miércoles, 9 de enero de 2013

EXTORSION DE LOS DIARIOS CHICHA

-Jefe lo ha estado llamando por teléfono, infinidad de veces, el periodista Augusto Bresani León. Mientras usted estuvo de viaje, fuera de Lima, en comisión de servicio. ¿Lo conoce?
- Si desde hace muchos años. Se perfectamente quién es
-¿Qué hago?
- Llámalo y atiéndelo. Si quiere hablar conmigo, personalmente, dale una cita. Estoy a su disposición. Aquí a nadie se le cierra las puertas. Como principio elemental, esta oficina, tú lo sabes, atiende al periodismo sin ninguna excepción y a todos por igual, proyectándose  a la comunidad en busca de  imagen positiva y de efectivo servicio al público, permanentemente.
Tal fue el diálogo cotidiano de trabajo del Gerente de Relaciones Públicas y Asesor de Prensa   de la Presidencia de la Corporación  de Desarrollo de Lima y Callao conocida en ese entonces con la sigla de Cordelica, Edgardo de Noriega, con su secretaria, Paola Cruz. Hecho que desembocaría, durante un tiempo posterior no muy lejano, en una extorsión sin precedentes y una campaña enteramente sucia  de la peor especie.
Las que estaban acostumbrados a hacer los denominados diarios chicha a los políticos como Alberto Andrade y Luis Castañeda  y a muchas personas más, comunes y corrientes como este periodista que cumplia con su trabajo, para el que lo habían contratado, después de ganar un concurso público.
FUENTE DE TRABAJO
Acudió a la planilla estatal como opción laboral y, de ninguna manera, para ejercer la política ni por ser fujimorista que jamás, ni por asomo, lo había sido. Llana y sencillamente, el Estado era una fuente de trabajo como muchas otras, sean estas privadas o internacionales. Por todos estos sectores, el periodista había pasado laborando. Lo mismo había hecho en varios diarios de circulación nacional.
Eran los últimos años del régimen fujimorista entre 1997 y 1999. Pero aún no se conocía, a la perfección y con lujo de detalles, las andanzas corruptas y de cleptomanía total del Presidente Alberto Kenya Fujimori Fujimori y su asesor,Vladimiro Montesinos Torres. Este último permanecía prácticamente en la clandestinidad y la oscuridad total. Era el poder oculto, como lo dijo, exactamente, el Cardenal y Primado de la Iglesia en el Perú, Juan Luis Cipriani Thorne.
Piquitos y corrupción de Augusto Bresani
(Foto Caretas)

 Las redacciones periodísticas, ni siquiera en sus archivos, contaban con fotos del personaje. Nunca salía en público. Salvo la revista “Caretas” que las había tomado  con lío de por medio, con el protagonista y en hazaña del reportero gráfico que las consiguió, para despecho, molestia y rabia del siniestro asesor.
Si se conocía que Montesinos trabajaba, misteriosamente, en el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) y que tenía mucha influencia ante Fujimori. Nada más. Pero  se ignoraba, por completo, de sus andanzas que comenzaron a saberse después de que salió el video de la entrega de 15 mil dólares al congresista tránsfuga, Alberto Kouri Bumachar. Era el año 2000. Los acontecimientos que aquí narramos ocurrieron  antes.
 
