lunes, 17 de noviembre de 2014

LAS FACETAS VALIOSAS DE SAN ROMAN

Muchas facetas de vida valiosa presenta Miguel de San Román  Meza que llegó a ser Presidente Constitucional  del Perú durante 5 meses y nueve días entre el 24 de Octubre de 1862 y el 3 de Abril de 1863. Un terrible mal hepático y renal, presentado de un momento a otro, lo llevó a la tumba.  Alejándole para siempre del poder. Luchador infatigable y valiente al lado de los patriotas durante las guerras de la Independencia nacional y animador decidido de las contiendas civiles ocurridas en las primeras décadas de la república. Lo mismo hizo en el desarrollo de la guerra contra  Colombia y Bolivia. Militar valeroso y político honrado. Llegó a ostentar el grado de gran mariscal. Amigo infatigable del Libertador Castilla, en cuyo gobierno ocupó altos cargos: Presidente del Consejo de Gobierno, Premier y Ministro de Guerra y Marina. Toda una celebridad de la época que contribuyó a consolidar los ideales emblemáticos de este país que recién había salido del coloniaje y  emergía directo hacia la consolidación de la libertad que todos los peruanos anhelaban.
 Muy joven aún  se interesó por la independencia del Perú. Para ello como convicción permanente, colaboró directamente con San Martín y Bolívar. La historia ha registrado  que puso el pecho valientemente contra el enemigo español, en las batallas de Junín y Ayacucho.  Había nacido en Puno  el 17 de Mayo de 1802 y falleció en Chorrillos, a la edad de 60 años.



San Román: militar y político de polendas.

FACCIONES
Sus facciones eran la de un hombre del ande: Cara alargada, dura con facciones prominentes. Mestizo y de mediana estatura. El cabello lo tenía blanco y tupido. No dominó la oratoria, pero habló el quechua y el aymara con bastante fluidez. Como compañero de armas, extremadamente entretenido y lleno de anécdotas. Muy querido y apreciado por sus soldados. Conocía detalladamente la topografía del país.
El héroe de la guerra con Chile y posteriormente Presidente del Perú, Andrés Avelino Cáceres, opinó de él y de Castilla con las siguientes palabras: “Entre los jefes superiores debo especial admiración a los grandes mariscales Castilla y San Román, los dos militares más grandes que ha tenido el Perú. Castilla era el hombre de acción, el soldado práctico, ejecutivo. San Román el táctico sin rival. Cuando estaban juntos, no había de desconfiar del éxito de sus operaciones”.
En efecto, resultó notable como organizador de tropas y  muy rápido en las marchas militares que emprendió. Combinaba perfectamente el ejercicio de las armas con la política. Resultó elegido Diputado por Puno en la Convención Nacional donde llegó  a presidir sus sesiones entre 1855 y 1856.
TRIUNFANTE
Cuando estalló la revolución de Vivanco en Arequipa, fue enviado hacia el sur para debelarla. Triunfante en la batalla de Yumina, participó a renglón seguido en la toma la blanca ciudad. Al ser elegido Presidente Constitucional para el periodo 1862-1866, durante su breve mandato, adoptó como moneda el sol de oro e implantó el sistema decimal de pesas y medidas.
Tuvo tino y cordura como gobernante. Una de sus primeras acciones fue permitir el retorno de los desterrados políticos. Como José Gálvez, Jose Rufino Echenique y Manuel  Ignacio de Vivanco. En las elecciones para renovar la Municipalidad de Lima volvió a surgir la pugna entre vivanquistas y echeniquistas, triunfando los segundos. En esta oportunidad, llegó a ser burgomaestre capitalino, el General Antonio Gutiérrez de la Fuente.
Entre las otras medidas que se dieron en su  mandato figuran las siguientes: un préstamo con el extranjero que se logró en condiciones ventajosas y alivió la crisis económica existente, derivada de la disminución de la venta del guano,  la fundación de algunos bancos comerciales una realidad y se mantuvo la ejecución de obras públicas iniciadas durante el gobierno de Castilla
A inicios de 1863, la salud del Presidente se complicó y, por eso, traslado a su residencia de Chorrillos el gobierno donde continuó trabajando con sus ministros. Desafortunadamente, su estado personal se agravó. Los médicos diagnosticaron males serios. Por su parte, Castilla lo visitó y le recomendó que hiciera su testamento.
FALLECIMIENTO
En su lecho de agonía, San Román vio juntos a Castilla, Echenique y  Vivanco, enconados rivales de la política peruana de aquel entonces. Falleció en brazos del Libertador,  a las 11 de la mañana, del 3 de Abril de 1863 que era Viernes Santo. Lo honraron con solemnes funerales realizados con mucho dolor y pesar en la capital, enterrándolo en el cementerio Presbiterio Maestro donde se levantó, en su honor y memoria, un impecable y bello mausoleo.
El poder lo asumió interinamente don Ramón  por ser el militar más antiguo y porque los vicepresidentes estaban fuera de Lima.  Pezet en Europa y Diez Canseco en Arequipa Al cabo de algunos días, Castilla entregó el mando a este último. Pero el 3 de Agosto se hizo cargo del gobierno Pezet, a quien le correspondía constitucionalmente ocupar tan alto cargo
Hijo del coronel del ejército español Miguel Pascual San Román Cuentas y de María Meza. Su padre ganado a la causa patriota tomó parte del  levantamiento encabezado por Mateo Pumacahua y los hermanos Angulo en 1814.


