Hay algunas precisiones que hay
que tomar en cuenta en el caso penal del ex ministro aprista Aurelio Pastor
Valdivieso. La primero de ellas es que
el prestigiado penalista, doctor César Azabache Caracciolo, no fue ni es el
defensor del acusado de un supuesto
tráfico de influencias, en el sonado juicio donde, dicho sea de paso, más pesan
cuestiones políticas que las legales.
Erróneamente en algunos círculos
se da cuenta de ello. Inclusive en un medio de comunicación electrónico, siniestro y orático, se ha afirmado de tal
condición. Lo cierto y real es que el citado abogado se desempeñó
exclusivamente y tan sólo como simple asesor del involucrado que paga las
peripecias de haberse acercado a una autoridad de poco escrúpulo, la alcaldesa
de Tocache, Corina de la Cruz, quien le tendió una trampa y lo involucró
en el proceso que hoy se lleva a cabo con escándalo mediático
Hay una añeja amistad entre
Azabache y Pastor que proviene de las aulas de la Facultad de Derecho de la
Pontificia Universidad Católica del Perú. Ambos son compañeros de promoción y
por eso el primero decidió apoyar al amigo que sufría los embates de la injusticia.
Mucho de consecuencia y de decencia.
Cesar Azabache: prestigiado penalista.
Cesar Azabache: prestigiado penalista.
Cabe destacar que la autoridad
municipal sorprendió al ex ministro, grabación de por medio, y éste
ingenuamente comenzó a hablar demás y sobre todo prometer, sin darse cuenta de
que lo que decía sería utilizado en su contra. Ejercía “la boquilla” entre sus habilidades
orales para tratar de ganarse al cliente, quien tenía escondida sus verdaderas
intenciones: reventarlo por completo.
Pastor, para muchos entendidos en
la materia, no cometió ningún delito y, sin embargo, en primera instancia fue
condenado a cuatro años y seis meses de
cárcel. No hay una equilibrada proporción en lo que hizo que-hay que subrayarlo
no es delito- y la sanción recibida.
Ahora le toca revisar el asunto a un tribunal con tres jueces. Allí sí
se sabrá y en definitiva, cuál será el futuro legal del abogado. Todo
hace suponer que se le absuelva.
Por lo pronto hay dos
contundentes y sesudos informes de dos abogados de prestigio, como son los
doctores Domingo García Belaúnde y Delia Revoredo Marsano, quienes opinan por
la absolución del acusado.
Al menos eso es lo que tratará de
conseguir su nuevo defensor, el doctor
César Nakasaki, quien sustentará las 16 contradicciones existentes en el
proceso que favorecen por completo al acusado. El primer letrado que ejerció la
protección de Pastor fue Julio Rodríguez.
EL QUE PERDIO
EL QUE PERDIO
Le tocó demostrar los vicios del proceso y el hecho concreto, directo y
personal es que no lo consiguió, viniendo, con efectividad, la condena. Aquí si
que hay un defensor perdedor exclusivo. El ejerció
largo tiempo la defensa y, obviamente, le pertenece la responsabilidad correspondiente de lo que
consiguió.
Mucho se comenta que Rodríguez se
equivocó por completo en ejercer su papel porque no se resguardó con fortaleza
legal y penal eficiente. Habriase dejado llevar por la inercia confiado, inexplicablemente,
en la absolución.
Sin embargo, el propio Pastor
habló maravillas de su anterior abogado y dijo lo siguiente: “Considero que
Julio Rodríguez es un excelente abogado con infinidad de virtudes. El sostuvo,
en su momento, que el origen de las acusaciones estaba viciado y que no
había pruebas de delitos en contra.
El caso se verá en los próximos meses y es justo que a Pastor se le
absuelva. Que así sea.
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