La dupla de oro: Fujimori y Montesinos

LA PUNTERIA
Resulta que Bresani le había puesto la puntería a la Corporación de Desarrollo de Lima y Callao para sacarle publicidad a favor de sus publicaciones. Había el comentario que la institución contaba con infinidad de recursos económicos provenientes del cánon aduanero del movimiento portuario. Lo que, obviamente, era cierto.
Por eso llamaba a Noriega y éste lo atendió. Lo conocía, desde hacía muchísimos años, cuando ambos eran niños. El unos 4 o 5 años mayor que el periodista de Cordelica. Sin embargo, habían jugado en casa de sus abuelos por la amistad de unos parientes de ambos en común. El, entonces, vivía en la casa de ellos, un rancho antiguo ubicado en la calle Cantuarias del distrito de Miraflores y era el engreído de su tía carnal, Nana Bresani. Lo llamaban, cariñosamente, “Coco”
Ya mayor y adulto, era un periodista  mediocre que a duras penas escribía una línea de una cuartilla periodística y, sin embargo, se había desempeñado como  reportero hípico del diario “La Crónica”. Pero como hablador y embaucador, si que convencía.
 Por eso mismo  se fue a trabajar a “Correo” y “Ojo”, contratado por la familia Agois. Su fuerte, el  hipódromo de Monterrico, las carreras de caballos, los jinetes,  y todo lo referente a ello con plata de por medio como premio, a quien llegase en los primeros lugares. El arribó, a lo largo de su siniestra vida, al robo y el deshonor como deshonra total.
ETERNO SERVIDOR
Casado con la hija de un  oficial de alto grado de la Policía de Investigaciones del Perú y de  eso se vanagloriaba a cada rato. Las palabras que repetía siempre cuando conversaba con las gentes eran: “si quieres algo en la PIP, aquí me tienes hermanito para servirte”. Resultaba un eficiente relacionista público de lo que le  convenía para sus fines personales.
De la noche a la mañana, el sujeto apareció con oficinas de prensa y publicaciones en el pasaje Los Pinos, en un centro comercial de ese nombre del distrito de Miraflores. A todo el mundo le decía que se había independizado  y  comenzado a realizar el sueño del  negocio propio,  donde nadie lo mandaba y ejercía lo que efectivamente sabía. Antes habia pasado por diferentes diarios como “El Nacional, “Onda” y otros ejerciendo, sobre todo, actividades publicitarias.

Fue director de este diario sin saber escribir.

