miércoles, 13 de febrero de 2013

ATAQUE DESDE EL CIELO CONTRA HOLANDA

 Para los holandeses todo se resolvió en seis días. Holanda fue el primer país de la historia que experimentó un “ataque tridimensional”. Nunca hasta entonces se vieron obligadas las tropas de tierra a vigilar al frente, detrás y en lo alto. Esto, como expresión inédita del adelanto bélico, ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial.
En efecto, el 9 de Mayo de 1940 se comprendió al fin que Alemania intentaba violar la neutralidad holandesa: algunos funcionarios alemanes dieron a entender al agregado militar holandés en Berlín que, el 10 de Mayo, el ejército alemán pasaría a la frontera.
 Gracias a este aviso, el comandante en jefe de las tropas holandesas, el General Winkelman, tuvo tiempo para enviar a todas las tropas un mensaje en el que las exhortaba a estar, desde aquel momento, más vigilantes que nunca. A partir de las 3 del día 10 de Mayo la Marina, EL Ejército y la Aviación estuvieron perfectamente dispuestos a la eventualidad.
Casi inmediatamente llegó la noticia de que los primeros contingentes alemanes habían entrado en los Países Bajos. Se lanzaron paracaidistas en diferentes puntos de la zona occidental del país: cerca de los puentes de Moerdijk, junto a Dordrecht, en el aeropuerto Waalhaven de Rotterdam o en sus inmediatas cercanías y alrededor de La Haya.

Paracaídas lanzados en diferentes zonas de los Países Bajos.

BOMBARDEOS
A las 4 fueron bombardeados los puentes de Moerdijk e inmediatamente después tomó tierra un batallón de paracaidistas, dos compañías al sur y otras dos al norte de dichos puentes. Después de duros encuentros, los alemanes consiguieron apoderarse de todos ellos, todavía intactos.
Casi al mismo tiempo, otro batallón de paracaidistas fue lanzado en torno a Dordrecht. También allí se trabó un enconado combate, pero al mediodía el puente del mismo nombre estaba en manos de los alemanes.
Si no hubiese sido por unas extrañas decisiones del comandante de la guarnición, que provocaron una grave situación de caos y de confusión, se habría podido defender este puente durante más tiempo.
Los aviones alemanes comenzaron a bombardear Waalhaven a las 3.55 y una hora después saltó sobre el aeropuerto, y un poco más al este, un batallón de paracaidistas. A pesar de la enérgica resistencia de las tropas holandesas, Waalhaven cayó muy pronto en manos de los atacantes. 
HIDROAVIONES
Cincuenta paracaidistas alemanes saltaron además sobre Rotterdam, precisamente en Feyenoord, en la parte sur de la ciudad. Con la máxima rapidez se dirigieron hacia los puentes del Mosa, el último obstáculo para la entrada de las tropas del Ejército 18, que avanzaba por el Sur. Poco después, doce hidroaviones Heinkel amarraron en el río, aguas arriba y aguas debajo de los puentes: de ellos salieron 150 hombres que ocuparon las orillas septentrional y meridional correspondientes a las cabeceras de los puentes.
De este modo los alemanes se apoderaron de algunos puntos de pasos obligados, importantes para el movimiento de sus tropas, hacia el corazón de los Países Bajos. Transcurrió bastante tiempo antes de que los holandeses tomasen las contramedidas necesarias. Y cuando finalmente lo hicieron, los puentes del Mosa fueron teatro de duros encuentros, en el curso de los cuales los marines holandeses se batieron con tanto heroísmo que merecieron el sobrenombre de “diablos negros”.


