La conquista del Perú por los
españoles no es solamente uno de los
dramas más impresionantes que el historiador pueda evocar. También es el
más extraño espectáculo que se haya ofrecido jamás al economista. Dos civilizaciones, dos sistemas sociales, dos
concepciones de vida chocaron entre sí y ese choque determinó el derrumbamiento
de un imperio.
Ese imperio fue el de los incas.
Varios autores tales como
Lorente, Martens y Reclus lo calificaron de socialista porque la tierra en el
Perú era objeto de un derecho de
propiedad colectivo de los habitantes. Por el contrario, otros como Payne,
Cunow y Latcham consideraron erróneo ese epíteto, porque estimaban que los
soberanos peruanos se habían limitado a mantener esas comunidades agrarias que
se encuentran en la aurora de todas las civilizaciones y que forman las células
de las sociedades primitivas.
La palabra socialismo se presta,
en verdad, a confusión. Hemos abusado de
ella de tal manera en nuestros días que se ha hecho para muchos una etiqueta
muy vaga, aplicable a teorías sumamente diferentes una de otras.
Precisaremos, pues, colocándonos
estrictamente en el punto de vista económico que el socialismo, opuesto al
individualismo, comporta la sustitución de un plan racional de organización al
equilibrio espontáneo obtenido por la acción del interés personal y el libre
juego de la concurrencia, instituyendo este plan mismo una cierta comunidad de
bienes.
Luis Boudin.
Luis Boudin.
POSTULADO
Un sistema planificado y
autoritario que anula la propiedad individual, tal es la definición del
socialismo que puede admitirse como un postulado. El Perú de los incas no es,
en manera alguna, un estado socialista puro conforme a esta definición. Sino
que recuerda, por ciertos aspectos, a otros estados de la antigüedad,
especialmente al de Egipto.
De hecho no existe socialismo
puro, como no existe individualismo perfecto. Lo absoluto es un caso-limite que
encuadra la vida económica y que merece ser estudiado en razón de su
simplicidad, como primera aproximación a la realidad.
La realidad misma es mucho más
compleja y podemos decir que ha habido en el Perú a la vez colectivismo agrario
y socialismo de Estado, el uno muy anterior a los incas, el otro establecido
por estos conquistadores. El uno resultado de una larga evolución. El otro
creación del genio humano.
Esta superposición de las
comunidades agrarias y del socialismo de estado permite resolver las contradicciones
que pueden encontrarse en un gran número de obras y el verdadero problema tal como se presenta a
nuestros ojos es investigar como esa
superposición ha podido realizarse en la
práctica.
RESPETO
No debemos perder de vista el
hecho fundamental de que la dominación incaica se había extendido
progresivamente a las diferentes tribus sudamericanas sólo poco tiempo antes de
la llegada de los españoles. En consecuencia, varias regiones formaron parte
del imperio durante muy corto número de años.
Además los soberanos incas tenían
por regla respetar en la más amplia medida las costumbres de los pueblos
conquistados. El sistema que establecían era, pues, aplicado de diferentes
maneras, según el tiempo y el lugar.
Para comprenderlo, hay que
representarse a las tribus indígenas como constituyendo una serie de
comunidades sobre las cuales los incas echan el marco de una organización
socialista, pero este marco no es, de manera alguna, rígido, como se lo han
imaginado la mayor parte de los autores.
Por el contrario es
extremadamente flexible y se adapta más o menos a las organizaciones
preexistentes. En esta desigual adaptación lo que ha inducido a ciertos
escritores a negar la unidad del imperio. El marco es flexible y solamente a la
larga para las tribus de la región central del Perú, conquistadas desde hacía
mucho tiempo, termina por encajar exactamente en el substrato antiguo.
Tres consideraciones hacen
particularmente interesantes el estudio de este imperio. En primer lugar, su
aislamiento. Si una influencia cualquiera venida del viejo mundo se hizo sentir
en América antes de la llegada de Colón,
ella remonta a tiempos tan lejanos que puede ser considerada como de escasa
importancia.
Mapa del Imperio Incaico
Mapa del Imperio Incaico
CIVILIZACIONES
Las grandes civilizaciones
mediterráneas se han condicionado unas a otras, pero los pueblos de los Andes
no han recibido de nadie la llama sagrada y han debido hacer brotar la luz por sí
mismos. Se comprende fácilmente el estupor de los españoles al descubrir, más
allá de los mares, ciudades, templos, palacios caminos, almacenes públicos
llenos de riquezas, todo un pueblo admirablemente administrado y que, sin
embargo, no conocía ni la rueda, ni el hierro, ni el vidrio, ni la mayor parte
de los útiles usados por entonces en
Europa. Que no tenía o tenia apenas
animales domésticos y que ignoraba la escritura.
