La guerra civil de 1895, que
enfrentó a las huestes de los caudillos
montoneros Nicolás de Piérola y Augusto Durand con las del gobierno presidido
por Andrés Avelino Cáceres, dejó de por medio más de dos mil muertos insepultos
durante dos días regados en las
polvorientas calles de Lima, como parte dramática y trágica de un
Perú en convulsión permanente. Así terminaba
lo que Jorge Basadre, en su “Historia de la República”, llamó el segundo
militarismo instaurado en el país después de la Guerra con Chile para dar paso
a la República Aristocrática de gobiernos civiles, que abarca los tiempos finales
del lejano siglo IX y hasta 1919 del mismísimo XX, la centuria anterior a ésta. También ya de
muchísimos años atrás. Pero con la obligación, como peruanos, de conocerlos
a profundidad y de ninguna manera tergiversarlos.
Todo ello luego de recordar y
consignar a continuación la versión que relató la hija del héroe de la Guerra
con Chile, Hortensia Cáceres Moreno de
Porras, en una carta que publicó el diario “El Comercio” el 21 de Marzo de
1931, a raíz de que ella consideraba que
los periódicos-como el diario “La Noche” de aquella época y que ya no existe- cambiaban
por completo los hechos históricos.
La copia de la misiva para este comentario,
convertido en un documento aclaratorio de trascendental importancia, ha sido
proporcionado gentilmente a Miscelánea
por el historiador Rodolfo Castro Lizarbe, profundo estudioso del pasado nacional y específicamente del ”Brujo
de los Andes” y su esposa Antonia Moreno de Cáceres, la heroína cabal de la
Guerra del Pacífico.
Cáceres cuando era Presidente del Perú
Cáceres cuando era Presidente del Perú
NI CARRETA, NI CAMILLA
“No es cierto que mi padre salió
de Palacio de Gobierno, en aquella oportunidad ocurrida el 17 de Marzo de 1895,
en una carreta del servicio oficial, que fue extraído en una camilla y tampoco
que, una vez firmada la tregua, escapó de su casa”, subraya la hija de Cáceres.
Luego añade para contribuir con
la verdad histórica: “Es pueril imaginar que un militar que empezó su carrera
voluntariamente a la edad de 17 años presentándose siempre a las balas del
adversario y cuyo cuerpo recibiese, en más de un combate, el bautismo de sangre,
saliese a la hora undécima con un gesto de cobardía.
El día anterior al enfrentamiento
lamentable pero también inevitable entre los peruanos, la familia Cáceres la pasó en Palacio de
Gobierno. Doña Antonia y dos de sus hijas-una de ellas Hortensia- acompañaban a
su padre muy preocupado por lo que se venía venir.
Según la versión de doña
Hortensia, en aquellos días, el intendente descubrió un complot para hacer
volar a los miembros de la familia
Cáceres. “La madrugada del 17 nos despertamos con la salva del fuego nutrido de
las montoneras pierolistas que atacaban
la Casa de Pizarro”.
Los Cáceres intentaron salir por
la puerta principal. La guardia sostenía el fuego y tuvieron que retroceder.
Por su parte, los soldados de la guardia presidencial tuvieron el bello y
valeroso gesto de colocarse delante de la familia, como señal de amparo y de
morir por ellos en su defensa.
ARRANQUE
Mientras tanto, el Presidente de
la República daba órdenes a la tropa que
comandaba, mientras que el Intendente, Coronel Julio Aguirre, pudo sacar a doña
Antonia y sus hijas por Desamparados.
“En una casa vecina a la estación esperamos
que la Plaza de Armas estuviese despejada para salir al Palacio Arzobispal
donde llegamos. Desde los balcones
veíamos a Papá pasear delante de la puerta de Palacio, acompañado con
lealtad y valentía por sus ministros doctor Salvador Cavero y Nicanor Carmona”, cuenta Hortensia
Hortensia Cáceres pequeña con su madre y sus hermanas
.
Hortensia Cáceres pequeña con su madre y sus hermanas
.
También indica que, en un
arranque muy suyo, el Brujo de los Andes avanzó hacia la vieja pila colonial
ubicada al centro de la referida plaza cargada de tanta historia, mientras las
balas silbaban alrededor de ella.
