En efecto, el 9 de Mayo de 1940
se comprendió al fin que Alemania intentaba violar la neutralidad holandesa:
algunos funcionarios alemanes dieron a entender al agregado militar holandés en
Berlín que, el 10 de Mayo, el ejército alemán pasaría a la frontera.
Gracias a este aviso, el comandante en jefe de
las tropas holandesas, el General Winkelman, tuvo tiempo para enviar a todas
las tropas un mensaje en el que las exhortaba a estar, desde aquel momento, más
vigilantes que nunca. A partir de las 3 del día 10 de Mayo la Marina, EL
Ejército y la Aviación estuvieron perfectamente dispuestos a la eventualidad.
Casi inmediatamente llegó la noticia
de que los primeros contingentes alemanes habían entrado en los Países Bajos.
Se lanzaron paracaidistas en diferentes puntos de la zona occidental del país:
cerca de los puentes de Moerdijk, junto a Dordrecht, en el aeropuerto Waalhaven
de Rotterdam o en sus inmediatas cercanías y alrededor de La Haya.
Paracaídas lanzados en diferentes zonas de los Países Bajos.
Paracaídas lanzados en diferentes zonas de los Países Bajos.
BOMBARDEOS
A las 4 fueron bombardeados los
puentes de Moerdijk e inmediatamente después tomó tierra un batallón de
paracaidistas, dos compañías al sur y otras dos al norte de dichos puentes.
Después de duros encuentros, los alemanes consiguieron apoderarse de todos
ellos, todavía intactos.
Casi al mismo tiempo, otro
batallón de paracaidistas fue lanzado en torno a Dordrecht. También allí se
trabó un enconado combate, pero al mediodía el puente del mismo nombre estaba
en manos de los alemanes.
Si no hubiese sido por unas
extrañas decisiones del comandante de la guarnición, que provocaron una grave
situación de caos y de confusión, se habría podido defender este puente durante
más tiempo.
Los aviones alemanes comenzaron a
bombardear Waalhaven a las 3.55 y una hora después saltó sobre el aeropuerto, y
un poco más al este, un batallón de paracaidistas. A pesar de la enérgica
resistencia de las tropas holandesas, Waalhaven cayó muy pronto en manos de los
atacantes.
HIDROAVIONES
Cincuenta paracaidistas alemanes
saltaron además sobre Rotterdam, precisamente en Feyenoord, en la parte sur de
la ciudad. Con la máxima rapidez se dirigieron hacia los puentes del Mosa, el
último obstáculo para la entrada de las tropas del Ejército 18, que avanzaba
por el Sur. Poco después, doce hidroaviones Heinkel amarraron en el río, aguas
arriba y aguas debajo de los puentes: de ellos salieron 150 hombres que
ocuparon las orillas septentrional y meridional correspondientes a las cabeceras
de los puentes.
De este modo los alemanes se
apoderaron de algunos puntos de pasos obligados, importantes para el movimiento
de sus tropas, hacia el corazón de los Países Bajos. Transcurrió bastante
tiempo antes de que los holandeses tomasen las contramedidas necesarias. Y
cuando finalmente lo hicieron, los puentes del Mosa fueron teatro de duros
encuentros, en el curso de los cuales los marines holandeses se batieron con
tanto heroísmo que merecieron el sobrenombre de “diablos negros”.
Aviones, a 30 mil pies, surcando los cielos en plena guerra
Aviones, a 30 mil pies, surcando los cielos en plena guerra
También la Marina desempeñó un
papel importante en el intento de reconquistar los puentes. El buque 2-5
recibió la orden de mantener bajo su fuego los puentes del Mosa, mientras que
dos dragaminas auxiliares tenían que proporcionar la necesaria protección
antiaérea. Otros tres dragaminas recibieron la orden de impedir que las tropas
alemanas cruzaran el río y llegaran a la orilla septentrional. A partir de las
8, el Z5 comenzó a cañonear los puentes.
FUEGO CONTINUO
Los puentes de ametralladora
alemanes estuvieron así sometidos a un fuego continuo desde una distancia de
unos 100 metros y algunos de los hidroaviones amarrados fueron hundidos. A las
11.15, habiendo agotado las municiones, el Z-5 regresó a Hoeck van Holland.
