martes, 31 de marzo de 2015

LA PUERTA: EL INCONDICIONAL DE PRADO

Lo que más se  conoce del militar y político peruano es que durante su actuación pública fue  un hombre incondicional a Mariano Ignacio Prado. En tal condición, Luis La Puerta de Mendoza llegó a ser Presidente del Perú por brevísimos tiempos en momentos convulsionados y muy difíciles. La primera vez en 1868 cuando de por medio  ocurrieron enfrentamientos bélicos internos entre los peruanos por la lucha de llegar a mandar en el país. Mientras que la segunda, la situación fue más grave aún, en plena Guerra con Chile, cuando  asumió la magistratura de la nación en dos etapas.  Una de mayo a noviembre de 1979 de forma interina, mientras el presidente luchaba contra el enemigo en el sur del país.  La otra  tras la inesperada y criticada huida del mismo al extranjero. En esta última oportunidad,  el poder  le duró escasamente cuatro días, del  18 al 23 diciembre de ese mismo año porque fue derrocado por Piérola.
Nacido en el seno de  una aristocrática familia cuzqueña, era hijo de  Ignacio Francisco La Puerta y Gertrudis de Mendoza Jara. Su padre  Caballero  de la Orden de Carlos III y su madre nieta del Marqués de Casa Jara y sobrina de la Condesa de Casa Palma. Sus estudios los realizó en el Colegio de San Bernardo y hasta tentó ser abogado. Pero se inclinó por la carrera militar, incorporándose al Batallón Zepita.
En el curso del gobierno de La Mar, intervino en la campaña contra Bolivia y en la Guerra frente a la Gran Colombia, peleando en la batalla del Portete de Tarqui. Ya bajo las órdenes del Presidente Agustín Gamarra estuvo en la campaña  bélica ocurrida en la frontera boliviana. Todos estos episodios se desarrollaron los años  1828,1829 y 1831, respectivamente.



La Puerta con la banda presidencial.

CON SALAVERRY
Como Edecán de Gamarra, acompañó al caudillo en la organización  de la resistencia a la invasión boliviana de 1835. Luego pasó a pelear a órdenes de Felipe Santiago Salaverry,  interviniendo en  las batallas de Uchumayo y Socabaya. Luego lo tomaron preso  los bolivianos.
Confinado en las montañas altiplánicas de Mojos y Chiquitos, salió desterrado rumbo a California, Estados Unidos. Pero pudo pasar a Chile. Retornó al Perú después de la derrota de Santa Cruz en  Yungay (1839).
Nuevamente edecán de Gamarra, asumió el comando del Batallón Pichincha que invadió Bolivia. Allí las fuerzas peruanas  fueron derrotadas en  la Batalla de Ingavi, donde precisamente murió el presidente peruano.
Organizó en el Cusco la defensa contra la invasión boiviana y, cuando se obtuvo la paz, apoyó el pronunciamiento del General Francisco de Vidal, a quien ayudó en la victoria de Agua Santa sobre las tropas del General Torrico en 1842. 
APOYO A CASTILLA
Vidal, en su condición de  mandatario le confió el despacho de la Secretaria General de la Presidencia con el titulo de ministro general. Al año siguiente, en tiempos del  Directorio de Vivanco, lo desterraron rumbo  a Chile.
Pero  logró plegarse al levantamiento de Domingo Nieto y Ramón Castilla. Participó en la Batalla de Carmen  Alto que selló el triunfo de los revolucionarios. Lo eligieron Diputado por la provincia cusqueña de Chumbivilcas, cargo que ejerció entre 1845 y 1851.
Recibió en Piura los restos del ex Presidente La Mar traídos desde San José de Costa Rica. Ejerció el cargo de Prefecto de Ayacucho Y Cusco. Vocal de la junta constituida para renovar las ordenanzas del Ejército y Jefe Militar de Junín.
Simpatizó con los Liberales en contra del gobierno de Echenique. Por eso mismo secundó la revolución que en Arequipa inició Castilla y allí luchó tanto en Miraflores y en la batalla de La Palma que le dio el triunfo a los insurrectos.
Colaboró directamente con el gobierno de Castilla  del cual fue Ministro de Guerra y Marina en 1855. Candidato a la Presidencia de la República en las elecciones de 1862 que ganó Miguel de San Román.
Concurrió luego al Combate de Dos de Mayo contra la Escuadra española. Posteriormente  en su calidad de Presidente del  Consejo de Ministros se  encargo del mando de la nación. Mientras tanto, el Presidente de la República, Mariano Ignacio Prado estaba en el sur luchando contra la revolución estallada en 1867.

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La batalla de Ingavi.

LO DEPONEN
Cuando éste retornó a Lima dejó el mando a La Puerta quien quiso hacer lo mismo a favor del Mariscal Antonio Gutiérrez de la Fuente, que era el Alcalde de Lima. Pero llegó el General Francisco Diez Canseco, uno de los caudillos de la revolución de Arequipa, quien asumió la mal alta magistratura de la nación y se la pasó, de inmediato, a su hermano Pedro Diez Canseco. A quien, dicho sea de paso, le correspondía constitucionalmente.
Elegido Primer Vicepresidente de la República del segundo gobierno constitucional de Prado iniciado en 1876. Nuevamente fue encargado del mando cuando  el Presidente se fue al sur y dirigió las operaciones militares peruanas de la Guerra del Pacífico, entre el 17 de Mayo y el 28 de Noviembre de 1879.
Lo mismo hizo cuando el mandatario viajó al extranjero para comprar armamento. Pero a los pocos días fue depuesto por el golpe de estado comandado por Nicolás de Piérola. Para justificar su deposición se arguyó su avanzada edad, 68 años, que aparentemente lo hacía  incapaz para desempeñar una alta función de gobierno en medio de la guerra. Había nacido en el Cusco el 25 de Agosto de 1811. Sin embargo, el militar murió muchos años después, el 21 de Octubre de 1896.
Un grupo de ciudadanos ilustres, tras la ocupación chilena de Lima, lo visitó en Febrero de 1881 para convencerlo que reasumiese el poder.  La Puerta se negó porque cuando Piérola lo destituyó, nadie levantó una voz de protesta. Había decidido vivir tranquilo en la paz de su hogar. Cosa que efectivamente hizo, hasta que falleció a la edad de 85 años.

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