Jean Paul Sartre ha sido tomado como un fenómeno intelectual que marcó a una generación.
El solo hablar de él es también fijarse en el intelectual que, a través de sus
obras literarias, transmitió su pensamiento filosófico con real maestría,
convirtiéndose en uno de los escritores contemporáneos más importantes de
Francia y del mundo, con una presencia persistente y hasta para muchos,
según se señala, insustituible
Exponente del denominado marxismo humanista. Sartre destacó como filósofo,
escritor, novelista, dramaturgo, activista político, biógrafo y crítico
literario. Nació en Paris, Francia, el 21 de Junio de 1905 y murió, en el mismo
suelo de la capital gala, el l5 de abril de 1980, a los 74 años de edad.
Jean Paul Sartre
Jean Paul Sartre
RECHAZO EL NOBEL
Resultó ser el décimo escritor francés seleccionado como
Premio Nobel de Literatura. Pero fue el único que lo rechazó, el año 1964,
explicando, en una carta a la Academia Sueca, que él tenía como regla declinar todo reconocimiento o distinción y que los lazos
entre el hombre y la cultura debían desarrollarse directamente, sin pasar por las
instituciones.
En una oportunidad, pasado un buen tiempo de la distinción
frustrada por decisión propia, dijo en una entrevista que se le hizo: “¿Por
qué no se me dio ese premio durante la guerra de Argelia? Ya tenía bastante
edad para recibirlo, mientras luchaba, junto a mis compañeros intelectuales,
por la independencia de ese país, contra el colonialismo. Lo que dejaba en
duda, con sus palabras, era evidentemente la imparcialidad y cierta inclinación
de conveniencia para otorgarse las distinciones.
CAUSA JUSTA
Luego, en esa
oportunidad, sentenció: “Pienso que, a pesar de mis principios, si se me
hubiera dado en aquel momento, lo habría aceptado. Si se hubiera dado a alguno
de los intelectuales que luchábamos por la independencia de Argelia, habría
considerado oportuno aceptarlo, porque ello hubiera manifestado el apoyo de la
opinión pública a una causa justa. El pensador trataba, por todos los medios,
de nunca ser manejado por intereses ajenos a sus convicciones.
Sus
padres fueron Jean Baptiste Sartre, un
oficial naval, y Anne-Marie Schweitzer, hermana de Albert Schweitzer, médico y teólogo franco
alemán que fue Premio Nobel de la Paz en 1952.
Su progenitor murió de un momento a otro
cuando él tenía apenas quince meses y Anne-Marie lo crió con la ayuda de su
abuelo, Charles Schweitzer, quien le enseñó Matemáticas y lo introdujo desde muy joven a la Literatura
clásica.
La
filosofía le atrajo desde su adolescencia en los años veinte, cuando leyó el Ensayo
sobre “Los Datos Inmediatos de la Conciencia” de Bergson. Muy influenciado por Kant, Hegel
Martin Heidegger, entre otros.
COMPAÑEROS
Estudió
en París en la elitista Escuela Normal Superior graduándose en 1929 con un
Doctorado en Filosofía. Fue durante sus estudios que conoció a Simone de Beauvoir y a Raymond Aron, filósofo, sociólogo
y comentarista político francés.
Sartre y de Beauvoir se volvieron compañeros
inseparables durante el resto de sus vidas, quienes juntos combatieron las
suposiciones y expectativas de los que llamaban ellos la vida burguesa. Llevando
una sonada relación amorosa muy especial, sin tener en cuenta ni ejercer la
monogamia. Cada uno tenía la libertad de hacer,
en este campo, lo que
efectivamente quería y pensaba.
Simone de Beauvoir: su compañera
Simone de Beauvoir: su compañera
Fue
soldado conscripto del Ejército Francés entre
1929 y 1931. Declaró posteriormente en 1959, que cada francés era
responsable colectivamente de los crímenes durante la Guerra de Independencia
de Argelia, país que fue muchos años
una colonia francesa.
En
1939, Sartre sirvió como Meteorólogo en
el Ejército Francés durante la Segunda Guerra Mundial. Lo capturaron las tropas alemanas en
1940 en Padux, pasando 9 meses como prisionero de guerra en Nancy y luego en Stalag.
