En una habitación pequeña
amueblada con sobriedad, sobre cuya sencilla cama pende en la cabecera un gran
retrato de la Virgen, agoniza Hipólito Irigoyen. Sólo le rodean unos pocos
familiares en aquel medio día del 3 de Julio de 1933. A un costado, sobre una
mesa de luz, brilla en la penumbra un crucifijo de plata. Afuera, en la calle
Sarmiento, una multitud que se renueva constantemente aguarda novedades. La
entrada y salida de personalidades políticas desde la noche anterior, ha
coincidido con noticias sobre el estado del ilustre paciente que magnifica el
comentario popular.
Sobre el filo de las 13 horas, sollozos entrecortados imponen una
tregua expectante. Poco después con la cabeza descubierta, algunas ciudadanos
entonan el Himno Nacional. En el umbral de una puerta una anciana enciende
velas a una estampa. Ha muerto el ciudadano que por dos veces ocupara el sillón
de Rivadavia. Ese mismo día aparece el decreto de honores
A las 20 p.m., el doctor Izzo
llega con el certificado de defunción. Tras una breve consulta con los
familiares se resuelve embalsamar el cadáver. Una vez cumplida la tarea se le
viste con el sayal de los padres dominicos y es colocado en un ataúd
semicubierto por la bandera de la Argentina. En la noche. la ciudad de Buenos
Aires parece un remanso de silencio
Contraste tremendo con los
tumultuosos días de Setiembre de 1930. ¡Es este el mismo pueblo de entonces?
Ayer apostrofaba. Hoy, reverencia. Imposible organizar el paso por la capilla ardiente. Es muy angosta la
calle, muy pequeña la casa. Y son decenas de millares los que afluyen de todos
los barrios. Gente del pueblo sencilla. Encumbrados dirigentes. Y mujeres y
niños con sus lágrimas.
Irigoyen controvertido presidente argentino.
Irigoyen controvertido presidente argentino.
MISA
El 6 de Julio se realizaron las
exequias. En la capilla ardiente se rezan los responsos y a las 10 se hace
necesaria clausurar la entrada para que Fray Alvaro Alvarez pudiera oficiar una misa de cuerpo
presente.
Recién pasadas las 12 se puso en
marcha el cortejo. Imposible describirlo en su imponencia como no sea incurriendo
enlas palabras de Belisario Roldán: “Va a haber que ensanchar las calles porque
va a salir el pueblo”. Ni un espacio libre en las aceras y calzadas
Balcones colmados sobre la
diagonal Sáenz Peña decían también de la elocuencia del homenaje de Buenos Aires
al caudillo que, durante medio siglo, influyó en el rumbo de la historia cívica
de la Argentina.
Los tramos entre Suipacha y
Tacuarí y Avenida de Mayo, cuyos comercios aparecían cerrados, llevaron más de
media hora. Voces exaltadas quebraban por momentos el clima de la ciudad
impregnado de majestuoso respeto.
FLORES
Desde lo alto comenzaron a caer
flores hasta convertirse en una lluvia multicolor. Cuando la cabeza de la
columna llegó al Congreso, todavía se seguía incorporando gente al cortejo en
el punto de partida. Cuadras de cuadras de multitudes jamás vista hasta
entonces
El féretro era llevado a pulso.
Inmediatamente detrás seguían 15 mil mujeres entre flores y banderas. Al
enfilar la avenida Callao, el ataúd parecía navegar en un mar de cabezas. Casi cuatro
horas después de iniciada la marcha, a las 15.55 llegaba a la Recoleta. Y por
unos momentos se aquietó la marejada humana para escuchar la palabra de los que
iban a expresar el sentir de la ciudadanía.
El primero en hablar fue Alvear.
“No puedo cambiar mi emoción al ver partir para siempre al amigo que en 40 años
aprendí a querer y admirar. Como la cordillera andina que destaca su cumbre en
la vasta extensión del continente, Hipólito Irigoyen es una cumbre inaccesible
a las mezquindades que pretendan empañar su memoria, incorporada al panteón de
nuestros próceres.
Otras voces se sumaron luego. Un
hálito de estupor y de dolor cubre toda la república de Argentina, dijo el
señor Talens: “Cumplida toda una vida de lucha fecunda por las libertades del
pueblo”.