 Aunque  de la profesión no conocía absolutamente nada. Pero parece ser que de los atrevidos y audaces es el reino de los éxitos para posteriormente irse al infierno de la cárcel. Como él se fue, con tanta picardía de por medio.
Hizo faenones de faenones que merecen, de todas maneras, contarse. El principal trabajo de la oficina de Los Pinos consistía en ser el contacto entre el SIN y las  redacciones de los diarios chicha para comprar titulares que saldrían después publicados e iniciar a diestra y siniestra, las campañas sucias. Poco constructivas. Enteramente delincuenciales. 
“MILLONARIO”
 Pero eso, el trabajo sucio, se escondía. Lo hacía en forma enteramente clandestina.  Incluso utilizando teléfonos encriptados de conexión con dicho servicio para que nadie sepa algo. El pretexto, las publicaciones, pero a la manera de Bresani: con trampa.
En efecto publicaba revistas a todo lujo, full  color y con presentación gráfica de primera. Una de ellas se llamaba “Millonario”, dedicada al empresariado nacional.  El asunto y la trafa consistía es que imprimía 500 ejemplares. Pero aseguraba que el tiraje era de 4 a 5 mil ejemplares. Había otras publicaciones  de distintos nombres como, “Página Uno”,  que sacaba de la misma forma.
Desde las oficinas de Los Pinos, también se brindaba asesoría de imagen  y de prensa a las empresas. Contaba inclusive con máquinas y otros implementos de impresión de lo que se denomina actualmente entre los imprenteros, “pre-prensa”.  Algunas firmas privadas incautas caían  y allí trabajaban con este gordo de gran imaginación para lo malo.
Como un laboratario farmaceutico a quien se le atribuia errores en la fabricación de unas pastillas que habían sido incluso vendidas en las boticas y tomadas por infinidad de pacientes de Lima. Los que ingerían tales medicamentos resultaban con determinados efectos corporales de dolor y de transtornos que llamaban realmente, la atención a los médicos. Nadie sabía que cosa tenían los enfermos. Incluso muchísimos de ellos fueron  hospitalizados.
Hasta que se descubrió que eran los efectos de las grageas bamba que no incluían los verdaderos componentes que se necesitaban para que sirviesen como efectivos remedios. El laboratorio fue denunciado y para cambiar su imagen, después del lío y escándalo sin precedentes, recurrió a Bresani.
PRIMERA PAGINA FALSA
Caso difÍcil para resolver sobre todo por todo lo que habia causado, en contra  de un buen número de sectores representativos de  la población. Pero para Bresani no había imposibles. Una noche decidió armar una primera página, con las características tipográficas de un prestigiado diario de circulación nacional y le puso  un titular de ataque furibundo al laboratorio. Además de un texto de igual forma.
Lo imprimió, se lo llevó al gerente de la firma, mintiendo  y diciéndole con cinismo, que había logrado sacar de la edición de Lima del diario esta noticia adversa que si había salido impresa en la  de provincias. Todo por supuesto era irreal. Pero el asesor convenció al empresario y cobró sus jugosos y cuantiosos honorarios profesionales, en base a supuestos completamente falsos.
Todas estas hazañas las conocía Noriega, a la perfección, de Bresani. No se negó a  atenderlo porque era mejor cortar de inmediato y a la primera, con tal siniestro personaje. Sin ningún tipo de temores porque quien no la debe, no la teme. Las cosas claras, el chocolate espeso  y hasta luego con los impostores. 
UN DANDY
El agente comunicativo tan especial llegó hecho un dandy a las oficinas de imagen de la Corporación. Con un terno finísimo, camisa de cuello importada, corbata vistosa de colores relucientes. Enfundadas todas estas prendas en un cuerpo obeso y deforme por los muchos kilos demás de un hombre medio alto, moreno con cierto desperfecto en los ojos que lo escondía, con lentes a medida de color oscuro. Enteramente perfumado con loción carísima que se olía con facilidad. Como se olía,  a cualquier distancia.
Bueno, lo primero que hizo este pillo de siete suelas, por conveniencia evidentemente, es  recordar los tiempos de infancia cuando habíamos jugado juntos a la pelota, las escondidas y la rayuela. El Gerente de Relaciones Públicas sólo sonrío y a renglón seguido, secamente, le preguntó por sus familiares que, dicho sea de paso, eran unas buenas y decentes personas. Todo lo contrario a él.
Siguió la conversación y comenzó la presentación de las publicaciones que  dirigía sacando de su maletín, James Bond, una por una. Ponderando, a como de lugar, la calidad del contenido, la impresión que aseguraba impecable y el tiraje dirigido al público objetivo de la institución que representabamos. No habia nada que hacer la publicidad, desde su punto de vista, era una inversión.
Casi al final, como si no se quiere la cosa,  vinieron las palabras de persuasión muy peculiares: “maestro y colega esta son revistas que son apoyadas por el doctor Montesinos con quien trabajo en asuntos de prensa, en forma enteramente ad-honorem. El Doc, que  tanto  se sacrifica por el Gobierno, quedará muy agradecido  por el apoyo que me den”. Allí acabó mondo y lirondo, muy seguro de sí mismo.
RESPUESTA
La respuesta de parte del encargado de comunicaciones de la Corporacion fue directa, tajante y sin medias tintas. Le dijo, cosa que era cierta, que por el momento no había campañas publicitarias.
Le explicó que cuando éstas se iniciaran se trabajará con efectivos medios de comunicación donde la publicidad sea realmente aprovechada, sin  pérdida de dinero. Ninguna palabra se pronunció, de nuestra parte, sobre el doctor Montesinos.
Luego se le dio a conocer que en los planes de medios se laboraba con estricto mérito, enteramente técnico y especializado, aplicando los principios del  marketing y la publicidad. Dejando de lado, enteramente, asuntos de conveniencia y de carácter político. 
DESCONCERTADO Y PALIDO
La institución estaba por encima de ello y  que, de ninguna manera eran necesarias, las recomendaciones de nadie. Eso sí se le dijo con claridad y vehemencia.  Finalmente, lo que era principal y decisivo: había un convencimiento de nuestra parte que las publicaciones que él representaba o editaba, no eran efectivos vehículos de comunicación.  Lo sostuvimos con todas sus letras, sin esconder absolutamente nada.
Bresani quedó desconcertado e incluso pálido. Comenzó a tartamudear, queriendo replicar. Realmente, no sabía que hacer.  No se esperó una respuesta de esta manera. Hasta que volvió a serenarse y trató, otra vez, de convencer a su interlocutor. Insistió, con una serie de recovecos verbales, propios de la labia para la venta de cebo de culebra. El comunicador de la Corporación no cambió, en ningún momento, su parecer
Pero a tanta insistencia, le dijo que consultaría con la Presidencia de la institución de quien dependía y, si ella aceptaba, habría la posibilidad de que cuente con avisos. Le pedí 48 horas y prometimos llamarlo por teléfono para darle la respuesta. En eso quedamos y nunca más nos vimos, personalmente, durante el fujimorato.
La consulta la hicimos con el Presidente de la Corporación, el Ing. Carlos Wadsworth Murgueytio, un profesional honesto a carta cabal y un magnífico técnico especialista en obras de desarrollo.  Me opuse tajantemente, ante el alto funcionario, de darle publicidad a un hombre de la catadura moral de Bresani y el jefe me respaldó por completo.
Le advertí, eso sí, que podían haber consecuencias. Pero el me replicó, primero están los principios. Cumplimos con darle la respuesta negativa. Bresani me subrayó para cerrar la conversación telefónica, “maestro lo que lamento es que el doctor Montesinos se va a molestar”.
RECORDANDO A MONTESINOS
 No le contesté nada. Vino la despedida coloquialmente y la conversación terminó de manera cordial, aunque el solicitante no había conseguido sus objetivos. Eso sí había seguido recordando, de refilón, al doctor Montesinos. Como al principio.
No supimos más del gordo Bresani que para nada se comunicó nuevamente con la oficina. Hasta que un día muy posterior apareció un suelto en el diario “El Chino”, dirigido por Owen Castillo Hurtado, en que se hablaba del “Clinton de la Corporación que arrasaba con las secretarias de la institución, aprovechando su cargo de gerente".
No  daban nombre y apellido pero si nos describían exactamente por el lado físico. Con barba que la tenemos desde hace muchísimos años, lentes a medida y la contextura gruesa que nos acompaña desde que somos adultos.
Los ataques continuaron   y lo que es peor rebotaron en otros medios del mismo tipo como: “La Chuchi”, “El Mañanero” y “La Reforma”. Que se gastaba mucha plata en publicidad, que había malos manejos. Que los almuerzos con francachelas estaban a la orden del día. Que los robos. Que me hacía millonario.
Portadas de los diarios chicha.