Su
vida se caracterizó por una actitud militante de la filosofía. Nunca tuvo dudas
de solidarizarse con los más importantes
acontecimientos de su época, como el Mayo Francés, la Revolución Cultural China y con la Revolución Cubana.
Hay un
hecho de existencia constante que hay que destacar. A pesar de su abrumadora
fama mundial, Sartre mantuvo su vida sencilla. Con pocas posesiones materiales
y activamente comprometido a varias causas hasta el final de su vida.
MUERTE
Falleció
en el hospital de Broussais tras una
enfermedad, que de hecho le apartó de la dirección del periódico “Liberation”, años antes. Fue enterrado rodeado de una inmensa multitud. En efecto, más
de 20 mil personas acompañaron el féretro hasta el Cementerio de Montparnasse en Paris, donde descansan sus restos.
La tumba de Sartre y Simone de Beauvoir
La tumba de Sartre y Simone de Beauvoir
En cuanto a su pensamiento, Sartre consideró que el ser humano
está "condenado a ser libre". Es decir, arrojado a la acción y
responsable plenamente de su vida, sin excusas. Aunque admite algunos condicionamientos.
Los culturales, por ejemplo.
Pero no admite determinismos. Concibe la existencia humana
como consciente. El ser del hombre se
distingue del ser de la cosa por este último elemento. El devenir vital es un
fenómeno subjetivo, en el sentido de que es conciencia del mundo y conciencia
de sí. De ahí lo subjetivo.
Según Sartre, el hombre es el
único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como el se quiere, y como
se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia
la existencia, el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el
primer principio del existencialismo.
IZQUIERDISTA
El periodo inicial de la carrera de Sartre, definida en su
famosa obra “El Ser y la Nada”,
libro aparecido en 1943, fue seguido por un segundo momento de activismo
político e intelectual. En particular, su trabajo de 1948 “Manos Sucias” examinaba
el problema de ser un intelectual y participar en la vida pública al mismo
tiempo.
Nunca llegó a
afiliarse al Partido Comunista Francés (PCF),
aunque fue simpatizante de la izquierda y desempeñó un papel prominente en la
lucha contra el colonialismo francés
en Argelia.
Tenía una ayudante doméstica argelina, Arlette Elkaim, a quien la adoptó como hija en 1965. El escritor se opuso tajantemente a la Guerra de Vietnam, y junto a Bertrand
Russell y otras luminarias fundó una institución con el propósito
de exhibir los crímenes de
guerra de los Estados
Unidos. El organismo se llamó “Tribunal Russell”
Agudamente crítico de Stalin y del stalinismo
como expresión dictatorial y salvaje, su pensamiento político atravesó varias
etapas: desde los momentos de Socialismo y Libertad, agrupación política de la
resistencia francesa a la ocupación nazi, cuando escribe un programa considerando a esta corriente de estado como
contradictorio a la libertad del individuo,
Hasta que apareció su brevísima adhesión al Partido Comunista
Francés, y su posterior acercamiento a los maoístas. Su principal trabajo en el intento de comunión entre el
existencialismo y el marxismo fue hecho en
del libro “Crítica
de la Razón Dialéctica”,
publicado en 1960.
DEBATE
El énfasis de Sartre en los valores humanistas de Marx y su resultante lo llevaron al famoso debate con el
principal intelectual comunista en Francia de los años sesenta, Louis Althusser ,
en el que éste trató de redefinir el trabajo del pensador en un periodo
pre-marxista, con generalizaciones esencialistas sobre la humanidad, y otro
auténtico , más maduro y científico , a partir de obras tales como “Grundrisse” y “El Capital”.
Algunos entendidos en
la materia dicen que éste es el único debate público que Sartre perdió en su
vida, pero hasta la fecha sigue siendo un evento controvertido en algunos
círculos filosóficos de Francia.
Durante la Guerra de los Seis Días se opuso a la política de
apoyo a los árabes, pregonada por los partidos comunistas del mundo, excepto el
de Rumanía Junto con el pintor Pablo Picasso, organizó a 200 intelectuales
franceses para oponerse al intento de destrucción del estado de Israel,
haciendo un llamado a fortalecer los sectores antiimperialistas de ambas partes
como única forma de llegar a una paz justa y al propio socialismo. Sartre era
un admirador del kibutz.
