martes, 25 de agosto de 2020

CLARO...CLARISIMO

 La situación relacionada con el coronavirus se agrava día a día y por eso mismo han llegado las críticas por todo lado. El Defensor del Pueblo, Walter Gutiérrez Camacho, puso los puntos sobre las ies y dijo que hay que cambiar, con efectividad, en lo que se refiere a la conducción de la pandemia. La ciudadanía lo ha escuchado con interés evidente y el Ejecutivo tiene la obligación de responderle ¿Cuándo ocurrirá ello?  Por si acaso, no hacerlo sería un error garrafal.

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Un profundo analisis ha elaborado la Iglesia Católica, pero en distinto tono, por intermedio del Cardenal y Arzobispo de Huancayo, Monseñor Pedro Barreto Jimeno, que ha sacado una propuesta titulada “Resucita Perú Ahora”, de corte enteramente cristiano al mismo tiempo que solidario. Ahí hay efectivas recomendaciones que también merecen tomarse en cuenta.

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A la entidad de carácter religioso, le llama mucho la atención, la cantidad de fallecidos y su incremento permanente. Al lunes 24 de agosto del año en curso han fallecidos  27 mil 813 personas, a causa de la enfermedad en todo el Perú. Y son más de 600 mil los casos confirmados, según versión dada, en ambos casos, por el Ministerio de Salud. Las cifras, evidentemente, preocupan y sobre todo impactan.

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Lo que se propone la autoridad eclesiástica es- con razón-promover la mayor red social posible en el país para que actúe contra el mal de forma responsable y directa, desde la fe y la ciencia. En ese sentido se requiere, de inmediato, un diálogo eficaz con el Estado. La conversación, evidentemente, debe darse de todas maneras. Como también la de la Defensoría del Pueblo.

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Monseñor Barreto es un convencido de articular las fuerzas vivas de la sociedad, desde la ética y la firme convicción de que las propuestas científicamente fundamentales y sustentadas en tales valores es, de todas maneras, posible de lograr consensos con efectos determinados.

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La posición de la Iglesia Católica tiene dos objetivos primordiales. Primero, promover la salud integral de la población peruana para superar el COVID-19. Segundo, fortalecer la acción solidaria desde las comunidades del Perú, convocando a una amplia red dialogante de interlocución con las autoridades del Estado

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Lo que se recomienda es que en el corto plazo se deben detener los contagios y las muertes, respondiendo a la emergencia. Asimismo, se hace necesario acoger y proteger al personal de salud que está en primera línea y dando su mejor esfuerzo. 

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En el mediano plazo, según los sectores religiosos, hay que profundizar en las alternativas alimentarias y la atención a otras enfermedades, en la población que no está debidamente atendida. Y en el largo plazo, consolidar las alternativas y los procesos generados sostenibles.

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Por su parte, Gutiérrez va más allá en su apreciación crítica y asegura que “si el Estado no reacciona, los próximos seis u ocho meses serán durísimos porque tenemos una crisis alimentaria y otra económica que se expresa en 6 millones de desocupados.

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Hace inclusive cálculos que evidentemente son dramáticos. “Si el Estado no reenfoca su estrategia, no vamos a tener 500 mil infectados, sino probablemente 900 mil. No vamos a tener 40 mil muertos, sino 80 mil”.

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También sostiene que se está planteando como principal activo del país a la sociedad civil organizada y por eso se destaca a las representaciones de este tipo que, a lo largo de las últimas décadas, han cubierto las brechas y la ausencia del Estado.

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En otras palabras, hay una referencia a las rondas campesinas, a las juntas vecinales, a los comités del vaso de leche, a los clubes de madres, entre otros organismos. Estas instituciones tienen que reactivarse. Hoy estamos en un estado de contagio comunitario. Por lo tanto, necesitamos una respuesta de espíritu comunitario.

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Lo cierto es que el Gobierno no puede desconocer que hay una brecha de desigualdad que obliga a la gente a movilizarse porque sencillamente tiene que vivir el día a día. La situación que estamos atravesando es producto de una debilidad institucional, de un déficit severo de gestión, de un enfoque equivocado por no haber activado a las organizaciones sociales, según las criticas que se han dado tanto de la Defensoría como de la Iglesia

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En cuanto a las cifras, la opinión unánime es que éstas tienen que ser transparentes por sus cuatro costados de manera transversal, para que no haya engaños de ninguna clase. La propia sociedad es la que debe impulsar este enfoque que se requiere, si queremos ser honestos consigo mismos.

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No olvidemos que el coronavirus es implacable y hay que afrontarlo con el resguardo total de la población. En medio de tanta crisis de toda índole: la familiar, la económica, la laboral, la sanitaria y tantas otras más.

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Aquí están incluidos, evidentemente, los muertos por efectos del mal que tanto sentimos por su desaparición en sí. Los contagiados que padecen inclemencias y los recuperados, a quienes se le ha cambiado la vida por completo. Los sanos se cuidan y andan preocupados por la situación en si que es grave.  Este mal controvertido ha variado, para mal, a todo el mundo.

