jueves, 31 de enero de 2013

PEREZ GALDOS:EL MEJOR DE LA NOVELA REALISTA


Como autor se convirtió en el mejor representante de la novela realista del siglo XIX en España, y uno de los más importantes escritores en lengua castellana. Su mérito evidente es que dejó de lado el romanticismo y le dio un espacio propio a las letras hispanas proyectándola al mundo. Hombre muy tímido. Pero con imaginación  desbordante, desde tiempos inmemoriales. Lector infatigable. Parco en las palabras. Todo lo contrario en la escritura. Sufría por completo al hablar en público no obstante de que fue parlamentario. Pero poseía una memoria prodigiosa. Factores evidentes que lo convirtieron en un gran creador de la Literatura  universal.
Benito Pérez Galdós vivió entre los años 1843 y 1920, es decir, 76 años.  Era el décimo hijo de un coronel del ejército, Sebastián Pérez, y de Dolores Galdós, una dama de fuerte carácter e hija de un antiguo secretario de la Inquisición. El padre inculcó al vástago el gusto por las narraciones históricas contándole, asiduamente, los episodios de la Guerra de la Independencia, en la que había participado.


Ingresó en el Colegio de San Agustín, en el barrio de Vegueta de Las Palmas de las Islas Canarias, su terruño natal donde nació un 10 de Mayo. En dicho lugar se aplicaba una pedagogía muy avanzada para la época, durante los años en que empezaban a divulgarse por España las polémicas teorías darwinistas, de lo cual hay ecos en obras suyas como Doña Perfecta”.
A MADRID
Obtuvo el título de Bachiller en Artes en 1862, en el Instituto de La Laguna, y empezó a colaborar en la prensa local con poesías satíricas, ensayos y algunos cuentos. También se inclinó por el dibujo y la pintura. Después de la llegada de una prima suya a casa, el joven  se trastornó emocionalmente y sus padres decidieron que se fuera a la capital a estudiar la carrera de Derecho.
Llegó a Madrid, se matriculó en la universidad y tuvo como profesores a Fernando de Castro, Francisco de Paula Canalejas, Adolfo Camús  Valeriano Fernández y Francisco Chacón Oviedo.


Retrato de Benito Pérez Galdós

 Conoció también al fundador de la Institución Libre de Enseñanza, Francisco Giner de los Ríos, que lo alentó a escribir y le hizo sentir curiosidad por una filosofía, el krausismo, que marcaría fuertemente su primera novelística. Este pensamiento del alemán Karl Krause defendió la tolerancia académica y la libertad de cátedra frente al dogmatismo.
Frecuentó el teatro y  creó con otros escritores paisanos suyos, Nicolás Estévanez y José Plácido Sansón, la “Tertulia Canaria” en Madrid. Mientras acudía a leer al Ateneo a los principales narradores europeos en inglés y francés. Fue así como, durante una conferencia de Leopoldo Alas  «Clarín», traba amistad con el famoso crítico y novelista asturiano
Le impresionó especialmente la obra “Venganza Catalana”, de Antonio García Gutiérrez. Empezó aescribir como redactor meritorio en los periódicos “La Nación” y “El Debate”. Así como en la Revista del Movimiento Intelectual de Europa. 
PERIODISTA
En su calidad de periodista, fue espectador de varios acontecimientos políticos de los cuales escribió y opinó. Como el pronunciamiento de los sargentos del Cuartel de San Gil que puso en aprietos al gobierno español.
Personalmente en Madrid llevaba una vida enteramente cómoda que le daba tiempo para escribir, alojado primero por dos de sus hermanas y luego en casa de su sobrino, José Hurtado de Mendoza.
Era muy descuidado en el vestir y se conformaba siempre con ir a diferentes lugares de tonos sombríos para pasar desapercibido. En invierno llevaba enrollada al cuello una bufanda de lana blanca, con un cabo colgando del pecho y otro a la espalda, un puro a medio fumar en la mano y, cuando estaba sentado, a los pies su perro alsaciano. Se cortaba el pelo al ras y padecía horribles migrañas
Recordaba capítulos enteros del Quijote y detalles minúsculos de paisajes vistos solamente una vez veinticinco años antes. De ello nacía también su gran facilidad para el dibujo. Todas estas cualidades desarrollaron en él una de las facultades más importantes en un novelista, el poder de observación.