Como la acción que había desarrollado sus unidades resultó bastante provechosa,
el comandante en jefe de la Marina holandesa, Vicealmirante Fürstner, decidió
enviar más buques a Rotterdam: al destructor Van Galen y los cañoneros Johan
Mauritz van Nassau y Flores. Su misión era impedir a toda costa que las tropas
alemanas consiguieran pasar a la orilla septentrional y,al mismo tiempo,
cañonear las posiciones enemigas en la zona sur de Rotterdam
En la tarde del 10 de Mayo el
destructor comenzó a remontar la Nieuwe Waterweg. Aunque había recibido la
orden de efectuar tiro indirecto sobre el aeropuerto de Waalhaven, el oficial
que mandaba el buque, convencido de que este sistema no daría resultado alguno,
decidió proseguir la navegación hasta que el navío llegara a la vista de
Waalhaven. Pero no pudo conseguirlo, porque cerca de Vlaardingen fue atacado por bombarderos
alemanes. Como la escasa anchura del canal navegable impedía efectuar los
oportunos cambios de ruta para evitar las bombas, el destructor fue gravemente
dañado y empezó a hundirse lentamente.
Después de este fracaso, el
Estado Mayor de la Marina decidió destinar a otras misiones incluso a los dos
cañoneros. Por su parte, la aviación holandesa hizo todo lo posible para
arrojar a los alemanes fuera de sus posiciones.
Los alemanes en plena lucha contra los holandeses
Los alemanes en plena lucha contra los holandeses
UNICO EXITO
Por cuatro veces bombardeó
Waalhaven, dañando gravemente a los aviones alemanes que se encontraban allí,
pero este fue su único éxito. Al final del primer día de guerra, los alemanes
mantenían en su poder el aeropuerto de Waalhaven, eran dueños de la zona sur de
Rotterdam, de los puentes del Mossa y de una pequeña cabeza de puente, formada
tan sólo por unas cuantas casas, en la orilla septentrional del río. Los
holandeses observaron que en el curso de la jornada habían aterrizado en
Waalhaven unos 250 Junkers 52 de transporte y, por lo tanto, calculaban que en
la zona sur de Rotterdam se encontrarían alrededor de 5,000 soldados alemanes.
Al día siguiente, las tropas alemanas recibieron más refuerzos. Pero la
situación se mantuvo estacionaria.
El plan de ataque contra Holanda pretendía
vencer la resistencia de su Ejército en el tiempo más breve posible, para que
luego las fuerzas alemanas pudieran actuar libremente en Bélgica y Francia. De
acuerdo con este plan, la ocupación de Rotterdam revestía una importancia
vital, ya que la ciudad representaba el principal punto de acceso al corazón
del país y su caída traería consigo la capitulación del Ejército.
Por consiguiente, los alemanes
habían previsto bombardear la ciudad con artillería y aviación. El motivo por
el que no atravesaron el río Mosa, en la proximidad de Ijsselmonde, en la tarde
del 13 de Mayo o en las primeras horas del 14, sigue siendo un misterio. De haberlo hecho así, habrían hallado una
débil resistencia y se hubieran encontrado de pronto frente a la ciudad que, a
la sazón, no contaba apenas con ninguna defensa.
ULTIMATUM
Pero antes de comenzar los
bombardeos, enviaron al comandante de la guarnición un ultimátum exigiendo la
rendición. Después de esta comunicación era lógico esperar que la decisión de iniciar
el bombardeo se aplazase hasta la conclusión de las negociaciones, y que se
darían órdenes precisas y claras a los pilotos respecto al particular, sobre
todo teniendo en cuenta que el enlace por radio entre el oficial que mandaba
las tropas alemanas frente a Rotterdam y el oficial que iba al frente de los
aviones podía interrumpirse, como en efecto acaeció.
Sucedía con bastante frecuencia
esta interrupción de comunicaciones por radio entre las unidades del Ejército y
de la Aviación Alemanes. Por ejemplo, en cierta ocasión, los Stuka atacaron en
las Ardenas, una formación de carros de combate propios debido a esa falta
adecuada de comunicación.