Durante
las décadas de 1940 y 1950, sus ideas eran muy populares. El
existencialismo fue la filosofía preferida de la generación beatnik en Europa y Estados Unidos. En 1948,
la Iglesia Católica listó todos
los libros de Sartre en el Índex Librorum Prohibitorum.
La pareja de intelectuales con Ernesto "Che" Guevara
La pareja de intelectuales con Ernesto "Che" Guevara
OBRAS
La mayoría de sus obras de teatro están llenas
de símbolos que sirven de instrumento para difundir su filosofía. La más
famosa,” Huis Clos”, “A puerta Cerrada”, contiene la famosa línea: “L'enfer, c'est l´Autre”, “El infierno es el Otro”. El Otro , en francés tiene un
alcance universal y casi metafísico, como atrocidad y como alteración radical.
Además
del impacto de su libro “La Náusea”, la mayor contribución
literaria de Sartre fue su trilogía “Los Caminos de la Libertad”, compuesta
por tres volúmenes: La
Edad de la Razón, El Aplazamiento, y La
Muerte en el Alma, que traza el impacto de los eventos de la
pre-guerra en sus ideas. Se trata de una aproximación más práctica y menos
teórica al existencialismo.
Sobresalió
también su famoso ensayo sobre Gustave Flaubert, “El Idiota de la Familia”,
un minucioso y voluminoso texto relativo al autor de “Madame Bobary”, donde Sartre examina cómo brota el deseo de escribir. En 1964
escribió una autobiografía denominada
“Las
Palabras”.
Sartre
rechazó durante décadas la noción del “Unbewußtsein” (“Lo Inconsciente”),
particularmente la planteada por Freud.
Argumentaba que ello era un criterio “característico
del irracionalismo alemán”, y por
tal motivo se oponía a una psicología que se basara en un “irracionalismo”.
EL SER Y LA NADA
De
este modo es que intentó un “psicoanálisis racionalista” al cual llamó “psicoanálisis existencial”, basándose
en una total autocrítica del
sujeto hasta la profundización que eliminara la “mala fe”, que es un autoengaño.
Esto último basado principalmente en racionalizaciones
por las cuales el sujeto pretende tranquilizarse, y al tratarse precisamente de
“fe”, el individuo cree ciegamente en ellas sin cuestionarlas.
Sobre
este punto argumentó con precisión y sin tapujos: “Un ser humano adulto no
puede ni debe estar defendiendo sus defectos en hechos ocurridos durante su
infancia, eso es mala fe y
falta de madurez”.
Una caricatura del escritor
Una caricatura del escritor
En 1943 publicó “El
Ser y la Nada”, su obra filosófica más conocida, versión personal de
la filosofía existencialista de Heidegger. El ser humano existe como cosa (en
sí), pero también como conciencia (para sí), que sabe de la existencia de las
cosas sin ser ella misma un en sí como esas cosas, sino su negación (la nada).
Concebía a los
humanos como seres que crean su propio mundo al rebelarse en contra de la
autoridad y aceptar la responsabilidad personal de sus acciones, sin el
respaldo ni el auxilio de la sociedad, la moral tradicional o la fe religiosa.
Al distinguir
entre la existencia humano y el mundo no humano, mantenía que la existencia de
los hombres se caracterizaba por la nada. Es decir, por la capacidad para negar
y rebelarse.
TEORIA
Su teoría del psicoanálisis existencial
afirmaba la ineludible responsabilidad de todos los individuos al adoptar sus
propias decisiones y hacia el reconocimiento de una absoluta libertad de
elección. La condición necesaria de la auténtica existencia humana
La conciencia sitúa al hombre ante la
posibilidad de elegir lo que será. Esta es la condición de la libertad humana.
Eligiendo su acción, el hombre se elige a sí mismo, pero no elige su
existencia, que le viene ya dada y es requisito de su elección; de aquí la
famosa máxima existencialista: “la existencia precede a la esencia”.
Se le considero
un socialista independiente activo después de 1947. Criticó tanto a la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) como a los Estados Unidos en los años
de la guerra fría. En la mayoría de sus escritos de la década de 1950 están
presentes cuestiones políticas incluidas sus denuncias sobre la actitud
represora y violenta del ejército francés en Argel
Las obras de
teatro y novelas de Sartre expresan, asimismo, su creencia de que la libertad y
la aceptación de la responsabilidad personal son los valores principales de la
vida y que los individuos deben confiar en sus poderes creativos, más que en la
autoridad social o religiosa.