Cadáver del Presidente.

LUCHADOR
Peleó en la batalla de Umachiri que se libró el 11 de marzo de 1815, donde, desafortunadamente ,fueron derrotados los patriotas. San Román padre tuvo que ocultarse en Puno. Pero, al poco tiempo, lo capturaron y luego fusilado por orden del Virrey Joaquín de la Pezuela.  Lo inaudito y duro es que el hijo, el entonces joven Miguel, fue obligado a presenciar la ejecución de su progenitor.
Superando tan dolorosa experiencia, San Román se dirigió al Cusco donde culminó sus estudios y se enroló en el ejército realista. Lo enviaron a la costa sur para combatir la expedición dirigida por Miller, ocasión que aprovechó para desertar y  enrolarse en las filas patriotas.
Luchó en el Combate de Mirave realizado el 22 de mayo de 1821 cerca de Tacna. Al poco tiempo en la ocupación de Lima y en el primer sitio del Callao. Incorporado a la Legión Peruana, intervino  en la Segunda Campaña de Intermedios bajo el mando de Gamarra que, dicho sea de paso, fracasó.
San Román se contó entre los patriotas que participaron en la penosa retirada de Oruro a Ilo donde se volvió a reembarcar para dirigirse a Huanchaco en la zona norte. Allí se unió al Ejército del Libertador Bolívar, participando en la campaña triunfante de  1824. Consumada la independencia, intervino en la represión contra los iquichanos que persistieron en mantenerse fieles a la corona española.
CON GAMARRA
Participó en la invasión a Bolivia en 1828 e intervino en la guerra contra  Colombia, siendo tomado prisionero durante la batalla del  Portete de Tarqui. Restablecida la paz fue liberado. Secundó el golpe de estado de Gamarra en contra de La Mar, a quien tomó prisionero en Piura y lo mandó al exilio rumbo a Costa Rica.
Permaneció por algún tiempo en Piura hasta que marchó a Puno cuando se temió una posible intervención bélica de Bolivia. Al  frente del Batallón Pichincha, guarneció el departamento lacustre cuya prefectura asumió.
Cuando ocurrió el levantamiento del General  Pedro Pablo Bermúdez contra el Presidente Luis José de Orbegoso se sumó a la rebelión y marchó sobre Arequipa, ocupándola luego de las batallas de Miraflores y Cangallo.
Tras restablecerse el orden con el Abrazo de Maquinhuayo, emigró a Bolivia. Volvió al Perú   y se unió con Gamarra en la lucha contra los invasores bolivianos dirigidos por Andrés de Santa Cruz, el promotor principal de la Confederación Perú Boliviana.


Lucho con valentia en las batallas de Junín y Ayacucho.

