El carácter lo tenía fuerte y decidido con lealtades que las
mantenía incólumes y a la hora de tomar
acciones de beneficio de ninguna manera vacilaba. Por eso mismo estando
en el poder supremo interino de la Presidencia de la República del Perú por
poco tiempo, entre abril y mayo de 1835, trató de reprimir severamente a los
bandoleros que asolaban la Lima antigua
de aquella convulsionada época.
Juan Angel Bujanda Unsuluarte, nacido en el Cusco el 23 de Julio de
1792 y muerto en Santiago de Chile el 10 de Octubre de 1836 a los 44 años, fue
un disciplinado militar y destacado político. Precursor de la Independencia
del Perú cuando luchó en las filas
revolucionarias, durante la rebelión
ocurrida en la ciudad imperial en 1814.
Esta vez lo derrotaron, persegiendolo a mansalva.
Entonces tuvo que salir de su tierra natal y esconderse por otros lares.
Felizmente, al cabo de algún tiempo, volvió y se reintegró al servicio del
gobierno virreinal.
Instaurada la República, lo nombraron
Prefecto del departamento del Cusco, entre los años de 1828 y 1834. Era
considerado el brazo derecho del
Presidente Agustín Gamarra, en el sur del país. Durante la dictadura de Felipe
Santiago Salaverry se encargó del mando supremo, en las fechas ya indicadas.
Bujanda: militar y politico
Bujanda: militar y politico
INTENDENTE
Hijo de Nicolás Bujanda y de Buenaventura
Unsuluarte. Al parecer se dedicó al
comercio desde temprana edad y, a poco de iniciarse la revolución acaudillada
por Mateo Pumacahua, asumió las funciones de Intendente del Ejército. Era el 1°
de Septiembre de 1814.
Venció a los realistas en Cangallo
y ocupó con sus tropas la ciudad de Arequipa. Hasta que, finalmente, fue
derrotado en la Batalla de Umachiri desarrollada el 11 de Marzo de 1815. La que peleó,precisamente, el poeta Mariano Melgar. Sus
bienes confiscados y, durante algunos
años, se ocultó en abruptos lugares.
Las instancias y circunstancias
se pusieron a su favor y las promesas de amnistía se concretaron. Por eso es que retornó a la histórica ciudad cuna del incanato, aún bajo el dominio español. Fue Regidor del Cabildo (1822).
Aportó 200 pesos al “empréstito voluntario”
que el comercio local ofreció a las autoridades
virreinales, para aliviar sus necesidades. Como juez diputado del
comercio recaudó 14 mil 800 pesos en dinero en efectivo y en especies para los
mismos fines, demostrando una acrisolada honradez admirable.
Al finalizar la dominación
española y teniendo en cuenta su pasado revolucionario, pasó a desempeñar
cargos públicos bajo el régimen de la República. Se le confió la Subprefectura de Urubamba y con el
grado de Coronel se extendió su jurisdicción, a las provincias de Calca y
Paucartambo.
OBRA
Fue promovido a la Prefectura y
Comandancia General del Cusco y aunque elegido representante de la
Convención Nacional (1833), el Presidente Gamarra lo mantuvo al frente de
ese departamento.
Como Prefecto del Cusco favoreció
a los hospitales, la casa de los huérfanos y el hospicio de los pobres. Una manifestación evidente de una profunda
emoción social. También mejoró los caminos y abrió uno de Santa Ana y otro en
Urubamba que permitió al descubridor,
Mariano Sánchez, encontrar las ruinas de la ciudad incaica de Choquequirao
Enfrentó la sublevación del
Coronel Gregorio Escobedo, siendo
apresado por los insurgentes. Luego liberado, gracias a una oportuna reacción de
militares y civiles que lo ayudaron a reprimir a los insurrectos.
Tuvo una actitud dubitativa
durante la rebelión del General Pedro Pablo Bermúdez, contra el Presidente Luis
José de Orbegoso. Pero reconoció la autoridad de este último al quedar
pacificado el país, por efecto del Abrazo de Maquinhuayo ocurrido el 24 de de Abril
de 1834. Sin embargo, le comprobaron un entendimiento secreto con los rebeldes,
razón por la que lo depusieron y borraron del escalafón militar.
Reapareció en la escena política
cuando Salaverry asumió el Gobierno el 23 de Febrero de 1835. Y el nuevo
régimen le confió la gobernación de la Fortaleza del Real Felipe en el Callao.
A su vez, quedó encargado del poder en Lima
cuando el Presidente marchó hacia el norte, para debelar la oposición
encabezada por Domingo Nieto.
La Batalla de Umachiri.
La Batalla de Umachiri.
AUREOLA
Era la época que los montoneros y
salteadores merodeaban por la capital y causaban violencia. Bujanda, ante tal
situación, restableció la pena de la horca y azotes, poniendo precio a las
cabezas de los malhechores.
Lejos de ser eficaces tales medidas, le crearon
al político una aureola de sanguinario y socavaron el prestigio del gobierno.
La vuelta de Salaverry alivió la tensión y las penas infamantes derogadas por completo.
Pasó luego a ser Ministro de Guerra y Marina. Junto a Felipe
Pardo y Aliaga nombrados delegados de Salaverry, con la
misión de negociar un acuerdo con Gamarra para consolidar la resistencia a la
intervención del Presidente de Bolivia, Andres de Santa Cruz
El acuerdo se firmó en el Cuzco
el 27 de Julio de 1835 y allí se reconoció la autoridad de Salaverry en un
frente único anti boliviano. Gamarra se
precipitó al entablar batalla contra las fuerzas del altiplano y
peruanas aliadas. Estas últimas enviadas por Orbegoso, desde Arequipa.
Pumacahua se lervantó contra los españoles
Pumacahua se lervantó contra los españoles
¿ENVENENADO?
Perdieron los gamarristas, derrotados por Santa Cruz en Yanacocha. Ellos, tras ser vejados, a más no poder, huyeron
hacia Lima. Pero lograron ser apresados y desterrados a Costa Rica. Entre ellos
Bujanda.
El militar cuzqueño pasó de Costa
Rica a Guayaquil y luego a Santiago de Chile, donde se unió a los emigrados
peruanos que negociaron la organización de las campañas restauradoras, contra
la Confederación Perú Boliviana
Sin embargo, Bujanda no llegó a
embarcarse rumbo al Perú. Lo que pasó es que falleció, repentinamente, en circunstancias
oscuras. Las gentes comentaron que fue
envenenado por error, por quien debió darle una medicina y cuyo nombre nunca se
supo.
Murió en plena madurez cuando todo hacía
presagiar que seguiría desempeñando un papel protagónico en la política peruana. El destino
se ensañó y apareció implacable Una promesa que desapareció tempranamente. (Noé)
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