Exactamente dos de los
proyectiles cayeron en el balcón donde las Cáceres estaban asomadas con una
angustia para no perder de vista al héroe de la guerra. En ningún instante se
cerraron las puertas del histórico Palacio de Gobierno.
Hortensia Cáceres afirma al
respecto: “Los días 17 y 18, con abnegación conmovedora, los soldados
sobrevivientes de aquella famosa campaña de La Breña se batían solos cuando los
adversarios ocultos, detrás de ventanas y balcones, les mataban a sus
oficiales.
Ella, en su carta de protesta,
calcula que habían quedado más de dos mil muertos en las calles de la capital.
“No hay que olvidar que eran peruanos. Esta hecatombe conmovió hondamente a mi
padre, pues él idolatraba a sus soldados tan sufridos y leales”.
AFECTADO
La noche del 18, Cáceres vino donde su familia solo, durante la tregua que él otorgó, conversando con su
esposa doña Antonia, detrás de la puerta del Palacio Arzobispal. Estaba
profundamente afectado porque sus soldados, casi moribundos y balbuceantes, le
vitoreaban cuando él les acariciaba al verlos llegar heridos.
Cáceres dijo a su esposa e hijas: “El Delegado
Apostólico me ha pedido que dimita el mando supremo para cortar la guerra civil. Aunque tengo aquí muchas
tropas y podría hacer venir a las que están en Pisco por lo cual me sería fácil
desalojar a Piérola del Convento de San Agustín, donde se refugia, he decidido
dimitir para evitar más derramamientos
de sangre hermana que tanta falta puede hacer más tarde”.
Los montoneros ingresan a Lima contra el "Brujo de los Andes".
Los montoneros ingresan a Lima contra el "Brujo de los Andes".
DIGNIDAD
“Haces bien”, le respondió doña
Antonia. Convinieron, entonces, en reunirse en la Legación Británica. La junta
de jefes y oficiales que el 19 convocó Cáceres en Palacio protestó, ofreciendo
derramar la última gota de sangre para
evitar el derrocamiento presidencial. El Jefe de Estado respondió: “Aquí se ha
cumplido con el deber en defensa por el principio de autoridad. No puedo aceptar
que se sacrifiquen por mí. Acaten mi
resolución”.
Según doña Hortensia, después
de haber organizado una Junta de
Gobierno con dos ministros caceristas, dos pierolistas y Manuel Candamo como
Jefe, Cáceres se retiró de Palacio ni en carreta ni en camilla. Como un militar
digno. Luego se dirigió a la referida legación Allí nos dijo: "Me alejo del
país porque no quiero que mi presencia cause perturbaciones políticas”
Salió en la noche a pie acompañado del Cónsul de ese país y de otras
personas. El mandatario tomó el tren en la estación de Viterbo y en El Callao
se embarcó en un vapor alemán rumbo a Buenos Aires, remarca su hija. Mientras
que en el trayecto de Lima al Callao, nadie lo molestó.
Para la señora Cáceres de Porras hay dos verdades
históricas: el 17 de Marzo de 1895 no hubo vencedores ni vencidos, la primera.
Mientras que la segunda-lo recuerda fehacientemente- “después del sangriento
combate se destacó un gesto más de amor abnegado a la patria del caudillo de la
Breña, que pudiendo aún combatir no quiso hacerlo por sentimientos humanitarios
y prefirió hacer renunciamiento a sus ideales políticos”. Vale la aclaración
como parte del esclarecimiento de nuestra historia tan gloriosa.
Interesantes datos que implican mucha historia. La valentía de Cáceres queda retratada de cuerpo entero con el relato de su hija Hortensia. Lo lamentable, evidentemente, la guerra civil entre peruanos. Que nos sirva de lección. Juan Guardiola
ResponderEliminarLa señora Cáceres puso sobre los puntos sobre las ies en un hecho histórico de mucha importancia pero lamentable porque había un enfrentamiento entre peruanos. Cáceres quiso ser enlodado. Pero la hija lo evitó. Vale. Angela Flores.
EliminarLa señora Cáceres puso sobre los puntos sobre las ies en un hecho histórico de mucha importancia pero lamentable porque había un enfrentamiento entre peruanos. Cáceres quiso ser enlodado. Pero la hija lo evitó. Vale. Angela Flores idheas.org/biografia-de-suga/
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