miércoles, 6 de julio de 2016

REVOLUCIONES E INFLUENCIAS

El 12 de Octubre de 1904 asume la Presidencia de la República Argentina Manuel Quintana, quien se había distinguido como Ministro del Interior de Luis Sáenz Peña, como un hombre recto y enérgico. Bien pronto debe afrontar el problema social creado por el descontento de la clase obrera en su lucha por la conquista de mejoras. No era sólo el Partido Socialista el que alentaba las aspiraciones de los trabajadores, pues conviene tener presente que comenzaba a experimentare en el campo social argentino la influencia extremista del exterior, de acentuada tendencia izquierdista, que algunos años más tarde tendría expresiones violentas con la difusión de las ideas y doctrinas del dirigente italiano Malatesta.
Por supuesto que existía también, por parte de las autoridades, la fácil propensión a  exagerar el sentido de las reclamaciones obreras y la orientación de la prédica social de sus dirigentes al punto de considerar cualquier reclamación gremial, como una tentativa contra el orden público.
El aporte inmigratorio traía, sin embargo, consigo resabios de luchas sindicales de otras latitudes y con otros horizontes, que ya durante la presidencia del General Roca, habían determinado la sanción por el Congreso de la Ley 4144 llamada de residencia.
Su aplicación al parecer o se orientaba con un criterio discriminatorio que pusiera a cubierto de la persecución policial a los esfuerzos legítimos por la conquista de mejoras necesarias para las fuerzas laboriosas y así fue que el Presidente Quintana debió afrontar una creciente oposición del movimiento obrero.


Manuel Quintana: presidente argentino.

CAMPAÑA
Juan B. Justo inicia contra las autoridades una enérgica campaña desde “La Vanguardia” y se producen algunas huelgas y otros conflictos gremiales, que no alcanzan con todo a perturbar la tranquilidad del gobierno.
En las filas del radicalismo, en cambio, se están percibiendo síntomas de creciente inquietud. Era que Hipólito Irigoyen, después de pacientes trabajos, había decidido afrontar la responsabilidad de ir a la revolución para el derrocamiento del régimen.
El caudillo, aleccionado por la experiencia que le proporcionó el fracaso del movimiento de 1893, había pensado dar a esta revolución un carácter netamente militar para asegurar su éxito. Había tenido contacto con jefes del ejército adictos a la Unión Cívica Radical, dispuestos a sublevar sus tropas y contaba asimismo con la colaboración decidida de algunos hombres nuevos en estas lides, pero de probada decisión, como José Cailo Crotto y Vicente C. Gallo.
El 4 de Febrero debía estallar el movimiento, pero desde días antes, las autoridades estaban advertidas de los preparativos por infidencias que definían la traición de algunos de los complotados. 
MEDIDAS
La Policía tomó, en consecuencia, medidas precautorias, realizó allanamientos y procedió a la detención de algunos dirigentes en la Capital Federal y el interior del país. Pero a pesar de todo la revolución estalló el 4 de Febrero de 1905.
En la Capital Federal, los rebeldes toman durante la madrugada algunas comisarías que la policía, numerosa y bien armada, tarda en recuperar. Por la mañana se decreta el estado de sitio y, rápidamente, queda asegurado el éxito de la represión.
Muchos revolucionarios son detenidos entre ellos José Luis Cantilo y Fernando Saguier. Crotto consigue huir a Montevideo e Irigoyen distrae  a las comisiones policiales destacadas en su búsqueda. Su paradero será un misterio hasta meses más tarde.
No son más afortunados los planes revolucionarios en el interior del país. Carlos F. Melo, jefe civil de la rebelión de Santa Fe, no puede superar la acción de las fuerzas leales destacadas en su contra y abandona la lucha.
Algo parecido le ocurre a  José Nestor Lencinas en Mendoza.  En Córdoba, los radicales con la participación de las tropas sublevadas tienen un éxito inicial. Dominan algunos puntos estratégicos y llegan a tomar prisionero al Vicepresidente de la República Figueroa Alcorta y a Julio a Roca, hijo del General.

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Hipólito  Irigoyen, jefe de la revolución


FRACASO
 Pero las autoridades consiguen dominar la situación tras algunas incidencias. La revolución armada, tan paciente y minuciosamente preparada por Hipólito Irigoyen, había fracasado rotundamente y los planes del caudillo sufrían una nueva postergación, en la lucha de la causa contra el régimen.
El paradero de Hipólito Irigoyen continuaba siendo un misterio, cuando el 13 de Mayo publica un manifiesto apostrofando la traición de los delatores, explicando el fracaso del movimiento y sosteniendo, una vez  más, la necesidad de que sus correligionarios perseverarán en la lucha que era la razón de existencia de la Unión Cívica Radical.
La policía lo detiene y el caudillo asume espontáneamente ante la justicia la responsabilidad absoluta de la revolución del 4 de Febrero, pero recobra rápidamente la libertad bajo fianza. La dificultades no habían terminado a esta altura de los acontecimientos para el oficialismo, que debía enfrentar la oposición tenaz de Carlos Pellegrini, que como se recordará se había separado del Partido Nacional, cuya dirección política había compartido con el General Roca.
En los corrillos políticos circulaban asimismo algunas anécdotas que traducen un estado de espíritu contrario a los hombres de la Casa de Gobierno por parte de Marcelino Ugarte, Gobernador de la provincia de Buenos Aires.

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El pueblo sale a las calles a protestrar.

MITRE
A todo esto se acababa de producir el fallecimiento del General Mitre, que provocó una verdadera congoja popular y se acercaban las elecciones de diputados de Marzo de 1906. Con el objeto de congregar a sus partidarios, un tanto dispersos, Quintana secunda los trabajos de amigos íntimos para organizar un nuevo partido que se constituye con el nombre de Unión Electoral.
Entretanto, Carlos Pellegrini no permanecía ocioso y de común acuerdo con Bernardo de Irigoyen, reúne a los disidentes del mitrismo y del roquismo y funda la Coalición para presentarse con una lista de distinguidos caballeros en los comicios de renovación parlamentaria.
Como se preveía por la calidad de los candidatos que presentaba y la intensidad de la propaganda desarrollada, la Coalición obtiene el triunfo en las elecciones y conquista las bancas de la mayoría en la Capital Federal, llevando a hombres como Pellegrini, Bernardo de Irigoyen y Benito Villanueva.
Cuando se celebra en Buenos Aires el triunfo de la Coalición en esta jornada electoral se esparce por la ciudad la noticia de que el Presidente de la República agonizaba. Así era. Al día siguiente fallecía Manuel Quintana, asumiendo en consecuencia el ejercicio del Poder Ejecutivo, el Vicepresidente Figueroa Alcorta, cuya actuación no tardaría en dar abundante tema a la crónica política.

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