Aviones, a 30 mil pies, surcando los cielos en plena guerra

También la Marina desempeñó un papel importante en el intento de reconquistar los puentes. El buque 2-5 recibió la orden de mantener bajo su fuego los puentes del Mosa, mientras que dos dragaminas auxiliares tenían que proporcionar la necesaria protección antiaérea. Otros tres dragaminas recibieron la orden de impedir que las tropas alemanas cruzaran el río y llegaran a la orilla septentrional. A partir de las 8, el Z5 comenzó a cañonear los puentes.
FUEGO CONTINUO
Los puentes de ametralladora alemanes estuvieron así sometidos a un fuego continuo desde una distancia de unos 100 metros y algunos de los hidroaviones amarrados fueron hundidos. A las 11.15, habiendo agotado las municiones, el Z-5 regresó a Hoeck van Holland. Como la acción que había desarrollado sus unidades resultó bastante provechosa, el comandante en jefe de la Marina holandesa, Vicealmirante Fürstner, decidió enviar más buques a Rotterdam: al destructor Van Galen y los cañoneros Johan Mauritz van Nassau y Flores. Su misión era impedir a toda costa que las tropas alemanas consiguieran pasar a la orilla septentrional y,al mismo tiempo, cañonear las posiciones enemigas en la zona sur de Rotterdam
En la tarde del 10 de Mayo el destructor comenzó a remontar la Nieuwe Waterweg. Aunque había recibido la orden de efectuar tiro indirecto sobre el aeropuerto de Waalhaven, el oficial que mandaba el buque, convencido de que este sistema no daría resultado alguno, decidió proseguir la navegación hasta que el navío llegara a la vista de Waalhaven. Pero no pudo conseguirlo, porque cerca de  Vlaardingen fue atacado por bombarderos alemanes. Como la escasa anchura del canal navegable impedía efectuar los oportunos cambios de ruta para evitar las bombas, el destructor fue gravemente dañado y empezó a hundirse lentamente.
Después de este fracaso, el Estado Mayor de la Marina decidió destinar a otras misiones incluso a los dos cañoneros. Por su parte, la aviación holandesa hizo todo lo posible para arrojar a los alemanes fuera de sus posiciones.
Infantería alemana en Holanda
Los alemanes en plena lucha contra los holandeses

UNICO EXITO
Por cuatro veces bombardeó Waalhaven, dañando gravemente a los aviones alemanes que se encontraban allí, pero este fue su único éxito. Al final del primer día de guerra, los alemanes mantenían en su poder el aeropuerto de Waalhaven, eran dueños de la zona sur de Rotterdam, de los puentes del Mossa y de una pequeña cabeza de puente, formada tan sólo por unas cuantas casas, en la orilla septentrional del río. Los holandeses observaron que en el curso de la jornada habían aterrizado en Waalhaven unos 250 Junkers 52 de transporte y, por lo tanto, calculaban que en la zona sur de Rotterdam se encontrarían alrededor de 5,000 soldados alemanes. Al día siguiente, las tropas alemanas recibieron más refuerzos. Pero la situación se mantuvo estacionaria.
El plan de ataque contra Holanda pretendía vencer la resistencia de su Ejército en el tiempo más breve posible, para que luego las fuerzas alemanas pudieran actuar libremente en Bélgica y Francia. De acuerdo con este plan, la ocupación de Rotterdam revestía una importancia vital, ya que la ciudad representaba el principal punto de acceso al corazón del país y su caída traería consigo la capitulación del Ejército.
Por consiguiente, los alemanes habían previsto bombardear la ciudad con artillería y aviación. El motivo por el que no atravesaron el río Mosa, en la proximidad de Ijsselmonde, en la tarde del 13 de Mayo o en las primeras horas del 14, sigue siendo un misterio. De haberlo hecho así, habrían hallado una débil resistencia y se hubieran encontrado de pronto frente a la ciudad que, a la sazón, no contaba apenas con ninguna defensa.
ULTIMATUM
Pero antes de comenzar los bombardeos, enviaron al comandante de la guarnición un ultimátum exigiendo la rendición. Después de esta comunicación era lógico esperar que la decisión de iniciar el bombardeo se aplazase hasta la conclusión de las negociaciones, y que se darían órdenes precisas y claras a los pilotos respecto al particular, sobre todo teniendo en cuenta que el enlace por radio entre el oficial que mandaba las tropas alemanas frente a Rotterdam y el oficial que iba al frente de los aviones podía interrumpirse, como en efecto acaeció.
Sucedía con bastante frecuencia esta interrupción de comunicaciones por radio entre las unidades del Ejército y de la Aviación Alemanes. Por ejemplo, en cierta ocasión, los Stuka atacaron en las Ardenas, una formación de carros de combate propios debido a esa falta adecuada de comunicación.
Y por estar precisamente interrumpido este enlace, a los bombarderos sólo se les podía advertir con señales luminosas: por consiguiente, el destino de Rotterdam dependía del hecho de que los pilotos percibiesen los cohetes rojos disparados por las tropas que se encontraban en la orilla meridional del Mosa. Los cohetes se dispararon, pero sólo los vieron 40 de los 1200 bombarderos. 
GOERING
El día 14 de Mayo, uno de los oficiales del Ejército holandés, tuvo la impresión de que el comandante de las tropas alemanas que se encontraban en el sector meridional había intentado impedir el bombardeo, y que Goering, desde Alemania, había decidido que se llevase a cabo el ataque y se destruyese la ciudad. La orden de Goering parece incomprensible, puesto que, lógicamente, Rotterdam les sería mucho más útil a los alemanes intacta que destruida.
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Goering

