viernes, 31 de enero de 2014

MONTALVO: LIBERAL Y ANTICLERICAL

Había una constante admirable en él, que lo retrataba de cuerpo entero, como figura indiscutible de la vida pública y las letras del Ecuador del siglo XIX: un político y pulcro escritor de aquellos que tienen agallas y destacan, cuyo pensamiento liberal era contundente y marcado por el anticlericalismo. Con una oposición constante y rotunda contra las dictaduras. Lo que lo hizo un rebelde con causa, de naturaleza constante.
Formó parte de La Literatura Latinoamericana  que ha tenido grandes exponentes. Si nos remontamos a la referida época, nos encontramos con Manuel González Prada representando al  Perú.  Antes a  Andrés Bello, el insigne maestro originario de Venezuela,  que tantos años vivió en el Chile de sus amores. Domingo Faustino Sarmiento el maestro argentino por excelencia que llegó a  ser presidente de su país. Eugenio Maria de Hostos que destacó en las Antillas de Puerto Rico y con gran influencia en  Cuba.
Pero al que nos referimos en esta oportunidad es uno excepcional de mucha valía que deslumbró en ese país vecino del norte por su originalidad, capacidad de escribir y brillantez en su obra homogénea, según la opinión del famoso literato Rufino Blanco Fombona. Ese es, definitivamente, Juan María Montalvo Fiallos, quien vivió una fecunda existencia entre 1832 y 1899.


Juan Montalvo.

EN COLOMBIA
Fue en Colombia donde residió muchos años y allí escribió la mayor parte de su extensa obra de valía. Uno de sus libros más conocidos resultó ser “Las Catilinarias”,   donde marca sus ideas políticas tan peculiares, sobre todo en contra de los curas timoratos a los abusos del poder político desenfrenado.
 Entre sus ensayos destacaron “Siete Tratados” analizando el mismo tema y “Capitulos que se le olvidaron a don Quijote”, una secuela en que da a conocer cómo concibe al hombre de la Mancha en el exclusivo campo del idealismo y las costumbres arraigadas de los pueblos.
Nació en el pueblo ecuatoriano de Ambato el 13 de Abril de 1832, una villa de los Andes situada en un valle entre montes y partida enteramente por un río caudaloso con casitas pintorescas a los costados. Allí las faldas de la codillera están plagadas de árboles frutales, como los melocotoneros y los nopales. Los sauces abundan y dan una sensación verdosa de tranquilidad imponente.
 No obstante que es una zona amenazada por completo por los volcanes que, en más de una ocasión, causaron serios destrozos en contra de la población. Accidentada y romántica ciudad con rocas, turbiones y quebradas profundas. La inspiración del escritor definitivamente. 
PADRES
Su padre Marco Montalvo hijo de un inmigrante andaluz que se dedicaba a los negocios. Este hombre de carácter, cerca de Ambato, conoció a  Isabel Villacreces de Fiallos, con quien se casó y tuvo ocho hijos. Juan era el menor de los varones y sus progenitores le procuraron mimos y cuidados. Su niñez transcurrió en la quinta de Ficoa. Sufrió de viruela y quedó con el rostro marcado para toda su vida.
A los siete años fue a la escuela que funcionaba en una humilde casa de aldea, de una sola planta, pobremente administrada y sostenida. Cuando tenía 11 años, uno de sus hermanos fue arrestado, encarcelado y desterrado al Perú por enfrentarse políticamente a la dictadura de  Juan José Flores. De acuerdo a la versión de sus biógrafos, lo sufrido por el familiar tan cercano le dejó una secuela moral muy grande, llevándolo a aborrecer, para siempre y toda su vida, a los gobiernos abusivos y de facto.
Continúo sus estudios en Quito y es en esta ciudad donde aparecen  las inclinaciones para escribir y dedicarse a las actividades intelectuales. Sus hermanos mayores lo apoyan por completo. Empezó a estudiar Gramática Latina en el Colegio San Fernando. Posteriormente, le interesó la Filosofía que la aprendió en el Seminario San Luis donde recibió el grado de maestro.
Ingresó a la Universidad de Quito para estudiar Derecho. No porque quisiera ser abogado, sino porque entre las profesiones de entonces, Medicina, Teología y otras, ésta era la menos desagradable. Así es como pensaba.