MARCHA
Fue sorprendido durante un reconocimiento, siendo capturado y enviado prisionero a Bolivia de donde retornó, a fines de 1838, cuando ya el ejército peruano-chileno luchaba contra los confederados. Se escondió en Puno para evitar ser apresado y luego de la Batalla de Yungay, donde fue derrotado Santa Cruz, se puso a ordenes de Gamarra.
San Román  asumió nuevamente como Prefecto y Comandante General de Puno. Se mantuvo leal al segundo gobierno constitucional de Gamarra. Bajo el mando de Castilla, participó en la campaña  contra la revolución regeneracionista iniciada en Arequipa por Vivanco. Una figura en los combates de Cachamarca y Cuevillas y persiguió a Vivanco, quien logró cruzar la frontera con Bolivia.
Regresó a Lima y acompañó al Presidente Gamarra en la campaña contra Bolivia. Enviado de avanzada, logró una victoria en el combate de Mecapaca. ocurrido el 21 de  1841. Luego participó en la batalla de Ingavi donde perdió la vida el mandatario.  La retirada peruana fue inmediata con la derrota total. San Román reorganizó su ejército en el Cusco y enfrentó la invasión boliviana.
Conseguida la paz con Bolivia en Junio de 1842, realizó al frente de sus tropas una marcha memorable por la sierra desde Lampa, Puno, hacia Lima durante la anarquía imperante después del fallecimiento de Gamarra.
MINISTRO
En  Concepción, reconoció la autoridad  del General Juan Crisóstomo Torrico  y unidos ambos fueron al encuentro de los Generales Antonio Gutiérrez de la Fuente y Juan Francisco de Vidal. Todos ellos fueron derrotados en la batalla de Agua Santa.  Santa Cruz se traslado a Bolivia.
Reapareció en Puno cuando ya se había iniciado la revolución constitucional contra el gobierno de Vivanco y fue admitido como miembro de la Junta de Gobierno Provisorio constituida en el sur por los revolucionarios. Como general  en jefe de este ejército colaboró con el triunfo obtenido en la batalla de Carmen Alto, el 22 de Julio de 1844.
Lo designaron Ministro de Guerra en el  gobierno provisorio del Vicepresidente Manuel Menéndez y lo eligieron Senador por Puno. Durante el primer gobierno de Castilla fue miembro del Consejo del Estado, cuya presidencia ejerció entre 1845 y 1846.
Nuevamente ejerció como Ministro de Guerra. Acusado de conspiración fue apresado y desterrado a Chile, pero pronto retornó gracias a una amnistía. Postuló a la Presidencia de la República en 1851, aunque sólo obtuvo el  6.3% de la votación total. En dichas elecciones triunfó José Rufino Echenique.
Como diputado por Puno hizo una terca oposición a este gobierno por lo cual fue desaforado y desterrado otra vez a Chile. Volvió en 1854 para sumarse a la revolución liberal que Castilla inició en Arequipa.

 
Una provincia de Puno lo recuerda. San Román, con su capital Juliaca

EL LEGADO
En esta oportunidad, demostró nuevamente su habilidad en organizar fuerzas. Desde Tacna pasó a Moquegua y de allí a Puno. Luego avanzó al Cusco. Unido finalmente con el grueso del ejército revolucionario participó en la batalla de La Palma, librada en las afueras de Lima, el 5 de Enero de 1855, encuentro bélico que significó la derrota definitiva de Echenique.
Durante el gobierno provisional de Castilla, fue Ministro de Guerra y Marina. Marchó a Arequipa para sofocar la revolución de Vivanco. Allí se desempeñó de Jefe de Operaciones del Ejército, triunfo en la batalla de Yumina y concurrió al asedio y la toma de Arequipa
San Román se presentó como candidato a la elecciones presidenciales de 1862 y se desempeñó con mucha estrategia y táctica. Lo que se pensaba una enconada lucha electoral no lo fue. El supo negociar con sus contrincantes, Juan Antonio Pezet y Juan Manuel del Mar. El primero contaba con el apoyo oficial del gobierno.
Los conflictos desaparecieron cuando Pezet unió sus fuerzas con las de San Román, pasando a ser candidato a la vicepresidencia y del Mar enfermó gravemente. Los liberales apoyaron también al militar puneño. Su elección en las urnas  impecable. Los vicepresidentes elegidos,  los generales Pezet  y Pedro Diez Canseco.
El flamante mandatario inició sus funciones con un gabinete de lujo conformado por personalidades de primer orden como: José Gregorio Paz Soldán (Premier y Canciller), Antonio Arenas (Gobierno, hoy Interior), Melchor  Vidaurre (Justicia), el General Isidro  Frisancho (Guerra) y el Coronel José Santos Castañeda (Hacienda, hoy Economía).
Vida celebre. Militar con poder y mando indiscutible. Lo marco por completo ver a su padre morir fusilado y sobre todo sus palabras que las dijo con plena convicción y sin titubear en ningún momento: “Hijo mío, no olvides que me fusilan por la patria, amala siempre”. Claro que lo hizo con sus ideas liberales de avanzada. Encomiable, muy admirable. Los dos se entregaron por completo al Perú. Y ello ya es histórico por siempre y para siempre. (Edgardo de Noriega)

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