Constantemente lo veían a Sérvulo Gutiérrez caminando raudo por
las calles del centro de Lima de los años cincuenta y comienzos del sesenta del siglo pasado. Completamente
elegante con terno, camisa de cuello y corbata impecables. Su figura
inconfundible. Expresión dura con una cicatriz prominente en la cara. Mestizo de baja estatura, ojos pequeños y
rasgados. Amante de los puños y boxeador persistente. Llevaba en el brazo
papeles cartulinas y hasta lienzos pequeños. No le faltaba en los bolsillos lápices,
crayolas, acuarelas y pinceles para poder pintar en cualquier sitio. Bohemio total, amante consuetudinario del
licor. Pero sobre todo y ante todo: pintor de polendas, de los expresionistas,
de los mejores del país.
Vida intensa, vida de amores
apasionados y al lado siempre de mujeres bellas. La periodista Doris Gibson una
de sus encantos preferidos a la que, prácticamente,
retrató con su pincel innumerables veces. En el
esplendor de su belleza candente.
Colores fuertes multiplicados de diversas caras y cuerpos con paisajes,
religiosidad persistente y objetos angulosos, atractivos, expresivos a primera
vista. Era su pintura tan singular y de valor.
Mientras que otra vez le acompañaba a cada
rato y cuando no, el trago espirituoso a raudales que quizás le servía de
inspiración total y completa a sus creaciones, las mismas que las hacía en cualquier momento. Exactamente, cuando se
le ocurriese.
Sérvulo Gutiérrez: genialidad y bohemia
Sérvulo Gutiérrez: genialidad y bohemia
LAS PAREDES
Como le diese la gana. En
las servilletas a su alcance en las
mesas donde, acompañado de sus amigos como el periodista Alfonso Tealdo y el
poeta Jorge Pool, decía salud constantemente, levantando ceremonioso la copa y
zuacate para adentro entre pecho y espalda. Como dice la canción criolla que
tanto le gustaba. El objetivo era embriagarse más porque ahí estaba la cueca
mágica y el gusto.
Y de pronto
llegaba caminando incluso a trompicones, bamboleándose por los efluvios
de lo bebido, a las paredes de las tabernas que concurría para adormecerse
sensible y persistente en el alcohol.
Luego, para la posteridad, se registraban sus
trazos inconfundibles de estética pictórica. Si allí, aunque no lo crean, las
paredes de esos mismísimos establecimientos de aserrín en el suelo, de mucha gente, bullicio y conversación, de rockolas y
música pegajosa, romanticona, tropical, a todo volumen que eran habituales y familiares para él.
En efecto, hasta ahora están
imperecederas sus pinturas en el restaurante café del Hotel Salvatierra de
Huacachina en Ica su tierra natal, en varios bares de toda clase y condición del
centro de Lima.
BARES
Entre sus preferidos figuraban:
el Zela en la Plaza San Martin, muy cerca el Negro Negro, el Dominó de las Galerías Boza y el de Los
Valientes implacable y desafiante. Muchos otros en el Rímac, Santa Beatriz, Jesús Maria y
Miraflores que visitaba para solazarse, ver en el malecón la inmensidad del mar
y mandar al lienzo sus impresiones.
También pintaba en las casas de
amigos. Como la del escritor Esteban Pavletich, ubicada en Magdalena, en cuyo
patio de atrás aparecía, en uno de los muros reluciente, uno de sus trazos que
ojalá hoy se conserve. Era la cara de una mujer con mirada impresionante y
colorida En fin, no había lugar donde este hombre imaginativo crease con trazos
impecables.
Lo curioso es que cuando aparecían estos arrebatos artísticos, tan peculiares, los responsables de los lugares
donde se hacían protestaban y lo rechazaban por completo. Incluso trataban, a
como de lugar, que no ocurriesen. Ayer un fastidio permanente, hoy un valor
evidente de arte.
Así era la personalidad abierta y
desenfadada de Sérvulo Gutierrez Alarcón,
a quien hay que recordar porque, si viviese, habría cumplido este año 2014 nada
más y nada menos que 100 años. Hay la sensación que pasan los tiempos
raudamente y por eso mismo, para no
pecar en el olvido, existe la obligación de darle homenajes por su fuerza, su destreza y su evidente
singularidad.
Colorido impecable y rotundo.
Colorido impecable y rotundo.
ICA
Nació en Ica el 20 de Febrero de 1914. Era el quinto hijo de una familia numerosa de 16
hermanos que se dedicaba cotidianamente a la artesanía y la restauración
artística. Sus padres fueron: Daniel Gutiérrez y Lucila Alarcón Velarde.
