de este líder sindical.
Una reunión de la dirigencia aprista en tiempos de este líder sindical.
COMO ERA
Un activo dirigente sindical que
se vinculó estrechamente con Antenor Orrego y participó en las actividades de
las Universidades Populares González Prada. Al producirse la caída de Leguía en
1930, ya era un cuajado líder popular que se incorporó desde el primer instante
al naciente Partido Aprista.
Era un mozo fuerte de anchas
espaldas, estatura alta, abultada cabeza, piel blanca, ojos verdes oblicuos,
cabello castaño oscuro que lo peinaba hacia atrás. Lo llamaban cariñosamente
“el gato”. Lector empedernido de periódicos, libros y panfletos.
Mostraba preferencia por los escritos
del pensador radical Manuel González Prada. Le gustaba hablar de Filosofía y de
Historia. Analizaba con lógica y previsión el acontecer del Perú, América
Latina y del mundo.
A los 28 años de edad fue elegido
representante por el departamento de La Libertad ante la Asamblea Constituyente
de 1931, actuando con valentía y con brillantez. Quienes lo conocieron afirmaron
que era un orador nato de templo que pronunciaba discursos espontáneos y
elocuentes.
OPINION DE HAYA
Marchó al destierro cuando se desató
la primera persecución contra el Apra en
los primeros meses de 1932. Estuvo un tiempo en Colombia donde frecuentó la
amistad de hombres ilustres, como el escritor Germán Arciniegas y Alberto
Lleras Camargo. Este último posteriormente se deempeñó como Presidente de la
República de ese país.
Estando desterrado en el Ecuador,
en los primeros meses de 1933, recibió la orden de ingresar clandestinamente al
Perú junto con otro dirigente que fue parlamentario Pedro Muñiz. Cumplió con su
deber, sin titubeos, en momentos que la represión contra los apristas era
intensa y constante.
Sus excelentes cualidades de
organizador le permitieron edificar la maquinaria de resistencia clandestina en
la región norte, luego de reiniciarse la
percusión en 1934. El hombre se convirtió en una figura temida y en una
presa codiciada y buscada intensamente por la policía.
Así se perfiló como un eficiente
dirigente político. La dictadura había puesto precio a su cabeza porque se
conocía perfectamente que este modesto trabajador, a decir de Orrego,” trocó la
lampa de labriego y el yunque de mecánico por la lectura incansable. Era además
un personaje aguerrido y hercúleo, pleno de vitalidad y energía a toda prueba”.
Un dibujo que trata de graficar el asesinato.
Un dibujo que trata de graficar el asesinato.
SIN SEPULTURA
Haya de la Torre dijo de él, en
una oportunidad durante una actividad partidaria, dirigiéndose a la juventud: “Fue
un gran líder obrero, un heroico ciudadano y un autodidacta de extraordinaria
cultura. Fuerte de mente y cuerpo y unió en su vida extraordinaria todas las
más superiores cualidades del hombre integral”.
Un hermano de él vivió muchos años en la ciudad de Huánuco,
donde se afincó como contratista de carreteras y se casó con una dama del lugar:
Claribel Valderrama de oficio peluquera, con quien procreó dos hijos: Oswaldo y
Angelita.
El primero, que estudió en el
Colegio Nacional Leoncio Prado de esa localidad, terminó luchando en las guerrillas marxistas que
irrumpieron en 1965, en tiempos del primer gobierno de Belaúnde. Por ello purgó
varios años de prisión.
Nunca tuvieron los huesos de
Arévalo el derecho legítimo al descanso eterno de la tumba. De acuerdo a una
información proporcionada por el dirigente aprista, Nicanor Mujica Alvarez
Calderón, los restos fueron rescatados en plena clandestinidad. Haya de la
Torre los guardó por mucho tiempo, esperando la hora de rendirle el tributo
fúnebre que merecía. Hasta que la policía, en otro asalto, se los arrebató.
En el lugar del asesinato, sus
compañeros de partido hicieron una pirámide de piedras de homenaje con una cruz
reluciente de madera que hasta ahora existe. Allí se llevó para sujetar firme
el madero tierra de Chan-Chan, lugar
donde murieron muchos mártires apristas. Vida trágica y de total entrega a las causas sociales que las asumió por completo. Incluso pagando con
su vida. (Noé)
Mi querido gordo: Cada edición tuya es de colección, nuevamente lo digo a propósito de los excelentes informes sobre Francisco García Calderón y Manuel Arévalo, gracias por privilegiarme en tu lista, abrazos para todos y cada uno de la casa.
ResponderEliminarChiclayo
Excelente cronica de la muerte de uno de los grandes Lideres y ahora martir del APRA,ojala la Juventud del Partido tome conciencia y asuma el lugar protagonico que le toca en la direccion del Partido con nuevos Lideres.
ResponderEliminarCómo no rendir tributo eterno a quien con fe de cambio y sed de libertar logro a pulso su labor de lograr de este hermoso ideal del aprismo el fin de la miseria, el hambre, la ignorancia, la explotacion y todo aquello q significaba dolor y frustración al puenlo, estableciendo la justicia social de pan con libertad.
ResponderEliminarRecordado cc. tu inmolación vía terceros siempre será recordada con un hecho más vil, sanguinario y cobarde de todos los tiempos y vos nunca morirá por q estás en el limbo de la vida eterna, después de tu muerte vives en la "vida" eterna SASAP.
Gloria eterna a los mártires luchadores del pueblo, que ofrendaron su sangre en la lucha contra las dictaduras y la justicia social. ¡Cuando un aprista muere nunca muere!. SEASAP.
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