domingo, 6 de noviembre de 2016

ETAPA DE BIENESTAR Y PROGRESO

Marcelo T. de Alvear se enteró que había ganado las elecciones cuando estaba en París, ejerciendo el cargo de Ministro Plenipotenciario argentino. No tuvo ni antes, ni durante los comicios, contactos con sus electores-un hecho bastante inusual en la política- y recibió en cambio la gratificación y el homenaje de los mandatarios de los principales países de Europa que avizoraban el enriquecimiento y desarrollo de la Argentina en el contexto latinoamericano
Triunfó en los comicios del 2 de Abril de 1922 con 235 votos, superando a los candidatos conservadores Norberto Piñeiro-Rafael Núñez que lograron 60. Los socialistas Nicolás Repetto- Antonio de Tomaso con 22 y los demócratas progresistas Carlos Ibarguren-Francisco Correa con 10 votos de la minoría de Santa Fe.
El nuevo Presidente fue elegido por Irigoyen como su sucesor, pese a que representaba la corriente  opuesta al personalismo avasallante del veterano caudillo y a pesar también que no hablaban, ni él ni sus adictos, el mismo idioma que las huestes  del radicalismo personalista.
Alvear era un aristócrata prolijo, distinguido y rico. Tenía juicios equilibrados, era mesurado en sus actitudes y comprometido con una ética heredada de su prosapia. Representaba, en gran medida, a  los sectores que fueron  violenta y sistemáticamente atacados por el “irigoyenismo”.

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Alvear: Presidente de lujo en la Argentina

GARANTIA
Sin embargo se constituyó por su capacidad política en la máxima garantía para el retorno del caudillo. Fue, como alguna vez se lo definió el rostro del radicalismo sin exaltación. Logró el influjo de circunstancias económicas internacionales que Argentina ocupara un lugar de privilegio en el mundo. El tiempo político de ese país transitaba por el radicalismo y Alvear lo sabía.
Eso sí tuvo cuidado de enfrentar los desbordes y mantenerse por encima de innecesarias violencias, reiterando su intimidad democrática. Esto quedó evidenciado en su discurso pronunciado ante el Congreso cuando prestó juramento.
“MI profesión de fe democrática se ha fortalecido con la experiencia, no obstante los obstáculos que encuentran siempre las transformaciones propias de todas las iniciaciones. Algunos de sus efectos accidentales, inquietantes no han logrado aminorar los presstigios de la doctrina constitucional que la impone como fuente de las representaciones públicas
Si una alta inspiración y una intención generosa fueran suficientes para asegurar una obra benéfica, nada malo podría esperarse de mí. Todo lo que me falte vendrá de vosotros, de todos mis conciudadanos”. 
RETRATO
Ese discurso inaugural fue el retrato de Alvear y de su gobierno. Prudencia, mesura, modestia en su  abierto contraste con el afecto al poder de Hipólito Irigoyen. Pese a sus disidencias, Alvear era fiel. Lo había sido con Alem y no defraudó a Irigoyen a pesar de que en su gestión tuvo que superar una feroz oposición parlamentaria de los personalistas, que se acentuó en los tres últimos años de su gobierno
Ya antes, las escaramuzas entre las tendencias radicales se habían manifestado cuando surgió el proyecto de intervenir a la provincia de Córdoba, gobernada por Julio Roca y único baluarte antiradical que el caudillo no había logrado derribar.
Alvear mantuvo una actitud pasiva que benefició a los conservadores en esa instancia. Pero el mismo criterio sustentó cuando su propio sector, el antipersonalista, propició la intervención de la provincia de Buenos Aires gobernada por sus rivales.
El Presidente fue fiel a su claro sentido de la ecuanimidad y a la necesidad de evitar irritantes situaciones. Sin embargo, en 1926, el Congreso no pudo iniciar sus  sesiones por las intrigas de los personalistas que impedían la formación del quórum.
Alvear afrontó la emergencia con medidas acordes a la tensión planteada, retiró los proyectos presentados y puso en vigencia, por decreto, el presupuesto del año anterior. Sin apartarse de los mandatos del buen gusto, el aristócrata tuvo entonces una especie de alivio personal cuando dijo:

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Politicos de aquella epoca.