El autor del krausismo: Karl Krause

PRIMER VIAJE
En 1867  hizo su primer viaje al extranjero, como corresponsal en París, para dar cuenta de la Exposición Universal. Volvió con las obras de Balzac y de Dickens y tradujo de éste, a partir de una traducción francesa, su obra más cervantina, Los papeles póstumos del Club Pickwick.
Todas estas actividades dieron lugar a su inasistencia a las clases de Derecho y perdió, definitivamente, la matrícula y el estudio de esa carrera. Por aquella época ocurrió la denominada Revolución de 1868, en que cayó la reina Isabel II.
Cuando regresaba de su segundo viaje a París, y volvía de Francia a Canarias en barco, vía Barcelona, y en la escala que el navío hizo en Alicante, se bajó del vapor en la capital alicantina y marcha a Madrid a tiempo de ver la entrada del general Serrano y la de Prim. Posteriormente escribió una serie de crónicas periodísticas sobre la elaboración de la nueva Constitución.
En 1871 publicó su primera novela, La Fontana de Oro” escrita entre 1867 y 1868, en parte durante uno de sus viajes a Francia, gracias al dinero de su tía. En realidad, en esa época, la publicación de un libro se hacía gracias a la ayuda de los periódicos y de las revistas o corría a cuenta del autor. Esta obra, con los defectos de la falta de experiencia, bosquejó  la situación ideológica de España durante el Trienio Constitucional de1820 a 1823.

Con la actriz Maria Guerrero y otro amigo, en su casa de San Quintín

“La Sombra” salió a luz en noviembre de 1870, por entregas, en La Revista de España. A pesar de que fue editada posteriormente en la  La Fontana de Oro, los críticos ponen de relieve la posibilidad de que fuera redactada uno o dos años antes.
EPISODIOS NACIONALES
En 1873 comenzó a publicar los ”Episodios Nacionales”, título  sugerido por su amigo José Luis Albareda.  Un intento de entender la memoria histórica  de los españoles, y donde se refleja la vida íntima de ellos en el Siglo XIX.
La publicación resaltó el contacto con los hechos de la historia que marcaron el destino colectivo del país. Se trató de 46 episodios en cinco series de diez novelas cada una, salvo la última, que quedó inconclusa. Arrancan con la batalla de Trafalgar y concluyen con la Restauración borbónica en España.
La primera serie de 1873 a 1875 trató de La Guerra de la Independencia  y tuvo como protagonista a Gabriel Araceli, personaje que se dio a conocer como forajido de playa y terminó su existencia histórica en calidad de caballero y valiente oficial del ejército español.
La segunda de ellas (1875–1879) narró las luchas entre absolutistas y liberales, hasta la muerte de Fernando VII .  Su protagonista fue el liberal Salvador Monsalud, que encarnó, en gran parte, las ideas de Pérez Galdós y en quien prevaleció sobre lo heroico lo político, signo característico de aquellos turbados tiempos.
Tras un paréntesis de veinte años, el intelectual volvió a escribir la tercera parte (1898–1900), tras recuperar los derechos sobre sus obras que detentaba su editor, con el que había pleiteado interminablemente.
 Esta serie cubrió la Primera Guerra Carlista. La cuarta de 1902 a 1907 se desarrolló entre la Revolución de 1848 y la caída de Isabel II en 1868. La quinta (1907–1912), incompleta, acabó con la Restauración de Alfonso XII.
Tal conjunto novelístico constituyó una de las obras más importantes de la Literatura española de todos los tiempos y ejerció un influjo considerable en la trayectoria de la novela histórica. El punto de vista adoptado es variado y multiforme.
EVOLUCION
Lo  inició con la perspectiva de un joven que se ve envuelto en los hechos más importantes de su época, mientras lucha por su amada. La evolución ideológica de Pérez Galdós es perceptible desde el aliento épico de la primera serie hasta el amargo escepticismo final, pasando por la radicalización política y agresividad socialista-anarquista de las partes tercera y cuarta.
En 1876 se publicó “Doña Perfecta”, una posición contra la intolerancia ideológica asentada en una imaginaria ciudad. Su siguiente novela “Pese a las Oposiciones” suscitó controversias entre los  neocatólicos. Por esta época lo más saltante de la vida del intelectual es que fue elegido miembro de la  Real Academia Española.
Galdós asistía con regularidad al viejo Ateneo  de la Calle de la Montera y trabó amistad con personajes de ideología nada afín a la suya, pues era hombre poco inclinado a fanatismos ideológicos. Así, se hizo amigo de  José María de Pereda Francisco Silvela y de Marcelino Menéndez y Pelayo
 También frecuentaba las tertulias del Café inglés, de la Iberia y del viejo Café de Levant. Hizo viajes por Francia, Inglaterra e Italia varias veces. Pero por su amistad con Pereda se aficionó a Santander (Cantabria), ciudad a la que estuvo estrechamente vinculado y donde tomó la costumbre de veranear en El Sardinero, junto a Pereda y Menéndez y Pelayo. 
SAN QUINTIN
 Allí se construyó su célebre casa de San Quintín. También gustaba de visitar Toledo, ciudad por la que sentía una gran predilección y a la que hizo escenario de algunas de sus novelas, como “Ángel Guerra”. En 1884 viajó a Portugal en compañía de su amigo Pereda.
Fue diputado por Puerto Rico y asistió a las cortes en varias legislaturas sin apenas hablar. El Congreso fue para él un nuevo observatorio desde el que analizar la sociedad española, como materia novelable, que sería el título de su futuro discurso de ingreso en la Real Academia.
El 15 de marzo de 1891, la gran actriz María Guerrero estrenó Realidad, con el papel de Augusta. Esa noche la recordó Galdós como solemne e inolvidable en sus Memorias. El buen éxito de la obra y la insistencia de Mario y María Guerrero, le movieron a estrenar, al año siguiente, “La Loca de la Casa”
Pero hubo que reducirla porque era muy extensa, y cambiar el final, entre otras modificaciones en las cuales se contó con la ayuda de José Echegaray, que asistió a los ensayos. Siguió otra pieza “La de San Quintín”, estrenada el 25 de enero de 1893 y se convirtió en el éxito más resonante que hasta entonces obtuvo en el teatro, durando una temporada de cincuenta noches.

