miércoles, 6 de julio de 2016

HUMOS HISTORICOS (II)

De plácemes estaban los que negociaban en tabaco por cuanto a pesar de haber intentado estancarlo desde 1675, diversas circunstancias habían impedido la planificación de tal sistema. En la época del Virrey Manso de Velasco esta situación de absoluta libertad de la industria tuvo su fin, pues este gobernador en vista de una serie de investigaciones que se hicieron en aquellos tiempos sobre la existencia de clases dañosas de tabaco, pensó en establecer el tabaco y encaro seriamente el problema.
Añadida a una razón de salud pública, la muy eficiente de las necesidades del Real Fisco que veía que aumentaba el déficit de la hacienda, dicho Virrey encargo al Contador Tomás Chavaque que le presentase un estudio detallado y amplio del asunto para ver de planificar el Estanco.
El proyecto de Chavaque fue a España y el Rey lo aprobó en Octubre de 1747, pero mientras se tramitaba el asunto, se le ocurrió a la tierra temblar de tal manera y al mar salirse tan  desconsiderablemente que se arruinó el Callao y Lima quedó hecho un corral, según frase acertada y pintoresca de la época.
No estaba la Magdalena para tafetanes y el pobre Virrey que demostró una extraordinaria actividad para rehacer la capital del Virreynato y para fundar el nuevo Callao que pensó trasladar a lo que es hoy Bellavista, no pudo ocuparse en la cuestión del Estanco. Problemas mucho más arduos y urgentes solicitaban su atención.

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La planta del tabaco

FALLECIMIENTO
Quedaron así las cosas, falleció Chavaque sin ver la realización del plan que se le había encomendado y, por fin, mas tranquilo el Virrey-hecho ya Conde de Superunda por su labor después del terremoto- pudo constituir una junta especial que estuvo compuesta por los oidores Pedro Bravo de Rivero, Pedro José Bravo de Castilla, el Maestre Escuela y Asesor General Francisco Herboso, el Fiscal en lo civil y José Nieto de Lara en lugar del difunto Chavaque. Esa junta resolvió establecer el Estanco, pero sólo en Lima y para el tabaco en polvo por ser menos difícil su recojo.
Para fundar el Estanco se tomó en arrendamiento una finca de la calle hoy llamada del Padre Gerónimo y que entonces se conocía con el de Santa Teresa, la cual fue debidamente refaccionada, se promulgó con todas las formalidades sonoras y legales del caso un bando para anunciar el establecimiento del Estanco y se notificó a los particulares que tuvieran ese producto para que lo vendieran en el plazo de quince días.
Se tasaron las existencias y se pagó la cuarta parte del valor al contado y el resto por armadas semestrales. El primer Director General con renta anual de cuatro mil pesos, que no era bicoca en esos días en que la vida se computaba por reales, fue José Nieto de Lara. 
OTROS SUELDOS
Mientras que contador José Prada con un sueldo de tres mil y Tesorero nada menos que el Marqués de Castellón a quien sólo se fijo mil doscientos pesos anuales en razón de ser Alguacil Mayor de la Santa Cruzada y gozar, por lo tanto, de otra parte que no debía ser colgandejo de pavo para decirlo sin escrúpulo de nadie.
Según Mendiburu, de cuyo Diccionario hemos tomado muchos de estos datos, se juntaron en el Estanco 414.881 libras de tabaco en polvo que importaban 265.530 pesos, lo que decimos nosotros no era poco, porque, sin exageración puede calcularse que el valor adquisitivo de la moneda ha disminuido tanto que seguramente con un peso de aquellos tiempos hacíase más que con una libra de estos días.
No se puede dudar que esa época de Manso fue la más importante tal vez para las industrias del tabaco y para la organización y desarrollo del Estanco. Se establecieron 16 estanquillos en barrios diversos de la ciudad y se amplió el local comprándose un solar anexo que aportó, con las reparaciones y obras que se le introdujeron, cerca de 8 mil pesos.
Se circuló a todos los corregidores para que tomasen razón y cuenta del tabaco existente en sus jurisdicciones respectivas y con el objeto de mejorar las condiciones del tabaco que se consumías, se creó relación con la Compañía de La Habana para importar tabacos finos y fuertes, con los cuales se mezclarían los flojos y desvanecidos.

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Recolección y arduo trabajo para llevarlo al estanco.