En segundo lugar, el estudio de
la América del Sur en tiempos de los incas no nos remonta a las épocas brumosas
de la prehistoria y ni siquiera tendría
por qué ser comparado con el de Egipto o de Asiria.
Fue en el momento del
descubrimiento del Nuevo Mundo cuando el Imperio Incaico alcanzó su apogeo. Es
decir a fines del siglo XV y comienzos del XVI. Si este estado nos parece tan
antiguo que debemos hacer esfuerzos para recordar la elemental verdad que acaba
de enunciarse, es en razón de su mismo
aislamiento. El alejamiento en el espacio equivale a un retroceso en el tiempo.
MISTERIO
En fin aunque de época reciente,
la última gran civilización andina precolombina permanece todavía en el
misterio. Numerosos son ya los que han investigado en el pasado para arrancarle
sus secretos, pero más con la preocupación de reconstituir la cadena de los
hechos que de profundizar en el carácter de las instituciones.
El historiador ha cumplido su
obra. Ha abierto nuestro camino, pero no utilizaremos el fruto de sus
investigaciones sino en una medida restringida. Recordaremos en dos palabras la
sucesión de los acontecimientos para situar nuestro tema, sin tratar en modo
alguno de tomar posición en las controversias que se han suscitado con respecto
a las genealogías reales o a las fechas exactas de las conquistas.
Los antiguos cronistas relatan
hechos contradictorios con la más
perfecta inconsciencia y los escritores modernos los reproducen sin comentarios
con la mayor desaprensión. Uno declara que el comercio no existe, y más
adelante, describe ferias y mercados.
Otro nos representa a las tribus
andinas anteriores a la conquista incaica como sumidas en la barbarie y habla
enseguida de sus métodos de cultivo y de su organización. Y así otras tantas
pruebas de las incertidumbres que subsisten en el espíritu de los autores.
DECEPCION
Por eso decepciona el resultado
de las lecturas y de las investigaciones. El imperio de los incas no es
representado alternativamente, como el desarrollo normal de una sociedad
anterior o la realización del plan concebido por un soberano. Como el régimen
tiránico más atroz que el mundo haya conocido jamás o una organización ideal
cuya ruina debe arrancarnos lagrimas.
Como un sistema perfeccionado de
esclavitud o una morada idílica. Cada escritor antiguo o moderno, según sus
gustos, sus aspiraciones, sus ideas, sus pasiones, ha presentado un Perú a su
manera. El crítico imparcial se pregunta con sorpresa qué extraño imperio es
ese que algunos han podido considerar como un infierno mientras otros lo
consideran como un paraíso.
Verídica en exceso es la
melancólica frase que Menéndez pone a la cabeza de su “Manual de Geografía y Estadística
del Perú: “Ninguno de los estados europeos quieren formaron parte de la
monarquía española, fue objeto de tantos estudios como el Perú, pero ninguno ha
sido tampoco la fuente de tantas inexitudes y tantos errores”.
No es solamente el economista
quien puede sacar provecho al estudiar la organización incaica: el historiador,
el sociólogo, el arqueólogo, el etnólogo tienen también interés en conocerla a
fondo para orientar sus investigaciones.
Hay que recurrir a todo, sea para
esclarecer el pasado a base de los vestigios que las investigaciones han sacado
a la luz del día, sea para revelar en el presente las supervivencias capaces de
explicarnos las antiguas costumbres de las que son el último reflejo.
EXAGERACIONES
La insuficiencia de trabajos relativos a la
América del Sur precolombina obliga a estudiar y exponer ciertas cuestiones de
historia o de sociología. Las comparaciones entre sistemas económicos
establecidos en épocas diferentes deben ser hechas con la mayor prudencia.
Hay exageraciones de los autores
que buscan en la experiencia peruana coyuntura para hacer la apología o la condenación
del socialismo moderno. Para medir la distancia que separa la sociedad incaica
de la nuestra basta con observar que la economía estaba en manos de una elite
formada cuidadosamente, la cual fue destruida por los indios mismos en el curso
de las guerras civiles y por los españoles en tiempos de la conquista.
Este es
un imperio singular desmontando al que se le despojo de fuerza política y
militar con anécdota y leyenda. Lo de los Incas fue una extraordinaria aventura
con un sistema económico muy interesado pero aún no precisado (Introducción del libro “El Imperio Socialista de los
Incas”, cuyo autor es Louis Baudin, Profesor de la Facultad de Derecho de
Paris)
Este es un imperio singular desmontando al que se le despojo de fuerza política y militar con anécdota y leyenda. Lo de los Incas fue una extraordinaria aventura con un sistema económico muy interesado pero aún no precisado https://ideandando.es/que-es-el-cristianismo/
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