El dibujo del renombrado escritor en actitud seria y pensativa

Un laudo arbitral de 1897 independizó a Galdós de su primer editor, Miguel Honorio de la Cámara, y se dividió todo en dos partes, de lo que resultó que el escritor, en veinte años de gestión conjunta, había recibido unas 80.000 pesetas más de lo que le correspondía.
Después se averiguó que de la Cámara no había sido del todo legal respecto al número y fecha de las ediciones de sus obras, de suerte que a Galdós le quedó en suma un déficit de 100.000 pesetas en ese trato. Sin embargo, pudo mantener en su propiedad el cincuenta por ciento del fondo de sus libros que quedaba en espera de venta, 60.000 ejemplares en total.
ACTIVIDAD EDITORIAL
 Para librarse de ellos abrió el escritor una casa editorial con el nombre de "Obras de Pérez Galdós" en la calle de la Hortaleza, número 132 bajo, hoy 104. Ansioso por recuperar el terreno perdido, comenzó a anunciar sus ediciones de Doña Perfecta” y El Abuelo”. Continuó esta actividad editorial hasta 1904, año en que, cansado, firmó un contrato de edición con la Editorial Hernando
La vida sentimental de Galdós no ha sido muy estudiada, en parte por la discreción que le envolvió en tales asuntos y de la que hizo gala incluso en sus estudiadamente anodinas Memorias de un Desmemoriado”, que parecen escritas casi para desalentar empeños biográficos ulteriores, en forma más bien de diario de viajes.
El caso es que permaneció soltero, si bien fue asiduo cliente de amores mercenarios y tuvo una hija natural en 1891 de una madre que se suicidó posteriormente, Lorenza Cobián. También se conoce bien su relación con la actriz Concha Morel  y con la novelista Emilia Pardo Bazán.
Durante sus últimos años se consagró fundamentalmente al teatro, para el que entregó 22 piezas, sin contar la multitud de obras de juventud que, a excepción de la llamada Un joven de Provecho”, hoy se han perdido. Lo mismo ocurrió con “Antón Caballero”, que no llegó a terminar. Algunas de ellas eran adaptaciones de sus novelas, cuya evolución le iba reclamando además la forma dialogada. 
TOLSTOI
En esta época empieza a aparecer el espiritualismo europeo en su obra, cuando  empieza además a sentir un gran interés por León Tolstói. También en la última parte de su vida padeció las consecuencias de sus descuidos económicos y su tendencia a endeudarse de forma continua
Para conocer bien España se dedicó a recorrerla en coches de ferrocarril de tercera clase, codeándose con los míseros y hospedándose en posadas y hostales de mala muerte. Se levantaba con el sol y escribía regularmente hasta las diez de la mañana a lápiz, porque la pluma le hacía perder el tiempo, según afirmaba.
 Después salía a pasear por Madrid a espiar conversaciones ajenas. De ahí la enorme frescura y variedad de sus diálogos y a observar detalles para sus novelas. No bebía, pero fumaba sin cesar cigarrillos. Leía en español, inglés o francés, prefiriendo los clásicos ingleses, castellanos y griegos.
En particular, Shakespeare, Dickens, Cervantes, Lope de Vega y Eurípides, a los que se conocía al dedillo. En su madurez, empezó a frecuentar a León Tolstói. Después volvía a sus inclinaciones por los conciertos, pues adoraba la música y durante mucho tiempo hizo crítica de este tipo. Se acostaba temprano y casi nunca iba al teatro.