PRODUCTOS
Tal vez se  pensó en el tabaco de Saña, que por algo-el sentido popular no se equivoca en estas cosas- existe la frase resobada de “flojo como el tabaco de Saña”. Toda esta inmensa labor se llevó a efecto con relativa rapidez y pronto los fumadores y tomadores de tabaco en polvo pudieron gozar de magníficos productos.
Ocurrió contra lo que se esperaba y vaticinaba por los pesimistas que nunca faltan, que las siembras en vez de disminuir aumentaron y que llegó a ser tal la confianza, que faltaban locales donde depositar enormes cantidades de tabaco que se enviaban al Estanco de todas partes.
En 1753 el Virrey extendió el Estanco al reino de Chile, siendo el primer administrador de tal dependencia José Ignacio Erquiñigo con sueldo de dos mil pesos. El primer contador José Arlequi con mil.
Poco después fueron estableciéndose los  estancos en Trujillo, Huamanga (Ayacucho), Cusco, Arequipa, La Paz, Santa Cruz y Chuquisaca, impartiéndose instrucciones para que igual cosa se hiciese en Tucumán y Buenos Aires. 
GREMIO
El Estanco de Tabaco no importó en esa época, como ocurre ahora, el monopolio de la industria de hacer los cigarros. La llamada tercena que existía en el  local del Padre Gerónimo servía para vender el tabaco que muchas familias compraban para dedicarlo a la hechura de cigarrillos. Se desarrolló así una pequeña industria que sirvió de alivio a mucha gente necesitada y floreció el pintoresco gremio de los cigarreros y cigarreras con hojillas de panca, chalas y otras envolturas que vendían a buen precio cigarrillos y puros o tabacos.
Nos entablo en aquella época el sistema completo del Estanco como el que existe en la actualidad, de manera que solamente se estancó el tabaco mismo, dejándose en libertad a los pequeños industriales para realizar sus menudos negocios.
Este sistema ecléctico estuvo justificado por las necesidades y características del ambiente y del tiempo. El maquinismo no existía y la organización de una fábrica general  de cigarros y cigarrillos por el sistema manual único que se conocía entonces, hubiera requerido un personal inmenso, un control minucioso y seguramente no hubiera dado resultados.
La feliz combinación de ambos sistemas tuvo su razón de ser. En los tiempos modernos, los elementos técnicos hacen posible la unificación del Estanco del producto y de su propia industria, lo que no habría sido posible cuando se planificó el primitivo lugar.


Ardua y minuciosa labor de aquellos tiempos.

AMAT
Entre los virreyes que tuvo el Perú, Amat fue, sin duda, uno de los más laboriosos y progresistas. El estableció las rondas nocturnas, persiguió con mano férrea el bandolerismo, vigiló estrechamente la recaudación de rentas públicas, dividió la ciudad en barrios, creo la aduana, reorganizó debidamente el Ejército, fundó el Colegio de San Carlos, la Biblióteca Pública, hizo la Plaza de Toros, protegió el teatro, implantó el Correo como dependencia oficial y hasta se dio la prosa de planear una Lima versallesca.
Activo y enérgico no titubeó, lo que tiene mérito para su época, en enfrentarse al poder eclesiástico y cumplió las órdenes sobre la expulsión de los jesuitas con tal sigilo y decisión que no obstante la fuerza que tal orden religiosa tenía, el objeto fue logrado sin trastornos.
A propósito de la expulsión de los jesuitas, no está demás aquí que nos refiramos a las instrucciones que dictó el Conde de  Aranda y en las que tiene en cuenta la afición de los padrecitos al tabaco, porque en la número 15 dice:
“Se les entregará para el uso de sus personas toda su ropa y mudas usuales que acostumbran sin disminución. Sus cajas, pañuelos, tabacos chocolate y utensilios de esta naturaleza. Los breviarios diurnos y libros portátiles de oraciones para sus actos devotos”. 
GENERALIZACION
Dicha instrucción revela, una vez más, lo generalizado que estaba en todas partes el uso del tabaco pues que se considera como de primera necesidad para los frailes expulsados, junto con los artículos más premiosos y lo libros de oraciones, el tabaco, el chocolate y los utensilios  correspondientes.
De la época de Amat y es una intencionada tradición de  Ricardo Palma, en la cual el insigne tradicionalista busca y encuentra la causa y razón del estribillo “tabaco para el rey”, que estuvo de moda en Lima hasta muy entrada la República y con el cual se explicaba pícaramente la razón de algún gasto excesivo e inexplicable de las rentas públicas.
Dice Palma entre Fermín de Carvajal y Vargas, último Correo Mayor de las Indias y el Virrey Amat se originó grave inquina por darse el que después fuera primer Duque de San Carlos, el  pisto de tratar con pocos miramientos al Virrey y para probarlo reproduce una cartita que en verdad echa humo, en la cual muy destempladamente por cierto, el Duque que estaba en Madrid acusa al Virrey de haber enviado desde Santiago tres millones y más de pesos en cajones rotulados “Tabaco para el Rey”.
Señala don Ricardo que en el tomo XXV de papeles varios de la Biblioteca hay un opúsculo titulado Drama de las Palanganas” en la cual se habla también de los tres millones de tabaco. Amat efectivamente parece que sabía llevar muy bien agua para su molino.