DISCURSO
“MI gobierno defiende al radicalismo del concepto que lo deforma como una organización viciada por una tendencia malsana de predica agraviante como medio de propaganda y por la ausencia de correlación entre los propósitos enunciados en sus promesas y la realidad positiva de su conducta en el ejercicio del poder público”
Fue una alusión clara y contundente al radicalismo irigoyenista. Pese a las desgastantes luchas internas del movimiento, la Argentina se desenvolvió en prosperidad, orden y progreso. Hubo buenas cosechas que fueron bien vendidas a una Europa ávida de alimentación, luego de las limitaciones de la guerra.
Comenzaron a afluir en el país capitales extranjeros atraídos por las imponderables posibilidades que ofrecía un país con una envidiable riqueza natural. Los mismos atractivos sedujeron a más de 2 millones de inmigrantes, en su mayoría españoles, que llegaron en los 6 años de la presidencia de Alvear.
Se crearon centenares de fábricas y talleres menores y la valorización de la moneda “superó el límite-como lo señalo Alvear- que le indicaba la equivalencia legal con relación al dólar y a la libra”. Se respiraba un clima de bienestar, lujo y esplendor en las clases altas y en la incipiente burguesía mercantil e industrial.
EPOCA
La época estuvo signada  por grandes fiestas, banquetes y recepciones a las que asistían las personalidades políticas más descollantes del mundo, herederos de ilustres monarquías como el Príncipe de Gales y Humberto de Saboya, soberanos destronados como el zar Fernando de Bulgaria, el nieto del ex Káiser Guillermo II.
Luis Fernando de Hohenzollern, Einstein, Lord Curzon, Pirandello, Keyserling. Buenos Aires era la vidriera del mundo occidental y su mejor testimonio estaba conformado por los  vitrales, bombos, tapices y muebles del esplendoroso Jockey Club.
Sin embargo, una gran masa popular permanecía ajena al proceso, apenas asomaba al escaparate de ese mundo deslumbrante, bello y barroco. De ese silencioso desconcierto surgió primero tímidamente y luego como una invocación reiterada la frase: ¡Cuándo vuelva el viejo!
En los tejidos de las masas populares se estaba gestando el retorno de Hipólito Irigoyen. Era la recreación de aspiraciones postergadas  sumadas a los deslumbramientos y el carisma del caudillo, por encima de una gestión sana que reglamentó el trabajo de las mujeres y menores, sancionó la jubilación de los maestros y reconoció los derechos civiles de la mujer.
A pesar de la acción de un gabinete probo e inteligente, en el que descollaron Tomás Le Breton (Agricultura) y el General Agustín P. Justo (Guerra y Marina). Durante el sexenio de Alvear se compraron cruceros, destructores y submarinos, material para el Ejército, se construyó la fábrica de aviones en Córdova y se instaló la base de submarinos en Mar del Plata.


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AGITACION
Tiempo después, en 1927, comenzó a agitarse el panorama político ante la inminencia de los preparativos electorales y Alvear intuye, siente y alerta contra los personalismos. Dice a  principios de 1928:
“Tenemos que concluir con la paradoja de que un país como el nuestro sano, inteligente, laborioso, que nada teme a las peores crisis de nuestra economía o de sus finanzas, viva poseído de la obsesión de considerar irremplazables a los seguidores de Irigoyen”.
La  apreciación  irritó a los irigoyenistas y aglutinó a los antipersonalistas conservadores en un mismo frente que proclamó la fórmula Leopoldo  Melo-Vicente Gallo. Del otro lado se erigió como antorcha la figura del “viejo” acompañado por el doctor Francisco Beiró, quien falleció antes que el Congreso verificara el escrutinio de la elección que dio el triunfo a Irigoyen.
Para reemplazarlo, el caudillo de 77 años, convocó a una reunión  del  Colegio Electoral que eligió al doctor Enrique Martinez, como Vicepresidente en un procedimiento que fue muy cuestionado.
Las esperanzas de los antipersonalistas quedaron sepultadas, el triunfo de Irigoyen fue aplastante y se inició en el país una nueva etapa con un rebote de las aspiraciones de los caudales populares, inteligentemente prohijadas por el veterano líder radical,  a pesar de su aparente exilio político

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