martes, 2 de junio de 2020

DOLOROSA MUERTE POR RACISMO

El último 25 de mayo, la policía de Minneapolis arrestó a George Floyd, un hombre negro de 46 años, después de que un empleado de una tienda llamara al 911, acusándolo de comprar cigarrillos con un billete falso de 20 dólares. Esto ocurrió a las 20:01 horas, diecisiete minutos después de que la primera patrulla llegara al lugar, Floyd había muerto.
El hecho tuvo lugar en la esquina de East 38th Street en la avenida Chicago. A escasos metros de allí se ubica el restaurante Dragon Wok que cuenta en su fachada con varias cámaras de vigilancia, que registraron los minutos previos a la detención de Floyd.
Desde las cámaras de Dragon Wok pueden verse al otro lado de la calle la tienda de conveniencia Cup Foods. Allí, según Jamar B. Nelson, portavoz de ese establecimiento, dos hombres compraron artículos con dinero falso. Uno de ellos era George Floyd, de acuerdo a la versión de Nelson.
Combinando los videos de los transeúntes y las cámaras de seguridad, revisando los documentos oficiales y consultando a expertos, The New York Times reconstruyó en detalles los minutos que llevaron a la muerte de Floyd. El video muestra a los oficiales adoptando una serie de acciones que violan los procedimientos del Departamento de Policía de Minneapolis y que se volvieron fatales, dejando a Floyd sin poder respirar, incluso cuando él y los testigos pedían ayuda.
Las imágenes obtenidas muestran lo que parece ser una lucha en los asientos traseros del vehículo que dura alrededor de un minuto. Esto ocurrió a las 20.18. Ya en ese momento Floyd yacía sin vida.

George Floyd: ¿quién era y por qué fue arrestado?
La muerte de Floyd es inconcebible

FALLECIMIENTO
Había fallecido luego de permanecer casi nueve minutos en el suelo, suplicando al agente policial Derek Chauvin-que le apretaba el cuello con la rodilla- que le dejara respirar hasta quedar inconsciente.
La muerte de Floyd trae aciagas reminiscencias al nombre de Eric Garner. En el 2014, Garner un hombre negro de Nueva York fue asesinado por un policía que lo estranguló durante varios segundos mientras lo arrestaba. Antes de morir pronunció las mismas palabras que Floyd: “No puedo respirar”. Las mismas además que millones de compatriotas suyos corean por todo el territorio.
El hombre, como muchísimas otras personas, murió por ser negro. Por un racismo vil y decimonónico que, a pesar de lo avanzado en las últimas décadas, todavía segrega sus miasmas desde una parte de la sociedad estadounidense.
Para nadie es una sorpresa que en el país norteamericano sobrevive en ciertos espacios la creencia de que la supuesta “raza blanca” es una nomenclatura superior a las demás. Lo novedoso ahora es que su existencia parece inmutar al gobierno.
Donald Trump es un presidente apertrechado con un discurso plagado de mentiras y violencia. Hace poco ante las protestas amenazó con enviar el ejército a las calles. También es un mandatario que ha aparecido como alguien escéptico a los pedidos que hoy desbordan las calles del país que dirige o como alguien que-peor aún- se ha sumado en varios casos al griterío racista.

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DICOTOMIA
Basta recordar sus ominosas declaraciones pronunciadas luego de que. en el 2017. un ultra arrollase con su vehículo a un grupo de ciudadanos que precisamente se manifestaban contra los extremistas en Charlottesville. Trump afirmó entonces que condenaba la violencia “de ambas partes”, planteando una dicotomía falaz, pues era evidente que una parte había atropellado, literalmente a la otra.
Y sobre lo segundo ahí están sus declaraciones contra el legislador negro Elijah Cummings, a cuyo distrito de Baltimore compuesto en un 52% por población negra el presidente calificó como un “asqueroso desastre infestado de ratas y roedores".
Trump ha lanzado otras diatribas contra los latinos, los musulmanes y los asiáticos. Muchos han asegurado que él no merece ser Presidente de Estados Unidos. Por ello mismo, el electorado norteamericano tiene en noviembre próximo una obligación con la historia: desalojar a Trump del poder, por la misma vía que lo llevó ahí hace cuatro años.
Mientras tanto, recordemos a ese magnificó presidente que tuvo el país del norte, Franklin Delano Roosevelt, que siempre abogó por la libertad y consagró la premisa   para afirmar a los cuatro vientos que “todos los hombres y mujeres del mundo somos iguales”. El racismo perverso hay que desaparecerlo por necesidad humana legítima.

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