COMPLETO RESPALDO
En fin tanto infundio y mentira que se transformó, a partir de la segunda semana de las cuatro que duró la extorsión, con mi  nombre y apellido que apareció con todas sus letras e incluso en  negritas de texto y por supuesto con los mismos infundios, con una persistencia total y una inclinación hacia lo irreal inigualable. Ya no sabían que inventar.
Cumplí  con dar cuenta a mi Jefe que era el Presidente de la Corporación quien elevó el asunto al Directorio y, en parte de una sesión del  máximo organismo de la institución, se trató sobre la situación.
En honor a  la verdad y la consecuencia debo subrayar que el Directorio, con el Ing. Wadsworth a la cabeza, me respaldó por completo. Les recomendé a los señores directores que la Corporación no interviniese en reclamo alguno y les anuncié que, en mi calidad de ciudadano, iba a hacer los reclamos correspondientes por medio de cartas rectificatorias. Así resguardábamos a la institución por completo.
Las misivas aclaratorias las hice quizás con ingenuidad porque, obviamente, no publicaron ninguno de ellas. Los documentos los botaron a los tachos de la basura. Para eso es que, exclusivamente, sirvieron.
Cierto es que soporté estoicamente todos los ataques tan infundados que me hicieron. Lo hice con tranquilidad, superando evidentemente los fastidios que causaban tanta canallada junta, sin perder los estribos.
Los perdí  cuando ya  estos delincuentes, casi al final, se sobrepasaron al máximo. En efecto, en actitud cobarde, mandaron  en un sobre los recortes donde aparecían todos los ataques a uno de mis familiares más cercanos. Eso si ya me pareció inaudito y rechazable.
DE LA A HASTA LA Z
Reaccioné, de inmediato, con mucha rabia. Me fui al toque a las oficinas de Bresani, a quien antes de llegar y de lejos lo vi entrar. Cuando pregunté por él a la recepcionista, por supuesto que lo negó y me dijo que no estaba. Insistí en hablar con algún responsable.
Salió el hijo quien pagó el pato porque le dije desde la A  hasta la Z juntas, con voz decidida y muy fuerte. La de trueno y gruesa que me acompaña siempre. Hasta que me retiré completamente indignado.  
El paso siguiente  que seguí fue ir a buscar a Owen Castillo de “El Chino”, pensando que era mi amigo y colega y recordando que habíamos trabajado tantos años en la redacción del diario “Correo”.
Pues ni lo uno ni lo otro,  porque me aseguró que no me preocupase en absoluto de la situación y al día siguiente en el diario que dirigía arreciaron,  con más fuerza, los ataques irracionales.
 