El busto en recuerdo a tan insigne intelectual

Ingresó en la Real Academia Española en 1897, contestándole Menéndez Pelayo. A los pocos días le correspondió a él contestar al discurso de su gran amigo José María de Pereda. En 1890 y 1891 fue reelegido diputado por Puerto Rico.
Habiéndose unido a las fuerzas políticas republicanas, Madrid lo eligió representante en las Cortes de 1907. En 1909 fue jefe, junto a Pablo Iglesias, de la coalición republicano-socialista. Pero él, que no se sentía político, se apartó enseguida de estas actividades  y se dedicó de nuevo a la novela y al teatro.
ESCULTURA
En 1919 se realizó una escultura suya, reconociendo su éxito en vida. A pesar de su ceguera, pidió ser alzado para palpar la obra y lloró emocionado al comprobar la fidelidad de la obra. Cargado de laureles, el indiscutido gran novelista español del siglo XIX murió en su casa de la calle Hilarión Eslava de Madrid el 4 de enero de 1920. El día de su entierro, unos 20.000 madrileños acompañaron su ataúd hacia el cementerio de la Almudena 
De su muy amplia producción literaria podemos citar las siguientes obras: Doña Perfecta donde  se hace el estudio de una ciudad imaginaria, Orbajosa, anclada en una tradición  de inmovilismo. Al llegar el ingenuo ingeniero progresista Pepe Rey para casarse con la hija de la mujer que da título al libro, doña Perfecta, comienza una serie de intrigas en que crecientemente se empieza a desacreditar al ingeniero por parte del sector reaccionario y el clero de la ciudad. La obra termina trágicamente.
En  “Marianela”, Galdós construye una sólida narración en torno al pobre personaje huérfano del  título de la obra, deforme y enamorada del joven burgués ciego conocido como Pablo al que sirve de lazarillo y al que la ciencia le hace recobrar la vista. Todo esto ocurre en el ambiente de un pueblo minero.
Por su parte, “Fortunata y Jacinta” es  novela realista cuyo eje argumental es el enamoramiento de dos mujeres de diferentes clases sociales de un mismo hombre: Juan Santa Cruz, prototipo del hijo de familia acomodada. Jacinta, mujer de alta condición social, estéril, acaba casándose con Santa Cruz y adoptando al hijo que su marido ha tenido con Fortunata, de baja condición.
TORQUEMADA
Uno de los personajes secundarios de esta novela es el usurero Torquemada, el mismo que protagonizó otras cuatro obras: “Torquemada en la Hoguera”, “Torquemada en la Cruz”, “Torquemada en el Purgatorio” y “Torquemada y San Pedro”.
Cabría agrupar varias novelas unidas por la problemática religiosa. Si en  Doña Perfecta Galdós se muestra anticlerical al modo de entonces y refleja un impactante panorama de la hostilidad provinciana conservadora a un recién venido de ideas modernas, en cambio, en “Ángel Guerra” y, sobre todo, en “Nazarín”, se advierte que no hay en él irreligiosidad, sino al contrario, un profundo sentir cristiano, disconforme con los compromisos temporales y sociales de los hombres de la Iglesia.
También hay que destacar  “Miau” que es la pequeña epopeya del cesante, del funcionario de Hacienda que, dejado en la calle por un cambio ministerial, se alimenta de la esperanza.  Mientras que, detrás de él, su inconciente familia trata de mantener las apariencias de la gente bien.