Autor de frases contundentes y controvertidas.

FISICO
Sus características físicas: alto, delgado blanco con gotas de indígena. Cabellera azabache ensortijada. Frente amplia.  Los ojos oscuros, grandes, luminosos. Nariz recta, dientes relucientes cuidados siempre con esmero. Lampiño usando apenas un pequeño bigote y picado de viruela. Le gustaba siempre vestir con elegancia. Era muy enamorado y un conquistador de voluntades femeninas.
Por la época de su juventud se hizo amigo del poeta y político liberal, Julio  Zaldumbide, con quien se reunía en tertulias continuamente en las cuales participan otros escritores como: Agustín Yerovi, José Modesto Espinosa y Miguel Riofrío. Ellos leían y comentaban sobre los grandes autores románticos europeos. Abandonó sus estudios y retorno a Ambato. Ya sus padres y hermano mayor habían fallecido.
Comenzó a ser un autodidacta de tal vuelo que aprendió a hablar perfectamente cinco idiomas, además del castellano: griego, latín, inglés, francés, italiano. Lo nombraron al cargo diplomático de Adjunto Civil a la Legación Ecuatoriana en Roma. Permaneció en París seis meses donde conoció a celebridades como Lamartine y  Proudhon. 
MELANCOLICO
Montalvo se volvió melancólico  y se acentuó su misantropía, inclinación que tuvo desde la infancia por hallarse en un medio extraño e indiferente. Asimismo se le manifestó un agudo reumatismo, cuyos efectos lo acompañaron durante el resto de su vida.
Regresó de  Europa al Ecuador en 1859, bajo el gobierno de García Moreno. Lo primero que hizo es escribirle una carta un tanto discursiva. Pero cargada de admoniciones y amenazas. Colaboró en la revista literaria  “El Iris”. Comenzaron sus amores con María Adelaida Guzmán, con quien contrajo matrimonio  y tuvo dos hijos.
Cuando García Moreno comenzó a perseguirlo a mansalva después de que escribiese en diferentes publicaciones criticándolo duramente, el intelectual se expatrió y se fue a vivir a la ciudad colombiana de Ipiales. De allí partió nuevamente a París, Francia en situación económica endeble.
Retornó a América y visito el Perú donde se encontró con varios desterrados por Garcia Moreno. Fomentó, desde estas tierras, su oposición contra el gobierno de su país y hasta una revolución que, dicho sea de paso, fracasó.
 Redactó varios libros como “El Bárbaro de América en los Pueblos Civilizados de Europa”, “El Libro de las Pasiones”, Diario de un Loco”, De las Virtudes y los Vicios”, Capítulos que se le olvidaron a Cervantes. Falleció su hijo, para su entero sufrimiento, Carlo Alfonso de 5 años.




Un monumento en su honor

ASESINATO
Fue publicado su libro “La Dictadura Perfecta”, obra que inspiró a un grupo de jóvenes liberales a pensar en  asesinar a García Moreno. Sin embargo, el  autor del magnicidio resultó  un hombre ajeno a los conjurados, el mercenario colombiano Faustino Lemos Rayo, quien incluso ocupó algunos puestos públicos en los gobiernos de García Moreno, por lo cual el Presidente no sospechaba de él. Al enterarse de la noticia, Montalvo afirmó: “No ha sido el machete de Rayo, sino mi pluma quien lo ha matado”. Poco después sacó a luz el ensayo “El Ultimo de los Tiranos”
Llegó a Guayaquil y fue recibido por una entusiasta multitud. Incapaz de hablar en público y más bien prometió un agradecimiento a su modo, la palabra escrita que en efecto circuló entre los guayaquileños al día siguiente. Ignacio de Veintemilla se proclamó dictador en el Ecuador. La vida del escritor estaba en riesgo. Pero felizmente no le pasó nada. Si sufría otra vez, de pobreza por la falta de recursos económicos mínimos.
Lo eligieron diputado pero nunca asistió a las cámaras. Conspiraba constantemente contra la dictadura. La relación que tenía con su esposa se quebrantó por completo, por su desentendimiento en las obligaciones familiares.
 Le publicaron su obra “Siete Tratados”. Su esposa falleció y el mismo año Montalvo inició una relación amorosa con la francesa Augustine-Catherine Contoux, la misma que mantuvo hasta sus últimos días. Con ella tuvo un hijo, fruto de su concubinato.