Y por estar precisamente
interrumpido este enlace, a los bombarderos sólo se les podía advertir con
señales luminosas: por consiguiente, el destino de Rotterdam dependía del hecho
de que los pilotos percibiesen los cohetes rojos disparados por las tropas que
se encontraban en la orilla meridional del Mosa. Los cohetes se dispararon,
pero sólo los vieron 40 de los 1200 bombarderos.
GOERING
El día 14 de Mayo, uno de los
oficiales del Ejército holandés, tuvo la impresión de que el comandante de las
tropas alemanas que se encontraban en el sector meridional había intentado
impedir el bombardeo, y que Goering, desde Alemania, había decidido que se
llevase a cabo el ataque y se destruyese la ciudad. La orden de Goering parece
incomprensible, puesto que, lógicamente, Rotterdam les sería mucho más útil a
los alemanes intacta que destruida.
Goering
Goering
Los hechos, esclarecidos después
de la guerra, tienden a demostrar que dicha impresión era cierta. Para
justificar el bombardeo, los alemanes dijeron que las tropas inglesas estaban
desembarcando en la costa holandesa, al sur de Mosa y que esto constituía un
grave peligro para la retaguardia de las tropas alemanas, desplegadas a lo
largo de la línea Moerdijk-Dordrecht-Rotterdam. Por consiguiente, debían
efectuar a toda costa una ruptura del frente en dirección Norte.
Pero la verdad es que, durante
aquellos días, no se produjo desembarco alguno a lo largo de la costa
holandesa. Apenas habían entregado los alemanes su segundo ultimátum (el
primero había sido rechazado sin firmarlo) cuando se desencadenó el bombardeo.
Eso sucedió a las 13.30 del día 14 de Mayo. En el transcurso de unos cuantos minutos
todo el centro de Rotterdam se transformó en un mar de fuego. Parte de la
población la estaba abandonando. Y esto contribuyó a aumentar la confusión
existente. Cinco horas después del ataque, las tropas alemanas entraron en la
ciudad en llamas.
COMBATES
Mientras tanto continuaban los
combates en las carreteras y en los alrededores de La Haya, donde se habían
lanzado paracaidistas el día 10 de Mayo. Las tropas aerotransportadas que
habían de aterrizar poco después tenían órdenes de ocupar La Haya y detener a
los miembros del gobierno holandés. Pero para conseguir esto era necesario,
ante todo, ocupar los aeródromos de Ockenburg, Ypenburg y Valkenburg. Después
de que los aviones bombardearan y ametrallaran los campos y acuartelamientos,
los paracaídas, lanzados cerca de los aeródromos, neutralizarían a las fuerzas
holandesas supervivivientes. A continuación desembarcarían tropas
aerotransportadas para completar la ejecución del plan marchando sobre la Haya.
Para sorprender a los holandeses
de una forma total, los aviones se dirigirían hacia el Oeste, sobrevolando los
Países Bajos. O sea simulando un ataque a Inglaterra para invertir luego la
ruta en el mar del Norte y atacar entonces desde el oeste.
Uno de los avionnes fabricados por los holandeses
Uno de los avionnes fabricados por los holandeses
Los alemanes consiguieron
apoderarse de los tres aeródromos, pero experimentaron graves pérdidas, en
parte debido a que los paracaidistas destinados a Ypenburg y Ockenburg tomaron tierra
demasiado al sur de sus objetivos, por lo que fueron las tropas
aerotransportadas las que debieron neutralizar la resistencia de los
defensores.
LOS JUNKERS
Media hora después de la llegada
a tierra de los paracaidistas, aterrizaron en los dos aeródromos los aviones de
transporte Junkers. En Ockenburg los ataques se vieron sometidos a un fuego tan
intenso a que hasta los miembros de las tripulaciones se vieron obligados a
tomar parte en el combate. Los atacantes sufrieron pérdidas tan graves que
pocos aviones consiguieron reemprender el vuelo después de conquistado el aeródromo.
Los demás Junkers obstruían las pistas de tal manera que sólo unos cuantos
aparatos con tropas de refuerzo, consiguieron aterrizar.