Al fondo las plantaciones mientras se labora en los toneles.

INQUINA
Pero la verdadera razón de la inquina del de San Carlos estuvo en que siendo él el noveno Correo Mayor de las Indias, Amat le quitó la productiva regalía, convirtiendo el correo en oficina real, previa indemnización naturalmente, pero como tocara a Amat hacer la transformación explicase que el de Carvajal o pudiendo irse contra la Corona desahogase su desprecio contra el Virrey.
Si la acusación era cierta tres millones titulados Tabaco para el Rey, nos parecen muchos millones ´para ponerlos al humo, o para sorbérselos de una narigada como se decía en los tiempos de las miniadas cajitas tabaqueras.
Dato revelador de lo que producía el Estanco es el que trae Mendiburu en su biografía de Amat. Dice que las unidades del Erario en dos  decenios corridos hasta 1774 subieron a la cantidad de un millón trescientos mil pesos sólo en la Dirección de Lima.
Otra tradición cuyo origen debe ser de días muy lejanos es la del Cigarrero de Huacho, aquel famoso don Dionisio que tanto ha dado que hablar, porque dice Ricardo Palma que en 1780 habiendo pasado como visitador por su Majestad, de las reales cajas Dionisio de Ascasíbar, los habitantes casi hacen con él una de pópulo bárbaro. 
REVELACION
Esto revela a las claras que el Dionisio de la tradición era ya cosa que se perdía en la nebulosa del tiempo como diría uno de esos profesores de historia de los que para nuestros pecados quedan algunos por estos barrios.
Habiéndose fundado el Real Estanco sólo en 1753, el susto que le dieron al señor Ascasíbar, porque se llamaba como el cigarrero a quien creyeron el demonio de los huachanos, demuestra que algo había llovido desde que se quemó la cigarrería del cuento, cuando ya el hombrecito era capaz de soliviantar los ánimos de los huachanos, que salvo, este rasgo, siempre fueron tenidos por gente pacífica y hospitalaria.
En tiempos de Guirior, que sucedió a Amat y que fue uno de los pocos virreyes destituidos, aunque parece que injustamente por obra de las intrigas y acusaciones del visitador Areche, llegó la Real Cédula del 11 de Marzo de 1799 disponiendo que la renta del tabaco y todas sus dependencias corriese a cargo del Secretario del despacho de Indias.
En 1777 llegó a Lima José de la Riva Agüero, que había sido uno de los directores del ramo de tabacos en México, con el encargo de reorganizar y mejorar las condiciones del Estanco en el Perú. Tuvo Riva Agüero el plan de prohibir la labor de los cigarros, introduciéndola en el Estanco y aumentar hasta dos pesos el precio del mazo de tabaco en ramas que hasta entonces se vendía a cuatro reales. Se calculó que tales medidas aumentarían en un 300% el ingreso fiscal correspondiente.


Depositos antiguos

DESCONCIERTO
Mendiburu  dice que tales medidas sembraron el desconcierto pues no se logró lo que se esperaba, y en cambio, muchas familias que vivían de la hechura de los cigarrillos, se encontraron de golpe con que ya no tenían industria con que subvenir a sus necesidades.
Exagerada o no la apreciación de Mendiburu, el hecho es que en 1790 volvió a dejare libre esa pequeña industria y se mantuvo al Estanco sólo para el tabaco mismo que se vendía a nueve reales el mazo.
De un manuscrito de  la escritora Mercedes Gallagher se reproducen los siguientes datos que dan idea de la opinión dominante, reveladora del descontento general sobre el cacareado estanco. Allí se dice lo siguiente:
“Nobiliario del Perú en que van escritas las noticias adquiridas por algunos ancianos peruleros, como por papeles sueltos e historias y por muchos documentos que quitan de toda duda. Su autor un incognito indiano de la Ciudad de los Reyes” 
DATOS
En la página 54 comienzan ls datos sobre el Estanco, los que, como una curiosidad absolutamente inédita y sabrosa reproducimos. Se hace notar la diferencia de los precios para comprender que a los ancianos peruleros no les hizo gracia que amén de estancar el tabaco, se introdujera en el estanco la industria de los cigarros.
He aquí lo que dice el  manuscrito:
“Fechas en que comenzaron  las labores del Estanco  y método gubernativo de el, siendo Virrey el Excelentísimo Sor Guirior. Aunque esta imposición de Real Estanco de Tabacos era tan antigua que fue fundada años atrás, pero no había llegado al término en que se ha visto en otros tiempos, pues el día 1° de Junio de 1780 se empezó la labor de papel, dando 24 cigarritos por medio en lugar de los 40 de antes que daban el gremio de cigarreros”. Continuará. (Páginas seleccionadas de las "Obras Completas" que pertenecen como autor al consagrado escritor y político, José Gálvez Barrenechea.

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