En sus actividades cotidianas
para ganarse la vida fue múltiple desempeñándose en diversos oficios como
mozo de restaurante y peón de construcción de carreteras. También se dedicó a
fabricar huacos con tanta maestría que muchos expertos llegaron a considerarlos
auténticos.
Las actividades descritas en primer lugar aquí
son negadas por sus familiares y algunos biógrafos. Concretamente, ellos dicen
que no es cierto lo de los oficios. También aseguran que el pintor estudió, por
aquel entonces, normalmente y hasta se hizo” la vaca” en el colegio. Si vagaba
mucho, mataperreando en la laguna de Huacachina.
En cuanto a la afición por la
bebida, ellos aceptan que eso era cierto pero dicen y subrayan que el artista
tomaba de manera selectiva. Pisco, whisky y champagne. Nunca ron de caña, ni menos
aguardiente.
Hay una etapa muy deportiva en su
vida cuando fue boxeador y llegó a ser campeón nacional de peso gallo. Como
destacó en este deporte, lo incluyeron en la selección nacional del Perú e
intervino en el Campeonato Sudamericano realizado en Córdoba, Argentina, y resultó subcampeón en
su categoría.
MATRIMONIO
Atraído ya por la pintura se
quedó en Buenos Aires laborando en distintos medios artísticos y apoyado por un
pintor y maestro de la talla de Emilio Petonutti, cuyo taller estaba ubicado en
la ciudad de La Plata.
En territorio argentino, contrajo
matrimonio con Zulema Palomieri con quien procreó una hija de nombre Lucy que
falleció el año 2001. De ahí se dirigió al viejo mundo y recaló en Paris.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, retornó a la capital argentina repatriado.
Fue por aquella época que conoce a Claudine Fitte, uno de sus grandes amores.
Con ella retornó por vía terrestre de Buenos Aires a Lima a fines de 1940,
donde se convierte en uno de los grandes animadores de la bohemia limeña de esos
años. La novia murió en 1999
Obtuvo en 1942 el primer premio
con unas esculturas que representan a las amazonas como arqueras que las creó y las mostró, durante una exposición artística realizada con motivo
de celebrarse el cuarto centenario del descubrimiento del río Amazonas. Estas
joyas del arte hoy en día pueden ser vistas en el Museo de Historia Natural
Javier Prado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Por aquella época, pintó su
famoso cuadro “Los Andes” que para los entendidos y críticos es su obra
maestra. Posteriormente expuso varias escenas de la naturaleza iqueña en la entonces Galería de
Lima. Ahí aparecen impecables sus paisajes, el desierto con sus lagunas, pantanos y huarangos.
Uno de los retratos de Doris Gibson.
Uno de los retratos de Doris Gibson.
MUERTE
Gutiérrez se dedicó a temas de
religiosidad, mística y creencias de este tipo, durante los últimos años de su
vida. Los más destacados lienzos de este rubro son el famoso Cristo de Lúren y
los de Santa Rosa de Lima que resultaron impecables y dolientes. A la patrona
de Lima Filipinas y las Américas, le dedicó innumerables ángulos y variantes.
Uno de ellos incluso en el muro de un bar.
La intensidad de su vida paralela
a la de su obra le cobró la factura correspondiente y, definitivamente, cuando
murió el 21 de Julio de 1961 víctima de una dolencia hepática, a la temprana
edad de 47 años. Inmediatamente y en acto de justicia, el Instituto de Arte Contemporáneo
le rindió un sentido homenaje exponiendo muchas de sus obras.
En Lima, la familia Gutiérrez
vivía en una casona bella e
impresionante ubicada en el Jirón Trujillo 228 del distrito del Rímac, donde
había un taller de de restauración de obras de arte. Según revelan sus
familiares, el artista pintaba rápidamente con mucha concentración y se
transformaba por completo.
HUARANGOS
Era un hombre que demostraba desapego al dinero. Incluso regalaba cuadros a sus amigos a cada
rato. Mujeriego desenfrenado. Pero, cuando estaba enamorado, fiel a la beldad
de turno. No se le podía considerar buenmozo pero caía simpático. Por eso las
mujeres venían con facilidad a él.
Entre los paisajes que concibió
el artista destacan los árboles de huarango vinculados sentimentalmente a su
existencia personal. Los concibe pictóricamente como símbolos naturales de
persistencia y alegría ante la adversidad del medio geográfico. Los tomaba como
metáforas para expresar sus emociones con colores puros, contrastados e
intensos.