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En medio de tal desesperanza, el Presidente Vizcarra anunció un asunto de por sí muy trascendente: el gobierno gestiona la adquisición de 30 millones de vacunas contra el COVID        -19. Pese a que no existe antídoto definido, la proyección presentada por el mandatario señala que el primer lote llegaría el cuarto trimestre del 2020.

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Es decir, antes de fin de año. La esperanza es grande porque pareciera ser que, por ahí, están depositados los anhelos y el porvenir de la población peruana. Como una forma de que la luz se verá al final del túnel. Aquí na hay alternativas, si precisiones que se deben cumplir exactamente.

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Hay una obligación de referirnos al Congreso de la República. El hecho comprobado y efectivo es que esta institución sigue en su carrera desenfrenada de populismo, cuyo mal efecto puede, con seguridad, afectar y profundizar aún más la crisis económica existente en el país.

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Sus miembros, que son los congresistas, recurren al aplauso fácil y abandonan, con facilidad, el rigor técnico. Las actitudes de este tipo se han visto en la liberación del 25% de los fondos de las AFP, en la suspensión del cobro de peajes a nivel nacional y en una infinidad de proyectos de ley que aún esperan ser aprobadas.

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Quizá el más grave y el que sustenta el mayor sin sentido concierne a la devolución de los aportes de la Oficina Nacional Previsional (ONP). El objetivo del Congreso consignado en los dictámenes de tres comisiones es darles liquidez a ciertos ciudadanos (los ex aportantes mayores de 55 años que no cuentan con 20 años de contribución) que podrían solicitar el retiro del 100% del dinero, mientras que los actuales podrían retirar hasta 4 mil 500 soles en el contexto de la crisis.

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El problema, como han señalado múltiples expertos, es que este sistema previsional, a diferencia de las AFP, no cuenta con fondos de donde retirar el dinero: los aportes de los afiliados van directamente a pasar a los pensionistas. En pocas palabras, no hay como hacer el mentado reembolso, sin empeñar dinero del tesoro público. 

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De acuerdo con los cálculos del Ministerio de Economía y Finanzas, lo planteado por el Poder Legislativo demandaría la transferencia de 9 mil millones de soles, del dinero de todos los peruanos. Un gasto mayúsculo que, además, supone el ejercicio de una iniciativa de gasto que el Parlamento simplemente no tiene.

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Al cierre de la edición, hay una moción de consenso para ser aprobada que consiste en la devolución del 100% de aportes para aquellos afiliados desde los 65 años que no pudieron acceder a una pensión. En tanto, los aportantes activos e inactivos recibirán una compensación económica de hasta 1 UIT (S/. 4,300.00) y los jubilados de la ley 1990 accederían a un bono extraordinario de S/. 930.

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El costo fiscal de la medida ascendería a más de S/. 18,227 millones, según cálculos de las Comisiones. El monto supera largamente los S/. 1,300 millones que propuso la semana pasada el Ejecutivo a los partidos políticos, con bonos escalonados de entre S/ 350.00 y S/. 1,600. El Premier Martos anunció que observarán la iniciativa. Estemos atentos a lo que ocurra en los próximos días.

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Por otro lado, la representación nacional también deberá decidir, por insistencia, la suerte de la iniciativa que busca penalizar la especulación y el acaparamiento observada en julio por el Poder Ejecutivo. La misma equivaldría a controlar los precios de ciertos productos y para ponerla en práctica se tendría que definir un valor habitual para algunos bienes, cuando este en realidad varía, dependiendo de las fluctuaciones del mercado.

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En consecuencia, de convertirse en ley este proyecto, dependería mucho de la arbitrariedad y la distorsión sobre la oferta y la demanda. Lo que, es más, podría desembocar en la escasezde los productos que se pretenda proteger.

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En síntesis, si algo tiene en común estas iniciativas es que privilegian el efecto inmediato que pueden tener en la ciudadanía por encima del impacto que tendrán a largo plazo en la economía del país. Una circunstancia que coincide con la cercanía de las elecciones generales del 2021. Existe la necesidad de corregir rumbos. Ojalá lo hagamos. 

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Hay premisas obligatorias que cumplir que de por sí son trascendentales: combatir el virus a ritmo total y en unidad nacional, reforzar el proceso electoral que se viene en abril del 2021, a fin de entregar el poder a los que resulten elegidos por el voto popular y luchar por la reactivación de la economía que esta´{a por los suelos.

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En consecuencia, queremos una gobernabilidad efectiva que traiga, a la larga y de manera oportuna, progreso y bienestar para los peruanos. Todo los dicho son las grandes alternativas que requiere el país. (Noé)

1 comentario:

  1. Plenamente de acuerdo: todos, Gobierno-Sociedad-Organizaciones-Familia-Personas..... TODOS debemos actuar con ética-verdad-transparencia-justicia-solidaridad-constancia-esperanza-responsabilidad y tantos otros valores humanos que parece hemos olvidado......

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