miércoles, 13 de febrero de 2013

¿POR QUE RENUNCIO EL PAPA?

Nadie pudo presagiar lo que ocurrió y el Papa Benedicto XVI renunció, de un momento a otro, a su misión clerical universal. Pero también de inmenso poder político evidente que no se puede negar, en medio de un clima y ambiente donde persisten muchísimas oscuridades. Ahora bien, el pontífice fue muy claro en afirmar que “ya no tenía fuerzas para continuar”. Si nos atenemos a sus palabras que remecieron al mundo, lo venció la edad y la salud. Sin embargo, tal premisa no convence a nadie. Cierto puede ser el debilitamiento físico y mental.  Aquí, de todas maneras, se comenta a todo nivel e insistentemente, la existencia de razones mucho más poderosas para una dimisión de este tipo  que se presenta, dicho sea de paso, después de 600 años y que ha puesto, definitivamente, a la Iglesia en el tapete de las mil especulaciones.
Lo cierto y real es que el papado del Sumo Pontífice, que duró ocho años, estuvo caracterizado por las luchas internas del Vaticano de limpiar la Iglesia de los  clérigos pedófilos y pederastas y del poder de los banqueros corruptos que, con sus ambiciones, pusieron de vuelta y media al sucesor de Pedro y las más altas autoridades eclesiásticas.


El Papa renunciante Benedicto XVI.

 Ratzinger de 85 años se marchó como vivió: completamente sólo y ha decidido mantener su secreto de lo que efectivamente ocurrió para no causarle ningún daño al catolicismo, en su expresión de fe y esperanza.
AGUDOS PROBLEMAS
Pero que hay serios y agudos problemas, los hay definitivamente. No se puede tapar el sol con un solo dedo. Hace un año se filtraron masivamente sus documentos privados sacando a la luz, un día sí y otro también, las miserias de los hombres de Dios y la implacable lucha por el poder y el dinero que, efectivamente, existe en el Vaticano.
En esa oportunidad, el Mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, fue detenido y acusado de ser el autor material de la sustracción de la correspondencia papal. A las pocas horas,  el pontífice sufría otro revés cuando se despidió a uno de sus más conspicuos colaboradores Ettore Gotti Tedeschi, Presidente del Instituto para las Obras de la Religión (IOR)


Paolo Gabriele: el mayordomo del Sumo Pontífice.

El primero era quien durante muchos años lo ayudaba a vestirse, le servía el desayuno y lo acompañaba en sus desplazamientos. Este mismísimo hombre fue el que sustrajo los documentos personales del Papa y difundió las comunicaciones con el fin, argumentó, de poner en evidencia la mala gestión y corrupción que  lo rodeaba.
 Mientras que Tedeschi resultó eliminado sin derecho a réplica ni honor, por altos miembros de la curia. Se trataba de la persona elegida personalmente por el Sumo Pontífice para intentar limpiar la banca del Vaticano. 
LOS LOBOS
Luego de ocurrir tales reveses que lo preocuparon por completo, Ratzinger decidió irse a pasar una larga temporada de reflexión a la residencia veraniega de Casten Gandolfo. Allí el representante de Dios ante la tierra se sintió un hombre anciano y enfermo, rodeado en su entorno más cercano por lobos de la peor especie.

Ettore Gotti Tedeschi

Sin embargo, en la sala de prensa del Vaticano se dicen otras cosas completamente distintas. Son las famosas noticias oficiales que nadie las cree. El vocero jesuita, Federico Lombardi, contesta, con buen humor y hasta con sonrisas, todas las preguntas de los periodistas del mundo. “La verdad que el hecho de la dimisión nos pilló con sorpresa total”, dice y no se cansa en repetirlo.
En cuanto a la enfermedad del pontífice se sabe fehacientemente que tiene problemas de hipertensión y artrosis en una rodilla. Hay, pues, un delicado estado de salud.  Eso nadie lo puede negar.
Pero los analistas en estos temas aseguran de todas maneras que una decisión tan trascendental como es la renuncia tiene que estar influida por constantes más poderosas. Por ejemplo, la incapacidad del pontífice para inocular en el seno de la Iglesia la lucha sin cuartel contra los pederastas después de décadas que se les protegió, en una constante de ayudar a los culpables y atacar a las víctimas.
Ratzinger, tras ser elegido Papa, imprimió un giro completamente distinto al tema y la manera de abordarlo. Quitó la protección al mexicano Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, que robaba a manos llenas y abusaba sexualmente de los seminaristas menores. Entre otros graves comportamientos.