Los Junkers con los paracaidistas, en acción, para dominar Holanda
Los Junkers con los paracaidistas, en acción, para dominar Holanda
En Ipenburg ocurrió
aproximadamente lo mismo. De los trece aviones de transporte, once fueron
abatidos antes de aterrizar. Sólo unos cuantos soldados consiguieron abandonar
los aparatos. Como era imposible realizar más aterrizajes en el aeródromo, el
resto de las tropas tomo tierra en la carretera de La Haya-Rotterdam.
Valkenburg fue la única localidad
en la que los alemanes consiguieron aterrizar sin sufrir pérdidas graves.
Apoyadas por paracaidistas, las tropas aerotransportadas dominaron finalmente a
los defensores. Pero en este caso los alemanes se encontraron con otra
dificultad: los pesados Junkers se hundieron en el terreno blando, por lo que
no pudieron volver a utilizar el aeródromo. Además la artillería y la aviación
holandesas sometieron el campo a un nutrido bombardeo.
GRANDES PERDIDAS
Cuando el día estaba llegando a
su fin, los alemanes ya estaban en posesión de los tres aeródromos. Durante
este primer día de guerra la aviación holandesa sufrió grandes pérdidas: de los
125 aviones que poseía, 62 quedaron fuera de combate. En los días sucesivos, a
pesar de la aplastante superioridad alemana, los restantes aparatos continuaron
desempeñando su misión. Por este heroico comportamiento se condecoró a la
Aviación con la Militaire Willemsorde, equivalente a la Victoria Cross inglesa.
El 11 de Mayo las tropas
holandesas intentaron eliminar las bolsas alemanas, pero todos los esfuerzos
resultaron inútiles. Entre La Haya y Katwijk se desarrollaron combates
durísimos durante los cuales los holandeses perdieron un batallón completo. La
autopista Delf-Rotterdam seguía parcialmente en manos alemanas y la Luftwaffe
pudo incluso abastecer de víveres y municiones a las tropas aerotransportadas.
Del 11 de Mayo en adelante el
dominio del aire por parte de los alemanes fue absoluto, lo que hizo más
difícil aún cualquier actividad del Ejército holandés. Además como en La Haya
corrían rumores de acciones subversivas por parte de civiles y alemanes disfrazados,
las tropas holandesas se veían obligadas a una vigilancia continua que no les
dejaba tiempo para descansar adecuadamente. Esto mismo era lo que sucedía en
Rotterdam.
.
Ataque, muerte y destrucción en la guerra mundial
.
Ataque, muerte y destrucción en la guerra mundial
CAPITULACION
Aprovechando esta situación, en
varios lugares, algunas tropas alemanas aerotransportadas pudieron romper las
líneas enemigas y establecer contacto entre sí. El 12 de Mayo, en el sector
Norte, existían tres balsas alemanas, en Overschie, en el pueblo de Valkenburg
y cerca de Wassenaar, con un total de unos 1,000 hombres. La situación no
experimentó cambios realmente importantes hasta el 14 de Mayo, cuando
capitularon los Países Bajos.
El bombardeo de Rotterdam y la
amenaza de que Utrecht corriese la misma suerte fue el motivo que indujo al
comandante en jefe de las fuerzas holandesas a tomar la decisión de deponer las
armas. A las 16.50 del día 14 de Mayo se cursó un mensaje urgentísimo que
ordenaba a todos los mandos a que suspendiesen la lucha y destruyesen las
municiones, las armas y el material.
En conjunto se puede decir que las fuerzas
holandesas se batieron bien pero el resultado final fue decepcionante. Cerca de
Rotterdam y La Haya las tropas aerotransportadas alemanas consiguieron resistir
contra fuerzas numéricamente superiores y de esto tuvo un efecto paralizador en
la moral de las tropas holandeses. Además, la actuación del mando supremo ofreció varias veces
serias lagunas. Otro elemento importante a que contribuyó a que los holandeses
no diesen el golpe de gracia a los restos de las tropas aerotransportadas
alemanas fue la falta de información sobre la consistencia efectiva de las
fuerzas enemigas y sobre su posición exacta. (Tomado, editado, resumido y condensado de la revista “Así Fue la
Segunda Guerra Mundial”)
No hay comentarios:
Publicar un comentario