Por otro lado, “Misericordia” nos sumerge en los estratos más bajos del Madrid de entonces, en contraste con la gente acomodada pero venida a menos. En ella encontramos una espléndida pareja de figuras: el moro ciego Almudena y la criada Benina, que representa la exaltación de la caridad.
COSTUMBRISMO
 Otras novelas suyas son: “Tormento”, relato del conflicto entre la imaginación y la realidad, entre la libertad de elegir el propio destino y las resistencias del ambiente a permitirlo, y, finalmente, La Desheredada, cuyo titulo de por sí explica el contenido. Galdós ensayó en el teatro temas ya tocados en sus novelas, como “El Abuelo”. En su momento, algunas de sus composiciones teatrales fueron muy celebradas
Empezó cultivando una novela de tesis en que los personajes aparecían cortados por un patrón maniqueo, que los dividía entre reaccionarios y liberales. Después empezó a interesarse por los aspectos más costumbristas y por facetas más espirituales e intentó describir la burguesía española de su época y buscar sus orígenes en la historia reciente, mediante el uso de la novela histórica. También ensayó otras fórmulas narrativas, como la novela dialogada.
El escritor poseía una especial sensibilidad por el lenguaje popular. El escritor Pio Baroja decía de él que “sabía hacer hablar” al pueblo. 
Conciente de esta gran virtud, utilizó muy a menudo el diálogo e incluso llegó a ensayar novelas absolutamente dialogadas.
Su estilo busca la naturalidad y rehuye cualquier artificio retórico a fin de ofrecer, según postulados estéticos realistas, la visión más directa posible de lo que pretende expresar. Cuando narra su estilo es transparente, académico, pero siempre castizo. Se trasluce, sin embargo, el humor y la ironía.
 En los diálogos, el lenguaje se impregna frecuentemente de términos corrientes e incluso vulgares y en alguna ocasión el narrador canario, víctima de ese frenesí costumbrista, llega a mostrar un poco ridículos e infantiles a los personajes que describe. Es frecuente, en él, un humor piadosamente irónico de sesgo cervantino  como gran lector del Quijote.
CANDIDATO AL NOBEL
Galdós fue uno de los más firmes candidatos al Premio Nobel de Literatura de 1912. Pero una campaña, por parte de sus enemigos políticos, disuadió a la Academia Sueca de galardonarlo. Trazos de esto se ven en los Episodios nacionales escritos desde entonces, que destilan un cierto tono anticlerical.
Sus últimos años fueron muy tristes: pérdida de la vista, dificultades económicas, trato injusto de su obra y su persona, atacadas por algunas sectores intransigentes de la sociedad española. Con un enfoque personal de los hechos, pero basado en un riguroso trabajo de documentación, logró el autor un acertado fresco de la compleja realidad de los tiempos.  El estilo es a veces descuidado, pero la narración es viva y animada.
Gran creador de ambientes, costumbres, situaciones y acontecimientos. Para ello observaba atentamente, anotaba y recopilaba datos. Por esta razón y en la línea del mejor realismo, sus páginas producen el efecto de lo visto y lo vivido. Los personajes, tan variados, están caracterizados por pequeños detalles, forma de hablar, gestos. En algunos cala en lo más íntimo de sus almas, gracias a su acusado conocimiento de los hombres y  a su profunda intuición. Vale como escritor. (Noé)

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