Se dicen que van a condenarlas,
se dice que las inofensivas comerciantes de buenaventura no podrán ejercer en
París su profesión liberal. Y no lo creo. Son perennes como la credulidad humana
y son necesarias como la esperanza.
Desde hace pocos años aumenta
considerablemente su mercado. ¿En cuál barrio de París no hay profetisas? Que
digo, si por las calles, en los primeros días del año, hay mujeres vendadas
que, junto a lámparas de acetileno, pronostican por un franco la fortuna
inminente y el amor de todas las mujeres guapas.
Amor, esperanza de amor eterno es
lo que va allí a buscar de preferencia. Ha sido y es aún el primer rito de la
aventura amorosa. ¡Qué enamorado no se dejó arrastrar a esos pisitos casi
clandestinos que ostentan en la puerta una tarjeta de misterioso nombre!
Los hay sencillos como oficinas
de bolsitas, los hay más complicados con atributos de cábala. Las señas de las
vaticinadoras las habéis hallado en la cuarta plana de los periódicos o en la
hoja suelta de un “camelot” del bulevar. Y por supuesto, los hombres no van
allí nunca solos. Los acompaña alguna gentilísima, porque todas las mujeres
bonitas de París, creen en signos y en presagios constantes del caprichoso demiurgo
que nos gobierna
La vaticinadora nos recibe con
voz mimosa en un cuarto oscuro decorado con búhos. Trae barajas de todos
tamaños y cafeteras para leer el destino de la pareja en la espuma tornasol del
café. Sus manos tienen la pericia de los gurrupiés de los casinos.
Garcia Calderón el autor de esta nota.
Garcia Calderón el autor de esta nota.
TAROT
Y van saliendo espadas o
bastos-porque el tarot es sólo la baraja española-, espadas y bastos que son
fortuna y reyes de copas que son, si no me engaño, el mejor signo. Para leer el
destino en el café es necesario dejar colgando en un cabello la sortija
dilecta. ¡Cuántos corazones se quedan retenidos por ese cabello rubio!
Naturalmente- por algo somos
generosos- el pronóstico invariable es amor eterno que dura a veces menos que
las rosas. Pero los miserables corazones salen aliviados como de la gruta de
Lourdes
Y no penséis que sólo son las postulantes
del vaticinio esas nanas enharinadas, esas musetas pálidas sobrevivientes de la
antigua bohemia, o las modistillas en espera del príncipe fabuloso. Son, por
supuesto, las mejores clientas. Pero el gran mundo va allí lo mismo que el
mundo a medias, continuando así las mejores tradiciones de Francia.
Recordaréis que Josefina de Beauharnais,
aquella lánguida criolla a quien Napoleón, italianizando su cariño, llamaba “mío
dolce amore”, puso de moda a la Beauchamp, una famosa pitonisa de la rue de
Tournon. Y la señora de Pompadour iba también a averiguar por las cartas si el
corazón de su rey podía ser mudable.
Era natural que con la guerra
creciera el número de sibilas. ¡Hay tantas angustias álgidas, tantos corazones
obstinados! Un funcionario encargado de anunciar a las familias los “muertos en
el campo
de honor” me ha contado esas desgarradoras comedias de la esperanza.
El tarot
de honor” me ha contado esas desgarradoras comedias de la esperanza.
El tarot
TAL VEZ…
Cuando va a anunciar a una mujer
que su hombre ha muerto, no le dan crédito a menudo. Tal vez es un error
administrativo o sólo está prisionero. Quizás, tal vez, pudiera ser… Entre la
certidumbre del funcionario y la ilusiona de cualquier vaticinadora, eligen
ésta. Los hombres siempre fueron así. ¡Cómo no han de serlo esas crédulas
mujeres desventuradas!!
Y alguna vez, en efecto, no se
equivocan. Esa “voz del corazón” que nos hace sonreír como un adorable
becquerianismo de mujer sentimental, no siempre es engañoso presentimiento. Ha
ocurrido que, al presentarse el funcionario a anunciar una muerte, halla al
difunto vivo y recién llegado de las trincheras. Por eso no sin razón responden
las sibilas desprestigiadas cuando se les echa en cara sus engaños:
-En todo caso hacemos obra
caritativa porque damos ilusión a quien iba a perderla y obra patriótica porque
siempre anunciamos la victoria. ¡Cómo privar al público de su más tónica
esperanza!
Estas mujeres podrían ser las vaticinadoras modernas en París.
Estas mujeres podrían ser las vaticinadoras modernas en París.
MATERNALES
Y, ciertamente, estas sibilas
modernas no quieren como las antiguas sembrar espantos. Son maternales, sólo
anuncian larga vida y amor perenne. ¡Cómo culparlas si son tan breves los años
y los amores!
Cuando más se le podría reprochar
la mentira. Pero estas misma es bondadosa, utilísima. “He puesto fin-dice el
Prometeo de Esquilo- a los terrores que el porvenir inspira a los humanos,
haciendo vivir en sus almas esperanzas ciegas” Ellas también han vendado al
cruel amor, han enjugado rostros lívidos.
En vez de multarlas, de
encarcelarlas, yo quisiera que el gobierno francés fundara con ellas una Cruz
roja espiritual para las almas desesperadas. (Editado, resumido y condensado del libro “Obras Escogidas de Ventura
García Calderón”, destacado intelectual peruano que, con sus
estudios, rescata los orígenes culturales de este país. Nació por un azar
patriótico en Paris, retornó al Perú donde estudió. Posteriormente volvió a
Francia en 1905 salvo cortos intervalos por aquí, Rio de Janeiro y Bruselas
hasta 1959 en que murió, siempre habitante de la ciudad luz)
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