Owen Castillo Hurtado: aforador y periodista de cloaca

AFORADOR DE CLOACAS
En el colmo del cinismo, Owen me dijo que no había leído varias ediciones  del periódico. Si lo hubiera hecho, nada en contra mía habría salido. Puras pamplinas. Owen-le contesté- “tu me enseñaste, cuando comencé a ejercer esta profesión muy jovencito a enterarme de las noticias, como obligación elemental de cualquier periodista”. Se quedó callado y allí acabó la conversación. Nos fuimos decepcionados, sobre todo por la calidad  moral de quien creíamos era un amigo.
Por algo Mario Vargas Llosa, en sus memorias de “El Pez en el Agua”, describe a Castillo de la siguiente manera: ”los redactores del diario “La Industria” de Piura eramos un aforador del río Piura, encargado de las noticias deportivas, llamado Owen Castillo-que haría después en Lima, en tiempos de la dictadura militar, una destacada carrera en el periodismo de cloaca. Y yo que me ocupaba de locales  e internacionales”. Nada de bueno se podía esperar de un aforador amante de las cloacas. Por si acaso no lo afirmé yo, lo dijo el actual Premio Nobel de Literatura.
Mario Vargas Llosa

Como las cosas tarde o temprano se saben o se conocen, un dia posterior pero no lejano a la conversación con Owen, me encontraba charlando con el periodista, Francisco Ugarteche, en el interior del Café Haití de Miraflores.
Al fondo del establecmiento lejos de nosotros, en una mesa, dialogaban amenamente, con risas y gritos de por medio: Bresani, Owen Castillo y  Daniel Borobio, el publicista que trabajaba a órdenes directas de Montesinos. La mafia, monda y lironda, estaba sesionando. Qué ingenuo. Cómo me iba a defender Owen, si estaba metido enteramente en la cochinada corrupta.