Los hechos, esclarecidos después de la guerra, tienden a demostrar que dicha impresión era cierta. Para justificar el bombardeo, los alemanes dijeron que las tropas inglesas estaban desembarcando en la costa holandesa, al sur de Mosa y que esto constituía un grave peligro para la retaguardia de las tropas alemanas, desplegadas a lo largo de la línea Moerdijk-Dordrecht-Rotterdam. Por consiguiente, debían efectuar a toda costa una ruptura del frente en dirección Norte.
Pero la verdad es que, durante aquellos días, no se produjo desembarco alguno a lo largo de la costa holandesa. Apenas habían entregado los alemanes su segundo ultimátum (el primero había sido rechazado sin firmarlo) cuando se desencadenó el bombardeo. Eso sucedió a las 13.30 del día 14 de Mayo. En el transcurso de unos cuantos minutos todo el centro de Rotterdam se transformó en un mar de fuego. Parte de la población la estaba abandonando. Y esto contribuyó a aumentar la confusión existente. Cinco horas después del ataque, las tropas alemanas entraron en la ciudad en llamas.
COMBATES
Mientras tanto continuaban los combates en las carreteras y en los alrededores de La Haya, donde se habían lanzado paracaidistas el día 10 de Mayo. Las tropas aerotransportadas que habían de aterrizar poco después tenían órdenes de ocupar La Haya y detener a los miembros del gobierno holandés. Pero para conseguir esto era necesario, ante todo, ocupar los aeródromos de Ockenburg, Ypenburg y Valkenburg. Después de que los aviones bombardearan y ametrallaran los campos y acuartelamientos, los paracaídas, lanzados cerca de los aeródromos, neutralizarían a las fuerzas holandesas supervivivientes. A continuación desembarcarían tropas aerotransportadas para completar la ejecución del plan marchando sobre la Haya.
Para sorprender a los holandeses de una forma total, los aviones se dirigirían hacia el Oeste, sobrevolando los Países Bajos. O sea simulando un ataque a Inglaterra para invertir luego la ruta en el mar del Norte y atacar entonces desde el oeste.
Imagen
Uno de los avionnes fabricados por los holandeses

Los alemanes consiguieron apoderarse de los tres aeródromos, pero experimentaron graves pérdidas, en parte debido a que los paracaidistas destinados a Ypenburg y Ockenburg tomaron tierra demasiado al sur de sus objetivos, por lo que fueron las tropas aerotransportadas las que debieron neutralizar la resistencia de los defensores. 
LOS JUNKERS
Media hora después de la llegada a tierra de los paracaidistas, aterrizaron en los dos aeródromos los aviones de transporte Junkers. En Ockenburg los ataques se vieron sometidos a un fuego tan intenso a que hasta los miembros de las tripulaciones se vieron obligados a tomar parte en el combate. Los atacantes sufrieron pérdidas tan graves que pocos aviones consiguieron reemprender el vuelo después de conquistado el aeródromo. Los demás Junkers obstruían las pistas de tal manera que sólo unos cuantos aparatos con tropas de refuerzo, consiguieron aterrizar.