El colegio que lleva su nombre ubicado en el  Ecuador

INDEX
A raíz de la publicación de este último libro, La Iglesia ecuatoriana mostró su descontento con la obra. La reprobaron. A través de una carta personal, Montalvo respondió por medio de otro,  “Mercurial Eclesiastica”, escrito con pasmosa fuerza. El Arzobispo de Quito, Monseñor José Ignacio Ordoñez, viajó a Roma y consiguió que el Papa León XIII prohibiese el volumen, que ingresó de frente al index. 
Empezó la publicación de “El Espectador”, libro compuesto de tres volúmenes con una serie de ensayos muy interesantes sobre la realidad de su país. Estando en Francia, su salud comenzó a deteriorarse de forma brusca. Un fuerte aguacero lo sorprendió por la calle y contrajo una neumonía fulminante y esto se convirtió en un derrame pleural. 
 Lo operaron sin anestesia a pedido expreso del mismo paciente, demostrando una valentía y un coraje pocas veces vistos. No emitió ninguna palabra de dolor y se guardó por completo el sufrimiento.
La condición de Montalvo empeoró totalmente y manifestó sus últimos deseos. Entre ellos ser enterrado en París. Comenzó a agonizar y pidió a su ama de llaves que lo vistiera con su elegante  frac de color negro. Le sugirió que  tratara de comprar un puñado de claveles para su féretro. Fueron sus últimas palabras. 
FUNERALES
La colonia ecuatoriana costeó sus funerales que fueron solemnes. Sus restos  embalsamados  repatriados a Guayaquil y enterrados en el cementerio principal. Posteriormente, lo trasladaron a  Ambato en donde reposan hasta ahora en un mausoleo. 
A lo largo de su vida, leyó  copiosamente a cerca de Historia, Filosofía y Literatura. Citó en sus obras a los griegos de la antigüedad y sentía admiración por Roma que le sirvió de inspiración para cinco dramas de su autoría que fueron recopilados en sus libros “De las Pasiones”, “La Leprosa”, “Jara”, “El Descomulgado”, “Granja” y “El Dictador”. Admiraba a Sócrates como pensador, Julio César, el Soldado y Cicerón, el orador. 
Conocía buena parte de la Literatura española y sentía especial aliento por Cervantes con su obra cumbre “El Quijote de la Mancha”. Para él esta pieza literaria lo mas acabado en el mundo de la imaginación y de la ficción. 
Montalvo fue un ideólogo romántico del liberalismo. Sus modelos fueron Chateaubriand, Rousseau, Víctor Hugo, Montaigne, Montesquieu y Rosseau. Al mismo tiempo que sus inspiradores políticos. Hay influencia en su producción de la literatura inglesa, sobre todo de Byron  Milton y Bacon. 
OBRA
La obra fundamental de Montalvo estuvo en el campo preciso del ensayo porque puso, en el tapete de la discusión, los males que corrompen una sociedad. En este caso la ecuatoriana. Hay algunas poesías sueltas en  sus escritos. Su única novela “Capitulos que se le olvidaron a Cervantes” es una preocupación permanente por la lingüística y el desarrollo de personajes conspicuos. 
En cuanto a la Iglesia, el escritor deseaba la separación de ésta con el estado. En sus escritos no pretendía hablar de religión y de fe, sino del Ecuador y su gobierno. Atacaba o defendía al clero según su situación política. Muchas veces escribió a favor de los sacerdotes, buscando en vano apoyo político. 
Sin embargo, continuó su oposición  en sus “Siete Tratados” y en “Las Catilinarias” porque se veía defraudado que este sector, según su opinión, no luchaba contra las dictaduras. Su obra más furibunda fue “Mercurial Eclesiástica”. No obstante, el escritor se llevó mejor con la autoridad religiosa que con los católicos conservadores. No hay que olvidar que consideró al cristianismo como la verdadera religión.
Era un idealista que le desagradaba la realidad política dictatorial del Ecuador. Creía enteramente en la moral y lo principios como base del  funcionamiento de una nación. Quería moralizar a la política. En eso se pasó toda su vida y, de por si, ello es admirable y ejemplar. (Edgardo de Noriega)

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