Los amores de Sérvulo y Doris Gibson,
hija del poeta arequipeño Percy Gibson y Directora fundadora de la Revista “Caretas”,
transcurrieron en cafés, bares y boites de la Plaza San Martín en la Lima
pequeña de los años 50 y en el festivo restaurante criollo Karamanduka, ideado
por Piedad de la Jara y ubicado en la
Avenida Arenales. La relación fue feliz
pero sobre todo exaltada. Hay un hecho comprobado: el amorío lo llevó a
Sérvulo a la obsesión total.
Por eso mismo pintó a Doris en
distintas formas. Como impecable dama vestida. Como exalto exclusivo de su
bella faz e incluso enteramente desnuda. Había una persistencia en el artista que
merece subrayarse. En muchos retratos de mujeres que hizo persisten allí,
hechos con el pincel, ciertos rasgos de la inigualable hija del poeta. Su
figura de luz impecable perseguía al pintor hasta con otras féminas y les ponía algo
físico de la mujer que amó tanto.
La amada desnuda.
La amada desnuda.
ALEGRIA
Para el escritor Ciro Alegría, “Sérvulo
representaba la irrupción del color en la pintura peruana. No le tenía miedo al
color. Era un derroche al color. Su pintura completamente original, personal
y distintiva con un sentido de viejo y nuevo, características de un artista que
ha recorrido un camino individual”.
A los 24 años fue a Europa y
conoció por primera vez París. Quedó maravilladlo de la Iglesia de Notre Dame y
con los pintores de la talla de Van Gogh, Cezanne y Gauguin. Allí conoció a
César Vallejo con quien se asegura conversó varias veces y se internó en la
bohemia del Barrio Latino donde llegó “como un potro salvaje en un refinado
invernadero”, según palabras del poeta Juan Ríos su amigo y camarada.
En Lima, en el taller de su
hermano Alberto, se inició como pintor, restaurando cuadros y huacos. Hasta que
un día se pregunta: ¿Por qué yo no puedo hacerlos? Tenía el modelo. Fue así
como creó un huaco que al poco tiempo fue a parar al Museo de Nueva York
Su acabado era tan perfecto que
la revista “Life” publicó, en Mayo de 1954, un reportaje sobre ese sensacional
hallazgo. El Periodista Jorge Donayre Belaúnde descubrió la nota y el diario
“La Prensa” la lanzó en primera plana.
¡Que belleza!
¡Que belleza!
OPINIONES
Cuando Donayre le muestra a
Sérvulo la revista, el pintor le dice: “Pero si este huaco lo hice yo. ¿Qué
había sucedido? Que los huacos que se restauraban o duplicaban en el taller de
los Gutiérrez los compraba un señor Pedro Velasco, comerciante en antigüedades
y luego los llevaba a Buenos Aires donde, seguramente, lo adquirió un turista norteamericano.
La cicatriz que tenía en la
mejilla era el recuerdo de un asalto que sufrió, justamente, una noche de
torrentosa bohemia durante su estadía en París. Muchos amigos del pintor
aseguraron que la marca se la dejaron unos ladrones criminales del Senegal. A
las justas salvó la vida.
El pintor Sabino Springett, amigo
y compañero de bohemia, dijo de él: “Un representante de la vanguardia expresionista
expresada con mucha libertad. Por su parte, el artista arequipeño, Teodoro Núñez
Ureta afirmó en una oportunidad: “…Sus trazos son febriles, dislocados,
caligráficos, de un lenguaje plástico de gramática particular, en la que se
atropellan todas las normas de la lógica y se imponen las de orden propio,
instintivo, iluminado…” Sérvulo pintor de pintores. Lo recuerdan todos a tus 100 años… (Edgardo de Noriega)
Que magnifico pintor y que tal trazo bello en sus cuadros. Cuadros,eminentemente, artísticos. Una vida de novela. Amoroso pintor que le da al arte peruano connotación plena (Percy Diaz)
ResponderEliminarEstos cuadros si valen la pena verse. Belleza por sus cuatro costados. El autor un bohemio simpático cuyas aventuras son realmente de antología. Hasta boxeador fue Enamorado, magnifico pintor. (Pedro Dejo)
ResponderEliminarExcelente y eximio pintor. Máximo representante del expresionismo peruano. Lo conocí a través del pintor Nieto Carbone. Tengo un recuerdo muy vital de el: caminando por el Jr. de la Unión con un vaso de whisky y su saquito blanco.
ResponderEliminarIndudablemente excelente artista creativo. Fue, entre los más famosos pintores peruanos que presenté en mi programa TVista del Arte, cuando fui Director productor de televisión del Canal 7, entre 1958 y 1961, al que no alcancé a presentar, entrevistar y mostrar su fantástica obra como pintor expresionista, como lo hice con sus contemporáneos. Su enfermedad y precoz muerte me ganaron. Fue una lástima. Me animaría a hacer una película intimista de su vida. Sería genial.
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