Los Junkers con los paracaidistas, en acción, para dominar Holanda

En Ipenburg ocurrió aproximadamente lo mismo. De los trece aviones de transporte, once fueron abatidos antes de aterrizar. Sólo unos cuantos soldados consiguieron abandonar los aparatos. Como era imposible realizar más aterrizajes en el aeródromo, el resto de las tropas tomo tierra en la carretera de La Haya-Rotterdam.
Valkenburg fue la única localidad en la que los alemanes consiguieron aterrizar sin sufrir pérdidas graves. Apoyadas por paracaidistas, las tropas aerotransportadas dominaron finalmente a los defensores. Pero en este caso los alemanes se encontraron con otra dificultad: los pesados Junkers se hundieron en el terreno blando, por lo que no pudieron volver a utilizar el aeródromo. Además la artillería y la aviación holandesas sometieron el campo a un nutrido bombardeo.
GRANDES PERDIDAS
Cuando el día estaba llegando a su fin, los alemanes ya estaban en posesión de los tres aeródromos. Durante este primer día de guerra la aviación holandesa sufrió grandes pérdidas: de los 125 aviones que poseía, 62 quedaron fuera de combate. En los días sucesivos, a pesar de la aplastante superioridad alemana, los restantes aparatos continuaron desempeñando su misión. Por este heroico comportamiento se condecoró a la Aviación con la Militaire Willemsorde, equivalente a la Victoria Cross inglesa.
El 11 de Mayo las tropas holandesas intentaron eliminar las bolsas alemanas, pero todos los esfuerzos resultaron inútiles. Entre La Haya y Katwijk se desarrollaron combates durísimos durante los cuales los holandeses perdieron un batallón completo. La autopista Delf-Rotterdam seguía parcialmente en manos alemanas y la Luftwaffe pudo incluso abastecer de víveres y municiones a las tropas aerotransportadas.
Del 11 de Mayo en adelante el dominio del aire por parte de los alemanes fue absoluto, lo que hizo más difícil aún cualquier actividad del Ejército holandés. Además como en La Haya corrían rumores de acciones subversivas por parte de civiles y alemanes disfrazados, las tropas holandesas se veían obligadas a una vigilancia continua que no les dejaba tiempo para descansar adecuadamente. Esto mismo era lo que sucedía en Rotterdam.


Ataque, muerte y destrucción en la guerra mundial

CAPITULACION
Aprovechando esta situación, en varios lugares, algunas tropas alemanas aerotransportadas pudieron romper las líneas enemigas y establecer contacto entre sí. El 12 de Mayo, en el sector Norte, existían tres balsas alemanas, en Overschie, en el pueblo de Valkenburg y cerca de Wassenaar, con un total de unos 1,000 hombres. La situación no experimentó cambios realmente importantes hasta el 14 de Mayo, cuando capitularon los Países Bajos.
El bombardeo de Rotterdam y la amenaza de que Utrecht corriese la misma suerte fue el motivo que indujo al comandante en jefe de las fuerzas holandesas a tomar la decisión de deponer las armas. A las 16.50 del día 14 de Mayo se cursó un mensaje urgentísimo que ordenaba a todos los mandos a que suspendiesen la lucha y destruyesen las municiones, las armas y el material.
En conjunto se puede decir que las fuerzas holandesas se batieron bien pero el resultado final fue decepcionante. Cerca de Rotterdam y La Haya las tropas aerotransportadas alemanas consiguieron resistir contra fuerzas numéricamente superiores y de esto tuvo un efecto paralizador en la moral de las tropas holandeses. Además, la  actuación del mando supremo ofreció varias veces serias lagunas. Otro elemento importante a que contribuyó a que los holandeses no diesen el golpe de gracia a los restos de las tropas aerotransportadas alemanas fue la falta de información sobre la consistencia efectiva de las fuerzas enemigas y sobre su posición exacta. (Tomado, editado, resumido y condensado de la revista “Así Fue la Segunda Guerra Mundial”)

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