El R.P. Federico Lombardi: el vocero del Vaticano
SIMPOSIO
Hace un año, el Papa organizó en Roma un simposio para que 110 conferencias episcopales del mundo miraran a la cara a las víctimas de los abusos. El encuentro fue inaugurado con el testimonio de Marie Collins, una irlandesa que padeció de niña sola y enferma en el hospital los abusos de un sacerdote.
La pregunta cae por madura: ¿Minaron estas situaciones de contrición definitiva la fortaleza del Papa? Los voceros de la iglesia, entre ellos Lombardi, dicen que no. "Un pastor nunca huye de los lobos y deja el rebaño solo". Tales fueron exactamente las palabras que se pronunciaron.
La renuncia, según el oficialismo clerical, es posible precisamente porque las aguas de la Iglesia están lo suficientemente tranquilas para permitir una transición en paz. Lombardi asegura que el Papa hizo su anuncio ante los cardenales con “precisión y claridad”, imprimiendo al momento la solemnidad que requería. Nunca se le notó a Ratzinger triste ni deprimido.
De acuerdo a  su hermano Georg que también es sacerdote, Ratzinger tenía previsto dimitir desde hace meses, versión que avala, a su vez, L’ Osservatore Romano que sitúa la decisión tras el viaje que hizo en marzo del 2012 a Cuba y México.
CONCLAVE
Mientras tanto, el Papa se trasladará a la residencia de Castel Gandolfo, ubicada a 18 kilómetros al sur este de Roma, hasta que sea elegido su sucesor y se terminen las obras de rehabilitación de un convento de monjas al interior de la  ciudad de El Vaticano donde residirá el prelado dedicado a la oración, el estudio y la escritura. Nunca más se inmiscuirá en los asuntos públicos de la Iglesia.
El conclave para buscar al nuevo Papa se llevará a cabo el mes de marzo  y del elegido será escogido entre 117 cardenales. El resto, un total de 209, tienen más de 80 años y no pueden aspirar ya a la silla de Pedro.
Aún en medio de la sorpresa, entre los corillos ligados al Vaticano ya circulan los nombres de los sacerdotes que tienen más posibilidades de ser elegidos. Entre ellos están: el italiano Scola, el canadiense Ouellet y el austriaco Schoenborn.
Un latinoamericano también puede ser el sumo pontífice. Esta parte del continente congrega el 42% de los católicos de todo el mundo. Entre los candidatos figuran: los brasileños Joao Braz de Avis de 65 años y el Arzobispo de Sao Paulo, Odilo Pedro Scherer de 63. También se vocea el nombre del argentino Leonardo Sandri de 69.

El Vaticano

Ahora bien, la silla pontificia lleva siendo ocupada por un extranjero desde 1978. A un Papa polaco, Juan Pablo II desde ese año hasta el 2005, lo sucedió el alemán y cada año que pasa la muy católica Italia pierde poder, aunque todavía mantiene el predominio de 30 purpurados.
EL PADRE GEORGE
El papa polaco y el alemán, según el diario el País de España, no se parecen en nada. Tampoco en su final. Aquel murió en olor a multitud y de santidad, el actual se retira después de perdonar al mayordomo que lo traicionó y de elevar a la dignidad de obispo al único hombre que permaneció fiel a su lado, Monseñor Georg Gänswein.
El famoso padre Georg fue para Benedicto XVI el pararrayos de todas las traiciones. El que protegió al Papa de las luchas de poder de la curia que, desafortunadamente, existen y son una realidad. El cielo no está completamente despejado.
Lo cierto y real es que el 28 de Febrero a las 20 horas (hora de Roma) Benedicto XVI hará oficial su renuncia. En ese momento se dará inicio al periodo denominado de sede vacante, el tiempo que transcurre desde la renuncia o muerte de un papa, hasta que se elige al nuevo primado de la Iglesia. Durante tal periodo, el gobierno queda en manos del Colegio Cardenalicio.
Dicho colegio tiene que convocar a un conclave. Los cardenales se aíslan del mundo exterior y, durante un periodo que oscila entre 15 y 20 días, deciden quién será el nuevo sumo pontífice. La elección se llevará a cabo en la Capilla Sixtina.

El padre Georg atendiendo a los fieles

Después que los cardenales han propuesto a sus candidatos, se realiza la votación. Cada uno anota el nombre de su postulante en una papeleta y la deposita en un cáliz. Se exige una mayoría de dos tercios de los votos para elegir al pontífice.
Terminado el recuento de votos, las papeletas se queman en una chimenea. Si el humo que sale es blanco significa que ya hay un nuevo santo padre: Habemus papam. Si el humo que brota es negro quiere decir que no se han alcanzado los votos suficientes y que los cardenales deben volver a votar. El mundo católico está a la expectativa. No es para menos.

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