“Amó a la patria-afirmo Antille-
no en símbolos de abstracciones, sino en la carne sufrida del pueblo. Era amigo
de la paz continental, asceta en la vida, rústico en el ensueño y el secreto de
su popularidad fue un sentimiento de amor.
Apoteósico entierro con una multitud impresionante.
Apoteósico entierro con una multitud impresionante.
PATRIOTA
Mucha agua ha de pasar bajo los
puentes antes de que aparezca un varón de su estirpe. Se estaba allí haciendo
su biografía. “El patriota que hoy entra a la inmortalidad-agregaba Pueyrredón.
Fue el intérprete de una gran ambición colectiva.
Era alta la tarde cuando finalizó
la ceremonia coincidiendo con la caída del sol. Lentamente la multitud se
disgregó, en retorno a sus hogares. Algunos grupos marcharon hacia el centro a
frente las banderas enlutadas entonando a media voz las estrofas del Himno
Nacional.
Las gentes en las aceras se
descubrían muy respetuosas. Las luces del alumbrado anunciaron el fin del día,
cuyo último resplandor iluminó a todo un pueblo reverente, en su salud final al
viejo caudillo.
Hipólito Irigoyen, cuya vida
transcurrió entre 1852 y 1933, fue un político que se desempeñó como Presidente
de la Argentina en dos oportunidades: de 1916 a 1922 y de 1928 a 1930. El
primer mandatario elegido en ese país por sufragio universal y secreto. Líder
indiscutible de la Unión Cívica Radical.
Su firma y rubrica..
Su firma y rubrica..
NACIONALISTA
Resultó ser el primer jefe de
estado argentino surgido de las clases populares, rompiendo así con la
hegemonía conservadora. También marcó el ingreso de la clase media a la
política. No vaciló en adoptar una línea nacionalista y en plantear una reforma
social para su país.
Durante
su gobierno, las reglamentaciones fueron sancionadas para proteger a los
campesinos y se crearon cajas jubilatorias de empleados públicos y estatales.
El régimen, de ancha base popular, dictó medidas para que la Argentina controle
sus transportes, yacimientos energéticos y su propia moneda. Las tarifas de los
ferrocarriles, operados por capitales británicos, enteramente reguladas. Además
se crearon líneas férreas estatales.
En 1922 se fundó Yacimientos Petrolíferos Fiscales, una
empresa estatal destinada a explotar las riquezas energéticas del país y se
creó el Banco Central Estatal. El estallido de la reforma universitaria fue bien
visto por el gobierno que im pulsó una
serie de normas a favor de ella.
Pese a
las iniciativas que favorecieron a sectores obreros y medios, el mandato de
Irigoyen se vio manchado por las dos mayores convulsiones en la historia argentina:
lo que se denominó la semana trágica y
lo que se conoció como la Patagonia rebelde, con centenares de obreros
fusilados por parte de las fuerzas policiales y grupos de extrema derecha como la Liga Patriótica,
en donde el Gobierno no pudo controlar ni satisfacer los pedidos de los
manifestantes.
En el poder durante una actuación pública.
En el poder durante una actuación pública.
EL CRAC
En el
segundo mandado del político radical ocurrió el crac del 29, la mayor crisis
financiera mundial hasta ese momento. El gobierno no pudo reaccionar ante la
crisis y fue perdiendo apoyo. El 6 de septiembre de 1930 derrocaron a Irigoyen por efectos del primer golpe de estado en la etapa
constitucional de la Argentina, comandado por José Félix Uriburu
Poco
antes de su destitución, el gobierno estuvo cerca de lograr la nacionalización
del petróleo. Este hecho se lo vincula como uno de los vectores del levantamiento.
Tras su derrocamiento, el presidente fue despojado de sus riquezas, campos y estancias, y confinado en la Isla Martín García, donde compartió el
presidio con varios presos políticos.
Luego de fallecer tres años después, lo acompañaron a su última morada miles de miles de personas
que conformaron una de las manifestaciones espontáneas enteramente masivas y
sorpresivas de la historia
argentina. Una multitud realmente impresionante trasladó a pulso su féretro hasta el Cementerio de la Recoleta. Allí
permanecen hasta hoy sus restos mortales.
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