Otro pícaro: Daniel Borobio

La ida desaforada donde  el operador de los diarios chicha tuvo respuesta inmediata por intermedio de un amigo periodista que trabajaba allí y lo había hecho conmigo muchos años en la redacción de “Correo”, Oscar Vergara Salcedo.
RELACIONES TENEBROSAS
Me contó él, si en actitud fraternal y de camaradería, que Bresani había sentido el golpe de mis ataques y que quería terminar la cosa allí. Vergara enfatizó en el sentido de acabar ello, porque, según sostenía, este hombre tenía relaciones tenebrosas que podían hacerme daño. Una recomendación que tenía sentido. Los delincuentes son capaces de hacer cualquier barbaridad.
No sabemos exactamente si por cansancio o porque ya no era necesario y los extorsionadores quedaron satisfechos por razones que desconozco, los ataques a los pocos días dejaron de salir en los diarios chicha que, seguramente, se dedicaron a difamar a otras personas más importantes que el suscrito para derribarlas.
A mí no me derribaron. La coartada corrupta y de extorsión me sirvió de experiencia y para conocer algo más la miseria humana, cuyos actos y zarpazos son realmente detestables.  Pero reales, llana y exclusivamente, por dinero y sólo por dinero, de personas sin principios.
PRESO
Muchos años después, nos encontrábamos conversando con un distinguido jurista que, precisamente, combatió persistentemente al fujimorato, en la sala de abogados del Penal de San Jorge ubicado en el centro de Lima y esperando dialogar con dos de nuestros defendidos,  cuando vimos caminando por allí a Bresani en buzo y zapatillas.
Había caído preso hacía unos cuantos meses, después de haber sido expulsado de Estados Unidos, por los delitos de asociación ilícita para delinquir, peculado y otros  que cometió durante la larga dictadura de 1,990 al 2,000. Muchos aseguran que por juerguero y aficionado al buen vivir, el trago y las mujeres fáciles, perdió toda la plata que robó dada por Montesinos. Lo que se adquiere a las malas se pierde muy rápido. Lo sostenía económicamente, al final de su existencia, su segunda esposa Elsie Judith Rubatto Caballero, que era hija de un general del Ejército
El hecho es que Bresani no tuvo ningún empacho en acercarse a mí y al jurista. Nos saludó fraternalmente, pronunciando con mucha familiaridad y cinismo nuestros nombres y simulando tener una amistad entrañable de por medio. Conversó algunos minutos, con la locuacidad propia de él, como si absolutamente nada hubiese pasado. Sin ninguna vergüenza. Más fresco que una lechuga.
EL CINISMO
Luego de que se fue, el abogado indignado y molesto nos dijo: “que cuajo de este hombre, venir a saludarnos”. Yo callado. Sólo pensaba por dentro: “que dura es la vida y el castigo en sí,  verdaderamente, no le deseo a nadie la cárcel”
Al poco tiempo volví a recordar estos pensamientos cuando leí en los periódicos que Bresani había muerto, a consecuencia de sus males cardíacos que lo derrumbaron por completo. Por supuesto que no me alegré. Por el contrario, me dio pena que se haya alejado tanto de  la  vida normal y honrada cuando tenía el origen familiar y todas las facilidades, para ser un hombre de bien.
A este individuo le faltaron principios y al fango llevó a sus propios hijos Giorgio y Giancarlo Bresani Mier y Terán, a quienes los metió en los negociados detestables. Lo malo es que hizo daño a tanta gente, sin tener por qué. La ambición y el dinero fácil lo perdieron por completo. (Edgardo de Noriega)

4 comentarios:

  1. Querido gordo:
    Felicitaciones, esta edición es verdaderamente de lujo, todos los temas son de calidad homogénea. Excelente, la historia de Augusto Bressani, lo veo como uno de los capítulos de un próximo libro tuyo que seguramente lo estarás acabando. Igualmente, la historia del asesinato del hermano del monseñor Bambarén y la revelación del entuerto de Ivonne Fraysinet en los hechos. Tu historia de "Frejolito" ha concitado mi asombro, un izquierdista no lo hubiera escrito con el afecto y brillantez que tu lo has hecho. La crónica del juez corrupto es urgente que rebote, trataré de que LA RAZON lo recoja, te aviso previamente para los detalles del caso.
    Un fuerte abrazo de tu camarada que te aprecia.
    Chiclayo

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  2. Señor de Noriega, no había tenido tiempo de escribirle, lei su blog y me acuerdo perfectamente de todo lo que paso, felizmente tanto usted con el Ing Wadsworth no se doblegaron a la mafia, después que ustedes se fueron hicieron lo que quisieron, tanto así que cerraron nuestra oficina. Pero me acuerdo siempre de usted con mucho cariño, usted me apoyo y aprendí mucho, gracias por eso y por tenerme siempre presente, usted es un excelente periodista y escritor, le deseo muchos éxitos, leeré siempre su blog, un beso y saludos a su familia!! Paola Cruz

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  3. El relato parece y se asemeja a las películas policiales de la mafia italiana. Pensar que esto ocurrio en el Perú es algo que llama,realmente, la atención. Explicable. Claro que si, Las dictaduras y sus tentáculos son así y actúan así. De la forma mas cochina y como unos topos que nunca se cansan. Lo de los diarios chicha algo inadmisible. Cochino, tremendamente cochino. Qué tal Bresani: un gangster total. Salvador Urbina

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  4. Esto es el fujimorato que les parece. Y así estos señores tienen el cuajo de sostener que respetaron la libertad de prensa cuando estuvieron en el gobierno. No fue así. Aquí está la prueba contundente. (Abner Fernández)

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