LITERATURA
Afirmó que la
influencia de la sociedad moderna sobre el individuo es tan grande que produce
la serialización. Lo que el interpreta como pérdida de identidad y que es
equiparable a la enajenación marxista.
Otros
textos de Sartre son: una biografía del controvertido escritor francés Jean
Genet. “San Genet Comediante y Mártir”
aparecida en 1954. Las obras teatrales “La
Puta Respetuosa” (1946) y “Los Secuestradores de Altona que data de 1959.
Sobre
la literatura afirmó: “Yo pienso que lo que hay que hacer es mostrar al hombre
en la infinita red de sus relaciones, con un horizonte y tomarlo como tema.
Para mí, en suma, la literatura tiene una función de realismo, de
amplificación, en efecto. Y, además, una función crítica. Función, por otra
parte, que asume por sí misma: el hombre no necesita saberse crítico para serlo.
La literatura tiene que ser crítica”.
Para
esto último y según el pensamiento sartriano, estos elementos son indispensables: tomar al hombre, mostrar
que está vinculado al mundo en su totalidad, hacerle sentir su propia
situación, para que se encuentre en ella, y se encuentre a disgusto, y, al
mismo tiempo, darle los elementos de una crítica que pueda facilitarle una toma
de conciencia. Eso es, más o menos, lo que puede la literatura, al parecer del filósofo.
EL SOCIALISMO
¡Que
era el socialismo para Sartre?
Se
trata-decía-, del movimiento de los hombres hacia su liberación. Esos hombres
que, precisamente, porque son metafísicamente libres –permítaseme que lo diga
así– se encuentran en un mundo de explotación y de alienación que les enmascara
y les roba esa libertad. La afirmación de esa libertad contra esa
situación, la necesidad para los hombres de tomar en sus manos su destino, de
tomarlo colectivamente. Pero también individualmente,
El
hecho, precisamente, de que todas las condiciones de explotación pueden
vincularse con esa situación de clase, eso es lo que denominó movimiento hacia
el socialismo. No creía que el socialismo exista ayer y hoy en parte alguna.
Si
afirmaba que hay países más adelantados que otros, porque han socializado sus
medios de producción. El socialismo, ya lo dijo antes, sólo puede ir acompañado
por la abundancia.
Pero suponía que, a partir del momento en que
la abundancia esté ligada a la supresión de las clases, es decir, a la
supresión de las inversiones individuales, de la propiedad privada de los
medios de producción, a partir del momento en que la explotación ya no tenga
sentido, en ese momento podrán plantearse los hombres sus verdaderos problemas, en la igualdad.
IGUALDAD Y LIBERTAD
Es decir, igualdad y libertad son una sola y
misma cosa. “No pienso que el socialismo sea el fin de la historia de la
humanidad, ni el surgimiento de la felicidad para el hombre. Pienso que es el
momento en que los verdaderos problemas se plantearán, sin ser enmascarados por
otros problemas, como son los problemas de clase, los problemas económicos y de
explotación”, decía Sartre.
Un ruso le señaló un día, y le pareció
profundamente cierto, que a partir del momento en que el socialismo se halle
verdaderamente instaurado, a partir del momento en que el hombre sea libre,
dueño de sí mismo, a partir del momento en que actúe en la colectividad y ésta
actúe sobre él, a partir de ese momento se plantearán los verdaderos problemas
filosóficos y metafísicos.
A partir de ese momento, el hombre llegará a
conocerse a sí mismo. No consideró al socialismo como un Edén, sino más bien
como algo en desarrollo indefinido, que debe poner al hombre en posesión, cada
vez mayor, de sus problemas, de su tragedia y de sus poderes de acción.
Como pensamiento y especulación filosófica perfecta.
Pero como realidades, las ideas de Sarte fueron tan solo hechos de carácter
intelectual. Con valor, evidentemente. Pero nada más. Tampoco nada menos. Lo
comprobado es que nunca fueron hechos concretos. Si aportes a la humanidad de evidente calidad,
aunque se pueden discrepar de ellos. Como validez, precisamente, de la
existencia humana. (Edgardo de Noriega)
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